Faljoritmo
Jorge Faljo
Hay deudas que no se pagan. Vivimos en un planeta endeudado; ese es el resultado de un modelo económico en el que el capital financiero es rey y nos presta para vivir, para gobernar, para invertir, para todo. Esta es una gran tienda de raya, como aquellas de las haciendas porfiristas, diseñadas para prestar y mantener permanentemente endeudados a sus peones.
Argentina es un país que se portó bien; que le apostó a atraer capital extranjero para que invirtiera y creara empleos. Que para darles seguridad a los inversionistas quiso tener una moneda fuerte a toda costa. Pero encontró que ese era un camino sin salida porque al crecer su deuda y al vender sus empresas se incrementó el pago de intereses y la repatriación de ganancias. Así que cada vez necesitaba más capitales externos para mantener esa falsa apariencia de desarrollo.
En el camino la moneda fuerte y la atracción de capitales la convirtieron en una nación importadora que destruyó su industria, generando desempleo y empobrecimiento.
Hasta que tronó el modelo por insuficiencia de dólares, y lo hizo con graves traspiés políticos y sociales. A lo largo del 2001 ese país tuvo cinco presidentes, millones de argentinos perdieron sus medios de vida y muchos pasaron hambre. Hasta que llegó un gobierno decidido a instrumentar la única solución posible: negarse a pagar la deuda acumulada y salir adelante con una estrategia basada en el uso de sus propios recursos.
En el 2002 Argentina debía 100 mil millones de dólares que no podía pagar. Suspendió pagos y renegoció con los acreedores externos. Eran inversionistas que recibían altas tasas de interés a cambio del mayor riesgo; pero no creían realmente que habría un problema serio porque todos se empeñaban en decir que la situación estaba controlada.
La negociación fue dura pero el país consiguió una quita del 70 por ciento. Es decir que solo pagaría el 30 por ciento de lo adeudado. El 92 por ciento de los inversionistas externos aceptaron el trato y hubo un canje por nuevos bonos, en dólares y pagaderos por intermediación de un banco norteamericano en Nueva York aunque también se pagara a inversionistas de Inglaterra y Londres.
El ocho por ciento de inversionistas que no aceptaron el arreglo vendieron su deuda en alrededor del 40 por ciento (algo más de lo que ofrecía el gobierno argentino) a fondos financieros especializados en comprar deuda a solo una parte del valor nominal para luego demandar legalmente por el pago total. A esos fondos los argentinos los llaman buitres; que equivale, en México, a zopilotes.
Los buitres demandaron al gobierno argentino, en los Estados Unidos, y hace un par de meses obtuvieron un triunfo resonante. Un juez norteamericano, Thomas P. Griesa, (ahora mundialmente famoso) determinó que el gobierno Argentino no podría pagar los bonos canjeados si antes no pagaba de manera inmediata la deuda no canjeada, al 100 por ciento de su valor nominal más intereses.
Solo que cumplir esta orden desataría un problema muy grave. El canje de bonos con quita del 70 por ciento establece que habrá un trato parejo para todos los acreedores y que si con alguno se establece un mejor acuerdo este deberá aplicarse a todos los demás. Así que pagar el 100 por ciento, de inmediato, más intereses, llevaría a que el 92 por ciento pueda demandar lo mismo. Lo cual es materialmente imposible de pagar.
Así que Argentina ofreció a los buitres el mismo trato que a los que si canjearon y depositó el pago de los intereses de su plan de pagos en Nueva York conforme a sus acuerdos previos. Pero Griesa le prohibió al banco pagar a los acreedores y cumplir su contrato.
Buscando una manera de pagar el gobierno argentino creó un mecanismo para pagar en Buenos Aires, en un banco del país y en dólares. Lo que tiene que ser aceptado por los inversionistas que se sentían protegidos por las leyes norteamericanas. Hasta que paradójicamente el sistema legal de los Estados Unidos prohíbe que se les pague hasta no pagar a la minoría.
Griesa ha ido más allá y ha declarado a la Argentina en desacato al mismo tiempo que provoca que las calificadoras financieras internacionales declaren que Argentina entró en cesación parcial de pagos. Lo cual le impide obtener financiamiento internacional.
Solo que el golpe no solo es para el país del sur. Al Fondo Monetario Internacional, a otros organismos internacionales, a gobiernos y a muchos economistas el asunto les preocupa y le han pedido al Griesa y al gobierno norteamericano que reconsidere.
Eso porque las últimas graves crisis financieras en los Estados Unidos y Europa han obligado a muchas renegociaciones colectivas de deuda en las que los acreedores se han visto presionados a aceptar quitas al capital, reducción de las tasas de interés y recalendarización de los pagos. Pero no todos han aceptado y en las nuevas condiciones jurídicas que ha creado Griesa pueden demandar y ganar. Pero, como dije al principio, hay deudas que no se pagan, se tienen que renegociar y el juez norteamericano ha hecho casi imposible esa opción.
Argentina ha planteado que la Organización de las Naciones Unidas construya una nueva legalidad internacional para estos casos. Lo hizo con éxito, con el apoyo de la gran mayoría de los países.
Tal vez Griesa se ha dado cuenta de que ha llevado las cosas demasiado lejos. Declaró a Argentina en desacato, como si no se tratara de una nación soberana pero hace un par de días dijo que levantaba el desacato si ese país se comprometía a seguir pagando por medio de un banco norteamericano en Nueva York.
Habrá que ver si Argentina retrocede en su decisión de afirmar su soberanía y escapa de la jurisdicción norteamericana. Muchos de sus acreedores están de acuerdo; pero no se sabe si la mayoría lo aceptará.
Se trata de una verdadera batalla financiera y legal de orden internacional de gran interés para todo el planeta. Para Argentina el costo puede ser muy alto; hoy en día su presidente no puede viajar en avión oficial porque corre el riesgo de que se lo embarguen. La situación puede empeorar.
Pero tal vez pronto el mundo pueda agradecerle a la firmeza de Cristina Fernández de Kirchner, su presidente, el reconocimiento internacional y legal de que la prioridad es el bienestar de los pueblos y de que las ambiciones del capital deben ser controladas.
Otro buen artículo de Jorge Faljo. Ojala y puedas darnos una opinión acerca de los cambios que pretenden darse al Politécnico, ¿porqué tanta la prisa del gobierno? por meterse con una institución de enseñanza de la cual lleva una vida de las más ordenadas del país comparativamente a las universidades públicas como la UNAM, UAM, y del resto del país, en donde debe de continuar la Reforma Educativa, los sindicatos en muchas de ellas tienen maniatados a estas instituciones de enseñanza superior. Con los atentos saludos
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