China: la chamaqueada
Faljoritmo
Jorge Faljo
Xi Jinping, Presidente de China, Secretario General del Partido Comunista Chino y Presidente de la Comisión Militar Central, o sea el que ocupa los escalones uno, dos y tres del poder en su país, nos acaba de hacer una visita oficial de tres días. Se trata de la segunda potencia económica y el primer exportador del mundo; es además el país de más rápido crecimiento y muchos predicen que en un par de décadas superará incluso al poderío norteamericano.
Razón tal vez suficiente para recibirlo con grandes honores. Encuentro ceremonial; discursos sobre futuros promisorios; cena de gala; palabras ante el senado de la república; entrega de la llave de la ciudad de México; encuentro de mandatarios en cena privada; visita de las primeras damas a televisa; paseo turístico por Chichén Itzá; dialogo con campesinos mayas y más.
Fue como si en un salón de fiestas hubiera un elefante haciendo destrozos mientras los comensales tratan de ignorarlo y evitan mencionarlo. ¿Cuál es el paquidermo invisible?
En 2012 le compramos a China 56,936 millones de dólares –md-, sobre todo de bienes manufacturados; ella por su parte nos compró 5,721 md, en bienes de bajo valor agregado. Es decir que nos compra la décima parte de lo que nos vende y con una calidad del intercambio mala para nosotros. Es un enorme desequilibrio comercial que constituye hoy en día el principal obstáculo al desarrollo de nuestra industria.
Pero la página de la presidencia de la república ignora al elefante. Dice que China es nuestro segundo socio comercial y que el comercio bilateral creció en 804 por ciento del 2002 al 2012. Solo que no aclara que en esos diez años nuestro déficit creció de 5,620 md a 51,215 md y que nuestro “socio” nos daña.
¿Que ganamos con la visita? China ofrece abrir su mercado para comprarnos más carne de cerdo y tequila; un préstamo de mil millones de dólares y otros más en el futuro; posibles inversiones en México; becas para estudiantes y otras minucias.
¿Qué ganan los chinos? En primer lugar que no se critique al elefante; es decir continuar con un enorme desequilibrio comercial que les favorece. Que aceptemos un financiamiento cuyo resultado será comprarles más. Que reafirmemos una relación comercial que daña nuestra industria y nos regresa al tercermundismo. Aunque bien mirado con esta visita no pueden ganar lo que ya tenían.
Habría que sospechar que su ganancia es política. En esta vertiente obtuvieron el reconocimiento de México a una sola China, incluyendo al Tíbet y a Taiwán, y la promesa de no criticar la ausencia de libertades políticas, el no respeto a los derechos humanos y el acoso a los tibetanos en el exilio (incluyendo al Dalai Lama). Habría que preguntarse si esto que obtuvo China tiene valor para ellos. Antes de contestar esta pregunta hay que mencionar un par de cosas.
Xi Jinping salió de México rumbo a los Estados Unidos para entrevistarse con Obama. El trato allá no es como el que aquí nos permitió refrendarnos como país del tercer mundo ante la nueva potencia industrial. En Estados Unidos, en un rancho de California y en mangas de camisa, el dialogo con Obama es precisamente sobre los aspectos conflictivos de la relación.
Un grupo bipartidista (demócratas y republicanos) de congresistas norteamericanos está promoviendo crear aranceles compensatorios a los subsidios que China le da a sus exportaciones mediante la subvaluación de su moneda. En general la clase política y empresarial norteamericana considera que la moneda China se encuentra subvaluada entre un 25 y un 40 por ciento. Una lenta marea de sentimiento anti chino puede llevar más adelante a imponerle sanciones compensatorias.
Otros influyentes analistas norteamericanos, usualmente alineados con las políticas de libre mercado, se oponen a que China compre empresas norteamericanas (en vez de mercancías) debido a que por su sistema de capitalismo de estado las consideran parte integral del gobierno chino.
Estados Unidos está impulsando la alianza transpacífica entre Chile, Nueva Zelanda, Brunei y Singapur. Y está en proceso de negociación la entrada de Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Perú y Vietnam. La gran ausente es China que ve esta alianza peor que anatema; como la intromisión norteamericana en su periferia y la creación de un contrapeso a su poder económico.
En la vertiente política es un hecho que los Estados Unidos seguirán protegiendo a Taiwán; que seguirán criticando las faltas a los derechos humanos y la ausencia de derechos políticos en China; que el Dalai Lama y los reclamos de grupos tibetanos en el exilio encuentran mucha simpatía en el pueblo norteamericano.
Retomemos la pregunta. ¿A que vino Xi Jinping? Vino a desalinear a México de la política norteamericana. En la gran perspectiva mundial las concesiones políticas que obtuvo de México son valiosas para Xi Jinping para demostrar a los Estados Unidos que puede meterse en su periferia y conseguirse un socio que le juega a las contras.
Eso a cambio de entreabrir la puerta al comercio de cerdos que nos dejaron de comprar en el 2011 como reglazo en la mano por haber recibido al Dalai Lama.
Nos dejamos chamaquear.
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