domingo, 30 de diciembre de 2018

En el campo; no a los proyectos a modo.

Jorge Faljo

Hubo protestas de todo tipo; plantones, bloqueos, desplegados, declaraciones y críticas en redes sociales para, finalmente, llegar al presupuesto federal definitivo para 2019. El jaloneo de cobijas no fue tan conflictivo en buena medida porque en los asuntos más álgidos se supo negociar y corregir. Se restituyó a las universidades lo que se les había recortado para dejarles un presupuesto similar al del 2018. Si hubo recortes substanciales a organismos autónomos y los mayormente ganadores fueron programas de transferencias sociales a viejos, jóvenes y discapacitados.

También se restituyó buena parte de lo recortado al campo. Lo que en principio es muy positivo, pero al mismo tiempo severamente insuficiente. No me refiero a la cantidad presupuestada, sino a la necesidad de revisar a fondo las orientaciones y procedimientos del gasto agropecuario. Es decir, revisar lo cualitativo.

Durante varios años tuve la suerte de dedicarme a estudiar la operación y resultados de varios programas rurales que apoyaban “proyectos productivos”. Así que vi en persona la manera en que aterrizaban en la practica el grueso de los recursos públicos dedicados al campo. Aclaro que esta experiencia se refiere a los proyectos para los productores marginados, indígenas, ejidatarios, campesinos. Lo que voy a describir sigue siendo lo usual para esos grupos. Desconozco si en los programas destinados a los grandes productores comerciales existan exitosos garbanzos de a libra.

En general los apoyos se destinaban a grupos y no a productores individuales. Un programa de proyectos productivos para cría de ganado impuso a sus beneficiarios la compra comederos y bebederos importados y sumamente caros. Los productores comentaron que ellos acostumbraban ir con el herrero local para cortar un tambo a la mitad al que se le soldaban patas. Otra posibilidad era recortar una llanta grande de tractor a la que también se le fabricaba un soporte metálico. De ese modo tenían comederos y bebederos para ganado hechos con insumos disponibles y mano de obra local y que resultaban muy baratos.

Le comenté lo anterior a la directora general del programa y se molestó; con gran indignación me dijo que el programa era para enseñarles a los productores a usar insumos modernos y no a producir a la antigua. Esta podría decirse que es la filosofía de los apoyos a proyectos productivos.

Los proyectos ganaderos distribuyeron cientos, o miles de termos caros para conservar semen destinado a inseminación artificial. No me tocó ver que fueran utilizados para su propósito, pero sí que se vendieran, malbaratados, a algún ganadero comercial. En los proyectos para fabricación de quesos y derivados lácteos se distribuyeron equipos nuevos, de buena calidad (acero inoxidable), complejos por el número de instrumentos incluidos.

En general la estrategia de proyectos productivos implica la compra centralizada (ahí está el negocio) de insumos productivos.

Un programa distribuyó motores desgranadores de mazorcas o trituradores de caña con funciones estacionales; se usaban unas semanas al año. Pero no quedó claro que debían encenderse por lo menos unos minutos al mes y en la segunda temporada de uso presentaban dificultades. A algunas comunidades les llegaron motores trifásicos y el programa no contemplaba presupuesto para conectarse a una línea lejana.

Pregunté en un ejido el motivo de la colocación de un invernadero fuera de uso. Me explicaron que solo una persona aceptó colocarlo en un terreno baldío de su propiedad. Era uno de los 10 mil invernaderos, pequeños, que se distribuyeron en ese año.

En los proyectos productivos el personal técnico llega a las comunidades y grupos de beneficiarios como una especie particular de agentes de ventas de insumos comerciales gratuitos adquiridos por el programa. Bien recibidos porque, como dice el dicho, dadas hasta patadas.

Son técnicos sumamente ocupados en el papeleo burocrático que implica distribuir estos insumos. Desde ir a organizar un grupo de productores al cual se le elabora el proyecto técnico; presentarlo ante las autoridades competentes; darle seguimiento por si gana en la piñata de distribución de recursos. Entregarlo en las comunidades con los acuses de recibido que atestiguan que no hubo corrupción y, supuestamente, capacitar a los productores en la instrumentación del proyecto productivo.

