Columna:
Faljoritmo
Alto a las deportaciones de estudiantes
Jorge Faljo
Hace unos días Obama flexibilizó la política migratoria norteamericana
para un sector particular de inmigrantes indocumentados. Se trata de
aquellos que entraron a los Estados Unidos antes de cumplir los 16 años de
edad; que tienen más de cinco años en el país y que ahora todavía no cumplen
los treinta años; que no han cometido delitos y, además, que son o fueron
buenos estudiantes o han estado en el aparato militar del país. Quienes cumplan
con estas condiciones pueden incluso solicitar un permiso temporal de trabajo
por dos años de duración, renovable mientras cumplan las condiciones
estipuladas.
Existen otros beneficios adicionales. Miles de jóvenes tenían que
interrumpir sus estudios al finalizar el High School debido a que no podían
obtener becas o recibir un trato de ciudadanos en sus cuotas de estudios
superiores. Ahora se iguala el terreno para ellos y podrán continuar
estudiando. Pero sobre todo se elimina la necesidad de moverse en la semiclandestinidad
y el riesgo de desintegración familiar.
Obama enfatizó que muchos de estos jóvenes no conocen su país de origen,
posiblemente no hablan correctamente una lengua en la que no han hecho estudios
y se identifican culturalmente con los Estados Unidos. Concluyó que son de
hecho norteamericanos en todos sentidos menos el legal. Otro argumento
relevante es que por su edad de entrada no se les puede culpar de no cumplir
requisitos migratorios; una falta de sus padres y no de ellos mismos.
La medida no implica el otorgamiento de una amnistía, inmunidad, ni
mucho menos un mecanismo para obtener la residencia o naturalización como
ciudadanos norteamericanos. Pero permite obtener un permiso temporal de trabajo
a la mayoría y residencia permanente, a un paso de la ciudadanía, para los que
hicieron servicio militar. En ambos casos otorga un tiempo valioso para
tramitar el acceso a otra figura migratoria de mayor permanencia.
Se calcula que podrán acogerse a esta protección hasta un millón 400 mil
jóvenes, en buena parte de origen latino, pero también un alto número de
asiáticos. Alrededor del 70 por ciento de ellos, cerca de un millón, son de
origen mexicano.
Entre los elementos a considerar es que hay cuatro millones personas que
por haber nacido en los Estados Unidos son ciudadanos norteamericanos a pesar
de que sus padres continúan siendo inmigrantes indocumentados. Parte de esos
ciudadanos son hijos de este grupo poblacional que si bien es joven son ya
mayores de edad o próximos a serlo. También es relevante que con esta
disposición se legaliza la situación y la posibilidad de trabajo de alrededor
de 252 mil jóvenes que ya terminaron sus estudios en los ramos de ingeniería,
ciencias duras, o carreras técnicas. Contar con un trabajo formal en sus propias
áreas de conocimiento, sin necesidad de ocultarse, les permitirá mayores
ingresos y pagar más impuestos en los próximos años.
A pesar de su importancia y de los beneficios que implica existe una
alta fragilidad en esta disposición. No se trata de una ley aprobada y por lo
tanto puede ser revertida en cualquier momento por el mismo presidente. Nadie
supone que Obama hará marcha atrás; sin embargo un presidente republicano
podría desaparecer el decreto con una simple firma incluso el primer día de su
mandato.
Con esta disposición Obama tomó a los republicanos de sorpresa y ellos
han reaccionado con ambigüedad. Recordemos que los republicanos bloquearon
estas medidas cuando se presentaron al congreso por los demócratas. Ahora Obama
las implanta de manera unilateral y los republicanos le reclaman el
procedimiento sin atreverse a criticar a fondo la substancia. Por lo contrario,
se ven forzados a competir en el acercamiento a los latinos.
Romney, el candidato presidencial demócrata, declaró que desde el principio
de su administración se enfocaría en el problema con soluciones de largo plazo
y en particular dijo que quienes habían servido en el ejército deberían obtener
la residencia permanente. Es decir que el tema de fondo, en este momento
electoral, es quien se lleva el aplauso, y los votos, de las familias de estos
jóvenes.
Obama se adelantó a las medidas de endurecimiento migratorio que
impulsan algunos estados norteamericanos con gobiernos republicanos, como es el
caso de Arizona. Por lo menos un congresista norteamericano ha declarado que
establecerá una demanda legal en contra de la decisión presidencial.
Por su parte numerosas organizaciones políticas hispanas han manifestado
su decidido apoyo a Obama y consideran la decisión como histórica.
Lo evidente es que dos orientaciones de política contradictorias se han
deslindado claramente y se han convertido en punto de discusión política
nacional relevante. La victoria es de Obama que consigue un apoyo político y
electoral entusiasta de una minoría que, no obstante, puede ser decisiva en el
próximo voto presidencial de algunos estados.
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