La Voz de las Comunidades Rurales
Jorge Faljo
La Coordinadora Nacional de los Consejos Comunitarios de Abasto, A.C.,
posiblemente la voz más autentica de las comunidades rurales de México, recién
se ha manifestado, con gran profundidad analítica, para plantear la necesidad
de cambiar la política rural y alimentaria del país.
Es una vasta organización ocupada en el intenso trabajo cotidiano y que
rara vez aparece en los medios. Lo que contrasta con su enorme y profunda
presencia en el campo. Hablo de las tiendas DICONSA para las que las
comunidades aportan el local, el mobiliario, los servicios, el capital inicial
y el trabajo. Para supervisar su buen funcionamiento eligen de manera democrática
a los integrantes de 25 mil Comités Rurales de Abasto, uno por tienda; 273
Consejos Comunitarios de Abasto, uno por Almacén Rural y la Coordinadora
mencionada. Todos son puestos honorarios, es decir, sin paga.
Esta gran organización decidió expresarse en este momento crítico con la
voz de decenas de miles de comunidades y millones de campesinos.
A continuación presento lo fundamental de su mensaje.
El abasto rural debe permitir a todas las familias rurales el acceso a una
alimentación suficiente, sana y de calidad. Evitemos caer en una modernidad
basada en alimentos de apariencia atractiva pero de bajo valor nutricional y
asociados a problemas de salud como la obesidad, la diabetes y deficiencias de
proteínas y vitaminas. La red de abasto no está guiada por el interés
unilateral de la ganancia, sino por valores como el bienestar de las familias y
el desarrollo económico y social de las comunidades.
Con apoyo institucional numerosas tiendas incluyen ahora servicios de venta
de leche LICONSA y medicamentos básicos, correo, telefonía rural, servicios
bancarios básicos y el pago de transferencias a las beneficiarias de
OPORTUNIDADES, entre otros.
Todo ello no ha bastado para avanzar hacia la seguridad alimentaria debido
al retiro del Estado de las tareas de promoción del crédito, la creación de
infraestructura y la transferencia tecnológica y capacitación. La política
pública privilegió a los productores definidos como viables y, en paralelo, abandonó
al resto de los productores en manos de un mercado dominado por las
transnacionales y la intermediación local ineficiente. El resultado ha sido
pobreza y emigración.
Entre los
hechos que han recibido menos atención de esta estrategia, pero de indudable
profundidad, se encuentra el carácter brutalmente agresivo a la integridad
familiar y a las estructuras sociales comunitarias. Una nueva generación ha
crecido emocional, e incluso materialmente, relegada por las familias y por las
comunidades. Se resquebrajó así la transmisión intergeneracional de los valores
tradicionales, sobre todo de trabajo duro y honestidad, de la población rural.
Hoy pagamos con creces esta pérdida de valores en descomposición social y hasta
con hechos de sangre e inseguridad.
Existe un nuevo contexto alimentario internacional de altos precios y bajas
reservas. A ello contribuye el mejoramiento de la dieta, de granos a carne, de los
habitantes de China e India; el cambio climático; los biocombustibles y la
especulación financiera con alimentos.
Las políticas y
tratados impulsados por la Organización Internacional del Comercio impiden la
aplicación de estrategias adecuadas a cada país y a los pequeños y medianos
productores. La pérdida de soberanía se asocia a la pérdida de autosuficiencia
alimentaria.
El 60 por ciento de nuestras
comunidades se encuentran en situación deficitaria, el 20 por ciento alcanzan
cierto equilibrio y solo el resto son superavitarias. Para una verdadera seguridad alimentaria y bienestar de
la población más pobre no basta la disponibilidad en el mercado; solo ocurre
con el fortalecimiento de las capacidades productivas y al autoabasto
comunitario.
Requerimos una estrategia de creciente
autosuficiencia alimentaria en el plano nacional y en las comunidades. La
alimentación y la nutrición son derechos fundamentales de los que dependen la
vida y la salud. Estos derechos humanos requieren el establecimiento de
políticas de estado.
Hay que abandonar visiones dogmáticas
y, sobre todo, recuperar la soberanía nacional en la definición de políticas y
programas de promoción de la producción. Habrá también que recuperar a los
pequeños y medianos productores, a los campesinos, como actores centrales de
una política de autosuficiencia, soberanía y seguridad alimentarías. Un cambio
de la política agrícola, de comercio exterior y de comercialización interna generaría
un importante impacto productivo positivo en tan solo un par de ciclos
agrícolas.
Las comunidades rurales y sus regiones
tienen organización, experiencia y voluntad para la renegociación de las
políticas a convenir con el campo. Se trata de fortalecer nuestras capacidades
para responsabilizarnos del fortalecimiento de la autosuficiencia y la seguridad
alimentaría de los mexicanos, a contrapelo de las tendencias del mercado mundial
y el deterioro rural de las últimas tres décadas. Para ello hay que empezar con el
reconocimiento del valor social que, además del económico, representa la
producción del campo.
El Programa de Abasto Rural se
encuentra bien posicionado para crecer como instrumento de una nueva política
agropecuaria y de fortalecimiento del mercado interno, a la que se sume una
estrategia de política industrial orientada a la reindustrialización nacional.
El campo y la industria potenciarán su crecimiento en una estrategia que los
contemple conjuntamente.
La
situación alimentaria mundial, el cierre de la alta migración hacia los Estados
Unidos, la necesidad de fortalecer el mercado interno y, sobre todo, el
derrumbe de los dogmas neoliberales, ubican al campo como un actor estratégico.
Redefinir las nuevas funciones del campo mexicano no se puede hacer al margen
de los campesinos, los productores y consumidores del campo. Sólo con una
voluntad política incluyente y democrática, y con políticas de Estado
concertadas con todos los actores del agro, habremos de reconstruirlo para bien
de los habitantes del campo y para bien del país.
Hasta
aquí he transcrito la posición de los Consejos Comunitarios de Abasto. Nos
hacía falta la voz campesina en el nuevo y maravilloso coro que abre paso a la
verdadera política, la que discute a fondo el destino nacional. Bienvenida la
voz de las víctimas de la violencia; Bienvenida la voz de la juventud; Bienvenida
la voz de los campesinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario