Bolsa
exitosa; país en agonía.
Jorge Faljo
La bolsa de valores de
México fue la más rentable del mundo en el 2012 y principia el 2013 batiendo
records de ganancias. No es algo novedoso; Fox y Calderón presumían de lo
exitosa que ha sido la bolsa mexicana en el panorama mundial y sería injusto
negarles el mérito. Las superganancias de los activos financieros en nuestro
país son resultado directo de una política económica orientada por los intereses
financieros nacionales y mundiales.
El Índice de Precios y
Cotizaciones –IPC-, acumuló el año pasado una ganancia de conjunto (algunas
acciones subieron más que otras) de casi 18 por ciento en pesos y de 27 por
ciento en dólares. Esta última cifra es la que importa para los grandes
inversionistas. La diferencia entre ambos indicadores señala que a la elevación
del precio de las acciones en pesos se sumó el incremento del valor del peso.
Así que la ganancia fue doble.
Comparemos con otros países.
En Brasil en el 2012 las acciones se elevaron 7.4 en su propia moneda, pero
perdieron 2.5 por ciento en dólares. En China, con una moneda muy estable, el
incremento de la bolsa fue de 2 por ciento. Es evidente que en esos dos
ejemplos el equilibrio entre ganancia productiva, crecimiento y empleo por un
lado y ganancia financiera especulativa por el otro, es muy diferente al
nuestro.
México con mucho menor ritmo
de crecimiento real, productivo, que China y Brasil, destaca por su alto nivel
de ganancia especulativa en el plano internacional. También en el interno, ¿Qué
empresas pueden presumir de ganancias de 27 por ciento? Muy pocas; la mayoría
tiene dificultades para sobrevivir y más bien estamos habituados a una continua
oleada de destrucción; quiebras, cierres y subutilización de capacidades
instaladas.
El año pasado entraron al
país 33.7 mil millones de dólares de capitales financieros, volátiles. De los
que entran y salen con un simple “click” de computadora y sin dejar huella
productiva. Su negocio es comprar pesos y valores financieros y su volumen es
tal que ellos mismos provocan la elevación de esos precios. No es la parte
saludable de la economía, la producción, la ganancia productiva y el empleo los
que controlan estas variables; lo hace la inversión improductiva. Son capitales
que permanecen en el país mientras consiguen este efecto de incremento de
precios financieros pero están listos para salir cuando consideran terminada la
buena racha. En ese momento se revierte el efecto previo: bajan los precios de
las acciones y el valor del peso.
Con frecuencia se nos dice
que aunque es cierto que la producción y el empleo marchan mal hay por lo menos
un punto brillante en el panorama desolador: la estabilidad macroeconómica
sustentada en la atracción de capitales externos (incluye venta de empresas y
capitales golondrinos). La afirmación es engañosa. Es como si un doctor nos
dijera Usted se encuentra 99 por ciento mal pero por suerte tiene el uno por
ciento bien.
No podemos separar la
economía en una gran porción que funciona mal y un pedacito muy exitoso, como
si fueran dos aspectos separados. El modelo es integral y coherente.
Lamentablemente coherente; está diseñado para favorecer la ganancia financiera
a pesar de que ello obstruye la inversión y la ganancia productiva.
Si Ud. tuviera 50 millones
de pesos ¿iniciaría una empresa productiva? Piense en las complicaciones
burocráticas, administrar empleados, producción y comercialización en un país
con un mercado que no crece, con canales de comercialización monopólicos, inundado de dólares baratos y donde las
autoridades favorecen las importaciones sobre la producción nacional. Todo para
obtener una ganancia miserable o terminar perdiendo.
Lo lógico en esta
perspectiva individual es invertir en activos financieros, inmuebles, oro o
cualquier otro rubro especulativo debido a que producir y crear empleo no es
redituable. Y, además, las ganancias de la bolsa no pagan impuestos.
Rediseñar el modelo para
generar empleo, producción y crecimiento requiere alinear los intereses
individuales de los grandes capitales con los intereses del país; los de la
mayoría que desea un trabajo honesto y que se sumaría a un proyecto de
capitalismo nacionalista.
