Nerviosismo
cambiario
Jorge
Faljo
En dólar
sube de precio y las autoridades monetarias hacen declaraciones “pasiflorine”. El
secretario de Hacienda, Meade, dice que la volatilidad se origina en Europa y
no en la economía mexicana. Su subsecretario Rodríguez dice que el ajuste al
tipo de cambio es más bien una fuente de fortaleza. La cereza en este pastel de
declaraciones la aporta el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, al
decir que siguen siendo bajas, pero no ausentes, las posibilidades de un evento
catastrófico y que la fortaleza relativa de la economía mexicana debería
reflejarse en un peso más fuerte. En suma, que el peso se encuentra muy
subvaluado. Además descartó que la depreciación de la moneda genere presiones
inflacionarias.
No
todos calculan del mismo modo. El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas
de la Cámara de Diputados –CEFP- considera, con mucha mayor seriedad, que el
peso se encuentra sobrevaluado y que la paridad de equilibrio en este momento sería
de alrededor de 15.60. ¿Por qué la discrepancia?
Los
que consideran al peso demasiado caro se enfocan en la economía real, la
producción y el comercio exterior. Con un peso caro no podemos competir en el
comercio internacional, vendemos poco y nos convertimos en fuertes importadores
al grado de que el país destruye su aparato productivo; las empresas quiebran
ante la competencia de una avalancha de importaciones en realidad subsidiadas
por la política de peso caro. Se intenta competir mediante el empobrecimiento
de los trabajadores lo que impide fortalecer el mercado interno y crecer.
Para
Carstens México presenta una fortaleza relativa porque Europa enfrenta graves
problemas. Su enfoque es financiero, especulativo.
Una
radiografía elemental de la economía mexicana nos revela fuertes problemas. El
año pasado, 2011, México tuvo un déficit de 15.9 mil millones de dólares en la
balanza de bienes y servicios. Esto a pesar de las exportaciones petroleras. Importamos
mucho más de lo que exportamos. Si al déficit comercial le añadimos el pago por
intereses y ganancias del capital extranjero y la repatriación de ganancias de
las empresas que ya no son mexicanas, entonces el déficit de cuenta corriente
alcanzaría los 30 mil millones de dólares. No es así por las remesas de los
trabajadores mexicanos en Estados Unidos que lo reducen a 8.8 mil millones de
dólares. Usamos petróleo y remesas para hacer importaciones excesivas y aún así
no alcanzan.
Pero
el país ha estado en Jauja de dólares. En el 2011 México recibió inversiones
externas por 19.9 mil millones de dólares, en buena parte compra por
extranjeros de empresas mexicanas. Sin embargo la entrada fuerte de dólares es
inversión especulativa; entraron 41.7 mil millones de dólares atraídos por el
pago intereses muy superiores a los internacionales y porque la moneda mexicana
“esta blindada”. Es decir que se les ha prometido que habrá dólares en
abundancia para cuando decidan hacer su toma de ganancias. Lo que ha inflado al
peso desde mayo de 2009 ha sido especulación pura y no la fortaleza y
crecimiento del aparato productivo y el mercado interno.
La
vía especulativa de atracción de capitales de riesgo logró más que duplicar el
valor de las inversiones en la bolsa de valores y concedió ganancias muy
superiores a las internacionales al capital financiero. Al mismo tiempo se
“benefició” a la población con importaciones baratas mientras que se reducía la
rentabilidad de las empresas productivas, se destruían amplios sectores de la
industria y el campo, se desnacionalizaba la banca y el comercio, se empobrecía
a los mexicanos y se estancaba la economía.
En marzo
de 2010 incluso el Fondo Monetario Internacional advirtió a México que la entrada
masiva de financiación especulativa crearía burbujas financieras y acentuaría
el ciclo de auge y caídas. Parece que ya llegó el momento de la caída
anunciada.
Lo
más peligroso en este momento es emplear las reservas e incluso deuda para
cubrirle las espaldas a los capitales que deciden hacer su toma de ganancias.
Saben que la situación es insostenible y por razones políticas pueden decidir agotar
las reservas y endeudar al país para ganar apenas unos meses de control
aparente. Como lo hicieron en 1994.
Es
fundamental dejar que el peso tome un nivel realista; lamentablemente la
especulación provoca un movimiento pendular excesivo. Pero las reservas deben
conservarse y el país no endeudarse para importaciones estratégicas post-crisis
y preservar un margen de soberanía. Pero tal vez el plan es hincar a la próxima
administración, del signo que sea.
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