domingo, 28 de febrero de 2016

Esclavitud en tiempos de internet

Faljoritmo

Jorge faljo

Uno de los discursos más importantes del Papa Francisco en su visita a México fue el del 7 de febrero en el Colegio de Bachilleres de Ciudad Juárez. La página web del Vaticano lo refiere como “Encuentro con el mundo del trabajo”.

Sin medias tintas condenó la explotación de los empleados como si fueran objetos para usar y tirar. No se trata, dice, de que las empresas sean organizaciones filantrópicas, pero hay que evitar perderse en el mar seductor de la ambición. El trabajo debe ser una instancia de humanización; un espacio para construir sociedad y ciudadanía, actitud que generaría un nuevo estilo de Nación.

Ese fue, creo, el mensaje de fondo del Papa; su propuesta para recrearnos en un nuevo estilo de Nación.

La alternativa es grave. Por un lado, y sigo citando al Papa, señaló que Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días. Y no se refería a un mero puñado de gentes fuera de la ley; sino a la mayoría dominada por la mentalidad reinante que deja que en nombre de un mundo competitivo se esclavice a los pueblos. Cuando triunfa el capital y no el bien común, se consolida la cultura del descarte, de la exclusión.

Algunas noticias me llevaron a recordar y releer ese discurso papal. Resulta que la brecha salarial entre México y China ha llegado al 43 por ciento; es decir que la mano de obra del país asiático gana ya bastante más que la mexicana. Allá los salarios llevan diez años creciendo al 17.5 por ciento anual; aquí, a menos del uno por ciento en México. La diferencia es similar o peor con otros países; el salario promedio en Argentina es el triple que el de nuestro país.

Además los mexicanos tienen que trabajar mucho más. De acuerdo a la OCDE mientras que los trabajadores mexicanos laboran en promedio 2 mil 228 horas al año; los británicos lo hacen 1 mil 667 y los alemanes1 mil 371 horas al año.

En Ciudad Juárez lanzó el Papa una pregunta clave: ¿En qué cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a respirar? ¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar –la palabra es clave–, generar alternativas, generar renovación o cambio?

De acuerdo al Papa la alternativa no se encontraría entre una visión empresarial y otra radicalmente contraria; sino entre la ambición de corto plazo, orientada por la ambición extrema e inmediata, y una actitud más racional que procure el bien común y se oriente a la construcción de una sociedad civilizada y humana, no excluyente. Por eso habla de que todos estamos en el mismo barco, y no hay que hundirlo.

Tal vez no exista un paraíso en la tierra. Pero el hecho es que este país era una nación de derechos sociales avanzados; con altos ritmos de incremento del bienestar social. Pero abandonó esa ruta en pos de una quimera que lleva 25 o más años empobreciéndonos y convirtiéndonos poco a poco en zona de crueldad y guerra.

No es necesario recurrir a la ética y la moral cristiana para sustentar la necesidad de cambio. Es un asunto de supervivencia y de adaptación a los cambios que vive el mundo.

China ha elevado fuertemente sus salarios en una estrategia de consolidación de su mercado interno como eje adicional de crecimiento; a ello le suma una estrategia de substitución de importaciones. Sin dejar de ser potencia exportadora, en la medida en que se lo permite el estancamiento global, ahora está fortaleciendo la conexión entre producción y demanda internas.

Que en otros países se trabajen mucho menos horas al año genera mejor reparto del empleo y vida familiar. Es notable, por ejemplo, el tiempo que le dedican los holandeses al trabajo benévolo y actividades sociales como forma de convivencia, desarrollo personal y cohesión social. Aquí no hay tiempo, como también señaló el Papa, para que padres y madres jueguen con sus hijos.

Los mexicanos podrían ganar más y trabajar menos si al mismo tiempo tuviéramos una estrategia de consumo interno que permitiera emplear al 100 las fábricas, plantas industriales y talleres, la tierra cultivable y la población deseosa de trabajar con que ya contamos. Sobre todo desde el poder público esa debería ser la prioridad en todos los contratos. Y en el comercio exterior; si aquí lo podemos producir no hay que importarlo.

Eso en lugar de correr en pos de la última tecnología industrial al tiempo que se emplean a medias o se desechan las capacidades existentes; y con ello se descarta a millones del empleo formal, de la posibilidad de vivir honestamente, incluso del país.

Abundan las señales de crisis. La cuenta corriente del 2015 fue negativa en 32 mil 381 millones de dólares; la entrada de inversiones de cartera en el 2015 fue de poco más de 20 mil millones de dólares, menos de la mitad que en 2014 y la cuarta parte de la de 2012. La economía norteamericana está creciendo al uno por ciento anual y en consecuencia nuestra producción industrial está estancada.

