domingo, 27 de julio de 2014

Bienvenidos “carnales”, campesinos

Faljoritmo

Jorge Faljo

Alrededor de 40 mil campesinos, hombres y mujeres, jóvenes, incluso niños, marcharon del ángel de la independencia a la Secretaría de Gobernación este pasado miércoles. Llegaron de todo el país para hacerse oír en defensa de los derechos centenarios de sus pueblos a la tierra y a la vida digna y productiva; los mismos derechos que defendieron hace un siglo ante la embestida de las haciendas en expansión.

Hubo otras marchas en Guanajuato, Morelos, Chiapas y Zacatecas¸ pero la principal, la de mayor impacto político, fue la de la capital.

Contrastaban en la marcha las bandas de música venidas de Oaxaca y Chiapas, una alegre batucada, los que gritaban, otros callados, de tono solemne, tal vez cansados, llegados de las tierras áridas del norte. Muchos traían pancartas y banderolas, otros más enarbolaban plantas de maíz y formaban una especie de milpa errante en el medio urbano.

El encuentro con el Secretario de Gobernación ya estaba concertado. Al salón entraron 80 representantes, dos por cada una de las cuarenta organizaciones participantes. Una buena sorpresa es que el Secretario de Gobernación, Osorio Chong, sentó en la mesa a los secretarios de SAGARPA, Enrique Martínez y de la Secretaría de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, que se habían distinguido por no querer escuchar a los campesinos.

Afuera quedaron decenas de miles esperando, sentándose donde y como podían. Ocupaban las calles varias cuadras a la redonda. La espera duró unas tres horas.

Fue sorprendente la rápida respuesta de la ciudad ante el evento. De la colonia Guerrero llegaron a toda prisa los carritos y puestos hechizos con las tortas ahogadas, los tacos de canasta, los vasos de agua mineral con limón y sal, para la deshidratación, las ollas de tamales y los puestos de fritangas. En hora y media había de todo para todos.

En ausencia de los gabinetes portátiles, las loncherías, los estacionamientos y los changarros abrieron sus baños a la multitud.

Un grupo de jóvenes fornidos se hizo un espacio frente al edificio de Gobernación y empezaron a armar un templete que llamó la atención de algunos líderes que no sabían de qué se trataba. Al templete le salieron postes en las esquinas y de poste a poste se amarraron cuerdas. Pronto estuvo listo el ring donde los jóvenes hicieron demostraciones de lucha libre. Los “técnicos” se enfrentaron a los “rudos”, ambos autoproclamados campesinos.

Sorprendente la capacidad de respuesta del sector social de la ciudad de México ante el sector social visitante: alimentos, servicios y diversión improvisados en un ratito. Ojalá y así funcionara el gobierno.

No sé si sería justo o injusto decir que también sorprendía la unidad mostrada ese día por las organizaciones campesinas, muchas de ellas rivales entre sí. Marcharon juntas y acordaron la entrega de un documento de conjunto. Ponerse de acuerdo no es un ejercicio fácil, pero lo lograron en tiempo record.

En ese documento plantearon tres demandas principales: La primera es “el derecho a seguir viviendo en el campo, en comunidad, en familia, con plena dignidad”. La segunda el derecho efectivo a producir alimentos y otros bienes y servicios de consumo popular. La tercera el derecho a participar en la economía del país y a responsabilizarse de la seguridad alimentaria nacional.

Son tres derechos que no tienen hoy en día y que son de gran sencillez y fuertes implicaciones. Atenderlos demanda una gran reingeniería institucional y de estrategia económica, a contrapelo de los cambios neoliberales de las últimas tres décadas.

La estrategia para lograrlos que proponen los campesinos es también sencilla: reactivar las capacidades productivas que ya existen, con las que se podía producir no hace muchos años. El papel del gobierno es asegurar condiciones de rentabilidad para la producción agropecuaria.

