Conflicto Macro
Jorge Faljo
Este
martes 22 de enero el periódico El Financiero publicó en primera plana y como
noticia principal “Banxico arriesga su credibilidad: analistas”. El subtítulo
era aún más fuerte: “Viola la ley al dar el mismo peso al PIB y a la inflación:
Moody’s”. No cabe duda de que el principal periódico de México en temas
financieros y económicos tuvo razón al tratarla como noticia central del día. No
recuerdo, y no creo que por lo menos en los últimos doce años Moody’s se haya
enfrentado al Banco de México. Es un fuerte ataque de un coloso a otro y es un
conflicto de la mayor importancia para la evolución económica inmediata y de
mediano plazo del país. Nos concierne a todos los mexicanos.
Para
explicarlo hablemos primero de los contrincantes. Banxico, el atacado, es el
banco central del Estado mexicano y es el responsable de la política monetaria,
lo que incluye la emisión de moneda, la fijación de tasas de interés y el
resguardo de las reservas internacionales entre sus muy importantes funciones.
Moody’s
es una de las cuatro principales agencias calificadoras del mundo y la
principal de México. Probablemente esto no le diga mucho al lector y habrá que
explicar su importancia de una manera algo esquemática. Es un organismo privado
que representa y organiza los intereses del capital financiero.
Ambos,
Banco de México y Moody’s son instituciones, una pública y otra privada, que
prefieren moverse con discreción, sin aspavientos, sin llamar la atención
inútilmente. Pero que no quepa la menor duda, entre los dos definen el modelo
de economía del país; la posibilidad de crecer, o no; la de producir y
exportar, o de vender empresas e importar; la de que se genere empleo o
millones tengan que emigrar o subsistir en la informalidad.
Durante
muchos años, desde que Salinas lo hizo autónomo, Banxico ha actuado en una
especie de matrimonio de conveniencia entre los intereses de nuestros
dirigentes políticos y los del gran capital financiero. Ahora se nos revela un
jaloneo de cobijas novedoso y que parece importante por la manera en que se
publicita. ¿En qué consiste?
En
palabras de Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics para América Latina,
Banxico dio “igual prioridad al crecimiento económico que a la inflación, con
lo cual viola su mandato constitucional”. Según la misma nota otros analistas
(de Barclays, un gran banco internacional) coinciden en que “Banxico envió a
los mercados la seña de que está listo para instrumentar una política monetaria
para apoyar el crecimiento económico”.
La
acusación es clara y fuerte: Banxico parece considerar la posibilidad de apoyar
el crecimiento económico del país. Esto, que en otros países se daría por
sentado, en México sería una novedad por demás inquietante para los intereses
del capital financiero. Al grado de que las dudas creadas por esta posibilidad
produjeron un debilitamiento del peso y una baja de la rentabilidad de los
bonos a 10 años de México. Tras el comunicado de Banxico del viernes pasado la
tasa del bono mexicano a 10 años “se desplomó” (palabras de El Financiero) a
una tasa de 5.08 por ciento. Apenas 2.75 veces lo que rinde su equivalente
norteamericano ubicado a 1.85 por ciento. Pero ciertamente insuficiente para lo
que está acostumbrado el capital financiero en México.
La
caída de la tasa de interés beneficia a los deudores; entre ellos el gobierno
federal y los estatales, los hipotecarios, los que deben su automóvil y los de
tarjeta de crédito. Todos pagan tributo al capital financiero y a este no le
gusta que este se reduzca.
Se
trata de un punto de perpetua discordia entre el capital productivo,
representado por organismos como la CANACINTRA y la COPARMEX, y el capital
financiero, abanderado en este caso por Moody´s y otras instituciones financieras.
Reiteradamente los empresarios productivos han solicitado a Banxico,
concretamente a Agustín Carstens, su gobernador, que tome los tome en cuenta a
ellos, a los consumidores y trabajadores y baje las tasas de interés. Lo que
facilitaría la inversión, la generación de empleo y el consumo. Nunca se les ha
hecho caso. Cuando desde el sector público se insinúa lo mismo se desata el escándalo
por el ataque a la autonomía de “su” banco.
Para
el capital financiero una baja de las tasas de interés es tabú. Es un golpe a
sus rendimientos y reduce el atractivo nacional a la inversión volátil. Y esta
es indispensable para sostener los precios inflados en la bolsa de valores, en
los bonos de deuda gubernamental e incluso en el peso. Nunca es agradable que
se rompa una burbuja financiera.
Sin
embargo el capital financiero no está manco. Moody´s podría amenazar con bajar la
calificación crediticia del país dando una señal a sus representados para
moverse bruscamente. En todo caso la exigencia del capital financiero es muy
clara: que no se baje la tasa de interés.
Por
su lado Carstens en una típica declaración ambigua dijo que todavía no es
oportuno recortar la tasa de interés aunque reconoció que podría ser aconsejable
bajarla para impulsar la economía. Esto último podría ser –debería ser, digo
yo- el interés de la nueva administración pública.
La
autonomía de Banxico le ha permitido ubicarse continuamente del lado del
capital financiero; ahora se le acusa de estar del lado de los productores,
exportadores, trabajadores y consumidores; es decir de los mexicanos. Es muy
posible que sea una acusación infundada. No obstante cruzo los dedos porque sea
cierta.
Vaya, sería algo muy heterodoxo.
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