Peor. Podría llegar a la presidencia norteamericana alguien que amenaza a México con una guerra comercial para que paguemos el costo de una muralla. Absurdo, pero cada día más posible (no creo que probable). Con lo que se terminaría de derrumbar nuestro modelo de subordinación maquiladora y venta país.

El cambio se vuelve inevitable y la alternativa es que el mercado nos imponga un grave retroceso económico y social o que la sociedad mexicana se dé a sí misma un estado fuerte, que combata la inequidad por medio de la defensa del empleo y la producción interna. Mercado interno y bienestar social deben dejar de ser mera retórica para plantearlos como real alternativa para un México convulsionado y un mundo que ha descubierto el fracaso de la globalización.

O terminamos por desintegrarnos como estado fallido (y ejemplos abundan); o salimos adelante como estado que se fortalece y se nutre echando raíces hacia la sociedad organizada. La crisis ofrece la oportunidad de luchar por la utopía.

domingo, 21 de febrero de 2016

Bien por el peso; mal por la economía

Jorge Faljo

Este pasado miércoles 19, a las 11 de la mañana el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray y el Gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, hicieron un importante anuncio, desde el Palacio Nacional.

Millones de católicos mexicanos, y al parecer también de otros países, se enteraron de los recortes presupuestales viendo por televisión la misa que ofició el Papa en Ciudad Juárez. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? ¡Nada! Excepto que la información apareció repetidamente en un cintillo que a muchos les amargó la misa.

Algunos de mis amigos practicantes consideraron de mal gusto que Hacienda se amparara en el Papa para dar su noticia; otros por el contrario, vieron la simultaneidad como el intento de hacer que la nota pasara inadvertida. Por mi parte creo que se trató simplemente de una infortunada coincidencia.

El anuncio se vio acompañado de una importante y sorpresiva baja en el precio del dólar. Días antes el dólar estaba 19.20 pesos (me refiero siempre al precio “spot”, no a los de ventanilla). El 17 de febrero, día del anuncio, el dólar bajó de un máximo de 18.93 a un mínimo de 18.23 pesos. Setenta centavos no son poca cosa.

Los puntos principales anunciados fueron la elevación de la tasa de interés de referencia por segunda vez en dos meses, de 3.25 a 3.75 por ciento; un recorte presupuestal de 132.3 miles de millones de pesos (acompañado de despidos), de los cuales el grueso, 100 mil millones serán de PEMEX; y la suspensión de las subastas de dólares.

El aumento de la tasa de interés ocurre en momentos en que se pone en duda que la Reserva Federal norteamericana vuelva a subir la tasa de interés en este año. Su presidenta, Janet Yellen, no descarta la posibilidad de reducirla debido a las señales poco alentadoras de recuperación de la economía norteamericana y mundial.

Banxico justifica el incremento de la tasa de interés por el cumplimiento de su mandato, como medida para prevenir el aumento de la inflación. Lo que en términos estrictos es absurdo, porque la inflación es baja (de eso presumen), y sobre todo por el impacto negativo que habrá de generar en el consumo y la inversión. Se supone que premiar a los capitales ofreciéndoles mayor ganancia que la internacional desalentará su salida. Ese es el objetivo, pero en las actuales condiciones de volatilidad su impacto será mínimo.

El recorte del gasto público es para darle credibilidad a la capacidad de pago gubernamental. Podría haber otras maneras. Dado que somos el país de la OCDE que menos impuestos cobra a las grandes empresas, grandes ingresos y grandes fortunas, deberíamos corregir esa situación; o establecer impuestos para compartir la buena racha de algunos sectores exportadores; o poner aranceles a las importaciones de un país con el que tengamos alto déficit y no tengamos tratado de libre comercio. China necesariamente.

Un recorte simplón como el que se plantea a simple vista, augura repetir lo que ocurrió en 2013, cuando bajó el crecimiento por la retención del gasto público.

Finalmente anunciaron la suspensión de las subastas de dólares, y es en esta verdad a medias donde se encuentra la clave de la caída del dólar del pasado 17 de febrero. Las subastas fueron substituidas por ventas directas a los bancos, de tipo discrecional, es decir “lo que sea necesario” y sin precio mínimo. Esto marca una diferencia substancial con las anteriores reglas del juego que establecían montos precisos (hasta 400 millones de dólares diarios) y un precio que no sería menor al del día anterior más un pequeño porcentaje.

Dos de las medidas, elevación de la tasa de interés y recorte del gasto público, impactarán negativamente el crecimiento y el empleo. Peor aún. Cuando la inflación se generaba por la estrategia de atracción de capitales usaron el deterioro salarial como “ancla” antiinflacionaria. Ahora que la inflación vendrá del encarecimiento del dólar es posible que sigan con la estrategia de deterioro salarial. Con ello se protegerían las grandes fortunas y ganancias a costa del empleo y los salarios.

