Hurto
Famélico en España
Jorge Faljo
Dos asaltos a supermercados
han conmocionado la discusión política en España. Lo peculiar es que ambos
fueron dirigidos por los presidentes municipales de dos pequeños pueblos
serranos y que los efectuaron, en cada caso, unas doscientas personas integrantes
del Sindicato Andaluz de Trabajadores.
En uno de los casos salieron
con varios carritos cargados de alimentos básicos del supermercado y en el otro
la guardia civil los detuvo en el área de cajas. Tras cuatro horas de
negociación la gerencia del supermercado acordó donar 12 carritos cargados de víveres
que fueron entregados en los servicios sociales de tres ayuntamientos que, en
conjunto, no tienen más de 20 mil habitantes.
Pedro Romero, alcalde de
Espera (4 mil habitantes) que dirigió el segundo asalto en beneficio de tres
poblados, declaró que no era un robo sino una expropiación de productos de
primera necesidad “porque la situación es dramática” en los pueblos serranos
agobiados por el desempleo.
Juan Manuel Sánchez
Gordillo, alcalde de Marinaleda (3 mil habitantes) y diputado regional,
organizó primer asalto. Se defendió diciendo “un diputado no puede estar dando
bendición a políticas de recortes que dejan a la gente en el hambre. La deuda
que la paguen los que la han provocado” y “si los ricos roban se llama crisis;
si robas una gallina eres un ladrón.”
Para los alcaldes lo
fundamental es que en Andalucía 200 mil familias no tienen ningún ingreso
porque ninguno de sus miembros encuentra empleo y no reciben ninguna ayuda
social. En toda España hay 1.3 millones de familias en esta situación.
Lo importante es que los asaltos
se convirtieron en un hecho político y noticioso dentro y fuera de España. Han
originado una importante discusión con argumentos bastante encontrados. De un
lado los que difunden escenarios de desorden e inseguridad futuras y se
preocupan por la mala imagen de España en Europa.
Del otro los que lo
consideran un acto simbólico que permitió recolocar en la mesa de discusión la
situación de las familias y sectores en mayor vulnerabilidad ante la crisis en
España. Un eje de la discusión es el de las prioridades públicas, ¿rescatar
banqueros o indigentes? Por cierto que el país ha entrado en recesión; es decir
en proceso de disminución de la producción, cierre de empresas y mayor
desempleo.
Un ejemplo de apoyos ha sido
que docenas de personas de la región se han presentado a la justicia con
documentos firmados en los que declaran ser los autores intelectuales o haber
participado en los asaltos. Los arrestados finalmente han sido dejados libres;
en parte porque el dirigente principal es diputado y, al no ser atrapado en el
momento mismo tiene inmunidad.
Para algunos los asaltos se
aproximan a lo que el código penal español considera “hurto famélico”. Para
empezar hurto se define como una sustracción de bienes ajenos sin agresión y
violencia; de otro modo es robo. Cuando el hurto es menor a 400 euros (unos 7
mil pesos) se le da un tratamiento administrativo inmediato que puede implicar
multa y hasta 12 días de detención.
Por otro lado el hurto
famélico es aquel que se comete en condiciones de gran necesidad y puede
simplemente ser exculpado pues el código español señala que en una situación en
que se enfrentan dos males hay que evitar el mal mayor.
El hurto famélico se define
como un hurto necesario cuando se toman bienes ajenos para aliviar las más
primarias y perentorias necesidades humanas, tales como alimentación, vestido,
habitación y asistencia médico – farmaceutica y en los que el respeto a la
propiedad ajena entra en pugna con los sufrimientos del hambre, la desnudez, la
intemperie o la enfermedad desatendida.
Situaciones en que la justicia debe decidir entre dos males y, si se
demuestra la necesidad, decidir que el hurto alivia el mal mayor.
La criminalidad en España ha
cambiado de perfil; de los problemas asociados a la drogadicción y robos
agresivos se ha pasado a una situación en la que la mayoría de las denuncias provienen
de los supermercados en contra de sus “clientes”. Hay que señalar que en la
discusión han surgido datos sobre el mayor gasto en vigilancia interna de los
supermercados, el colocar tras vitrinas buena parte de la latería y, que en
Cataluña se ha ordenado colocar bajo llave los contenedores de basura debido a
la insalubridad asociada a que la gente rebuscaba en ellos.
Uno de los alcaldes, Sánchez
Gordillo, de Marinaleda, ha saltado a la fama y es ahora invitado a foros
internacionales sobre la crisis. Tal vez por su posición más agresiva y verbal.
Insiste por ejemplo en declarar que continuará con las expropiaciones de
alimentos básicos. Muchos de sus compañeros de partido y obviamente desde todos
los sectores españoles lo condenan.
No sabemos que seguirá más
adelante; pero sin duda estos asaltos han puesto el dedo en una llaga que
muchos preferían ocultar.
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