Islandia, el salmón financiero de Europa
Faljoritmo
Jorge Faljo
Islandia es un país nórdico ubicado en varias islas en el extremo noroeste de Europa, a medio camino entre Noruega y Groenlandia. Su isla principal es algo más grande que el estado de Tamaulipas y se encuentra cercana al círculo polar ártico. Es habitable gracias a que la baña la gran corriente de aguas tibias que sale del golfo de México. Incluso en invierno sus planicies costeras raramente alcanzan temperaturas inferiores a los menos 3 grados centígrados.
Tiene más de un centenar de volcanes, con una treintena de ellos en actividad. En 1783 una erupción cubrió los campos de ceniza y llevó a la muerte por hambre a una cuarta parte de la población. Las erupciones son frecuentes, una en el 2011 provocó serios problemas al tráfico aéreo sobre Europa.
Por otra parte cuenta con una abundancia de manantiales de agua caliente, géiseres incluidos, y numerosas corrientes de agua que son aprovechadas para energía geotérmica e hidroeléctrica. Lo que le permite contar con agua caliente, calefacción y electricidad baratas.
La población es de solo 320 mil habitantes con altos niveles de salud y educación y en general un buen nivel de vida. El eje de su crecimiento económico ha sido la industrialización de la pesca, pero se ha diversificado hacia la producción de aluminio y ferro silicón que aprovechan la abundante energía eléctrica, así como otras manufacturas, biotecnología, software y turismo.
A principios del siglo el país se sumó a la gran burbuja financiera; privatizó sus bancos en el 2003 y estos bancos atrajeron grandes volúmenes de capital, sobre todo de inversionistas de Inglaterra y Holanda, y lo invirtieron en valores hipotecarios norteamericanos. Su moneda se valorizó, se incrementó el consumo de importaciones y la población se endeudó, mucha de ella en moneda extranjera.
En 2008 la oleada de la crisis hipotecaria “subprime” hizo quebrar a los tres principales bancos del país. Como es usual el apoyo del Fondo Monetario Internacional se condicionó al rescate de los bancos y a un severo programa de austeridad. Se pidió a la población los usuales sacrificios. Sin embargo una revuelta pacífica derribó al gobierno y al parlamento y logró llevar a referéndum las decisiones centrales sobre la manera de enfrentar la crisis. Por abrumadora mayoría la población se opuso al rescate bancario privado con dinero público y a una política de austeridad gubernamental para un pago pronto de sus deudas. La prioridad sería proteger la economía real (producción, empleo y consumo).
Así que en contra de muy fuertes presiones internacionales Islandia decidió seguir una ruta contraria a la que se impuso en la mayoría de Europa. Fortaleció en primer lugar sus mecanismos democráticos en lugar de ceder el control a elites tecnocráticas. Protegió a los ahorradores islandeses, perdonó la mayor parte de las deudas hipotecarias, fortaleció su red de seguridad social en beneficio de los más pobres, y se negó a un programa de austeridad. Se negó a pagar 85 mil millones de dólares a tenedores de bonos extranjeros.
Su moneda se devaluó a la cuarta parte de su paridad previa; lo que multiplicó el valor de las importaciones y golpeó muy duramente los niveles consumo. No obstante esto le dio una gran competitividad a la industria pesquera, a otras manufacturas y servicios de exportación (como la elaboración de software) y al turismo. Ahora tienen más de un millón de visitantes al año. Todo ello contribuyó a reducir el desempleo y a iniciar la recuperación.
Un componente de su política ha sido la decisión de perseguir los crímenes financieros que contribuyeron a la crisis enfocándose en los niveles altos de decisión. Resulta curioso que hayan nombrado fiscal especial para crímenes financieros a alguien que anteriormente era policía en un pueblito de seis mil habitantes. Al parecer eso asegura que no tenga conexiones con la elite bancaria, económica y política.
Este fiscal dice que una diferencia notable entre su nuevo trabajo y el anterior es que los ladrones de pueblo finalmente reconocen su culpa y muestran remordimiento. No es así con los altos financieros que además contratan muy buenos abogados. En contraste él y su equipo han tenido que aprender mucho y avanzar con lentitud para ir creando bases legales firmes.
Algunos hablan de Islandia como de una Utopía moderna. No es el caso. Los islandeses enfrentan una naturaleza difícil, sin recursos naturales excepto energía y pesca y con un clima muy áspero. Después del 2008 muchos tienen dos o tres empleos y sus jornadas suman las 60 o 70 horas a la semana. El proceso de desendeudarse ha sido difícil sobre todo para los que deben en monedas extranjeras o en créditos indexados a la inflación.
No obstante en comparación con el resto de Europa este pequeño país supo manejar una muy grave crisis financiera y salir adelante preservando en lo esencial sus niveles de salud, alimentación y empleo.
Su bajo desempleo y un ritmo moderado de crecimiento se comparan muy favorablemente con el alto desempleo, el empobrecimiento masivo, la quiebra de empresas y la recesión rampantes en el continente. Así que finalmente Islandia ha demostrado que su estrategia resultó ser la correcta, en agudo contraste con lo que ha ocurrido en España, Chipre, Grecia y demás países europeos.
Los invito a reproducir con entera libertad y por cualquier medio los escritos de este blog. Solo espero que, de preferencia, citen su origen.
lunes, 27 de mayo de 2013
domingo, 19 de mayo de 2013
Crisis y alternativas de política
Crisis y alternativas de política
Faljoritmo
Jorge Faljo
Para el bloque monetario de los países que utilizan el Euro los datos económicos del primer trimestre han sido malos. Estos 17 países vieron retroceder su economía colectiva en poco más de un 0.2 por ciento. No es una caída tan impresionante; si fuera un hecho pasajero.
El problema es que estos resultados destruyen el optimismo de los que esperaban datos ligeramente positivos y redefinen la situación como la de una recesión duradera. Recesión que empezó al final del 2011 y ahora cumple su sexto trimestre al hilo. Los países en peor situación son los que adoptaron las más duras políticas de austeridad a cambio de recibir una “ayuda” financiera cuyo único fin era pagarle a sus acreedores.