Por otra parte, la venta discrecional de dólares les salió muy bien. Durante este sexenio hemos tenido una devaluación que linda en el 42 por ciento sin que en la población exista una fuerte sensación de crisis. Lo podemos atribuir a que la devaluación se ha dado a un ritmo administrado.

Ese ritmo se aceleró el 10 de febrero y era evidente que la venta de dólares con las anteriores reglas no lograría atajar el comportamiento de manada (previsto por Carstens), y la sensación de pánico que empezaba a formarse. Si la devaluación se hubiera desbocado se habría creado una sensación de crisis, mala desde varios puntos de vista, en particular el político y de gobernabilidad.

Todavía no sabemos cuántos dólares le inyectó Banxico al mercado para darle ese bajón al dólar. El hecho es que contuvo el comportamiento de manada. Cuando se sepa el costo, éste será aquilatado por los inversionistas financieros; si lo consideran razonable lo más probable es que regresemos a un ritmo de devaluación administrado.

La fragilidad de nuestras variables fundamentales no permiten revaluar el peso; intentarlo gastaría las reservas a un ritmo que ya fue condenado por el FMI.

Pero es importante evitar que la devaluación sea desbocada por los especuladores de corto plazo. Eso, por lo menos, lo están consiguiendo las autoridades monetarias.

domingo, 14 de febrero de 2016

Proteccionismo; el cambio viene del norte

Faljoritmo

Jorge Faljo

¿Qué pasaría si los Estados Unidos se vuelven proteccionistas? Hasta hace pocos días esta habría sido una pregunta absurda. Nadie habría pensado en la posibilidad de ese viraje en un país caracterizado por décadas de impulsar y presionar en favor del más absoluto libre comercio; incluyendo la reciente promoción del Acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica.

Sin embargo los resultados iniciales del proceso electoral presidencial de los Estados Unidos dan pie para una reflexión en ese sentido. En mi artículo sobre las primarias de Iowa dije que los resultados apuntaban a un tropiezo del neoliberalismo. Ahora los resultados de New Hampshire obligan, en mi opinión, a pensar sobre una posible reorientación de fondo de su economía.

El segundo lugar de Trump en Iowa no lo descalificó. Ahora en New Hampshire el multimillonario obtuvo el 35.3 por ciento de la votación republicana y su contendiente más cercano menos de la mitad, el 15.8 por ciento. De este modo Trump se afirma, sobre Cruz, como líder del ala ultraconservadora del partido republicano. Y es que a fin de cuentas a los norteamericanos les importa más la economía que el fundamentalismo cristiano. Por otra parte la corriente histórica, institucional,del partido republicano no logra definir a su propio líder y sus votos se dividen entre tres precandidatos: Kasich, Bush y Rubio.

Hay quienes sostienen que “el Donaldo” ha llegado a su techo de votos y que si la corriente conservadora se unifica en torno a un solo candidato podría ganarle la candidatura presidencial. Sin embargo Trump ha dado varias sorpresas y mientras su oposición republicana siga dividida seguirá fortaleciéndose.

Trump, en su ego manía ha dicho que será el mejor presidente del empleo que Dios haya creado. Esa es su gran promesa y eso es lo que les importa a los norteamericanos. Se opone a subir impuestos, a elevar el salario mínimo y a mejorar la seguridad social, pero ofrece empleos con una estrategia sencilla: evitar que las grandes empresas exporten los empleos de los norteamericanos hacia México o China. Lo ha dicho de manera anecdótica; si la Ford, u otra gran empresa, anuncia que pondrá una planta en México va a levantar el teléfono y le dirá a su director “si pones esa fábrica vas a tener que pagar 35 por ciento de aranceles de importación a los Estados Unidos”; en pocas horas, dice, cambiarán de planes y seguirán produciendo en su país.

No discuto si lo que dice el güero bocón es viable. Lo realmente importante es que su mensaje resuena con una población muy enojada que le da sus votos. Lo fundamental es que el consenso en torno al libre comercio, impuesto mediáticamente, se ha roto de manera definitiva. Trump sabe captar ese sentimiento y canalizarlo en contra del exterior de manera que no represente un peligro para su clase social.

En el artículo que escribí la semana pasada sobre Iowa también dije, refiriéndome al partido demócrata, que el avance de Sanders era una victoria. New Hampshire lo ha confirmado con creces. Ahí Sanders obtuvo el 60.4 por ciento de los votos demócratas y la señora Clinton tan solo el 38 por ciento. En particular destaca que el 84 por ciento de los de menos de 30 años votó por Sanders. Sus posibilidades se reflejan en un fuerte incremento de los donativos que recibe, a un promedio de 27 dólares y un máximo de 40; lo que nunca se acercará a los grandes fondos de Clinton, que con facilidad recibe donaciones de medio millón de dólares.