Habría que empezar por poner
impuestos a las transacciones financieras, a las ganancias de la bolsa y
reubicar la rentabilidad en la producción interna. Tener empresas fuertes que
paguen salarios dignos y crecientes; fortalecer el mercado interno y vincularlo
al consumo de lo hecho en México.
Los esfuerzos de salida de
las crisis de los Estados Unidos y Europa se centran en generar liquidez. En
palabras simples: están imprimiendo muchos billetes e inyectándolos en sus
sistemas financieros y en los del planeta entero. Con eso facilitan su crédito interno
a muy bajas tasas de interés, cercanas a cero. La finalidad explicita es
favorecer el consumo y la inversión. Pero el planeta está globalizado y, sin
decirlo explícitamente, también alientan que ese dinero “fácil” emigre hacia
las periferia donde financia tanto la compra de empresas (y el año pasado
siguieron comprando empresas mexicanas) como la inversión meramente financiera.
Pedir prestado a casi cero y
venir a México a obtener ganancias del 27 por ciento es un doble gran negocio.
Por un lado el meramente financiero. Por otro lado con esos dólares este país
se convierte en un alegre importador, aunque destruya la producción interna. Lo
que hace muy competitivas las exportaciones de China, Estados Unidos y Europa.
Los grandes empresarios
productivos del país están aprovechando la bonanza financiera para vender sus
empresas y reconvertirse en inversionistas financieros. Pasar de la ajetreada y
mal remunerada producción a ser capitalistas de poltrona que disfrutan las
grandes ganancias fáciles es ciertamente muy atractivo. El modelo no solo es
nacional sino mundial. Aunque hay que señalar que algunos países, como
Argentina, Brasil y China resisten con éxito ese modelo apoyando a su
empresariado productivo por sobre los inversionistas financieros.
Las grandes ganancias de la
bolsa mexicana de valores son una pésima noticia. Revelan la fuerza del poder
financiero o la franca incomprensión de nuestros dirigentes todavía atados
mentalmente al dogmatismo neoliberal, para imponernos una estrategia de
desnacionalización y de altas ganancias especulativas que son el otro lado de
la moneda de la destrucción de la producción y el empleo, de la precariedad
laboral, y la desintegración social.
Resulta, quien lo diría, que
se ha vuelto revolucionario proponer el regreso al viejo modelo de capitalismo
productivo ahora rebasado por el financierismo depredador. Modelo asociado
durante décadas a una estabilidad política muy criticada y criticable pero a
estas alturas ciertamente añorada por muchos. Tal vez por buena parte del 19
por ciento de los ciudadanos que votaron por la actual administración federal.
Pensar que es posible un
buen gobierno sin modificar la estrategia económica es una ilusión absurda.
Espero que más pronto que demasiado tarde la nueva administración federal se dé
cuenta que, a pesar de sus buenas intenciones (me refiero al Pacto por México)
su destino es repetir la triste historia de la docena trágica panista, a menos
que modifique la estrategia macroeconómica.
Con una conducción adecuada superaríamos ese trauma para pasar a un
crecimiento dinámico; de otro modo seguiremos en esta lenta agonía nacional que
ya se hace insufrible para las mayorías. Un cambio decisivo nos garantizaría
mayor estabilidad futura que esta continuidad temerosa.
Felicidades, ésta fue una brillante clase de economía financiera; buen artículo, bien enfocado, bien expresado y bien argumentado.
ResponderEliminarDebemos dejar de correr tras los espejismos. ¿Se acuerdan en 1987, todos querían vender su casa para meter su dinero al banco al 150% de interés? Conseguías un depa al precio de un vocho.
Gracias por el comentario
Eliminar(sigue) ¿como les fue a los que vendieron su casa?
ResponderEliminarVeo cierta analogía con la situación que nos describe Jorge, sólo que esta vez toda una nación es la que se arriesga en maniobras especulativas.
La mejor inversión de una nación: su juventud. Educación y salud. Saludos de Christian.
Muchas gracias Jorge por tu valiosa aportación.
ResponderEliminarOscar Canul