Solo tres países tuvieron un crecimiento mínimo: Bélgica, Eslovaquia y Alemania. Esta última, la potencia líder creció un 0.3 por ciento. Prácticamente nada.
Ante la crisis planetaria se empiezan a modificar, aunque con lentitud, algunas políticas económicas. Se generaliza, por ejemplo la baja de las tasas de interés. El Banco Central Europeo ofrece ahora guardar capitales pagando cero intereses. Dinamarca va más allá: ofrece una tasa de interés negativa. Es decir que cobra por guardar capitales.
Hace tiempo que los capitales no encuentran oportunidades de inversión productiva; en los últimos años su negocio ha sido el crédito al consumo. Pero ahora los consumidores están ya muy endeudados y son mala paga. Así que no tienen más remedio que buscar donde no perder.
Un gran número de bancos centrales están bajando las tasas de interés; como es el caso de Australia, Corea, Hungría, India, Israel y Polonia. Se cree que pronto se sumarán Rusia, Sudáfrica y Rumania.
La atención está puesta en Japón cuyas cifras del primer trimestre apuntan a un crecimiento anualizado del 3.5 por ciento. Una cifra muy buena, alta para un país que llevaba largos años de estancamiento. Lo que hace recaer la atención en su política monetaria.
El nuevo primer ministro Japonés instruyó al director del Banco Central a emitir dinero hasta conseguir un nivel mínimo de inflación de 2 por ciento. Puesta a rodar la imprenta se emite en yenes el equivalente a 21 mil millones de dólares mensuales. Los que se usan para que el banco le preste al gobierno e inundar el mercado de dinero. Eso ha bajado las tasas de interés a un nivel negativo que facilita el pago de deudas generalizado, se promueve el consumo y permite un gran programa de obras de infraestructura. Además la salida de capitales ha devaluado al Yen y eso dinamiza las exportaciones y la producción.
El fracaso de la austeridad y el éxito de políticas como la japonesa plantean una clara disyuntiva: se paga a los inversionistas o se favorece la producción, el empleo y el bienestar. Crece la presión dentro de Francia y otros países para oponerse más decididamente a la austeridad que impone Alemania y en lugar de ello instrumentar políticas de reactivación económica.
La inercia lleva a los países del sur de Europa por un lento y agónico abaratamiento de su mano de obra que, supuestamente llevaría a que países como España y Grecia fueran competitivos y pudieran recuperarse exportando. Si fueran libres, con soberanía monetaria, podrían hacer lo que Japón y devaluar su moneda rápidamente (un 25 por ciento en cinco meses). Como no lo son tratan de reducir sus niveles salariales en medio del creciente descontento social. Una senda de alto sufrimiento y crecientes riesgos.
Italia, con una caída del 2.1 por ciento de su economía en este primer trimestre, empieza a ser vista como un riesgo por los inversionistas. No están dispuestos a prestarle excepto a tasas cada vez mayores. Prefieren guardar su dinero a tasa cero que arriesgarlo en Italia. Esta actitud es la que puede empeorar la situación hasta llevar a la necesidad de un “rescate”, una ayuda financiera de otros países a cambio de mayor austeridad. Sería lo peor que le pueda pasar al pueblo italiano.
En Alemania hay calma. Su bajo crecimiento de 0.3 por ciento es suficiente en la medida en que logra mantener un alto nivel de empleo con una población acostumbrada al maltrato y al esfuerzo que los ha hecho tan competitivos. No obstante para crecer tendrán que substituir la demanda que han perdido en otros países y mejorar la capacidad de compra de su población. Ya no pueden crearse demanda prestando a los vecinos. Si ahora prestan o “rescatan” es para que sus financieros puedan cobrar lo que prestaron antes, pero ya no para que su industria pueda vender.
La demanda es insuficiente en prácticamente todo el mundo y sigue el quebradero de empresas. Solo que lo obvio, mejorar la capacidad de compra de los pueblos es lo que nadie parece plantearse. En un mundo globalizado es suicida elevar los salarios. Significa perder competitividad. Para hacerlo habría que asegurarse que el incremento de la demanda no se escape al exterior sino que se aplique a comprar producción interna; lo que requiere una buena devaluación, como en Japón, o administrar el comercio exterior y proteger la producción interna, como en Argentina.
Claro está que siempre existe la opción de simplemente seguirse hundiendo.
Faljoritmo
Jorge Faljo
Para el bloque monetario de los países que utilizan el Euro los datos económicos del primer trimestre han sido malos. Estos 17 países vieron retroceder su economía colectiva en poco más de un 0.2 por ciento. No es una caída tan impresionante; si fuera un hecho pasajero.
El problema es que estos resultados destruyen el optimismo de los que esperaban datos ligeramente positivos y redefinen la situación como la de una recesión duradera. Recesión que empezó al final del 2011 y ahora cumple su sexto trimestre al hilo. Los países en peor situación son los que adoptaron las más duras políticas de austeridad a cambio de recibir una “ayuda” financiera cuyo único fin era pagarle a sus acreedores.
Solo tres países tuvieron un crecimiento mínimo: Bélgica, Eslovaquia y Alemania. Esta última, la potencia líder creció un 0.3 por ciento. Prácticamente nada.
Ante la crisis planetaria se empiezan a modificar, aunque con lentitud, algunas políticas económicas. Se generaliza, por ejemplo la baja de las tasas de interés. El Banco Central Europeo ofrece ahora guardar capitales pagando cero intereses. Dinamarca va más allá: ofrece una tasa de interés negativa. Es decir que cobra por guardar capitales.
Hace tiempo que los capitales no encuentran oportunidades de inversión productiva; en los últimos años su negocio ha sido el crédito al consumo. Pero ahora los consumidores están ya muy endeudados y son mala paga. Así que no tienen más remedio que buscar donde no perder.