¿Es esto viable? Para empezar es mucho más factible que esperar que haya grandes inversiones de capital que revolucionen al campo y generen empleos. Ese proyecto fracasó.

Reactivar la producción requiere arreglos institucionales y de mercado con los que este país ya contaba en la etapa de crecimiento acelerado de la economía y de la producción agropecuaria, de 1940 a 1980. Cuando el país crecía y el bienestar se incrementaba.

Para empezar, y es solo el principio, habrá que reorientar el crédito, la asistencia técnica, las compras institucionales y la demanda generada por el gasto social en favor de la producción campesina. Con estos pasos se podría empezar a recuperar rentabilidad, producción y consumo dentro del sector social.

El dialogo, los arreglos entre las partes y la transformación no han hecho sino empezar. Pero lo ocurrido este miércoles fue una buena señal para la parte campesina. En su perspectiva la ciudad los recibió bien, el gobierno federal dio, por fin, muestras de que los escucha. Un buen primer paso. Ojalá y sigan otros.

domingo, 20 de julio de 2014

Mamá Rosa: ¿y el gobierno, apá?

Faljoritmo

Jorge Faljo

Cucarachas en las paredes, comida descompuesta, hacinamiento, olores a orines y excrementos, suciedad, situación carcelaria, abusos sexuales entre huérfanos y posiblemente hasta de sus guardianes adultos. Alimentos y ropa donada en buen estado que no se había distribuido a una población indigente y desnutrida. Más que orfanato una perrera de acuerdo a la declaración altamente difundida de un niño de diez años.

Eso se encontró la fuerza policiaca, más propia del asalto a un nido de terroristas bien armados y que se hizo acompañar de una bien preparada cobertura televisiva y periodística. Entraron a buscar mugre y la encontraron en abundancia; las fotografías son elocuentes. Rápidamente se armó el juicio en los medios, antes que las denuncias ante la justicia, y la nota roja se logró posicionar como tema prioritario en la tele, el radio y los periódicos.

Tal vez no podía esperarse otra cosa en un orfanato sustentado en la caridad privada donde se hacinaban más de 500 niños y jóvenes de ambos sexos, dirigido por una anciana de 80 años con problemas de salud.

Pero he aquí que un grupo de más de veinte notables intelectuales del país, entre ellos a Elena Poniatowska, Cristina Pacheco, José Woldenberg, Roger Bartra, Lydia Cacho, Juan Villoro, Jean Meyer y otros de este importante calibre llaman a respetar la obra y la persona de Rosa Verduzco y condenan la humillación de la que llaman una gran trabajadora social.

Vicente Fox, expresidente de México, le mandó un mensaje de solidaridad donde dice saber todo el bien que ha hecho a miles de niños y jóvenes. Enrique Krauze nos recuerda otro asunto al señalar que a Mamá Rosa en 66 años no le estallaron tanques de gas matando bebés. También a su favor están las declaraciones de adultos agradecidos por haberles dado sustento, educación y hasta una carrera. Hasta manifestaciones ha habido en su apoyo.

Es decir que el asunto es controvertido y después de las graves acusaciones la balanza de las declaraciones oficiales empieza a inclinarse a favor de hablar más de ineficiencias y descuidos que de actos criminales de la directora.

En lugar de policía y ejército el orfanato pudo ser “asaltado” con una veintena de trabajadores sociales, de trabajadores de limpieza, de administradores, todos ellos pagados por el gobierno; además de recursos para mejorar las camas, pintar las paredes y apoyar en serio a los centenares de niños y jóvenes. Muchos de ellos ahora dicen que no saben que van a hacer y que no tienen a donde ir.

Pero tal vez lo más sorprendente es que la mayoría de estos “huérfanos” tienen madres, padres, tíos, hermanos, primos; es decir familias. Lamentablemente familias que no los pueden cuidar, dar de comer, formarlos y encauzar. Sobre este punto hay que poner la mirada.