En lo que me tocó observar señalo tres fallas principales: la capacitación siempre pésima porque a fin de cuentas no es la verdadera función del técnico. Sus tareas son colocar los bienes a distribuir y hacer el papeleo. De este modo se puede cargar al proyecto su costo como gasto de inversión y no como el gasto corriente que no se tiene que hacer en las oficinas. Era además patético observar como al llegar un técnico a una comunidad marginada sus habitantes hacían preguntas técnicas que estaban fuera del rango del proyecto y estos técnicos no sabían o simplemente no tenían tiempo de contestarlas.

Una segunda falla es la de organización. Juntar a los productores y pedir que levanten la mano los que quieren ser parte de un proyecto productivo de los que integran el menú ofrecido (tomates de invernadero, vacas, cabras, zarzamoras, flores, setas, producción de quesos, etc.) no es organizarlos. Al final de cuentas solo uno se quedará con el invernadero, el termo para inseminación, el bebedero japonés, o el motor. Si el donativo es bueno lo que se hizo fue ahondar las diferencias socioeconómicas.

La tercera falla es que estos proyectos productivos no son replicables. No le dejan nada a la comunidad; excepto una visión de modernidad superficial, poco racional e inaccesible.

Opino que el monto del gasto agropecuario es en buena medida irrelevante si no se abordan sus aspectos cualitativos. Por ello lo ideal serían dos cambios fundamentales. Uno es que se incremente la proporción del gasto total en favor de la producción del sector social.

Lo segundo es que esta reorientación tenga nuevas reglas del juego y procedimientos. Para empezar, que si se siguen apoyando proyectos productivos estos tengan que ser diseñados para ser replicados en su medio. Es decir que el proyecto haga el mejor uso posible de los recursos disponibles para el tipo de productor al que está destinado. Implica que sea un proyecto de investigación, capacitación y difusión de tecnología apropiada y de experiencias de su entorno.

No a continuar con la estrategia de proyectos productivos a modo para la colocación de adquisiciones predeterminadas centralmente. Se requiere una autentica planeación participativa.

1 comentario:

  1. Sr. Jorge Faljo:
    Me da gusto siga publicando artículos sobre el campo, y bien cierto lo que dice sobre los proyectos a modo como lo piden los funcionarios de la extinta SAGARPA hoy SADER, el grado de corrupción que existe en esta secretaria es de verdad lastimoso. Le comentó que hace unos años la organización que me honro en presidir, hace unos años le presentamos a un Subsecretario de Desarrollo Rural de esta dependencia de gobierno el taller de capacitación para pequeños productores que denominamos "Tu lo puedes hacer Construye tu invernadero y arma tu equipo de riego" este taller de capacitación lo puede ver en You Tube con el siguiente sitio de internet https://www.youtube.com/watch?v=TI6dBV2JCvE&t=8s
    Como podrá ver es la construcción de un invernadero rustico de madera igual al de varias países del mundo principalmente en EUA y Europa; dicho proyecto lo llevó a cabo uno de nuestros asociados dedicado a construir este tipo de activos de beneficio para los productores de la agricultura protegida, y muy económico comparativamente al del material de metal que se utiliza en México. Esto debido a que muchos invernaderos que da dicha institución los productores los abandonan por falta de capacitación o sea no toman en cuenta el grado de conocimientos adecuados para antes de entregarlos, en ese sentido a este Subsecretario (por cierto un licenciado desconocedor de la agricultura), le planteamos que productores en zonas pobres (con deseos de producir) se les aportará el plástico para cubrir el invernadero más la malla antiafida (protectora de insectos) y el equipo de riego, con esto se tendría un verdadero ahorro económico, pero esto fue rechazado dado que los invernaderos debían ser construidos con material de acero, debido al negocio que los funcionarios de SAGARPA sostenían con los proveedores. Lo cual nos dio mucha lastima de ver el nivel tan alto de corrupción. Pero en fin como poder denunciarlos. Saludos cordiales

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