Un gran número de bancos centrales están bajando las tasas de interés; como es el caso de Australia, Corea, Hungría, India, Israel y Polonia. Se cree que pronto se sumarán Rusia, Sudáfrica y Rumania.
La atención está puesta en Japón cuyas cifras del primer trimestre apuntan a un crecimiento anualizado del 3.5 por ciento. Una cifra muy buena, alta para un país que llevaba largos años de estancamiento. Lo que hace recaer la atención en su política monetaria.
El nuevo primer ministro Japonés instruyó al director del Banco Central a emitir dinero hasta conseguir un nivel mínimo de inflación de 2 por ciento. Puesta a rodar la imprenta se emite en yenes el equivalente a 21 mil millones de dólares mensuales. Los que se usan para que el banco le preste al gobierno e inundar el mercado de dinero. Eso ha bajado las tasas de interés a un nivel negativo que facilita el pago de deudas generalizado, se promueve el consumo y permite un gran programa de obras de infraestructura. Además la salida de capitales ha devaluado al Yen y eso dinamiza las exportaciones y la producción.
El fracaso de la austeridad y el éxito de políticas como la japonesa plantean una clara disyuntiva: se paga a los inversionistas o se favorece la producción, el empleo y el bienestar. Crece la presión dentro de Francia y otros países para oponerse más decididamente a la austeridad que impone Alemania y en lugar de ello instrumentar políticas de reactivación económica.
La inercia lleva a los países del sur de Europa por un lento y agónico abaratamiento de su mano de obra que, supuestamente llevaría a que países como España y Grecia fueran competitivos y pudieran recuperarse exportando. Si fueran libres, con soberanía monetaria, podrían hacer lo que Japón y devaluar su moneda rápidamente (un 25 por ciento en cinco meses). Como no lo son tratan de reducir sus niveles salariales en medio del creciente descontento social. Una senda de alto sufrimiento y crecientes riesgos.
Italia, con una caída del 2.1 por ciento de su economía en este primer trimestre, empieza a ser vista como un riesgo por los inversionistas. No están dispuestos a prestarle excepto a tasas cada vez mayores. Prefieren guardar su dinero a tasa cero que arriesgarlo en Italia. Esta actitud es la que puede empeorar la situación hasta llevar a la necesidad de un “rescate”, una ayuda financiera de otros países a cambio de mayor austeridad. Sería lo peor que le pueda pasar al pueblo italiano.
En Alemania hay calma. Su bajo crecimiento de 0.3 por ciento es suficiente en la medida en que logra mantener un alto nivel de empleo con una población acostumbrada al maltrato y al esfuerzo que los ha hecho tan competitivos. No obstante para crecer tendrán que substituir la demanda que han perdido en otros países y mejorar la capacidad de compra de su población. Ya no pueden crearse demanda prestando a los vecinos. Si ahora prestan o “rescatan” es para que sus financieros puedan cobrar lo que prestaron antes, pero ya no para que su industria pueda vender.
La demanda es insuficiente en prácticamente todo el mundo y sigue el quebradero de empresas. Solo que lo obvio, mejorar la capacidad de compra de los pueblos es lo que nadie parece plantearse. En un mundo globalizado es suicida elevar los salarios. Significa perder competitividad. Para hacerlo habría que asegurarse que el incremento de la demanda no se escape al exterior sino que se aplique a comprar producción interna; lo que requiere una buena devaluación, como en Japón, o administrar el comercio exterior y proteger la producción interna, como en Argentina.
Claro está que siempre existe la opción de simplemente seguirse hundiendo.
domingo, 12 de mayo de 2013
Modelito habla
Modelito habla
Faljoritmo
Jorge Faljo
“Durante el primer trimestre de 2013, se mantuvo el proceso de expansión de la economía mexicana”. Estas son las primeras palabras del “Informe Sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública” que acaba de publicar, el 30 de abril, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público SHCP.
Empezamos bien, pensé cuando leí esas líneas. No obstante en el más clásico mexicanismo resultó que sí, pero más bien no. Aquí van algunos datos oficiales que, después de tan feliz comienzo nos proporciona la SHPC en su informe.
Durante el primer trimestre del 2013:
• La economía mexicana creció a un ritmo anualizado del 1 por ciento; hace un año, en el primer trimestre del 2012, creció al 4.9 por ciento.
• El Indicador Global de la Actividad Económica creció al 0.39 por ciento; hace un año al 6.52. El crédito a la industria de la banca comercial se contrajo en 2.37 por ciento.
• Las exportaciones no petroleras crecieron en un 0.1 por ciento. Es decir el estancamiento total.
• Las ventas al menudeo en centros comerciales se redujeron al 0.36 por ciento; hace un año aumentaron al 5.9.
• En el primer bimestre la actividad industrial creció al 0.3 por ciento; hace un año al 5.8.
Tiene razón la SHCP, la economía se sigue expandiendo; solo que del paso de tortuga nos hemos ido al ritmo del caracol.
En la perspectiva oficial estos descensos se explican por varias causas. Dos relativamente menores y otra contundente. La primera es que la semana santa ocurrió en abril y no en marzo como el año pasado. Eso incidió en un menor crecimiento este trimestre; ¿nos recuperaremos en el siguiente? La segunda es que el “buen fin” adelantó muchas compras y eso redujo las ventas de este año. Los consumidores no están comprando sino pensando en cómo pagar sus deudas.
Pero la explicación de fondo, la que apela a nuestro patriotismo, es que la culpa es de los gringos, de Europa y del resto del planeta. De todos los demás, pero no de nosotros. Eso porque la economía norteamericana crece muy poco. Sin embargo resulta que los Estados Unidos crecieron al 2.5 por ciento anualizado en el primer trimestre mientras que nuestras ventas subieron solo un 0.1. Más bien parece que seguimos perdiendo ese “nuestro” gran mercado (que cada vez más es de los chinos).
Se redujeron bastante los ingresos petroleros: 297 mil millones de pesos en el primer trimestre del 2012, 280 mil millones ahora. Un descenso de 9 por ciento real (SHCP introduce al cálculo la inflación interna). La causa principal es el fortalecimiento de nuestra moneda; el gobierno recibe menos pesos por cada dólar de venta al exterior.