El hecho es que ahora Sanders tiene reales posibilidades, siempre y cuando logre captar el voto de la población de color e hispana que hasta el momento se considera amarrado a su rival.

Las posiciones de Sanders habrían sido, hasta hace poco, consideradas extremistas e inviables. Denuncia la corrupción del sistema electoral norteamericano, muy favorable para los que cuentan con el apoyo del gran capital y la creciente inequidad socioeconómica. Su propuesta central es, también, la creación de empleos bien pagados dentro de los Estados Unidos. Solo que él propone elevar el salario mínimo de manera substancial. También ofrece educación universitaria gratuita, derecho universal a la salud y a gastos médicos, e incremento de la seguridad social para todos.

Para financiar el fuerte incremento del gasto público que propone dice que hará que el 0.1 por ciento de la población, los súper ricos, regresen parte de la riqueza que les han arrebatado a las familias trabajadoras en los últimos treinta años. Elevaría el impuesto sobre la renta a más del 50 por ciento para esa pequeña minoría.

Lo principal en la perspectiva de México es que Bernie Sanders ha sido un apasionado opositor de los tratados de libre comercio. Señala que desde el año 2001 han cerrado casi 60 mil plantas manufactureras y se han perdido 4.7 millones de empleos industriales decentes en los Estados Unidos. El TLCAN, dice, provocó la pérdida de 700 mil empleos; el comercio con China de otros 2.7 millones.

Muchos dicen que los republicanos se han vuelto más derechistas y los demócratas más izquierdistas, yendo en direcciones opuestas. Sin embargo más bien habría que destacar que tanto Trump como Sanders reciben el apoyo de una clase media, incluyendo obreros industriales y empleados de servicios, que se encuentra exasperada por el deterioro de sus empleos e ingresos. Al mismo tiempo observan cómo la disminución de impuestos y los programas públicos, rescates y salvamentos, han favorecido el enriquecimiento extremo de muy pocos.

Ganen o no Trump y Sanders ya expresan con fuerza el malestar de la mayoría y una propuesta novedosa; el proteccionismo como solución de fondo al empobrecimiento de las clases medias norteamericanas. Si continúan las actuales tendencias y se profundiza el debate, tienen la real posibilidad de vencer a las estructuras históricas, neoliberales, de sus partidos y, más adelante, de conducir un viraje de la política económica norteamericana.

Así que regreso a la pregunta original. ¿Qué haremos si los Estados Unidos, nuestro principal cliente comercial (sobre todo de armadoras y maquiladoras en México), se perfila hacia una estrategia proteccionista?

Si esto ocurre, sería el tiro de gracia a nuestra estrategia exportadora, maquiladora y de atracción de inversión extranjera directa, que ya de por si se tambalea. No es cosa de ignorar esta posibilidad y más vale ir pensando en una estrategia de contingencia y cambio de rumbo. Sea que tengamos que lidiar con un agresivo e imprevisible Trump, o con un Sanders posiblemente más abierto a otro arreglo de beneficio mutuo y, esta vez, mayoritario.

domingo, 7 de febrero de 2016

Se acerca el TPP

Faljoritmo

Jorge Faljo

Este pasado jueves 4 de febrero se firmó por los ministros de comercio de 12 países, en Auckland, Nueva Zelanda, el Acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica o TPP (por sus siglas en inglés). Lo hicieron en representación, supuestamente, de 800 millones de personas que generan el 36 por ciento del producto mundial. A nombre de México firmó el Secretario de Economía.

La firma se hizo en un ambiente frio, tanto por el aire acondicionado, como por el estado de ánimo de los altos funcionarios presentes. Influían en ellos los miles de manifestantes que en la calle y en el más intenso calor protestaban en contra del tratado. Y también el hecho de que estas firmas deberán ser ratificadas por los respectivos congresos de cada país en los próximos dos años y saben que su aprobación no está asegurada en varios casos.

Uno de los lugares donde se vaticinan problemas son los Estados Unidos donde cuatro de los cinco candidatos líderes en la carrera presidencial. (Clinton, Sanders, Trump y Cruz) se han manifestado en contra del TPP. El plan de Obama es que se ratifique después de las elecciones, pero dentro de su periodo presidencial; lo que podría librar al siguiente presidente de la responsabilidad al mismo tiempo que no afectaría sus posibilidades de ser electo. Una forma hipocritona de hacerlo pero que puede fallar si se convierte en los próximos meses en un elemento del debate pre electoral.