El orfanato de Mamá Rosa era un agujero negro a donde iban a dar los despojos de la indigencia y desintegración familiar. Es el mismo origen de los niños del hambre que intentan llegar a reunirse con sus padres en los Estados Unidos y que ahora México se compromete a hacerle la tarea a los Estados Unidos y detenerlos en nuestra frontera sur.

¿Y el gobierno, apa? ¿Es que judicializar la mugre resuelve el asunto? Estamos ante un problema que refleja la ausencia de una política social en la que el Estado asuma sus responsabilidades constitucionales. Hablo de los derechos humanos básicos a la alimentación, a vivir en un entorno saludable, a la educación de calidad y diría yo, el derecho a vivir en familia. Pero eso requiere empleo, vivienda digna, servicios públicos de calidad, guarderías, apoyos alimentarios. En esta ausencia para muchos un orfanato así era peor que nada.

Quedan por hacer preguntas clave sobre este operativo: ¿porque ahora y porque así?

Parece que el asunto de fondo es tratar de distraer y ocultar otras realidades aún menos vistosas. Una demostración de gran fuerza contra un orfanato mugroso, poner el grito en el cielo puede darle a muchos la idea de que existe control y gobernabilidad, hasta preocupación social. Eso en lugar de la incapacidad para encauzar dos conflictos en crecimiento.

Me refiero en primer lugar a las manifestaciones que demandan la liberación del Dr. Mireles y de los autodefensas con los que fue arrestado. Los bloqueos carreteros, las mantas de apoyo y otras manifestaciones no parecen disminuir. Aunque es difícil valorarlo debido a que la estrategia gubernamental es que no hay información.

La operación Mamá Rosa ha sido tan exitosa mediáticamente que incluso tapa la información correspondiente a la aprobación acelerada de las nuevas leyes energéticas que permiten la “ocupación temporal” de las tierras donde desee invertir el sector privado. Se busca acelerar la reforma para darla por hecha antes de que las marchas campesinas, sindicales y sociales en defensa de la tierra lleguen a la ciudad de México el próximo miércoles 23 de julio.

El horror de la guerra contra el crimen de Calderón, con su centenar de miles de muertos, se está complicando al añadirle el problema no resuelto con las autodefensas y, previsiblemente, futuros conflictos con los campesinos.

La violencia interna parece conducirnos a que la única manera de que llegue inversión extranjera será que a estas grandes empresas se les permita tener sus guardias blancas. Como las tenían las compañías petroleras a las que se enfrentó Cárdenas. Hay que ir preparando una reforma complementaria señores.

lunes, 14 de julio de 2014

Los niños del hambre

Faljoritmo

Jorge Faljo

Por allá de 1212, en la edad media europea, ocurrió una cruzada de niños decididos a rescatar la Tierra Santa de los que entonces llamaban sarracenos. Cuenta la historia, mezclada con leyenda y mito, que un niño, francés o alemán, tuvo una visión religiosa que lo llevo a pregonar que serían los niños los que conseguirían la conversión pacifica de los infieles al cristianismo.

La primera gran cruzada, de adultos, había ocurrido en 1095 y con ella se inauguró un periodo de 200 años en los que, bajo el liderazgo papal, los católicos de Europa se propusieron conquistar por la vía armada a Jerusalén y Tierra Santa. Hacia 1212 ya habían ocurrido cuatro de las ocho grandes cruzadas (hubo otras menores) de todo el periodo, y el pensamiento de la población de Europa estaba enfocado en ese objetivo religioso y militar.

Sin embargo las cruzadas no lograron su objetivo. Algunas interpretaciones más cínicas señalan la importancia que tuvieron para reafirmar el poder papal; para ofrecer un objetivo místico que distrajera el imaginario popular de la abismal injusticia social; incluso que fuera una manera de deshacerse del excedente de población miserable.

