Elecciones
Norteamericanas: de Fotografía
Jorge
Faljo
En una
de las elecciones más caras y reñidas de su historia Obama logró la reelección.
Obtuvo el 50.4 por ciento de los votos contra el 48.1 por ciento del
contrincante Romney. Dado el peculiar
sistema electoral norteamericano, donde todos los votos de un estado son para
el ganador, su victoria en el Colegio Electoral parece alta: el presidente demócrata
332 votos y el republicano 206. Sin embargo el hecho es que en varios estados
el final fue de película y el triunfo se obtuvo por márgenes muy pequeños.
Destacan
como estados republicanos los del centro del país, rurales y más cercanos al
fundamentalismo evangélico; como demócratas los estados más industrializados,
populosos, económicamente más fuertes y de mayor diversidad étnica y cultural.
Un
resultado electoral tan reñido hace destacar detalles que resultaron, a final
de cuentas, decisivos y que en este caso, obligan a reconsiderar el panorama de
las fuerzas políticas.
Obama
no habría logrado el triunfo sin los siguientes tres puntos a su favor. El
rescate de la industria del automóvil que le dio el voto de los trabajadores de
la manufactura del noreste del país y lo coloca como campeón de la defensa de
la industria norteamericana. Sin esos votos habría perdido Ohio y las
elecciones. Romney en cambio se opuso a ese rescate y su imagen se asocia al
despido de trabajadores y la exportación de empleos.
La amnistía
a los estudiantes extranjeros para que pudieran permanecer en el país y
continuar sus estudios favoreció sobre todo a hijos de migrantes mexicanos que
llegaron desde pequeños a los Estados Unidos. Aunque Obama no cumplió su
promesa de una reforma migratoria esta medida le bastó para que el 70 por
ciento del voto “hispano” lo favoreciera. En varios estados destacó el
activismo de esos estudiantes para convencer a otros latinos de votar en su
favor. Sin ellos habría perdido Florida y tal vez otros estados. Romney cometió
el error de menospreciar este sector.
El
huracán Sandy le permitió a Obama mostrar dotes de estadista. Además resaltó la
necesidad de una sociedad solidaria, dispuesta a la ayuda social y preocupada
por el medio ambiente. Romney en cambio se había opuesto al fondo de ayudas de
emergencia, había despreciado a los que se consideran con derechos a obtener
ayudas inmerecidas y se asocia políticamente a grupos radicales que no creen en
el cambio climático y en la necesidad de hacer algo al respecto.
Romney
se asoció de manera indisoluble a un sector ultraderechista y obstinado que
asustó a muchos votantes moderados o indecisos. Dos importantes candidatos
republicanos se manifestaron en contra del aborto incluso en caso de violación
y mostraron una gran ignorancia al decir, uno de ellos, que el embarazo no ocurría
si la violación era “legitima” y la mujer no lo deseaba. El otro atribuyó el
embarazo en esos casos a un deseo divino. Ambos perdieron y Romney perdió
muchos votos femeninos.
La
población que menos votos le dio a Obama fueron los hombres adultos blancos
educados. Es decir el sector históricamente más poderoso en lo económico y
político de la población. A cambio de ellos el presidente conquistó el voto
latino, negro, femenino y el de los blancos menos educados. Con ellos llegó un
nuevo equilibrio de fuerzas políticas que no podrá ser ignorado en adelante.
El
resultado político no es contundente. Deja a los Estados Unidos en la misma
trabazón política previa. Los demócratas controlan el senado y los republicanos
la cámara de representantes; sin mayorías decisivas en ningún caso.
Lo más
importante es que casi de inmediato la clase política norteamericana deberá
enfrentar decisiones de enormes consecuencias. Estados Unidos tiene un elevado
déficit fiscal que no ha podido ser controlado por las fuertes diferencias de
enfoque entre demócratas y republicanos. Los primeros básicamente desean elevar
los impuestos de los más ricos y preservar los derechos a la salud de la
población de la tercera edad y otros gastos sociales. Los republicanos exigen
la disminución del déficit sin elevar los impuestos; centrando la solución en
la disminución del gasto social.