Lo mismo le pasa a todas y cada una de las empresas manufactureras y productores agropecuarios de exportación; también a los que reciben remesas de familiares que trabajan en Estados Unidos. A fin de mayo de 2012 se recibían 14.36 pesos por dólar; ahora andamos en los 12.10 (datos de Invertia). También pierden los productores para el mercado interno. Es como si la producción y el trabajo tuvieran que pagar un nuevo y brutal impuesto.
La política de “nuestro” banco central encarece al peso al atraer y proteger a los especuladores. Mientras marcha viento en popa la venta de patrimonio (empresas y playas) se destruye a los productores. Cae en consecuencia la producción, el empleo, el mercado interno, la inversión y el crecimiento. Modelito habla.
El informe de la SHCP (disponible en internet) revela otro problema. Resulta que el gasto público del trimestre se contrajo en un 10.4 por ciento respecto al de hace un año. La caída se explica, según el informe, por los subejercicios del gasto programado. SAGARPA no gastó 7 mil millones de los que disponía para fomento de la producción agropecuaria; SCT no utilizó 4 mil millones disponibles para infraestructura carretera; SEDESOL no uso 3.7 mil millones para apoyos sociales; SHCP se retrasó en el gasto de 2 mil millones en programas de subsidios. Eso o la sencilla ecuación de que a menos ingresos menos gastos.
Según Carstens, gobernador del Banco de México, en el último año han entrado casi 60 mil millones de dólares. Entraron huyendo de lugares donde tienen rendimiento cero (o de plano pierden) y los impuestos son altos. El gober dice que fueron atraídos por nuestro sano marco macroeconómico y perspectivas de crecimiento. Pero ¿de qué habla? O más bien, ¿con quienes habla? Si solo lo hace con banqueros lo entiendo; pero sería bueno que se diera una vueltecita por medianas y pequeñas empresas, que hablara con patronos y trabajadores, y con amas de casa (pero no las de su barrio).
Es lamentable atribuir nuestros problemas a los demás, a la crisis global y al bajo crecimiento norteamericano. Más vale recapacitar en lo que estamos haciendo mal nosotros mismos. Les doy un “tip”; lo que no funciona es nuestro modelo económico y lo peor del mismo es el esfuerzo para atraer dólares mediante intereses superiores a los internacionales y por la venta de patrimonio.
Lo que urge es equilibrar la balanza de cuenta corriente; es decir comprar solo lo que podamos pagar con nuestras exportaciones después de cubrir los intereses de lo que ya debemos. Como lo haría un particular que manejara bien sus gastos. De otro modo vamos a terminar rematando el subsuelo (aunque parece que ese es el plan). En lugar de importar podemos producir, reactivar al campo, a la manufactura; usar al pleno nuestras capacidades productivas.
Que no se engañe la nueva administración. El problema no es coyuntural sino de fondo; la perspectiva que importa es la del pueblo, no la de los especuladores financieros y sus protectores institucionales. Lo que hay que cambiar es el modelo no el partido.
Faljoritmo
Jorge Faljo
“Durante el primer trimestre de 2013, se mantuvo el proceso de expansión de la economía mexicana”. Estas son las primeras palabras del “Informe Sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública” que acaba de publicar, el 30 de abril, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público SHCP.
Empezamos bien, pensé cuando leí esas líneas. No obstante en el más clásico mexicanismo resultó que sí, pero más bien no. Aquí van algunos datos oficiales que, después de tan feliz comienzo nos proporciona la SHPC en su informe.
Durante el primer trimestre del 2013:
• La economía mexicana creció a un ritmo anualizado del 1 por ciento; hace un año, en el primer trimestre del 2012, creció al 4.9 por ciento.
• El Indicador Global de la Actividad Económica creció al 0.39 por ciento; hace un año al 6.52. El crédito a la industria de la banca comercial se contrajo en 2.37 por ciento.
• Las exportaciones no petroleras crecieron en un 0.1 por ciento. Es decir el estancamiento total.
• Las ventas al menudeo en centros comerciales se redujeron al 0.36 por ciento; hace un año aumentaron al 5.9.
• En el primer bimestre la actividad industrial creció al 0.3 por ciento; hace un año al 5.8.
Tiene razón la SHCP, la economía se sigue expandiendo; solo que del paso de tortuga nos hemos ido al ritmo del caracol.
En la perspectiva oficial estos descensos se explican por varias causas. Dos relativamente menores y otra contundente. La primera es que la semana santa ocurrió en abril y no en marzo como el año pasado. Eso incidió en un menor crecimiento este trimestre; ¿nos recuperaremos en el siguiente? La segunda es que el “buen fin” adelantó muchas compras y eso redujo las ventas de este año. Los consumidores no están comprando sino pensando en cómo pagar sus deudas.
Pero la explicación de fondo, la que apela a nuestro patriotismo, es que la culpa es de los gringos, de Europa y del resto del planeta. De todos los demás, pero no de nosotros. Eso porque la economía norteamericana crece muy poco. Sin embargo resulta que los Estados Unidos crecieron al 2.5 por ciento anualizado en el primer trimestre mientras que nuestras ventas subieron solo un 0.1. Más bien parece que seguimos perdiendo ese “nuestro” gran mercado (que cada vez más es de los chinos).
Se redujeron bastante los ingresos petroleros: 297 mil millones de pesos en el primer trimestre del 2012, 280 mil millones ahora. Un descenso de 9 por ciento real (SHCP introduce al cálculo la inflación interna). La causa principal es el fortalecimiento de nuestra moneda; el gobierno recibe menos pesos por cada dólar de venta al exterior.
Lo mismo le pasa a todas y cada una de las empresas manufactureras y productores agropecuarios de exportación; también a los que reciben remesas de familiares que trabajan en Estados Unidos. A fin de mayo de 2012 se recibían 14.36 pesos por dólar; ahora andamos en los 12.10 (datos de Invertia). También pierden los productores para el mercado interno. Es como si la producción y el trabajo tuvieran que pagar un nuevo y brutal impuesto.
