Jorge Faljo
A Trump le está llegando la lumbre a los aparejos en dos frentes. En lo personal por ser objeto de una investigación criminal. Y en lo político porque el partido demócrata domina ahora la cámara de representantes y hace propuestas que no les gustan a los republicanos.
Refiriéndonos al problema personal de Trump, la investigación criminal la realiza el Departamento de Justicia y la conduce Robert Mueller, un republicano que fue director del FBI. El método de investigación es muy peculiar y lo describo a mi manera.
Supongamos que se sospecha que el dueño de un restaurante hace lavado de dinero. La investigación puede empezar vigilando y descubriendo delitos tal vez menores de los meseros. Se les acusa y al mismo tiempo se hace un trato con ellos: podrán evitar cárcel o multas si proporcionar información o pistas sobre actividades delictivas del capitán de meseros y el cocinero.
A estos, el capitán de meseros y el cocinero, también se les descubre algo y se les propone inmunidad si informan sobre el administrador y el contador del restaurante. Y en la escalada también se les concede un trato muy favorable si a su vez brindan información valiosa sobre malos pasos del dueño del restaurante.
Se investiga como desgajando las capas de una cebolla hasta llegar al centro de la actividad delictiva. Con cada implicado fue posible un trato duro o suave dependiendo de su colaboración.
Ejemplo, Muller tenía pruebas en contra de un alto funcionario (Michael Flynn) y consiguió su colaboración, en parte, porque tenía pruebas de la complicidad de su hijo. Para ninguno se propuso ir a la cárcel.
El margen de negociación de los investigadores es muy amplio. Las sentencias pueden ir de días a décadas según el grado de colaboración del acusado menor. Lo que se quiere es alcanzar a los peces gordos.
La investigación de Muller ha sido exitosa; tiene en su haber docenas de acusados, múltiples admisiones de culpabilidad sin necesidad de haber llegado a juicio y la colaboración de la mayoría de ellos. En este esquema que alguien sea condenado a cárcel 15 días no revela la debilidad de las pruebas sino su aporte a las indagatorias.
Poco a poco la investigación cierra el círculo en torno a Trump, su familia y sus más allegados.
El segundo cerco es en lo político. El triunfo demócrata les permite avanzar en propuestas de fondo que inquietan a los republicanos. Entre sus propuestas se encuentra la de un sistema de salud universal. Lo que permitiría abaratar, hacer más eficientes y extender los cuidados de salud a todos sus ciudadanos.
Otra propuesta es ofrecer educación pública gratuita hasta el nivel universitario. En lugar de la proliferación de universidades patito, muy caras, que dejan a los estudiantes altamente endeudados y fuera del mercado laboral.
Es típico de los republicanos rebajar los impuestos a los más ricos. Ahora desde la trinchera demócrata surgen dos propuestas que los escaldan. Una es que los ingresos personales por arriba de los diez millones de dólares paguen un impuesto sobre la renta del 70 por ciento. En los años sesenta, los de mayor crecimiento y prosperidad compartida en los Estados Unidos, ese impuesto llegaba al 91 por ciento. Otra propuesta fiscal es gravar a las grandes riquezas, las superiores a los 50 millones de dólares, con un impuesto anual del 2 por ciento; del tres por ciento en fortunas mayores a los 100 millones de dólares.
Esos impuestos no tocarían a los ingresos inferiores a los diez millones o a las fortunas de menos de 50 millones de dólares. Así que las pocas docenas de miles de familias afectadas no verían trastocado su bienestar.
También proponen darles la ciudadanía norteamericana a los “dreamers”, aquellos que llegaron a ese país siendo niños.
Trump es un gran distractor y tiene una enorme habilidad para imponer temáticas distintas en la discusión política y en la opinión pública. De eso se trata el haber paralizado parcialmente al gobierno norteamericano y más recientemente su ataque a Venezuela.
Al paralizar parcialmente su propio gobierno dejó temporalmente sin trabajo ni sueldo a unos 400 mil empleados y obligó a trabajar temporalmente sin sueldo a algo menos de otros 400 mil. Lo que hizo fue vetar en diciembre pasado un presupuesto aprobado por unanimidad de republicanos y demócratas debido a que no incluía el dinero para un muro en la frontera sur de Estados Unidos. Si, el mismo muro que dijo que pagaría México.
A lo largo de 35 días de parálisis gubernamental parcial dejaron de cobrar sobre todo agentes de seguridad: la guardia costera y fronteriza, los revisores de equipajes en los aeropuertos, el personal del FBI, los cuidadores de parques nacionales. Las noticias de las fuertes dificultades de estos empleados públicos tuvieron sin cuidado al presidente.
Trump termino por ceder cuando un grupo pequeño pero estratégico de los obligados a trabajar sin sueldo se empezó a reportar masivamente como enfermos; fueron los controladores aéreos. Su ausencia obligó a suspender vuelos en los principales aeropuertos norteamericanos. Era evidente que el problema se agrandaría rápidamente.
Trump tuvo que recular y aceptar un presupuesto que reabrió el gobierno norteamericano hasta mediados de febrero. Se espera que en ese tiempo se negocie algo que todos acepten. Pero Trump amenaza con que volverá a cerrar el gobierno si no se incluye el dinero para el muro. Habrá que ver que hace realmente porque este señor es imprevisible.
Trump no ha conseguido el dinero para el muro. Y sin embargo conviene no perder la vista lo que si ganó. Consiguió que durante 35 días la discusión se centrara en un muro que pocos quieren y no en lo verdaderamente importante: salud, educación, impuestos y ciudadanía a los “dreamers”.
No bien se empieza a apagar alguno de los escándalos que provoca Trump cuando lanza otro. En este caso, el último, es el ataque a la yugular del gobierno venezolano.
Lo que digo es que Trump, cercado judicial y políticamente, es cada vez más peligroso; está dispuesto a acciones extremas. De momento ha disminuido substancialmente sus ataques a México porque sabe que el nuevo gobierno mexicano cuenta con un apoyo histórico de sus ciudadanos. Igual o tal vez más importante, sabe que ese apoyo se extiende a la población norteamericana de ascendencia mexicana. Y estos últimos votan. Hace que su actitud reservada es un cálculo político.
No obstante, tenemos que ser previsores y resanar nuestras principales debilidades: debemos blindarnos en alimentos y energía. Si vemos las barbas del vecino cortar…
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