A falta
de acuerdos dentro de dos meses entrarán en vigor medidas automáticas de disminución
del déficit que implican una elevación generalizada de impuestos por alrededor
de 500 mil millones de dólares. Formalmente se trata de la expiración de
docenas de exenciones fiscales, buena parte de ellas
favorables a los más ricos del país. También entran en operación recortes
automáticos de gastos militares y de otras agencias del gobierno.
Todo el
planeta y los Estados Unidos temen que las medidas automáticas, que
disminuirían de manera importante el gasto de los consumidores y el del
gobierno, arrojarían al país a una recesión (lo que afectaría de fuerte manera las exportaciones y el empleo en México).
Tanto demócratas
como republicanos han pintado su raya. Aunque Obama ganó la presidencia, los
republicanos sostienen que tienen un mandato renovado de los votantes para no
permitir la elevación de impuestos, ni siquiera los de los más ricos. Los demócratas
afirman tener el compromiso de defender el derecho a la salud de la población
de la tercera edad y otros gastos sociales.
No
obstante, la mayor parte de los analistas políticos consideran que los demócratas
llevan la de ganar porque les sería más fácil sobrellevar el costo político de
no llegar a un acuerdo. Al entrar en vigor el alza general de impuestos el
presidente podría enviar una propuesta al congreso para reducir los impuestos
de la clase media, sin incluir a los más ricos, y eso colocaría en un problema
a los republicanos. Si se atreven a oponerse por qué no se favorece a los más
ricos podrían sufrir serías consecuencias políticas.
El
hecho es que el partido republicano ha quedado endeble y enfrenta decisiones
internas difíciles. Uno de sus sectores sigue sin estar dispuesto a la
negociación; otro de ellos considera que perdieron por haberse hecho demasiado
a la derecha y por falta de flexibilidad negociadora. Esto crea fuerzas
internas tendientes a incrementar la distancia entre su “tea party” (partido
anti impuestos) y los republicanos moderados.
Más
allá del conflicto económico central otros resultados electorales, derivados de
varios referendos y de las preferencias por ciertos candidatos, dan señales de
la creciente liberalización de la población en aspectos de fuerte significación
cultural. El voto femenino se mostró negativo a la propuesta de volver a
criminalizar el aborto y en tres estados por vez
primera se legalizó el matrimonio homosexual por voto popular.
Sin
embargo uno de los cambios más significativos, destinado a hacer historia y que
empieza a causar impacto mundial, aún pasa inadvertido para muchos. Se trata de
que por primera vez en dos estados norteamericanos se legalizó plenamente el
uso recreativo, es decir por diversión, de la mariguana. Ya se había aprobado
su uso médico en varios estados, pero siempre bajo pretextos de salud, con
receta y controlado. Ahora los ciudadanos de Colorado y de Washington
decidieron por mayoría que su uso es plenamente legal.
Este es
un paso mayor en la clara tendencia de la población norteamericana a aceptar su
uso, sin más restricciones que las del alcohol. Diversos analistas consideran
que los dos estados se están apuntando como proveedores internos de los
consumidores norteamericanos, con importantes ganancias económicas, en empleo e
impuestos. Lo cierto es que de momento esta decisión entra en conflicto con las
leyes federales y todavía no es claro cómo se van a conciliar las dos
posiciones en lo inmediato. Se conciliarán en los próximos años cuando, según
se prevé los ciudadanos de otros estados vayan imponiendo su legalización.
En
suma, los Estados Unidos por una parte parecen atascados en torno a la
discusión sobre el rumbo de salida a la crisis económica y social que todavía
arrastran. No obstante se puede tener cierto optimismo de que llegarán a
resolver el empate optando por la defensa de su aparato productivo y empleo, la
equidad económica y la solidaridad social.
Por
otra parte las elecciones revelan una sociedad cambiante, más diversificada y
tolerante, en la que grupos marginados, como los latinos, incrementan su poder
político y la población se aleja de los dogmas puritanos. Parecen decir que
este no tiene que ser un valle de lágrimas. Bien por ellos!
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