La política de “nuestro” banco central encarece al peso al atraer y proteger a los especuladores. Mientras marcha viento en popa la venta de patrimonio (empresas y playas) se destruye a los productores. Cae en consecuencia la producción, el empleo, el mercado interno, la inversión y el crecimiento. Modelito habla.
El informe de la SHCP (disponible en internet) revela otro problema. Resulta que el gasto público del trimestre se contrajo en un 10.4 por ciento respecto al de hace un año. La caída se explica, según el informe, por los subejercicios del gasto programado. SAGARPA no gastó 7 mil millones de los que disponía para fomento de la producción agropecuaria; SCT no utilizó 4 mil millones disponibles para infraestructura carretera; SEDESOL no uso 3.7 mil millones para apoyos sociales; SHCP se retrasó en el gasto de 2 mil millones en programas de subsidios. Eso o la sencilla ecuación de que a menos ingresos menos gastos.
Según Carstens, gobernador del Banco de México, en el último año han entrado casi 60 mil millones de dólares. Entraron huyendo de lugares donde tienen rendimiento cero (o de plano pierden) y los impuestos son altos. El gober dice que fueron atraídos por nuestro sano marco macroeconómico y perspectivas de crecimiento. Pero ¿de qué habla? O más bien, ¿con quienes habla? Si solo lo hace con banqueros lo entiendo; pero sería bueno que se diera una vueltecita por medianas y pequeñas empresas, que hablara con patronos y trabajadores, y con amas de casa (pero no las de su barrio).
Es lamentable atribuir nuestros problemas a los demás, a la crisis global y al bajo crecimiento norteamericano. Más vale recapacitar en lo que estamos haciendo mal nosotros mismos. Les doy un “tip”; lo que no funciona es nuestro modelo económico y lo peor del mismo es el esfuerzo para atraer dólares mediante intereses superiores a los internacionales y por la venta de patrimonio.
Lo que urge es equilibrar la balanza de cuenta corriente; es decir comprar solo lo que podamos pagar con nuestras exportaciones después de cubrir los intereses de lo que ya debemos. Como lo haría un particular que manejara bien sus gastos. De otro modo vamos a terminar rematando el subsuelo (aunque parece que ese es el plan). En lugar de importar podemos producir, reactivar al campo, a la manufactura; usar al pleno nuestras capacidades productivas.
Que no se engañe la nueva administración. El problema no es coyuntural sino de fondo; la perspectiva que importa es la del pueblo, no la de los especuladores financieros y sus protectores institucionales. Lo que hay que cambiar es el modelo no el partido.
domingo, 5 de mayo de 2013
Marejada de Desempleo en Europa
Marejada de Desempleo en Europa
Jorge Faljo
El desempleo crece en Europa como en una brutal tragedia que se desarrolla en cámara lenta. El número de desempleados ronda los 26 millones de personas; cerca del 12 por ciento de la población activa. No solo es grave el tamaño del “paro” (desempleo), sino que lejos de que haya esperanzas de solución pronta las tendencias son a que empeore.
De un año para acá el desempleo se ha incrementado substancialmente en 19 países de ese continente. En Grecia subió del 21.4 al 27.2 por ciento; en España del 23.1 al 27.1 por ciento; en Portugal del 14.8 al 17.5 por ciento. Son los países del sur los que sufren el mayor embate de la recesión, el cierre de empresas, el desempleo y el endeudamiento insostenible de sus gobiernos al tiempo que reducen sus esfuerzos para paliar mínimamente el deterioro social.
Las cifras anteriores muestran como España se ubica ya a la par de Grecia en cuanto a desempleo. En estos dos países menos de la mitad de los jóvenes menores de 30 años logran encontrar empleo. Y eso que se trata de una de las poblaciones más instruidas del mundo; con alto porcentaje de graduados universitarios, con maestrías y doctorados. Incluso ocurre que muchos de ellos mienten en sus solicitudes de empleo para no revelar sus altos estudios y no ser excluidos de un posible puesto de mesero, chofer, obrero, lo que sea.
Tan solo en España los desempleados declarados suman 6.2 millones. Son los que persisten en la búsqueda de trabajo formal; hago la aclaración porque se sospecha que muchos se encuentran tan desalentados que ya no buscan empleo y eso, como parte del absurdo, hace que ya cuenten como desempleados.
Lo peor es la situación de dos millones de familias españolas en las que ninguno de sus integrantes tiene empleo formal. ¿Cómo sobreviven millones de españoles? La receta de la supervivencia mezcla varios ingredientes: la solidaridad de las familias incluyendo el recibir en hogares cada vez más apretados a hijos y parientes que han perdido sus viviendas; el trabajo “negro” (informal) del que ahora se aprovechan varios sectores como el de la construcción, hotelería, restaurantes y más; la mendicidad abierta o disfrazada y el vivir de la magra pensión de un adulto mayor.
Por su parte el gobierno español anuncia la pérdida adicional de 1.3 millones de empleos de tiempo completo en los próximos dos años. No será, según el gobierno español, sino hasta el 2016 cuando habrá una disminución más bien leve, del desempleo. No obstante creo que se equivoca en esa miserable gotita de optimismo. Lo que hace en realidad es pedirle a la población que aguante la situación y a un gobierno que, como la mayoría, no entiende lo que ocurre y no hace nada de fondo para resolverlo.
La crisis europea y española en particular es una crisis “clásica” (para los economistas) de exceso de producción por un lado e insuficiencia de la demanda efectiva por el otro. Crisis ha habido antes. Pero esta amenaza ser mucho peor. Una verdadera crisis sistémica de fin del modelo globalizador.
Lo que ha ocurrido es que gracias a avances tecnológicos impresionantes se ha incrementado enormemente la productividad del trabajo; ahora se puede producir mucho más que hace un par de décadas. Pero las empresas, en particular los oligopolios globales, no pagan mayores salarios, no reducen el número de horas trabajadas, no pagan más impuestos. Es decir que producen muchas más mercancías, pero al mismo tiempo producen bastante menos demanda.
