lunes, 20 de abril de 2015

El gigante se queda solo

Faljoritmo

Jorge Faljo

Hace unos días se llevó a cabo la VII Cumbre de las Américas en Panamá donde se encontraron altos representantes, en su mayoría jefes de gobierno de los 35 países del continente.

La primera cumbre de presidentes de países americanos se remonta a 1826 y fue también en Panamá, convocada por Simón Bolívar, el libertador de Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela. Aquella duró tres semanas; la más reciente, limitada por el ajetreo moderno se limitó a solo dos días. De cualquier modo siguen siendo una oportunidad para que los gobernantes se conozcan y discutan asuntos de interés común.

Esta VII Cumbre fue histórica por la presencia, por primera vez en casi sesenta años de Cuba en una reunión de este tipo. Desde la pasada Cumbre los gobiernos asistentes pidieron, con excepción de los Estados Unidos y Canadá, que en el siguiente encuentro participara el gobierno isleño. Once países amenazaron boicotear con su ausencia esta Cumbre si faltaba Cuba, lo que en la práctica la hubiera impedido.

Pero lo histórico no se limita a la presencia de Cuba sino a la nueva actitud y al lenguaje fuerte que expresan los latinoamericanos frente a los norteamericanos. Me refiero en particular a los discursos de los presidentes de Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador y Venezuela, que sin abandonar el tono diplomático, fueron decididamente críticos de las posiciones norteamericanas.

El gobierno norteamericano se ha manifestado sorprendido por la falta de apoyo a sus posiciones actuales y en particular al rechazo prácticamente unánime (con la excepción de México) al memorándum ejecutivo con el que el Obama calificó a Venezuela como amenaza para su país.

Maduro, presidente de Venezuela recordó que una declaración similar abrió el paso a la invasión de 1989 a Panamá con un resultado de miles de civiles muertos. Para recalcarlo visitó la ciudad más afectada y se convirtió en portador de una demanda de los familiares de civiles muertos en la que estos exigen una disculpa e indemnización de los Estados Unidos.

Cristina Fernández, presidente de Argentina, con gran agudeza ridiculizó la idea de que Venezuela o cualquier otro país latinoamericano pudiera ser una amenaza para los Estados Unidos. Comparó el enorme gasto militar norteamericano con los pequeños presupuestos de nuestros países. Alabó la apertura de Obama hacia Cuba pero recalcó que la presencia de ese país en la Cumbre reflejaba el triunfo de la revolución cubana y era el resultado de la entereza heroica de su pueblo y de la firmeza para no errar el rumbo de sus dirigentes.

También criticó, Cristina, el bajo nivel de atención que la gran potencia da a la investigación y seguimiento de los flujos financieros del narcotráfico. Señaló que los dineros del narco no son vigilados de la manera en que lo son las cuentas de los grupos terroristas e indicó que mientras América Latina pone los muertos los Estados Unidos pone los consumidores, las armas para el crimen y se queda con la mayor parte de las ganancias del tráfico.

Otra divergencia se dio cuando la Sra. Presidente habló de las ONG’s como organizaciones que con frecuencia sirven de punta de lanza para atacar a los gobiernos más progresistas y cuyas fuentes de financiamiento son sospechosas. Prácticamente las señaló como nuevos agentes del gobierno norteamericano marcando así su distancia con el entusiasmo con que Obama celebró el encuentro paralelo de ONG’s en el marco de la Cumbre.

Rafael Correa, presidente de Ecuador celebró la presencia de Cuba como un triunfo de la dignidad, la soberanía y la solidaridad de los pueblos de Latinoamérica y recordó que se encuentra pendiente la devolución del territorio ocupado de Guantánamo. También se solidarizó con Argentina en su lucha contra el reducto colonial de las islas Malvinas. Dijo que la orden ejecutiva de Obama calificando de amenaza a Venezuela viola el derecho internacional y dijo que la posición de toda la región es contundente pidiendo su retiro.

Propuso tratar en serio el tema de los derechos humanos indicando que en Ecuador no hay tortura y que su país ha suscrito todos los tratados interamericanos de derechos humanos mientras que algunos países ni siquiera han ratificado lo básico. Para ser coherentes dijo, en el sistema interamericano de derechos humanos deben participar solo los países que han suscrito la Convención de San José sobre derechos humanos y Estados Unidos no lo ha hecho.

Raúl Castro, presidente de Cuba, reclamó su derecho a mucho más tiempo que los demás debido a que su país fue excluido tantas otras veces. Le fue concedido y conforme a la tradición cubana hizo un discurso extenso en el que repasó la historia de la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica. Desde la expansión territorial hasta el rio Bravo hasta un recuento de los atentados terroristas patrocinados por los Estados Unidos que mataron y dejaron lisiados a miles de cubanos. No obstante, se disculpó con Obama porque de todo ello el actual presidente norteamericano no tenía la culpa en lo personal. Obama lo escuchó mientras mascaba chicle.

A Obama le deben haber calado las andanadas que recibió en Panamá. Así parece indicarlo cuando dijo con ironía que disfrutaba las lecciones de historia que recibía y que admite que la aplicación práctica de los derechos humanos por parte de los Estados Unidos no ha sido siempre consistente. Indicó que en algunos momentos oscuros de la historia su país no cumplió con sus propios principios e ideales.

El hecho es que la VII Cumbre de las Américas se distinguió por un dialogo de nuevo tipo, de inusitada franqueza, entre los Estados Unidos y Latinoamérica. Lo cual fue posibilitado por la visión independiente y la solidaridad entre presidentes de América del Sur. Fue de hecho un dialogo entre el sur y el norte.

Habrá que esperar para saber si esto se traduce en acciones tangibles norteamericanas como, por ejemplo, eliminar la orden ejecutiva que declara a Venezuela como amenaza, acabar con el bloqueo a Cuba o suscribir la convención interamericana de derechos humanos.

Peña Nieto se limitó a menos de seis minutos para tratar de quedar bien con tirios y troyanos. Aunque muy alejado de las posiciones latinoamericanas recordó a Simón Bolívar, y presumió las reformas estructurales como mecanismos para reducir la desigualdad e impulsar el desarrollo. Veremos dijo el ciego.

Es lamentable que EPN no les haya recordado a todos que México fue el único país de América Latina que nunca rompió relaciones con Cuba. Había material para poner muy en alto la posición de México dentro del dialogo que se desarrollaba en su presencia. Solo que para eso se necesita saber historia.

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