lunes, 18 de agosto de 2014

Recesión global permanente y cambio de norte

Jorge Faljo

Faljoritmo

Las noticias económicas de la última semana no son buenas; y no me refiero al país sino a buena parte del planeta: Europa, Rusia, Japón, China y los Estados Unidos tropiezan y tanta mala noticia no puede ser casualidad.

El Producto Interno Bruto de Alemania retrocedió a menos 0.2 por ciento en el segundo trimestre del año. Uno de los factores principales es la baja de sus exportaciones a Rusia, Francia, Italia y al resto de Europa. Como es una economía fuertemente exportadora funciona como termómetro económico de su entorno.

Rusia se encuentra, según el Banco Mundial, entre la expectativa de un bajo crecimiento (1.1 por ciento) y una franca recesión (menos 1.8 por ciento). La volatilidad de su situación es alta y de momento sus empresarios no invierten y prefieren sacar sus capitales. La naciente guerra comercial entre Rusia y Europa va a pegarle todavía más a ambas economías.

Francia lleva dos trimestres en crecimiento cero e Italia está en recesión; su producción disminuye. Holanda tendrá un muy pequeño crecimiento; por lo menos no repetirá la recesión del año pasado.

En conjunto Europa se encuentra paralizada. Parecía salir, muy lentamente de las crisis del 2008 y del 2011. Pero ya ni siquiera eso. Su estancamiento económico implica que continúa la destrucción de empresas, empleo y bienestar. Se ha puesto de moda llamarla la “Europa triste”.

Del otro lado del planeta la situación no es mejor. Japón tuvo en el segundo trimestre una contracción de menos 6.8 por ciento; algo más que su crecimiento inicial, lo que deja su economía en ceros. Se ve afectado por un incremento del impuesto al consumo y por la caída de sus exportaciones. Lo afecta fuertemente la debilidad económica de sus clientes.

China es de alguna manera una excepción. Reduce su ritmo de crecimiento a un 7.4 por ciento anual. Para cualquier otro país sería extraordinariamente bueno; pero para un país acostumbrado a décadas de crecimiento al 10 por ciento anual es una caída. Su menor crecimiento se asocia, como para Alemania y Japón, al estancamiento de la economía global y tendrá, a su vez, repercusiones en sus proveedores de materias primas.

China pretende transitar hacia un crecimiento mayormente basado en la demanda interna. Es el país que más ha reducido la pobreza y más ha elevado los ingresos de sus trabajadores. Sin embargo una parte importante del incremento de la demanda la ha generado mediante crédito.

Los países industrializados agotaron la capacidad de endeudamiento de sus clases medias y trabajadores y de sus distintos niveles de gobierno (ciudades, estados y país). Al reducirse la demanda crediticia entraron en crisis. Ocurrió en los Estados Unidos con la crisis hipotecaria y en los países europeos con las crisis de deuda gubernamental. China todavía se encuentra en una fase de creación de demanda crediticia; pero se acerca a su agotamiento.

Dejo para el final a los Estados Unidos. El Fondo Monetario Internacional redujo hace unas semanas su expectativa de crecimiento a solo 1.7 por ciento anual.

El vicepresidente de su banco central, el Sistema de la Reserva Federal, Stanley Fisher, señaló que la Gran Recesión del 2007 – 2009 ha dejado consecuencias con las que muchos países todavía tienen que luchar. Dijo que el crecimiento económico en los últimos cuatro años ha sido insuficiente y frustrante.

Lo más interesante de la declaración de Fisher es que esta Gran Recesión, por su amplitud y profundidad, parece haber cambiado el contexto económico de maneras que hacen impredecible el futuro. En su opinión es posible que el bajo crecimiento sea simple consecuencia de la crisis financiera y la recesión, pero “también es posible que ese bajo crecimiento refleje un cambio más estructural, una alteración de largo plazo en la economía global”.

O sea que no sabe y tiene la sinceridad de plantear una posibilidad inquietante; la entrada a un nuevo periodo de permanente estancamiento. Le tomo la palabra para señalar que otros economistas, incluso premios Nobel, ya han señalado que la teoría económica no explica y no brinda salidas a esta especie de crisis permanente que Stanley considera posible. La fase exitosa de la globalización ya terminó. Los sectores globalizados crecieron endeudando a todos los demás pero ahora, con los países industriales a la cabeza, no repuntan.

La estrategia pregonada por los industrializados ya no puede ser nuestro norte; la brújula ya no funciona y tendremos que pensar por nosotros mismos. Empecemos por darnos por enterados que producir para exportar ya no es la respuesta; nunca lo fue, ahora menos.

Hay que producir para nosotros, amarrar a la demanda con la producción nacional. Necesitamos una estrategia de equidad para crecer y mejorar todos, una política de reindustrialización y seguridad alimentaria basadas en la reactivación de capacidades disponible y no en la atracción de capitales externos.

Tenemos la experiencia histórica de las décadas de buen crecimiento y aumento del bienestar. De estado fuerte y soberano. Esa memoria debe ser un ingrediente para corregir el rumbo.

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