Durante un tiempo solucionaron este contrasentido prestando grandes cantidades de dinero para que los gobiernos y las familias les compraran. Se apoderaron del mercado al grado de expulsar a los pequeños, medianos y hasta grandes productores tradicionales.
Prestaron mucho, hasta que fue claro que de seguir prestando nunca cobrarían esas deudas; se había llegado al límite de endeudamiento de los gobiernos y de la población. Entonces dejaron de prestar y todo se vino abajo.
Entonces se esfumó la demanda generada por crédito en los países centrales, como los de Europa, más Estados Unidos y Japón. Peor aún, no solo dejó de haber crédito fresco, sino que al intentar cobrar los gobiernos y las familias tuvieron que apretarse el cinturón para pagar. Eso provocó un bajón de la demanda; a lo que siguió la caída de la producción, el cierre de empresas, el despido de trabajadores, la imposibilidad de pagar las deudas y, por tanto, otro bajón de la demanda. Y así se sigue en una espiral de descenso hacia los infiernos que no parece tener fin.
Es un triángulo en que de un lado la población no tiene para comprar y se empobrece masivamente. Otro de los lados muestra un aparato productivo con enormes capacidades para producir de todo, pero que se paraliza y literalmente se echa a perder. En el tercer lado tenemos una minoría con gigantescas riquezas acumuladas en capital financiero que no tiene uso racional: no lo pueden consumir porque es demasiado; no tiene uso productivo porque los mercados ya están saturados de producción invendible.
España, Europa, el mundo, se encuentra atrapado en un abrazo mortal en el que el exceso de riqueza de un lado y la carencia de algo tan elemental como un empleo del otro lado destruye a las sociedades.
Jorge Faljo
El desempleo crece en Europa como en una brutal tragedia que se desarrolla en cámara lenta. El número de desempleados ronda los 26 millones de personas; cerca del 12 por ciento de la población activa. No solo es grave el tamaño del “paro” (desempleo), sino que lejos de que haya esperanzas de solución pronta las tendencias son a que empeore.
De un año para acá el desempleo se ha incrementado substancialmente en 19 países de ese continente. En Grecia subió del 21.4 al 27.2 por ciento; en España del 23.1 al 27.1 por ciento; en Portugal del 14.8 al 17.5 por ciento. Son los países del sur los que sufren el mayor embate de la recesión, el cierre de empresas, el desempleo y el endeudamiento insostenible de sus gobiernos al tiempo que reducen sus esfuerzos para paliar mínimamente el deterioro social.
Las cifras anteriores muestran como España se ubica ya a la par de Grecia en cuanto a desempleo. En estos dos países menos de la mitad de los jóvenes menores de 30 años logran encontrar empleo. Y eso que se trata de una de las poblaciones más instruidas del mundo; con alto porcentaje de graduados universitarios, con maestrías y doctorados. Incluso ocurre que muchos de ellos mienten en sus solicitudes de empleo para no revelar sus altos estudios y no ser excluidos de un posible puesto de mesero, chofer, obrero, lo que sea.
Tan solo en España los desempleados declarados suman 6.2 millones. Son los que persisten en la búsqueda de trabajo formal; hago la aclaración porque se sospecha que muchos se encuentran tan desalentados que ya no buscan empleo y eso, como parte del absurdo, hace que ya cuenten como desempleados.
Lo peor es la situación de dos millones de familias españolas en las que ninguno de sus integrantes tiene empleo formal. ¿Cómo sobreviven millones de españoles? La receta de la supervivencia mezcla varios ingredientes: la solidaridad de las familias incluyendo el recibir en hogares cada vez más apretados a hijos y parientes que han perdido sus viviendas; el trabajo “negro” (informal) del que ahora se aprovechan varios sectores como el de la construcción, hotelería, restaurantes y más; la mendicidad abierta o disfrazada y el vivir de la magra pensión de un adulto mayor.
Por su parte el gobierno español anuncia la pérdida adicional de 1.3 millones de empleos de tiempo completo en los próximos dos años. No será, según el gobierno español, sino hasta el 2016 cuando habrá una disminución más bien leve, del desempleo. No obstante creo que se equivoca en esa miserable gotita de optimismo. Lo que hace en realidad es pedirle a la población que aguante la situación y a un gobierno que, como la mayoría, no entiende lo que ocurre y no hace nada de fondo para resolverlo.
La crisis europea y española en particular es una crisis “clásica” (para los economistas) de exceso de producción por un lado e insuficiencia de la demanda efectiva por el otro. Crisis ha habido antes. Pero esta amenaza ser mucho peor. Una verdadera crisis sistémica de fin del modelo globalizador.
Lo que ha ocurrido es que gracias a avances tecnológicos impresionantes se ha incrementado enormemente la productividad del trabajo; ahora se puede producir mucho más que hace un par de décadas. Pero las empresas, en particular los oligopolios globales, no pagan mayores salarios, no reducen el número de horas trabajadas, no pagan más impuestos. Es decir que producen muchas más mercancías, pero al mismo tiempo producen bastante menos demanda.
Durante un tiempo solucionaron este contrasentido prestando grandes cantidades de dinero para que los gobiernos y las familias les compraran. Se apoderaron del mercado al grado de expulsar a los pequeños, medianos y hasta grandes productores tradicionales.
Prestaron mucho, hasta que fue claro que de seguir prestando nunca cobrarían esas deudas; se había llegado al límite de endeudamiento de los gobiernos y de la población. Entonces dejaron de prestar y todo se vino abajo.
Entonces se esfumó la demanda generada por crédito en los países centrales, como los de Europa, más Estados Unidos y Japón. Peor aún, no solo dejó de haber crédito fresco, sino que al intentar cobrar los gobiernos y las familias tuvieron que apretarse el cinturón para pagar. Eso provocó un bajón de la demanda; a lo que siguió la caída de la producción, el cierre de empresas, el despido de trabajadores, la imposibilidad de pagar las deudas y, por tanto, otro bajón de la demanda. Y así se sigue en una espiral de descenso hacia los infiernos que no parece tener fin.
