Jorge Faljo
La bolsa de valores norteamericana tiene en este mes su peor comportamiento desde la Gran Depresión de 1929. Muchos inversionistas venden sus acciones y en consecuencia estas bajan de precio provocando pérdidas que afectan las finanzas y el consumo de incluso buena parte de la clase media. La caída se origina en la incertidumbre generada en varios frentes que abordaré desde lo más coyunturales a los de fondo.
Al momento de leer estas líneas el gobierno norteamericano podría encontrarse en suspensión parcial de actividades debido a un desacuerdo presupuestal. Trump, presionado por la ultraderecha, se ha entercado en que no aprobará el presupuesto si no incluye cinco mil millones de dólares para el muro en la frontera con México. Un paro que dejaría sin salarios a 800 mil trabajadores gubernamentales; lo que según Donaldo podría ser por un tiempo prolongado.
El nuevo control demócrata de la Cámara de representantes reforzaría las 17 investigaciones en marcha sobre Trump, su familia y sus negocios. Eso incrementa las posibilidades de que sea forzado a dimitir; y se dice que hasta podría ir a la cárcel una vez que deje de ser presidente.
Una mayor incertidumbre es el comportamiento futuro de la economía norteamericana. Estos últimos meses de buen crecimiento y generación de empleo tienen un mal final cantado. Se originaron en el efecto temporal de fuertes rebajas de impuestos a las grandes empresas. Lo cual elevó la inversión. Sin embargo, el bajo crecimiento salarial mantiene estancada la demanda.
Tal vez la bolsa cae ante el anuncio de menores expectativas de crecimiento en los Estados Unidos. Los analistas privados más pesimistas señalan que el crecimiento podría reducirse a poco más del uno por ciento anual en 2019.
El último reporte sobre salarios de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, presenta datos contrastantes. Del 2008 al 2017 el salario promedio en los Estados Unidos creció al 0.63 por ciento anual; cercano al promedio mundial de 1.1, pero muy lejano del 8.2 por ciento de incremento anual en China. La cifra correspondiente a México fue negativa; el salario se redujo en menos 1.7 por ciento en promedio anual.
El incremento salarial en los Estados Unidos del 2008 al 2017 acumuló apenas un ocho por ciento. En México se redujo en cerca del 16 por ciento en el mismo período. China contrasta con un incremento de 100 por ciento; duplicó el salario promedio en ese tiempo.
Aquí las preguntas de más importancia son: ¿Por qué los países que menos suben sus salarios son también los que menos crecen? Y viceversa. Dicho de otro modo ¿China pudo duplicar los salarios de sus trabajadores porque fue el país de crecimiento más acelerado en todo el mundo? O, por el contrario, ¿el fuerte incremento salarial ayudó de manera importante al crecimiento económico?
Otra pregunta de gran importancia es ¿cómo es que China pudo elevar tan fuertemente los salarios y mantener una inflación muy baja?
Tal vez lo primero que hay que responder es esto último. La inflación no se genera por un mero incremento de la demanda, sino por que esta se eleve sin un incremento paralelo de la oferta. Si suben los salarios y la demanda de pan, pero al mismo tiempo crece de manera similar la producción de pan, no tiene por qué ocurrir inflación.
La respuesta concreta es que China pudo elevar sus salarios de manera muy rápidamente porque supo generar oferta adecuada en paralelo.
Sobre la relación entre salario y crecimiento lo que hay que recordar es que desde hace años los grandes organismos internacionales (FMI, OIT, CEPAL, OCDE) señalan que la debilidad del poder adquisitivo es un obstáculo al crecimiento. Esto deriva de una mayor productividad y salarios rezagados.
Las cifras muestran que las grandes inversiones no incrementan los salarios y por ello mismo generan una sobreoferta altamente destructiva. Cuando sobra acero, granos o fertilizantes terminan quebrando las empresas menos grandes pero mayormente generadoras de empleo.
El asunto no es retorico sino de la mayor importancia para México en este momento. La debilidad del crecimiento norteamericano nos habrá de impactar negativamente y orientar los recursos a pocas grandes inversiones puede no ser la mejor estrategia.
Pero existe otra posibilidad; en vez de ser cola de león, podríamos ser cabeza de ratón. Al favorecer el incremento salarial, el aumento de la demanda podría llevarse a elevar la oferta interna. No es un absurdo ya que el país presenta una importante subutilización de capacidad instalada sobre todo en empresas medianas y pequeñas y en el sector rural.
Lo que implica que elevar salarios puede incrementar la producción tanto o más que la gran inversión. Para ello habría que promover que la producción baile al ritmo de la demanda para minimizar la inflación.
Hay que reconstruir el mercado interno en sus dos polos; generar demanda y ofrecer lo que necesitamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario