Europa: La propuesta
de Soros
Jorge faljo
Europa, como sabemos se debate en
una muy grave crisis. Desde hace unos días se reproduce en los principales
medios financieros del planeta un documento llamado “La tragedia de la Unión
Europea y como resolverla”, de George Soros. Dedico esta entrega a reseñar ese
documento. Sin embargo conviene antes de entrar en materia explicar cuáles son
las “credenciales” del autor para hablar sobre el tema y para que su escrito
sea motivo de profunda reflexión.
George Soros es un economista
financiero de origen húngaro y nacionalizado estadounidense, muy famoso por su gran
éxito como especulador financiero. En 1992 apostó en contra de la libra
esterlina y obligó al Banco de Inglaterra a devaluar. A partir de sus
habilidades personales y partiendo de ser un refugiado pobre se ha convertido
en el presidente de uno de los mayores fondos de inversión mundiales y su
fortuna personal asciende a unos 22 mil millones de dólares. Destaca también
por sus posiciones políticas, filosóficas e incluso como un filántropo que ha
donado unos 8 mil millones de dólares a diversas causas de su preferencia.
Con esos antecedentes acredita la
suficiente comprensión del mundo de las finanzas como para que sus
planteamientos deban ser tomados en cuenta. El escrito mencionado no excede de
las 16 páginas y es notable por la claridad y brillantez con las que plantea
dos posibles soluciones a la crisis europea. Una de ellas en particular me
parece que revela su ingenio e inventiva y sobre ella me centraré más adelante.
Sin embargo cualquiera de las dos
opciones implica fuertes dificultades para instrumentarla; así que siempre queda
la posibilidad de que ninguna de las dos se adopte y la actual situación de
tragedia se prolongue indefinidamente con graves consecuencias para la
población europea e incluso mundial, en el mediano y largo plazo.
Soros parte de señalar que lo que
era en un principio un gran proyecto de libre asociación de naciones en
términos de igualdad y para la construcción de una Europa democrática,
igualitaria, con una vocación de paz entre los pueblos, se ha convertido en
algo fundamentalmente distinto. Los países asociados en el uso de una moneda
común, el euro, se han dividido en dos clases, acreedores y deudores. En esta
situación son los países acreedores, Alemania en primer lugar, los que están
tomando las decisiones de política del conjunto de una manera crecientemente
inaceptable para la mayoría de los europeos. De proseguir esta tendencia sí la
unión monetaria se rompe también habría de romperse la Unión Europea y su
mercado común.
El problema originario es que
estos países abandonaron su derecho a imprimir y controlar su propia moneda y
con ello se colocaron en riesgo de quiebra. Un país que se endeuda en su propia
moneda no tiene ese riesgo puesto que su banco central puede emitir la que sea
necesaria para cubrir sus deudas y reactivar su economía. Algo que ya hacen Estados
Unidos y Europa. Solo que la segunda lo hace con lentitud, retraso y sobre todo
imponiendo condiciones de salvamento brutales a los endeudados. Para
“salvarlos” les exige reducción de gasto público, de salarios y aumento de
impuestos, lo que lleva a mayor desempleo y quiebras de empresas.
Una de las propuestas de Soros,
la que sería más convencional, es reforzar la Unión Europea avanzando hacia una
unión fiscal, haciendo que el Banco Central Europeo emita más moneda y avale el
crédito de los endeudados para reducir sus tasas de interés y provocar una
inflación moderada. Incluye el fijar objetivos de crecimiento económico de un
cinco por ciento anual. La combinación de crecimiento, inflación y bajos
intereses llevaría al desendeudamiento sin sacrificar a la población.
Lo difícil es que Alemania acepte
comportarse de manera benevolente al grado de instrumentar una especie de plan Marshall
de salvamento de la economía real y el empleo de los endeudados.
La segunda propuesta de Soros contempla
la ruptura de la unión monetaria europea pero no como la prevén muchos otros.
Para él hay que evitar que Grecia y otros endeudados se salgan del euro uno por
uno y de manera traumática. En cada caso dejarían de pagar sus deudas,
quedarían fuero del financiamiento internacional, provocarían oleadas de
inestabilidad financiera mundial y la reconstrucción de sus economías sería muy
difícil y dolorosa para su población.
Soros propone con excelente
lógica que sea Alemania la que se salga del Euro. Lo que llevaría a la
devaluación del euro y al fortalecimiento de la nueva moneda alemana. De este
modo, con una moneda débil las economías importadoras (por eso se endeudaron)
de la periferia europea adquirirían una importante competitividad cambiaria que
les permitiría revertir su déficit comercial y pagar sus deudas exportando
mercancías. Dado que todas las deudas están en euros la devaluación facilitaría
el pago de las deudas.
La propuesta no convendría a la
gran industria y la banca alemana por dos razones. Es la acreedora central y
cobraría en euros devaluados y con una moneda fuerte perdería competitividad y
se vería obligada a revertir el gran superávit comercial que la convirtió en
prestamista de toda Europa. Para Soros es vital que Alemania reconozca su
responsabilidad en esta crisis y la imposibilidad de continuar como exportadora
prestamista. No obstante sugiere que compete a Francia, Italia y al resto de
Europa presionar y exigirle a Alemania que sea ella la que abandone la moneda
común y se resigne a restablecer el equilibrio comercial con su entorno.
Planteado de esta manera simple
el descenso de las exportaciones le significaría reducción de la producción,
quiebra de empresas y desempleo. Sin embargo, si su salida del euro es
acompañada de medidas de reorientación de la producción a su mercado interno,
fortalecido por mayores salarios y gasto público, la medida llevaría a un
importante incremento del bienestar del pueblo alemán.
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