Es un triángulo en que de un lado la población no tiene para comprar y se empobrece masivamente. Otro de los lados muestra un aparato productivo con enormes capacidades para producir de todo, pero que se paraliza y literalmente se echa a perder. En el tercer lado tenemos una minoría con gigantescas riquezas acumuladas en capital financiero que no tiene uso racional: no lo pueden consumir porque es demasiado; no tiene uso productivo porque los mercados ya están saturados de producción invendible.
España, Europa, el mundo, se encuentra atrapado en un abrazo mortal en el que el exceso de riqueza de un lado y la carencia de algo tan elemental como un empleo del otro lado destruye a las sociedades.
viernes, 3 de mayo de 2013
Riesgo financiero y reforma
Riesgo financiero y reforma
Faljoritmo
Jorge Faljo
Las últimas declaraciones de Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, parecen una elegante muestra de cinismo. Ante la 76 Convención Nacional Bancaria advirtió nuevamente de la inestabilidad que podría desatarse en el momento en que terminen las políticas monetarias laxas en el mundo desarrollado. Señaló que las tasas de interés cercanas a cero por ciento que existen en los países industrializados no pueden ser permanentes y que eventualmente subirán a niveles normales, lo que propiciaría una reversión de los capitales al mundo desarrollado.
Lo que dice no es novedoso. Por lo menos desde el 2010 el Fondo Monetario Internacional viene advirtiendo sobre la volatilidad de los flujos de capital que los países centrales, como los Estados Unidos, Japón y Europa están generando para combatir sus crisis. Crear dinero, lo que ahora llaman “quantitative easing” ha sido una manera de generar crédito, bajar sus tasas de interés a casi cero, facilitar el pago de las deudas de los acreedores (privados y gubernamentales) y, de paso, devaluar sus monedas.
El hecho es que la creación monetaria de estas potencias impacta fuertemente a las periferias. Lo han hecho notar y lo han criticado fuertemente algunos gobiernos. Dilma Roussef, la presidenta de Brasil lo denunció en el más alto foro posible, la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Se ha provocado una emigración de capitales centrales abundantes (en dólares, yenes o euros) hacia las periferias. En la práctica es una especie de préstamo no solicitado, incluso forzado por la exigencia de libertad de flujos de capital. Entran a un país periférico para invertir a mayores tasas de interés de las que su país ofrece, comprar empresas o propiedad inmobiliaria. El bajo interés que pagan en dólares, euros o yenes les facilita mucho, entre otras cosas, la compra de propiedades periféricas.
Lo riesgoso de tal situación es que estos capitales son de manera predominante muy volátiles. Dado que no invierten en la producción, sino en valores de alta liquidez, un cambio en las condiciones internacionales podría llevarlos a oprimir el teclazo que los reconvertiría de pesos a dólares. También podrían reaccionar así ante una percepción de inestabilidad interna o de amenaza a sus intereses. Su alta presencia en cualquier país lo convierte en rehén de sus intereses ya que amenazan con salirse si se les toca con el pétalo de una rosa. Por ejemplo si se pretende que las ganancias en la bolsa de valores paguen impuestos.
Pero sin duda lo peor es que esas entradas de capital abaratan el dólar dentro del país receptor y convierte al país periférico, como México, en un mayor consumidor de productos importados a costa de la quiebra de sus propias empresas y de la pérdida de empleos.
El FMI no se ha limitado a advertir sobre el riesgo que implica la entrada de capitales volátiles sino que sugiere evitarlos apelando incluso a medidas de control del flujo de capitales. Esos controles que pueden ser preventivos como los que se han puesto en práctica en numerosos países (Brasil, Chile, Tailandia por ejemplo). Pueden en otros casos regular la brusca salida de capitales, como los que se vieron obligados a instrumentar Argentina y Chipre.
La originalidad de Carstens es que describe un alto riesgo… y el como Gobernador de Banco de México no hace nada. La política de esta Institución es mantener un alto diferencial entre la tasa de interés que se paga aquí y la que prevalece en los países centrales. Ofrecemos además una política de privilegio al gran capital y de venta de patrimonio (bancos, cadenas comerciales, cerveceras, acereras, todo tipo de empresas y ahora, además, las playas). No somos buenos exportadores, estamos vendiendo la casa.
Carstens es el representante de los intereses del capital financiero y al hablar ante los banqueros más bien parece advertirles del riesgo en que incurren ellos mismos que preocuparse por los daños que la especulación causa al resto de los mexicanos en términos de bajo crecimiento, baja rentabilidad de la producción, quiebra de empresas, desempleo e incluso pérdida de cohesión social y violencia.
En estos momentos la aprobación de la venta de La Modelo en los Estados Unidos y la apertura a la venta de las playas mexicanas son muestra de nuestra disposición de atraer más dólares sin considerar el daño que causan al país. Cada medida que alienta la entrada de capitales inicia una nueva pequeña avalancha que encarece al peso y nos resta rentabilidad en la producción, ahuyenta la inversión productiva, destruye el empleo y nos hace creer que la única fuente de inversión posible son las empresas globalizadas.
La política japonesa de creación monetaria y su exportación de capitales ha logrado devaluar su moneda en un 25 por ciento en los últimos meses. Eso los hace más competitivos; todos se interesan en devaluar. Nosotros presumimos la autodestrucción que nos genera la ahora llamada moneda más fuerte del mundo.
Carstens dijo que podrían presentarse condiciones riesgosas que no deben subestimarse pero si monitorear. Su declaración me recuerda el famoso “¿Y yo porque?”. Resulta que ante una situación que daña profundamente al aparato productivo está dispuesto a “monitorear”.