La firma fue la culminación sigilosa, sin bombo y platillo, de más de cinco años de negociaciones secretas en estilo “rueda de carreta”. Los Estados Unidos, al centro de la rueda negociaron de manera bilateral con los otros once países sin permitir que los acuerdos con cada país fueran conocidos por los otros. Las adecuaciones y concesiones que México negoció con los Estados Unidos no las conocieron los demás. Que por cierto son Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú y Singapur.

De esa manera los Estados Unidos se aseguraron que los debiluchos no intentaran ponerse de acuerdo para presentar demandas conjuntas. Para los güeros del norte cualquier indiscreción sobre cada una de sus once negociaciones podía conducir a una acusación de alta traición, incluso si fuera un congresista o senador. Tan solo entrar a una negociación bajo esas condiciones ya nos amarraba las manos.

Negociaciones secretas y firma casi casi a hurtadillas son el estilo más apropiado cuando ya pocos creen en los beneficios de otro tratado de libre comercio; uno que va más allá de los que ya existen, para abolir prácticamente todas las barreras arancelarias y elevar la protección a las inversiones externas.

De acuerdo a un estudio del Banco Mundial, posiblemente el mejor que existe (Potential Macroeconomic Implications of the Trans-pacific Partnership), disponible en internet) el tratado permitirá que en el año 2030 el Producto Interno Bruto de Vietnam sea un 10 por ciento superior a lo que sería sin tratado. El de Malasia sería un 8 por ciento superior. Entendamos bien, no se trata del crecimiento anual del PIB, sino de lo acumulado a ese año.

Para México, Canadá y los Estados Unidos el incremento acumulado para el año 2030 será un miserable 0.6 por ciento. Eso y nada… Hay que tener en cuenta, explica el Banco Mundial, que en el caso de los países que ya tienen numerosos tratados de libre comercio (y México bate record mundial) uno más no hace mucha diferencia.

El TPP tiene un importante componente geopolítico: trata de excluir a China y a su creciente influencia en la cuenca del Pacífico. Así que ofrece a Vietnam, Malasia y Singapur importantes oportunidades de ampliar su producción basada en mano de obra poco calificada (productos agrícolas, textiles, ropa y calzado) y a Japón y Perú la posibilidad de ampliar sus exportaciones de manufacturas basadas en mano de obra calificada.

Tales incrementos de exportaciones se harían parcialmente a costa de la producción de países como Bangla Desh, Corea del Sur, Filipinas, la India o Tailandia, lo cual les crea presión para incorporarse a una segunda ola de miembros del TPP. De este modo se iría formando una importante red de alianzas comerciales y geopolíticas que operaría como mecanismo de contención de la expansión China.

La manera de excluir al gigante asiático es estableciendo que no puede entrar al tratado un país que manipula la paridad cambiaria de su moneda. Lo cual va directamente en contra de la estrategia de expansión de la producción, la generación de empleo, la elevación salarial y el notable incremento del bienestar en China: que ha logrado el éxito por tener una moneda muy débil, subvaluada.

Ahora se nos embarca en un tratado de libre comercio con Vietnam una economía que lejos de ser complementaria es similar y por lo tanto antagónica a la mexicana. Así lo revelan sus principales exportaciones: arroz, café, camarones y pescado, textiles, ropa y calzado. Su economía cuenta con el apoyo de un gobierno que es activo promotor de la producción y el bienestar de su población rural y urbana. Por ellos su tasa de crecimiento desde los años noventa ha sido cercana al 8 por ciento anual, cuatro veces la de México.

Podría decirse que este tratado de libre comercio es más de lo mismo. No es cierto; puede ser peor. Se suponía que el TLCAN sería entre economías complementarias; pero ahora Estados Unidos promueve otro con economías similares a la nuestra, que pueden desplazarnos no solo de su mercado, sino hasta del nuestro.

El verdadero e impronunciable éxito del TLC, no fue el intercambio de bienes o servicios, fue la expulsión de 15 o más millones de mexicanos que ahora les mandan dinero a sus familias y son la gran muleta que sostiene la sociedad rural y nuestra tambaleante economía. A cambio de ello destruimos millones de familias, dejamos que millones crecieran sin padre, madre o ambos y destrozamos la transmisión de valores a la nueva generación. Los costos han sido altísimos.

¿Vamos a repetir la experiencia con millones de familias dependientes de la producción de café, copra, arroz, papaya, la pescadería (incluyendo camarón), los textiles y prendas de vestir, calzado y otras más?

martes, 2 de febrero de 2016

Iowa, tropiezo neoliberal

Jorge Faljo

Este lunes los norteamericanos dieron el primer paso para elegir a los que serán los candidatos de los partidos demócrata y republicano en su próxima elección presidencial. Los afiliados a cada partido eligieron en las “primarias” de Iowa a los delegados a las convenciones que en el mes de julio decidirán quienes son sus respectivos candidatos presidenciales.