La cruzada de los niños fue la más desastrosa. Alrededor de 30 mil niños partieron de Alemania y Francia para cruzar los Alpes y llegar a las costas de Italia. Suponían que al llegar al mar este se abriría, como con Moisés al salir de Egipto, y así lograrían llegar caminando a Tierra Santa. Casi la mitad murió de hambre, frio y cansancio en el camino; casi otra mitad desertó. Lograron llegar a la costa unos dos mil y se pasaron dos semanas rezando para que el mar les abriera paso. Grande fue su desilusión cuando esto no ocurrió.

Según la leyenda dos mercaderes les ofrecieron pasaje gratuito hasta llenar siete naves. Dos de ellas naufragaron en una tormenta y las otras cinco llegaron a Tunes donde los mercaderes vendieron a sus pasajeros como esclavos.

Escribo esto por la inevitable asociación mental con la crisis humanitaria que significa el que decenas de miles de niños, muchos más que en la cruzada, intenten llegar, viajando sin familiares, a los Estados Unidos, una especie de nueva tierra prometida. Van en busca de su padre o madre, de un hermano o un tío, de un amigo. O simplemente huyendo del hambre, el desempleo, la violencia criminal y un futuro desolador.

También ahora pasan hambre, frio, soledad y miedo; algunos mueren o desaparecen en el camino. Otros caen en nuevas formas modernas de esclavitud temporal o permanente. Muchos, la mayoría, logran llegar a su destino para ser encerrados en grandes almacenes donde, casi como ganado, se les procesa para aceptar unos cuantos y deportar de regreso a la mayoría.

Es un movimiento que refleja una fuerte ilusión popular que se aferra a un clavo ardiente en un entorno de desesperación. Dicho en su sentido esencial, falta de esperanza. Es también un fracaso; pero tal vez contribuye a desviar la atención de una verdadera solución en sus propias tierras. Tal vez también ayuda a que mucha de la población “sobrante” creada por este modelo despiadado de exclusión económica y social se vaya a otra parte, o se haga la ilusión de que eso es posible.

Esta moderna cruzada sin destino de niños sin futuro no es sino la punta del iceberg. Son decenas de miles de niños en busca de millones de padres o madres ausentes. Son el resultado de una estrategia económica y social que destruye a las familias, a las comunidades y pueblos, a países enteros. Salen de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua… y México.

La situación es atroz sobre todo porque no estamos en la edad media y esto podría evitarse. Los avances tecnológicos sustantivos de las últimas décadas podrían abrir un horizonte de bienestar generalizado si se sumaran sin destruir la producción tradicional. Pero el modelo de mercado excluyente, manejado por los poderosos en nombre de la modernidad, determina que los “no viables” deben ser expulsados del mercado, de la producción e incluso de la sociedad.

¿Acaso darles de comer unos días a estos niños y regresarlos es la solución? La entrevista que presentó el semanario de El País a un muchacho de 14 años, guatemalteco, no deja lugar a dudas. No tiene a qué regresar, no tiene opciones. Si lo regresan volverá a intentarlo una y otra vez.

¿Qué vamos a hacer con estos niños? Es una pregunta falsa, superficial. Lo que debemos preguntarnos es como vamos a evitar continuar por este camino de destrucción de las familias, de las comunidades, de la sociedad.

lunes, 7 de julio de 2014

¿Y si los campesinos existen?

Faljoritmo

Jorge Faljo

De nueva cuenta, como hace cien años, nuestra sociedad se empieza a cimbrar por el conflicto en torno a las grandes definiciones sobre la posesión y el uso de la tierra. Afortunadamente en esta ocasión la batalla ocurre dentro de los cauces de la institucionalidad y el dialogo. Pero no por ello habría que minimizar el tamaño, enorme, de lo que se encuentra en juego y lo divergente de las posiciones enfrentadas.