Desde la Secretaría de Hacienda se nos dice que “la competencia es la mejor herramienta para lograr más eficacia y eficiencia, y para que se generen incentivos de mejora continua en beneficio de todos los usuarios del sistema financiero”. Es el típico lenguaje neoliberal de hace 20 años, ahora tan desprestigiado. Se trata de no regular y dejar que el capital financiero siga su fiesta mientras el país se hunde.
La reforma financiera debiera ser una oportunidad para darle fuerza al estado para el control de flujos de capital. Si no lo hemos hecho de manera preventiva lo más probable es que lo tengamos que hacer al momento de la reversión anunciada.
Faljoritmo
Jorge Faljo
Las últimas declaraciones de Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, parecen una elegante muestra de cinismo. Ante la 76 Convención Nacional Bancaria advirtió nuevamente de la inestabilidad que podría desatarse en el momento en que terminen las políticas monetarias laxas en el mundo desarrollado. Señaló que las tasas de interés cercanas a cero por ciento que existen en los países industrializados no pueden ser permanentes y que eventualmente subirán a niveles normales, lo que propiciaría una reversión de los capitales al mundo desarrollado.
Lo que dice no es novedoso. Por lo menos desde el 2010 el Fondo Monetario Internacional viene advirtiendo sobre la volatilidad de los flujos de capital que los países centrales, como los Estados Unidos, Japón y Europa están generando para combatir sus crisis. Crear dinero, lo que ahora llaman “quantitative easing” ha sido una manera de generar crédito, bajar sus tasas de interés a casi cero, facilitar el pago de las deudas de los acreedores (privados y gubernamentales) y, de paso, devaluar sus monedas.
El hecho es que la creación monetaria de estas potencias impacta fuertemente a las periferias. Lo han hecho notar y lo han criticado fuertemente algunos gobiernos. Dilma Roussef, la presidenta de Brasil lo denunció en el más alto foro posible, la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Se ha provocado una emigración de capitales centrales abundantes (en dólares, yenes o euros) hacia las periferias. En la práctica es una especie de préstamo no solicitado, incluso forzado por la exigencia de libertad de flujos de capital. Entran a un país periférico para invertir a mayores tasas de interés de las que su país ofrece, comprar empresas o propiedad inmobiliaria. El bajo interés que pagan en dólares, euros o yenes les facilita mucho, entre otras cosas, la compra de propiedades periféricas.
Lo riesgoso de tal situación es que estos capitales son de manera predominante muy volátiles. Dado que no invierten en la producción, sino en valores de alta liquidez, un cambio en las condiciones internacionales podría llevarlos a oprimir el teclazo que los reconvertiría de pesos a dólares. También podrían reaccionar así ante una percepción de inestabilidad interna o de amenaza a sus intereses. Su alta presencia en cualquier país lo convierte en rehén de sus intereses ya que amenazan con salirse si se les toca con el pétalo de una rosa. Por ejemplo si se pretende que las ganancias en la bolsa de valores paguen impuestos.
Pero sin duda lo peor es que esas entradas de capital abaratan el dólar dentro del país receptor y convierte al país periférico, como México, en un mayor consumidor de productos importados a costa de la quiebra de sus propias empresas y de la pérdida de empleos.
El FMI no se ha limitado a advertir sobre el riesgo que implica la entrada de capitales volátiles sino que sugiere evitarlos apelando incluso a medidas de control del flujo de capitales. Esos controles que pueden ser preventivos como los que se han puesto en práctica en numerosos países (Brasil, Chile, Tailandia por ejemplo). Pueden en otros casos regular la brusca salida de capitales, como los que se vieron obligados a instrumentar Argentina y Chipre.
La originalidad de Carstens es que describe un alto riesgo… y el como Gobernador de Banco de México no hace nada. La política de esta Institución es mantener un alto diferencial entre la tasa de interés que se paga aquí y la que prevalece en los países centrales. Ofrecemos además una política de privilegio al gran capital y de venta de patrimonio (bancos, cadenas comerciales, cerveceras, acereras, todo tipo de empresas y ahora, además, las playas). No somos buenos exportadores, estamos vendiendo la casa.
Carstens es el representante de los intereses del capital financiero y al hablar ante los banqueros más bien parece advertirles del riesgo en que incurren ellos mismos que preocuparse por los daños que la especulación causa al resto de los mexicanos en términos de bajo crecimiento, baja rentabilidad de la producción, quiebra de empresas, desempleo e incluso pérdida de cohesión social y violencia.
En estos momentos la aprobación de la venta de La Modelo en los Estados Unidos y la apertura a la venta de las playas mexicanas son muestra de nuestra disposición de atraer más dólares sin considerar el daño que causan al país. Cada medida que alienta la entrada de capitales inicia una nueva pequeña avalancha que encarece al peso y nos resta rentabilidad en la producción, ahuyenta la inversión productiva, destruye el empleo y nos hace creer que la única fuente de inversión posible son las empresas globalizadas.
La política japonesa de creación monetaria y su exportación de capitales ha logrado devaluar su moneda en un 25 por ciento en los últimos meses. Eso los hace más competitivos; todos se interesan en devaluar. Nosotros presumimos la autodestrucción que nos genera la ahora llamada moneda más fuerte del mundo.
Carstens dijo que podrían presentarse condiciones riesgosas que no deben subestimarse pero si monitorear. Su declaración me recuerda el famoso “¿Y yo porque?”. Resulta que ante una situación que daña profundamente al aparato productivo está dispuesto a “monitorear”.
Desde la Secretaría de Hacienda se nos dice que “la competencia es la mejor herramienta para lograr más eficacia y eficiencia, y para que se generen incentivos de mejora continua en beneficio de todos los usuarios del sistema financiero”. Es el típico lenguaje neoliberal de hace 20 años, ahora tan desprestigiado. Se trata de no regular y dejar que el capital financiero siga su fiesta mientras el país se hunde.
La reforma financiera debiera ser una oportunidad para darle fuerza al estado para el control de flujos de capital. Si no lo hemos hecho de manera preventiva lo más probable es que lo tengamos que hacer al momento de la reversión anunciada.
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