Todo apunta a que las campañas intra partidarias serán candentes. Y eso porque si consideramos sus distintas circunstancias en Iowa hubo en realidad cinco ganadores. Lo cual desatará una guerra feroz que se traducirá en cuestionamientos de fondo para el sistema político y económico norteamericano.

Veamos primero el lado republicano.

Las noticias dicen que ganó Ted Cruz con el 27.7 por ciento de los votos republicanos y asegurando 8 delegados para la convención de julio. Para ganar tendrá que tener 1237 delegados de un total de 2,472. Así que Iowa no es sino un pequeño paso en esa dirección. Si no hubiera ganado habría quedado descartado; pero eso no ocurre con sus dos contrincantes republicanos. Era imprescindible que ganara porque Cruz, hijo de cubano y norteamericana, nacido en Canadá, se presenta a sí mismo como cristiano evangélico. Y Iowa es un estado de mayoría blanca evangélica.

Donald Trump obtuvo el segundo lugar con 24.3% de los votos y siete delegado; solo uno menos que Cruz. Pero “el Donaldo”, apodo que le puso una de sus esposas, se ha manifestado anteriormente a favor de la libertad de abortar y ya se sabía que eso le restaría votos en Iowa. Así que 3.4% menos votos que el primero en realidad no lo descalifican. Las encuestas de votantes señalan que los votos de Cruz fueron de ultraconservadores; en cambio Trump logró parte de los votos conservadores; es decir que en cierto modo ha ampliado su base electoral. Un triunfo para el que puede verse reforzado en el siguiente estado.

Cruz y Trump representan a los republicanos más enojados con la evolución de su gobierno y de su país. El primero atrae sobre todo a los descontentos “culturales” por la pérdida de los “valores” cristianos y morales y contra una clase política que sienten que no los representa. Trump se ha convertido en el vocero del fuerte enojo de las clases medias en deterioro económico y laboral; las que han sido más afectadas por la Gran Recesión del 2008. Por ello entre más insulta a los políticos, al gobierno y a los medios de comunicación mejor capta este espíritu.

Algo a tener en cuenta es que Trump es de una ultraderecha extrema pero no neoliberal. Acusa a China y a México de aprovecharse de su país debido a que su gobierno es tonto. Su visión es estrecha y a partir de ella propone recuperar la grandeza norteamericana sobre la base de negociaciones duras con estos dos países, y con el resto del mundo, para evitar que se sigan destruyendo empleos y empresas norteamericanas. Más que neoliberal es defensor de la gran empresa y el gran dinero con una perspectiva nacionalista pragmática.

El tercer lugar republicano lo obtuvo Marco Rubio que representa a los republicanos con un conservadurismo histórico frente a los dos primeros que de alguna manera son arribistas montados en el ultra conservadurismo del “tea party”. Rubio obtuvo el 23.1% de los votos y siete delegados, igual que Trump y solo uno menos que Cruz. Con esa votación se asegura seguir en la contienda y… algo más.

Hay otros candidatos republicanos que posiblemente ya tengan que doblar las manos y abandonar la carrera. Otros siete delegados son representantes de cinco candidatos que seguramente van a quedar fuera del juego y que, por lo tanto, van a quedar en libertad de voto. Se trata de candidatos y delegados más afines al republicanismo histórico que al nuevo ultra conservadurismo y se puede suponer que la mayoría de ellos terminará votando por Rubio. Más aún, si esos candidatos abandonan la carrera es previsible que en las siguientes primarias sus seguidores se inclinen por el que ahora representa a los republicanos históricos. Esto es un triunfo para Rubio.

Del lado demócrata.

Sí, ganó Hillary. Y si no hubiera ganado habría quedado muy mal parada. Ella representa, hasta ahora, a los que también podríamos llamar los demócratas históricos. En su discurso de celebración de su triunfo todo el tiempo estaba atrás de ella su esposo, Bill Clinton. Obtuvo el 49.9% de los votos y 23 delegados. Para ganar va a necesitar 2,246 delegados de un total de 4,491.