Cuando el 5 de marzo pasado el Presidente Peña Nieto hizo el compromiso de una reforma al campo para “liberar el potencial, la fortaleza y el crecimiento de la actividad del campo” y hacerlo un espacio de vida digna llamó a una gran consulta a todos los interesados. Aclaró que el gobierno “ni ha propuesto, ni propondrá, iniciativa alguna que modifique el régimen de propiedad social que hay en el país”. Se trata, dijo de construir un gran acuerdo para reformar a fondo al campo.

Nadie pareció darse cuenta en ese momento que la liebre saltaría por un lado inesperado; no el de la reforma del campo, sino el de la reforma energética. Pero, ¿qué tiene que ver la reforma energética con los campesinos?

Pues todo, porque afecta a lo principal: la posesión efectiva y el usufructo de la tierra. Resulta que la Reforma Constitucional en materia energética tiene agazapado pero amenazante, un artículo octavo que dice que la extracción de hidrocarburos (petróleo) es de interés social y orden público por lo que tendrá preferencia sobre cualquier otro aprovechamiento de la superficie y del subsuelo. Añade que la ley preverá la contraprestación o indemnización por la “ocupación de la superficie” para esas actividades.

Es decir que sin expropiación ni cambio de propiedad la tierra puede ser “ocupada” por los empresarios privados para actividades de extracción de hidrocarburos, durante el tiempo que sea necesario. Habrá un nuevo esquema de resolución ultrarrápida de estos litigios que se podría traducir en la pérdida casi inmediata de las tierras reclamadas por el sector privado (transnacional en buena medida). A cambio de una compensación negociada, y si la negociación fracasa la fija el gobierno.

La amenaza de estas ocupaciones legales por tiempo indefinido está levantando ámpula entre las comunidades campesinas, trátese de ejidos o de pequeños propietarios. Algunos dicen que tras la extracción de hidrocarburos se les devolverían tierras contaminadas e inservibles.

Organizaciones como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), la Asociación de Empresas de Eficiencia Energética en la Edificación (AEAEE) y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) previenen sobre los riesgos de las nuevas tecnologías de fracturación hidráulica, por la enorme cantidad de agua que necesitan y por los riesgos de contaminación de mantos acuíferos. Consideran que el derecho legal a un medio ambiente sano es prioritario.

Otros consideran prioritarios los derechos humanos a la alimentación, a la producción y la subsistencia, a la integridad comunitaria y familiar (que se verían todavía más fracturadas) y a la dignidad, tan duramente conquistada, de la clase campesina.

La diferencia de posiciones hace prever una situación conflictiva que se dirimirá tanto mediante recursos legales como mediante acciones pragmáticas. Simplemente recordemos el intento de expropiar las tierras de Atenco para hacer un aeropuerto; solo que ahora la magnitud sería tamaño bestia.

Vale preguntarse ¿porque nuestras elites establecen legalmente que la extracción de hidrocarburos tendrá preferencia sobre cualquier otra actividad? Petróleo no nos falta; tan nos sobra que seguimos exportando. Alimentos si faltan y el compromiso del gobierno es incrementar su producción hasta conseguir la soberanía alimentaria.

La única respuesta que se me ocurre es que nuestras elites no creen en la producción nacional, y menos en la pobretona; lo que quieren son empresas transnacionales. Piensan que la inversión externa modernizará al país y se apresuran a promover la venta de las empresas nacionales. Una parte de la industria se destruyó, otra parte se vendió al exterior, quedan migajas y esas no importan. A menos que también se puedan vender.

También están preocupadas porque el país no exporta lo suficiente para pagar nuestra adicción a las importaciones y los intereses que adeudamos. Nos advierten que la estabilidad se encuentra en riesgo por un potencial reflujo de capitales hacia el exterior. El riesgo existe y bien puede concretarse antes del fin de sexenio. Sostener esta paridad cambiaria sobrevaluada y los valores de las acciones es lo prioritario, y para eso se requiere la entrada de muchos dólares.

Así que ahora se pone a remate la propiedad o posesión efectiva de la tierra. Pero, ¿y si, contra lo que piensan las elites, los campesinos si existen?