Islandia, el salmón financiero de Europa
Faljoritmo
Jorge Faljo
Islandia es un país nórdico ubicado en varias islas en el extremo noroeste de Europa, a medio camino entre Noruega y Groenlandia. Su isla principal es algo más grande que el estado de Tamaulipas y se encuentra cercana al círculo polar ártico. Es habitable gracias a que la baña la gran corriente de aguas tibias que sale del golfo de México. Incluso en invierno sus planicies costeras raramente alcanzan temperaturas inferiores a los menos 3 grados centígrados.
Tiene más de un centenar de volcanes, con una treintena de ellos en actividad. En 1783 una erupción cubrió los campos de ceniza y llevó a la muerte por hambre a una cuarta parte de la población. Las erupciones son frecuentes, una en el 2011 provocó serios problemas al tráfico aéreo sobre Europa.
Por otra parte cuenta con una abundancia de manantiales de agua caliente, géiseres incluidos, y numerosas corrientes de agua que son aprovechadas para energía geotérmica e hidroeléctrica. Lo que le permite contar con agua caliente, calefacción y electricidad baratas.
La población es de solo 320 mil habitantes con altos niveles de salud y educación y en general un buen nivel de vida. El eje de su crecimiento económico ha sido la industrialización de la pesca, pero se ha diversificado hacia la producción de aluminio y ferro silicón que aprovechan la abundante energía eléctrica, así como otras manufacturas, biotecnología, software y turismo.
A principios del siglo el país se sumó a la gran burbuja financiera; privatizó sus bancos en el 2003 y estos bancos atrajeron grandes volúmenes de capital, sobre todo de inversionistas de Inglaterra y Holanda, y lo invirtieron en valores hipotecarios norteamericanos. Su moneda se valorizó, se incrementó el consumo de importaciones y la población se endeudó, mucha de ella en moneda extranjera.
En 2008 la oleada de la crisis hipotecaria “subprime” hizo quebrar a los tres principales bancos del país. Como es usual el apoyo del Fondo Monetario Internacional se condicionó al rescate de los bancos y a un severo programa de austeridad. Se pidió a la población los usuales sacrificios. Sin embargo una revuelta pacífica derribó al gobierno y al parlamento y logró llevar a referéndum las decisiones centrales sobre la manera de enfrentar la crisis. Por abrumadora mayoría la población se opuso al rescate bancario privado con dinero público y a una política de austeridad gubernamental para un pago pronto de sus deudas. La prioridad sería proteger la economía real (producción, empleo y consumo).
Así que en contra de muy fuertes presiones internacionales Islandia decidió seguir una ruta contraria a la que se impuso en la mayoría de Europa. Fortaleció en primer lugar sus mecanismos democráticos en lugar de ceder el control a elites tecnocráticas. Protegió a los ahorradores islandeses, perdonó la mayor parte de las deudas hipotecarias, fortaleció su red de seguridad social en beneficio de los más pobres, y se negó a un programa de austeridad. Se negó a pagar 85 mil millones de dólares a tenedores de bonos extranjeros.
Su moneda se devaluó a la cuarta parte de su paridad previa; lo que multiplicó el valor de las importaciones y golpeó muy duramente los niveles consumo. No obstante esto le dio una gran competitividad a la industria pesquera, a otras manufacturas y servicios de exportación (como la elaboración de software) y al turismo. Ahora tienen más de un millón de visitantes al año. Todo ello contribuyó a reducir el desempleo y a iniciar la recuperación.
Un componente de su política ha sido la decisión de perseguir los crímenes financieros que contribuyeron a la crisis enfocándose en los niveles altos de decisión. Resulta curioso que hayan nombrado fiscal especial para crímenes financieros a alguien que anteriormente era policía en un pueblito de seis mil habitantes. Al parecer eso asegura que no tenga conexiones con la elite bancaria, económica y política.
Este fiscal dice que una diferencia notable entre su nuevo trabajo y el anterior es que los ladrones de pueblo finalmente reconocen su culpa y muestran remordimiento. No es así con los altos financieros que además contratan muy buenos abogados. En contraste él y su equipo han tenido que aprender mucho y avanzar con lentitud para ir creando bases legales firmes.
Algunos hablan de Islandia como de una Utopía moderna. No es el caso. Los islandeses enfrentan una naturaleza difícil, sin recursos naturales excepto energía y pesca y con un clima muy áspero. Después del 2008 muchos tienen dos o tres empleos y sus jornadas suman las 60 o 70 horas a la semana. El proceso de desendeudarse ha sido difícil sobre todo para los que deben en monedas extranjeras o en créditos indexados a la inflación.
No obstante en comparación con el resto de Europa este pequeño país supo manejar una muy grave crisis financiera y salir adelante preservando en lo esencial sus niveles de salud, alimentación y empleo.
Su bajo desempleo y un ritmo moderado de crecimiento se comparan muy favorablemente con el alto desempleo, el empobrecimiento masivo, la quiebra de empresas y la recesión rampantes en el continente. Así que finalmente Islandia ha demostrado que su estrategia resultó ser la correcta, en agudo contraste con lo que ha ocurrido en España, Chipre, Grecia y demás países europeos.
Quisiera agregar que el 19 de marzo de este año, Islandia aprobó la separación de la banca comercial de la banca de inversiones en el espíritu de la Ley Glass-Steagall de FD Roosevelt, que es el estándar indispensable que debe seguirse a nivel mundial hacia una reorganización económica: http://espanol.larouchepac.com/node/18946
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