Hillary empieza la carrera con una ventaja considerable debido a que bajo las reglas de su partido hay 712 “superdelegados” que son parte de la estructura organizacional del partido y que no son electos en las primarias. Estos, que podrían considerarse demócratas históricos, están en libertad de voto y en su mayoría favorecen a la señora Clinton. Sin embargo en las pasadas elecciones también tenía a la mayoría de los superdelegados y sin embargo perdió ante Obama que tuvo a la mayoría de los delegados electos. Podría darse el caso de que los superdelegados inclinen la balanza a su favor en julio pero esto no sería muy bien visto si se hace de manera muy forzada y para compensar una desventaja importante. Así que de aquí a entonces algunos, o muchos, de los superdelegados se verán influenciados por los resultados de las primarias.

Pero Bernie Sanders recibió 49.6% de la votación y consigue 21 delegados electos; dos menos que Hillary. Sin embargo este casi empate es un enorme avance para un candidato que casi no figuraba hace unos meses y que pelea con importantes desventajas. La primera es que se presenta como un socialista democrático con severas críticas a Wall Street, a los banqueros y decidido a elevar los impuestos para combatir la inequidad. Llamarse socialista y querer subir los impuestos son dos tabús en los Estados Unidos y, a pesar de ello logró un empate. Incluso está logrando que “capitalismo” se esté convirtiendo en una mala palabra.

Su segunda desventaja es que no acepta donativos mayores a 40 dólares por persona. Pero el solo hecho de que esté avanzando significa que muchos cooperan y que cuenta con una base más amplia de activistas. A sus mítines acude mucha más gente que a los de su rival demócrata y se trata sobre todo de jóvenes entusiastas; su campaña es mucho más de la calle y del activismo voluntario que de los medios de comunicación. Pero con este triunfo, porque así hay que llamarlo, ahora la televisión se verá obligada a darle mayor cobertura.

Estos resultados van a obligar a modificar las posiciones de los candidatos históricos. Del lado republicano Cruz y Rubio tendrán que acercarse a los intereses de las clases medias descontentas por razones económicas y la única salida que parece viable es la que ofrece el Donaldo: cuestionar el libre comercio y acercarse a una posición proteccionista de la producción y el empleo dentro de los Estados Unidos. Podría hacerse incluso en el contexto del TLCAN, reforzando lazos comerciales con México y Canadá en detrimento de China.

Hillary tendrá que hacerse hacia la izquierda, incluir en su discurso propuestas en contra de la creciente inequidad social, mayor regulación de los grandes capitales, tal vez más impuestos y oponerse al TPP (Acuerdo comercial trans pacífico).

En síntesis, en las primarias de Iowa ganaron cinco precandidatos y tropezó el neoliberalismo.

lunes, 1 de febrero de 2016

Davos 2016

Jorge Faljo

Lo más selecto de las elites del planeta se volvió a reunir en Davos, el pequeño poblado suizo que es famoso por ser cada año la sede del Foro Económico Mundial. Ubicado entre montañas, a la mayor altitud de toda Europa y con una población fija de apenas 12 mil habitantes, es el lugar ideal para darles seguridad a sus connotados visitantes. Su acceso único por carretera es fácilmente controlable, los guardias en las azoteas vigilan las calles y las temperaturas invernales no permiten manifestaciones ni campamentos.

Por otro lado la mayor barrera de protección es el costo. Si no tiene mucho, mucho dinero, mejor olvídese. Lo que podríamos llamar boleto sencillo sale en unos 70 mil euros; de ahí para arriba. Porque Davos se caracteriza por un complejo sistema jerárquico basado en el dinero, el poder y la fama. Por 100 mil euros se puede ser “asociado”; por 200 mil “socio” y por 400 mil “socio estratégico”. Cada quien cuenta con un distintivo y un color específico que establece a cuales de los cerca de 300 eventos, encuentros, comidas y cenas se puede o no asistir; es decir con quienes se puede encontrar, dialogar o compartir una comida. En pesitos devaluados eso significa gastar de 1.2 a 8 milloncejos por cuatro días en el paraíso helado.

Hay otros costos. Alrededor de 1,700 jets privados compitieron oportunamente por las pistas de aterrizaje y hangares de los aeropuertos cercanos; y también cuesta el alquiler de limusinas. No se diga un buen hotel y comida gourmet.

Algo más de 2,800 dirigentes de las más grandes empresas, líderes nacionales, premios nobel, destacados pensadores e incluso artistas de renombre y con “mensaje” acudieron a reflexionar sobre los grandes temas planetarios y a encontrarse unos con otros. Durante cuatro días la elite intercambió puntos de vista, homogeneizo su visión del mundo, definió grandes rumbos y construyó oportunidades de negocios.

Entre los participantes estuvieron 40 jefes de gobierno; los dirigentes de las instituciones financieras internacionales; los presidentes de muchos bancos centrales; unos 1500 jefes de empresa; otros 300 representantes políticos de diversos niveles, artistas “con mensaje” y muchos invitados, incluso científicos y voceros de organizaciones sociales considerados relevantes. De ellos el 17 por ciento eran mujeres.

