Por un México Social
Jorge Faljo
Otros
países cuentan con sus procesos electorales para determinar con adecuada
precisión el rumbo que habrán de tomar en los siguientes años. En ellos se
pulsa la opinión ciudadana mediante
campañas políticas, la exposición y discusión abierta de estrategias y planes
de trabajo, y la necesaria adecuación del discurso político al sentimiento
social. Así se afinan las grandes propuestas correspondientes a los temas
fundamentales de la vida nacional y es finalmente el voto ciudadano el que
elige la más convincente.
Podrá
haber ganadores y perdedores en toda lid electoral; lo importante es que el
conjunto de la sociedad reconoce que el proceso transcurrió de buena manera y
que la propuesta ganadora debe ser la instrumentada porque recibió el voto
mayoritario.
Aunque
ningún proceso electoral es perfecto el nuestro parece particularmente alejado
del ideal.
Los
candidatos retomaron la demanda social central: la necesidad de cambios.
Alimentaron así las esperanzas de la mayoría de la población pero no
definieron, ninguno de ellos, con suficiente claridad y detalle su visión sobre
lo que son los grandes objetivos nacionales, por lo menos los de su administración,
y la manera en que conseguirían cumplirlos. Más bien tuvimos un concurso de
personalidades encubriendo las luchas de grupos de poder bajo lenguajes de poca
claridad y capacidad analítica.
No
quiero dar a entender que nuestra sociedad se encuentra en una actitud de
espera pasiva. Creo lo contrario. Ya quedó claro con el asunto de la reforma
estructural laboral que lo electoral no definió un nuevo poder monolítico, que
pueda establecer su voluntad a rajatabla. Se creó, eso si, un nuevo equilibrio
de fuerzas, pero en el espacio mediático, en el Congreso y en toda la sociedad
sigue existiendo por lo menos el derecho de pataleo.
Seguimos
teniendo una población viva, un juego político que puede deparar sorpresas y,
sobre todo, se prosigue en la permanente labor de definir el rumbo del país.
Tenemos, incluso más que antes, una sociedad que exige eficacia para que los
resultados de la acción pública correspondan a lo que se ofrece.
Es
en este contexto que un grupo de la más destacada intelectualidad del país se
reunió durante tres días de intensa reflexión, en el coloquio “Globalización,
Crisis y más allá: por un México Social” y que a resultas del mismos firmaron
una carta abierta dirigida al C. Presidente Electo de México y a los
Legisladores del H. Congreso de la Unión. Sintetizo en adelante lo que me
parece más relevante de la Carta.
Su
propósito explicito es solicitar a los poderes ejecutivo y legislativo
construir un amplio proceso de diálogo en el que se puedan confrontar distintas
ideas sobre el desarrollo, la política y la justicia sociales para consensar
las mejores propuestas para erradicar el hambre, reducir la desigualdad y la pobreza
y erigir un sistema efectivo de protección social universal.
Para
ellos ese dialogo debería iniciarse de inmediato y ser coordinado por las
comisiones de Programación y Presupuesto, Hacienda y Desarrollo Social, de
ambas Cámaras Legislativas, con el fin de que sus conclusiones puedan incorporarse
en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal del 2013
y la formulación del Plan Nacional de Desarrollo 2012 – 2018.
Es
decir que los firmantes consideran que faltan por abordar definiciones
estratégicas centrales para la vida nacional, que urge hacerlo y que no pueden
plantearse como mero ejercicio filosófico sino para su traducción en acción
gubernamental inmediata y a lo largo del siguiente sexenio.
Los
firmantes nos recuerdan que existen, y de hecho en el coloquio se presentaron,
propuestas bien sustentadas orientadas a asuntos de la mayor relevancia
nacional. Destaco los tres que me parecen más significativos:
·
Construir una economía generadora de empleo
digno como eje de una estrategia viable de superación de la pobreza.
·
Establecer un auténtico sistema nacional de
salud con cobertura universal.
·
Revisar y recuperar el sentido constitucional
del salario mínimo y diseñar nuevos mecanismos distributivos.
·
Crear un nuevo sistema de seguridad
alimentaria que refuerce los programas existentes y reorganice las estructuras
del abasto popular.
Se trata, en suma, de construir lo que los firmantes llaman un
Estado Social de Derechos, democrático y promotor de la integración y la
cohesión social.
El eje de la carta es la preocupación porque nuestra economía
sigue siendo incapaz de crecer y de generar empleos dignos. De 50 millones de
trabajadores dos terceras partes no tienen acceso a la seguridad social. Hay un
60 por ciento de mexicanos en la informalidad. El salario mínimo vigente se
ubica en un nivel de pobreza.
La edificación de un México social requiere prestar atención
central a la creación de empleos, recuperar la calidad de las ocupaciones,
mejorar las remuneraciones y la protección social. Para ello es indispensable
un activo papel del estado en hacer efectivos los derechos centrales. Lo que a
su vez demanda una reforma hacendaria integral donde la política fiscal sea
parte constitutiva de la política social.
La Carta señala otros retos como las bajas estimaciones de
crecimiento para el 2013, el escenario internacional de incremento de precios
de los alimentos y una economía mundial inestable, en estancamiento e incluso
con alto riesgo de recesión.
La flor y nata de nuestra intelectualidad señala lo que en mi
opinión son problemas fundamentales y a la necesidad de un debate a fondo,
convocado y liderado desde el más alto nivel de los nuevos servidores públicos.
Nos recuerdan que no partiríamos de cero; existen propuestas
bien desarrolladas y viables. Lo que no es admisible es pensar que no hay
soluciones. Habiendo voluntad política, que sería reflejo adecuado del sentir
social, es posible superar nuestra actual situación. Nos encontramos en una
peligrosa deriva debido sobre todo a un Estado ausente, despreocupado de lo
esencial. Esto es lo que debe cambiar de inmediato.
Necesitamos una nueva claridad sobre el rumbo nacional; no
nos la dio el proceso electoral pero puede surgir de una reflexión de fondo.
Creo que de otra manera seguiríamos en este juego del
avestruz en el que a pesar de todas las señales preferimos enterrar la cabeza
bajo tierra para no ver como la economía mundial se desmorona. País tras país,
como si fueran fichas de dominó alineadas en la que cada una empuja y derrumba
a la siguiente, les ha tocado sufrir golpes a las economías norteamericana, de
Irlanda, Portugal, Grecia, España y toda Europa.
Las recientes noticias del desempleo en España, que ya llega
a más del 25 por ciento, unos seis millones de personas y la creciente
indignación del pueblo nos debe hacer reflexionar con urgencia. Sobre todo
después de Túnez, Libia, Egipto, Yemen, Siria.
Este país presume de su alto nivel de globalización. No somos una isla aparte y no estamos
protegidos de ese gigantesco maremoto económico y social. Menos con nuestros
niveles de pobreza y hambre, de desempleo, de criminalidad y desesperanza.
Nos encontramos bien anclados dentro de la misma estrategia
autodestructiva; aunque afortunadamente todavia en una fase del ciclo previa a
la de máxima destrucción en la que vive Grecia desde hace cuatro años.
Se acercan tiempos muy difíciles y tenemos muy poco tiempo
para protegernos; para realmente blindarnos mediante estrategias de empleo e
ingreso dignos asociados a la protección decidida de nuestra economía y la
reactivación del aparato productivo convencional. Existen enormes capacidades
productivas subutilizadas o incluso inutilizadas, pero reactivables con los arreglos
apropiados en política social, regulación del mercado y organización de
productores y consumidores.
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