jueves, 25 de octubre de 2012

Europa: La propuesta de Soros


Europa: La propuesta de Soros
Jorge faljo
Europa, como sabemos se debate en una muy grave crisis. Desde hace unos días se reproduce en los principales medios financieros del planeta un documento llamado “La tragedia de la Unión Europea y como resolverla”, de George Soros. Dedico esta entrega a reseñar ese documento. Sin embargo conviene antes de entrar en materia explicar cuáles son las “credenciales” del autor para hablar sobre el tema y para que su escrito sea motivo de profunda reflexión.
George Soros es un economista financiero de origen húngaro y nacionalizado estadounidense, muy famoso por su gran éxito como especulador financiero. En 1992 apostó en contra de la libra esterlina y obligó al Banco de Inglaterra a devaluar. A partir de sus habilidades personales y partiendo de ser un refugiado pobre se ha convertido en el presidente de uno de los mayores fondos de inversión mundiales y su fortuna personal asciende a unos 22 mil millones de dólares. Destaca también por sus posiciones políticas, filosóficas e incluso como un filántropo que ha donado unos 8 mil millones de dólares a diversas causas de su preferencia.
Con esos antecedentes acredita la suficiente comprensión del mundo de las finanzas como para que sus planteamientos deban ser tomados en cuenta. El escrito mencionado no excede de las 16 páginas y es notable por la claridad y brillantez con las que plantea dos posibles soluciones a la crisis europea. Una de ellas en particular me parece que revela su ingenio e inventiva y sobre ella me centraré más adelante.
Sin embargo cualquiera de las dos opciones implica fuertes dificultades para instrumentarla; así que siempre queda la posibilidad de que ninguna de las dos se adopte y la actual situación de tragedia se prolongue indefinidamente con graves consecuencias para la población europea e incluso mundial, en el mediano y largo plazo.
Soros parte de señalar que lo que era en un principio un gran proyecto de libre asociación de naciones en términos de igualdad y para la construcción de una Europa democrática, igualitaria, con una vocación de paz entre los pueblos, se ha convertido en algo fundamentalmente distinto. Los países asociados en el uso de una moneda común, el euro, se han dividido en dos clases, acreedores y deudores. En esta situación son los países acreedores, Alemania en primer lugar, los que están tomando las decisiones de política del conjunto de una manera crecientemente inaceptable para la mayoría de los europeos. De proseguir esta tendencia sí la unión monetaria se rompe también habría de romperse la Unión Europea y su mercado común.
El problema originario es que estos países abandonaron su derecho a imprimir y controlar su propia moneda y con ello se colocaron en riesgo de quiebra. Un país que se endeuda en su propia moneda no tiene ese riesgo puesto que su banco central puede emitir la que sea necesaria para cubrir sus deudas y reactivar su economía. Algo que ya hacen Estados Unidos y Europa. Solo que la segunda lo hace con lentitud, retraso y sobre todo imponiendo condiciones de salvamento brutales a los endeudados. Para “salvarlos” les exige reducción de gasto público, de salarios y aumento de impuestos, lo que lleva a mayor desempleo y quiebras de empresas.
Una de las propuestas de Soros, la que sería más convencional, es reforzar la Unión Europea avanzando hacia una unión fiscal, haciendo que el Banco Central Europeo emita más moneda y avale el crédito de los endeudados para reducir sus tasas de interés y provocar una inflación moderada. Incluye el fijar objetivos de crecimiento económico de un cinco por ciento anual. La combinación de crecimiento, inflación y bajos intereses llevaría al desendeudamiento sin sacrificar a la población.
Lo difícil es que Alemania acepte comportarse de manera benevolente al grado de instrumentar una especie de plan Marshall de salvamento de la economía real y el empleo de los endeudados.
La segunda propuesta de Soros contempla la ruptura de la unión monetaria europea pero no como la prevén muchos otros. Para él hay que evitar que Grecia y otros endeudados se salgan del euro uno por uno y de manera traumática. En cada caso dejarían de pagar sus deudas, quedarían fuero del financiamiento internacional, provocarían oleadas de inestabilidad financiera mundial y la reconstrucción de sus economías sería muy difícil y dolorosa para su población.
Soros propone con excelente lógica que sea Alemania la que se salga del Euro. Lo que llevaría a la devaluación del euro y al fortalecimiento de la nueva moneda alemana. De este modo, con una moneda débil las economías importadoras (por eso se endeudaron) de la periferia europea adquirirían una importante competitividad cambiaria que les permitiría revertir su déficit comercial y pagar sus deudas exportando mercancías. Dado que todas las deudas están en euros la devaluación facilitaría el pago de las deudas.
La propuesta no convendría a la gran industria y la banca alemana por dos razones. Es la acreedora central y cobraría en euros devaluados y con una moneda fuerte perdería competitividad y se vería obligada a revertir el gran superávit comercial que la convirtió en prestamista de toda Europa. Para Soros es vital que Alemania reconozca su responsabilidad en esta crisis y la imposibilidad de continuar como exportadora prestamista. No obstante sugiere que compete a Francia, Italia y al resto de Europa presionar y exigirle a Alemania que sea ella la que abandone la moneda común y se resigne a restablecer el equilibrio comercial con su entorno.
Planteado de esta manera simple el descenso de las exportaciones le significaría reducción de la producción, quiebra de empresas y desempleo. Sin embargo, si su salida del euro es acompañada de medidas de reorientación de la producción a su mercado interno, fortalecido por mayores salarios y gasto público, la medida llevaría a un importante incremento del bienestar del pueblo alemán.

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