viernes, 16 de diciembre de 2011

Economía en rompecabezas

Economía en Rompecabezas
Jorge Faljo
En un rompecabezas es necesario colocar cada pieza en su lugar para tener la imagen completa. Leyendo el periódico El Financiero del 30 de noviembre del 2011 me di cuenta de que en un solo día se encontraban los elementos suficientes para describir bastante bien las condiciones de nuestra economía nacional.
La primera nota a destacar se refiere al cierre de 16 importantes plantas petroquímicas en los últimos 10 años y a la ruptura de las cadenas productivas del sector. Una consecuencia es que ya no se producen fertilizantes y materias primas petroquímicas en México. Ahora se importan. Juan José Moreno Sada, ex presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) explicó que el sector de la petroquímica llegó a contar con más de seis mil empresas de todos tamaños. Para él, la mejor utilización del petróleo sería su transformación en gasolinas y materias primas para sustentar la producción interna de productos terminados.
Segunda nota. Ricardo Torres Origel, senador por Guanajuato, refiere la preocupación de los industriales del calzado debido a que el 11 de diciembre se libera la entrada de zapatos chinos. La situación se agudiza porque está trabada la iniciativa de ley para frenar el “dumping” chino (es decir la venta subvaluada).
Tercera. Hay un déficit de por lo menos 400 mil toneladas de frijol en la producción de este año. Abraham Montes Alvarado, presidente del sistema Producto-Frijol, señala que esto provocará problemas de abasto, fuerte incremento de precios y gasto en importaciones. Debido al mal clima se perdió un 20 por ciento de las siembras. Sin embargo lo verdaderamente impactante es que se dejó de sembrar más de un millón de hectáreas de frijol. Considera lamentable que el gobierno no haya querido constituir una reserva federal y en su opinión no es cierto que sea más barato importar los alimentos que producirlos en México.
La petroquímica, el calzado y el frijol, representan en nuestro rompecabezas a la destrucción masiva de capacidades productivas y empleos que provoca el  modelo económico. Han cerrado miles de empresas grandes, medianas, pequeñas, de organización de capital o de esfuerzos familiares. Tan solo en un pequeño pueblo del Estado de México cerraron centenares de talleres de calzado ya enfrentados al zapato chino. La destrucción se da lo mismo en la industria, el pequeño comercio y en el campo.
Podríamos producir internamente innumerables productos petroquímicos para la agricultura, la industria, el hogar, sus aplicaciones son infinitas. Corea tiene una industria petroquímica con petróleo importado; nosotros tenemos petróleo pero no industria. También sería posible volver a producir decenas de millones de pares de calzado al año. Están los talleres y los que saben hacerlo; solo que paralizados y desempleados. Y sembrar millones más de hectáreas ocupando a los que buscan trabajo en el campo. 
Sería posible vivir mejor, tener empleo, vivir en una economía dinámica y en una sociedad incluyente con un gobierno responsabilizado de sus obligaciones constitucionales: ser el rector de la economía y velar por el bienestar de los mexicanos. Pero en lugar de ello tenemos una economía cruel.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina –CEPAL-, presentado por su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, indica que México y Honduras fueron los únicos países de América Latina con aumentos relevantes en sus porcentajes de pobreza con 1.7 y 1.5. México se empobreció más que Honduras. Nuestros porcentajes de pobreza y de indigencia son superiores al promedio de América Latina.  Para la señora Bárcena nuestra estructura productiva debería modificarse y reorientarse al mercado interno. Exportar se ha vuelto incierto.
En otra nota del mismo ejemplar el secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, indicó que los salarios mínimos han perdido 75 por ciento de su poder adquisitivo en los últimos 25 años. Cierto, y si se remontara a 1982 tendría que decir que han perdido más del 80 por ciento. Admitió que el salario mínimo no alcanza para nada y plantea que en esta revisión salarial no pierda aún más poder adquisitivo.
También leo que hubo largas filas, de miles de gentes, para solicitar un empleo temporal en Ciudad Juárez. Hay más de 100 mil desempleados en la ciudad; sobre todo por el cierre de maquiladoras que en los últimos años significó el despido de más de 75 mil personas. Buena parte de esas empresas siguen contando con naves industriales, maquinaria y herramientas.  Enfrente, en la calle, están los que saben trabajarlas. Sería posible  reactivarlas y producir; lo que no es posible es vender. De fuera ya no compran y los mexicanos no tienen dinero.
Finalmente nos acercamos a la explicación de lo que ocurre. El Banco de México reactivó la venta de dólares para evitar una mayor depreciación del peso. A partir del miércoles pasado subastará diariamente 400 millones de dólares cuando el precio de la divisa estadounidense supere en 2 por ciento la cotización del día anterior. También suspendió la compra de dólares. El resultado fue inmediato, el precio del dólar se redujo y volvió a ubicarse por debajo de los 14 pesos.  Con ello se empieza a revertir la acumulación de reservas internacionales. De un máximo de 140 mil 375 millones de dólares el 18 de noviembre bajaron a 139 mil 612 millones la semana pasada. Son 763 millones de dólares menos en quince días en lugar del acelerado incremento anterior. Un cambio de tendencia fuerte.  
Hay que recordar que el aparato productivo mexicano, la petroquímica, el calzado, la agricultura y todo lo demás, presenta una bajísima competitividad, rentabilidad y capacidad de generación de empleo debido a que tenemos un peso muy caro y un dólar artificiosamente barato.
Si en lugar de 14 pesos un dólar costara 18 compraríamos fertilizantes, plásticos, zapatos y granos mexicanos. Lo que haría que el aparato productivo nacional funcionara con mucha mayor eficiencia; usando la infraestructura, maquinaria y trabajadores disponibles. Sería entonces posible elevar los salarios y los trabajadores tendrían mayor capacidad de compra de productos nacionales.
Un aparato productivo como el nuestro solo puede ser competitivo en el mercado internacional y en el mercado interno de dos maneras. La primera es pagando cada vez menos salarios, que es lo que se hace,  como lo reconoce el secretario del trabajo. La segunda posibilidad es tener una moneda competitiva. La diferencia entre una u otra opción es brutal. Pagando bajos salarios no hay quien compre y quiebra un gran número de empresas que intentan vender dentro del país. Nos empobrecemos progresivamente. 
En contraste los países con una moneda barata, competitiva, como Argentina o China, van viento en popa. Sus economías, el empleo y los salarios crecen. En los últimos 9 años los chinos incrementaron salarios en un 120 por ciento y viven cada vez mejor. Ciertamente mejor que la gran mayoría de los mexicanos. China es el país más exitoso del mundo en la reducción de la pobreza; nosotros generamos más y más.
Cierto que un dólar caro nos asusta porque nos hemos hecho dependientes de las importaciones. Importamos de todo, hasta los alimentos. Pero estamos aferrados a un dólar barato que no nos permite producir internamente, generar empleos y pagar mejores salarios. 

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