El nuevo Pepe Grillo.
Jorge Faljo
Giuseppe Piero Grillo es un actor cómico italiano, ya sesentón, que adoptó un sobrenombre que recuerda al personaje que representaba a la buena conciencia de Pinocho. Desde cierta perspectiva tuvo sus mejores momentos en los años ochentas, cuando participó en tres películas y en programas de televisión muy populares. Hábil para el monologo su fuerte era describir sus viajes por otros países comparando de manera simpática o burlona la diferencia de costumbres.
Gradualmente se fue enfocando en la sátira de los políticos italianos y en fuertes críticas a sus actos de corrupción, siempre sin temor de acusar, con sus nombres a individuos y empresas del más alto nivel. Lo que terminó por cerrarle las puertas de los medios masivos además de no pocas demandas por difamación.
Esto le obligó a dar un giro a su carrera y enfocarse a la actuación en teatros. Lo que le dio la libertar para reforzar su humor caustico centrado en la crítica política. Cayó prácticamente en el olvido hasta que “descubrió” a principios de este siglo el poder de las redes sociales.
Su blog se convirtió en un gran éxito; uno de los diez más leídos en mundo y al parecer el de mayor importancia de los no escritos en inglés (está en italiano). Ahí presenta datos y críticas a la colusión política y empresarial en Italia y, crecientemente, propuestas transformadoras de la política y la economía italiana. La seriedad de su esfuerzo es subrayada por el dialogo abierto con personajes tales como premios nobel de economía.
El número de seguidores de su blog lo llevó a la idea de crear clubs de amigos ubicados en cada localidad y a facilitarles los encuentros personales en espacios públicos. La idea fue otro éxito que sustentó la creación, en 2009, del movimiento político de las “Cinco Estrellas”.
A la cabeza de esta organización participó en las elecciones parlamentarias italianas de fines de febrero pasado. Su campaña fue totalmente ignorada por los medios; se difundió en internet, en los clubes del movimiento y en sus presentaciones personales.
Para sorpresa de todos, su agrupación que él define como un no-partido, con no-estatutos y el mismo cómo no-jefe, obtuvo 8.5 millones de votos, el 25.5 por ciento del total y fue el partido más votado. Aunque las dos coaliciones clásicas, de centro y derecha, obtuvieron más votos y lo dejan como tercera fuerza política.
De cualquier modo el resultado ha sido una bomba política para Italia y, de hecho para toda Europa. Su agrupación es una incógnita; sus candidatos no hicieron campaña y son desconocidos. Fueron elegidos en las células del movimiento y representan posiciones “alternativas” de todo tipo. No ha construido una real organización interna y se desconoce el grado de influencia del mismo Grillo sobre los legisladores que el llevó al poder.
Italia es una democracia parlamentaria; eso quiere decir que el parlamento elige por mayoría al poder ejecutivo, su primer ministro. Gobernar requiere hacer coaliciones y en este momento ni la coalición de izquierda ni la de derecha pueden por si solas alcanzar la mayoría necesaria para gobernar. Necesitan a los nuevos legisladores del movimiento “Cinco Estrellas”. El panorama es incierto pero la decisión de un buen número de votantes es clara: queremos otra cosa.
Grillo representa la tercera etapa de la crisis que asola a Europa.
La primera etapa fue la financiera. Prácticamente todos los gobiernos del continente llegaron a sus límites de endeudamiento, sus tasas de interés se elevaron notablemente ante el temor de los financieros de no poder cobrar. Se intenta, sin lograrlo, pagar mediante un duro apretón de cinturón sustentado en elevar impuestos, despedir empleados, reducir gastos sociales y bajar salarios.
En la segunda etapa el apretón se tradujo en una baja de la demanda que golpeó duramente al aparato productivo; desde el menor uso de las capacidades instaladas, hasta el cierre de empresas enteras. Todo ello con despidos y reducciones salariales. Lo que tenemos como característica central es el incremento del desempleo masivo y el empobrecimiento general. No tiene perspectivas de solución, sobre todo en un modelo en el que la prioridad es pagar a los extorsionistas financieros.
La tercera etapa es la de la insurrección social. Esta se manifestó primero en las periferias de Europa, el norte de África y el mundo árabe. Pero llegó a los países más desarrollados del planeta en oleadas crecientes, cada una más fuerte que la anterior. Motines violentos en Grecia, “indignados” en Europa, el movimiento del 99 por ciento en Estados Unidos y las marchas masivas en todos lados.
El triunfo de Giuseppe Grillo en Italia traslada lo que era un movimiento callejero a un espacio de poder dentro del gobierno. Eso hace temblar a toda Europa y preguntarse abiertamente: ¿pueden surgir otros Grillos?
Después de que la crisis financiera logró imponer gobiernos y políticas abiertamente a favor del capital financiero la situación parece empezar a revertirse. El cambio en Italia abre la posibilidad de pasar a una cuarta etapa conducente a la transformación democrática del modelo.
El movimiento “Cinco Estrellas” plantea lo esencial: una política anti austeridad. Ya es hora de que los enormes avances en productividad de las últimas décadas beneficien a las mayorías y no sean tan solo factor de acumulación para unos cuantos.
Proponen una semana laboral de veinte horas, no pagar el agio financiero y salirse de la moneda común. No son locuras. Son propuestas viables y de hecho las únicas que ofrecen vías de salida a la crisis europea y mundial.
Desempleo y empobrecimiento tienen al mundo al borde de la insurrección social. Lo peor es el absurdo de la situación; tenemos los mayores niveles de productividad de la historia de la humanidad y tal vez los más bajos de competitividad, al grado de llevar a la quiebra, tan solo en Europa, a miles de empresas envidiablemente productivas.
Es hora de cambiar y ojalá y sea como en Italia, por la vía de fortalecer la participación democrática y empezar a plantear que hay soluciones verdaderas.
Excelente artículo que permite conocer una Europa con una democracia más desarrollada que la nuestra.
ResponderEliminarMil gracias por publicarlo.