domingo, 16 de junio de 2013

La denuncia de Snowden

La denuncia de Snowden

Jorge Faljo

Edward Snowden ya inscribió su nombre en la historia norteamericana y mundial por sus revelaciones, con documentos en la mano, sobre el enorme monto de información personal que recaba el gobierno norteamericano. Hasta el momento sabemos que se recaban los datos de todas las llamadas internas e internacionales de todas las personas. El gobierno norteamericano conoce la agenda telefónica de todos, quien ha llamado a quien, cuando y el tiempo que duró la llamada.

También tiene un amplio acceso a la información de internet manejada y almacenada (todo se almacena) por Microsoft, Google, Facebook, Yahoo, Twitter, Skype, Youtube, Apple y bien podríamos decir que todas las demás empresas y programas de su tipo. Todas ellas están sujetas a las leyes norteamericanas donde quiera que se encuentren sus servidores y oficinas.

Se sabe que lo revelado levanta una esquinita de la alfombra sin que se pueda saber, porque es secreto, que tanto polvo existe debajo de lo demás. Lo que se reveló fueron órdenes secretas, emitidas por un juez secreto, basado en normas secretas. Así que lo que ahora sabe todo el mundo es que ni siquiera se puede precisar la real magnitud de la información que se recolecta.

Algunos senadores norteamericanos integrantes del Comité de Espionaje (“intelligence” le dicen en inglés) han declarado que los norteamericanos encontrarían sorprendente y horroroso darse cuenta de todo lo que la “Ley Patriota” permite. También dijeron que no es posible un debate público sobre el asunto precisamente porque sería delito dar más detalles.

El gobierno norteamericano ha hecho una muy clara distinción entre el nivel de vigilancia que ejerce sobre su población y la del resto del mundo. Indica que existen algunos límites y procedimientos legales para recabar información de sus ciudadanos, por ejemplo las autorizaciones secretas. Pero deja en claro que en el caso de extranjeros puede acceder a cualquier información. Esto incluye no solo mensajes sino todas las palabras que usted y yo hemos tecleado en una computadora, todos los videos vistos, todas las fotos colocadas o bajadas, todos los estados de cuenta de tarjetas de crédito y no se sabe bien a bien cuanto más. El hecho es que todo está almacenado y disponible.

Dentro de los Estados Unidos el debate es intenso. Algunos llaman traidor a Snowden y piden un fuerte castigo; otros lo consideran un héroe en la mejor tradición libertaria. Como en espejo algo similar ocurre con el presidente de ese país; para muchos hace lo que debe; para otros es hipócrita porque como senador había criticado el exceso de vigilancia gubernamental.

Como era de esperarse habrá litigios importantes. Resulta que en febrero pasado la Suprema Corte norteamericana decidió (5 contra 4) no aceptar un desafío a la legalidad de los mecanismos de vigilancia porque los representados por la Unión Americana de Libertades Cívicas no podían demostrar que ellos mismos eran vigilados. Han vuelto a demandar, ahora sobre la base de que son clientes de una empresa que recibió la orden de entregar información de sus llamadas telefónicas, entre centenares de millones más.

Una pareja norteamericana que a raíz de la muerte de su hijo en un accidente de helicóptero en Afganistán ha criticado al ejército y a su comandante supremo (el presidente) ha planteado una demanda colectiva por tres mil millones de dólares. Las características de la demanda hace que cualquiera que se sienta vigilado por el gobierno pueda sumarse a ella. No cabe duda de que otros, posiblemente muchos, habrán de incluirse como agraviados.

Por su parte algunos dirigentes europeos están pidiendo mayor información al gobierno norteamericano al tiempo que señalan que el acopio secreto de información privada de sus ciudadanos es ilegal.

La situación no podría ser más embarazosa. Obama le acaba de pedir a Xi Jinping, presidente de China, que controle los ataques de hackers chinos a empresas y computadoras norteamericanas, así como mayor respeto a los derechos humanos y a la disidencia política. Pero ahora Snowden declara que la Agencia de Seguridad norteamericana piratea la estructura de internet de Hong Kong y así accede a la información de centenares de miles de computadoras chinas. También habla de miles de ataques cibernéticos norteamericanos. A los ojos incluso de millones, incluyendo norteamericanos, los papeles se han revertido.

Snowden se encuentra en Hong Kong donde es una papa caliente. Ya hay manifestaciones locales de apoyo que complicarán la decisión de extraditarlo, expulsarlo o darle asilo. Rusia le ofrece refugio y esa podría ser su mejor opción. Sin embargo él aclara que no se esconde sino que busca promover el debate aunque teme por su familia. Dice tener más cartas en la manga con lo que nos anuncia nuevas sorpresas para las siguientes semanas.

Estamos ante un parteaguas histórico que puede marcar el inicio de la declinación del dominio norteamericano del internet. Podemos echar a volar la imaginación y empezar a pensar en equivalentes de Google, Twitter, Facebook, Skype y similares, radicados en países que conjunten democracia, independencia, libertad de expresión, tolerancia y fuerte defensa de la privacidad personal. Clientela ya existe; millones de personas, muchos gobiernos y miles de empresas están impacientes porque empiecen a surgir alternativas para el manejo de su información.

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