Algo que me gusta del foro es el énfasis que hace en el análisis de riesgos globales. Lejos de esconder la cabeza, ignorar los problemas y fingir que las cosas marchan bien, aquí las verdaderas elites del planeta sacan a relucir los trapos sucios. Dicen que para componer el mundo, lo que habría que poner en duda, pero por lo menos les sirve para entenderlo.

Este año el foro destacó como riesgo global inmediato el de los desplazamientos involuntarios que ya afectan a cerca de 60 millones de personas. Tan solo el año pasado más de un millón de ellos llegaron a Europa como refugiados; pocos en realidad lo consiguen. Se trata de emigrantes involuntarios que huyen de los conflictos étnicos y religiosos, del deterioro económico y el desempleo en sus países, de los estados fallidos y en general de un mundo que se despedaza.

Otros grandes riesgos son los del desempleo, en particular el juvenil; y los desastres climáticos cada vez más frecuentes. A mediano plazo se destacó el riesgo de no ser capaces de detener el calentamiento global; lo que requiere el control del uso de energías que sueltan carbono en la atmosfera.

Fue un encuentro caracterizado por un ambiente de pesimismo originado sobre todo por una preocupación cercana a los corazones financieros de las elites: el hecho de que la economía mundial no levanta el vuelo sino que, por lo contrario, hay nubarrones de recesión en el horizonte.

Pero el verdadero mensaje de fondo de la reunión; lo que constituyó su tema oficial y le dio nombre al encuentro fue “Conduciendo la Cuarta Revolución Industrial”. Según esto la primera revolución industrial empleó la energía del agua y el vapor para mecanizar la producción; la segunda uso la energía eléctrica para la producción en masa; la tercera se caracterizó por la electrónica y la tecnología de la información para automatizar procesos. Ahora la cuarta estaría caracterizada por la fusión de nuevas tecnologías físicas, biológicas y digitales.

El mensaje de Davos es que se aproxima un tsunami tecnológico en el que en los próximos diez años la transformación será mayor que en los últimos 50. Los avances en inteligencia artificial, robotización de la producción, interconexión informática, ingeniería genética, nanotecnología, impresión tridimensional, transporte por medio de drones, vehículos auto dirigidos y otros cambios en puerta son espectaculares.

Lo cual me recuerda que hace apenas unos días una computadora venció a un gran maestro de “go”. Este es un juego de estrategia oriental de mucha mayor complejidad que el ajedrez. Hace veinte años una computadora le ganó al campeón mundial de ajedrez y se suponía que para conseguirlo en el caso del go se necesitaban todavía unos 10 años más. Lo consiguió un equipo con un programa de autoaprendizaje al que se le introdujeron los resultados de millones de juegos de go, ajedrez y muchos otros. Es un enorme avance pero habría que dudar si es en la dirección correcta. Por lo menos Stephen Hawking, considerado el hombre más inteligente del planeta, dice que la inteligencia artificial es un enorme riesgo de autodestrucción de la humanidad. Si, como película de ciencia ficción, pero en serio.

Los avances tecnológicos en puerta plantean un problema para las grandes empresas: ¿cómo conseguir el personal altamente calificado que deberán contratar en los próximos años? Porque se supone que estas nuevas tecnologías habrán de crear unos dos millones de puestos de trabajo de muy alta especialidad. Ese es su problema.

El nuestro es que esas nuevas tecnologías habrán de destruir muchos más millones de empleos de clase media de los que habrán de crear. Desde los diagnósticos médicos automatizados hasta la substitución de ingenieros, trabajadores administrativos y muchos más. Si pensamos en como los cajeros automáticos han substituido empleados bancarios nos daríamos apenas una muy pálida idea de la revolución en puerta.

Visto en perspectiva de economista de país periférico (México que gira en torno a los Estados Unidos) esto crearía un diferencial de productividad que sería imposible compensar para nuestro país, aunque se intentaría hacerlo con salarios de hambre “para ser competitivos”. Estamos en el umbral de un avance en la misma dirección insana de enormes empresas altamente productivas que desplazarán a las que ya existen y destruirán empleos. Al mismo tiempo no generarán la demanda efectiva mediante la cual los consumidores puedan comprarles. Esto reforzaría los mecanismos de endeudamiento público y privado que les permita crear consumidores a modo a cambio de su apropiación creciente de recursos, espacios, gobiernos y control de nuestras vidas.

Urge reflexionar sobre nuevas (y viejas) formas de restablecer un equilibrio entre globalización y capacidad interna para producir de manera incluyente y con bienestar generalizado. Si la competencia amenaza arrasarnos, lo racional sería no competir.