martes, 25 de febrero de 2014

TLC: el cuarto invitado

Faljoritmo

Jorge Faljo

La cumbre de Toluca entre los Presidentes de México, Peña Nieto y de Estados Unidos, Barack Obama y el Primer Ministro Harper, de Canadá, era obligada. No podían dejar pasar inadvertido el 20 aniversario del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, sobre todo por el creciente cuestionamiento que se le hace en los tres países.

Al mismo tiempo tenían muy poco que decirse o espacios para avanzar. Incluso Obama aprovechó para hacer declaraciones internacionales sobre Ucrania y Venezuela diluyendo o dejando en segundo lugar en las noticias lo relativo al evento mismo.

Los tres confirmaron sus compromisos genéricos con el libre comercio bajo el supuesto dudoso de que elevaría la competitividad de la región y el siguiente supuesto, ya no creíble, de que más de lo mismo habrá de beneficiar a la población. Pero en concreto, muy poco y secundario. Así que fue una cumbre de fotos y no de contenido substancial.

Los “grandes asuntos” del encuentro fueron la petición de México a Canadá de que elimine el requerimiento de visas a nuestros connacionales; el compromiso norteamericano de facilitar el pase de mercancías y personas, lo que bien pudiera entenderse como ensanchar los puentes y poner más personal migratorio; el planteamiento canadiense de la necesidad de reducir su déficit comercial de 20 mil millones de dólares –mmd-, con México; la declaración de Obama de su alta prioridad al tema migratorio y la gran declinación de la mariposa Monarca, símbolo del tratado. El tema principal entre Canadá y Estados Unidos es el interés del primero de construir un oleoducto que lleve su petróleo a las refinerías de Texas y tenga salida al Golfo de México. Todo quedó en intenciones, sin compromisos firmes.

Hace veinte años México se fue con la finta; creyó que con el TLC establecía una relación comercial de clara preferencia mutua; un real acercamiento y desarrollo equilibrado de las tres economías. Pero los Estados Unidos empezaron a firmar tratados con muchos otros países; y México siguió la misma ruta. Peor aún. Incluso sin necesidad de tratados los tres países se integran de manera preferente a un cuarto país.

Hoy en día los tres países tienen fuertes déficits comerciales con China; el de México ronda los 50 mil millones de dólares –mmd-, el de Canadá es de 23 mmd y el de los Estados Unidos los 318 mmd (datos de 2013). Lo peor es que los tres países importan del nuevo coloso oriental productos manufacturados con alto contenido de mano de obra y le exportan productos con muy bajo procesamiento. Lo cual crea empleo en China y desempleo de este lado del océano Pacífico.
China salió de la pobreza y se ha convertido en potencia industrial prestando dinero a los ricos. Usó los dólares que conseguía al exportar para prestarlos a su gran cliente, los Estados Unidos. Al aumentar sus exportaciones conseguía más dólares y prestaba más. De ese modo creó una espiral positiva exportadora, con alto nivel de empleo interno y mejora substancial de sus niveles de vida. Dado que sacaba los dólares de su mercado interno su población no se convirtió en consumidora de importaciones sino que mejoraba su consumo comprando productos chinos. De este modo dio un doble hitazo, potencia exportadora con un poderoso mercado interno. Y es que en realidad no se puede de otro modo; eso es lo que no hemos aprendido nosotros.

Sin embargo el resultado práctico es que los tres países del TLC mantienen una relación desequilibrada con China que les vende mucho y les compra poco. Esto debilita la relación interna y se convierte en un creciente obstáculo al desarrollo de los tres. De hecho en los tres casos ha sido un factor de destrucción de su aparato productivo industrial, de desempleo y de empobrecimiento. En México se destruyó la mayor parte de la producción manufacturera creada entre 1940 y 1980; en Estados Unidos sus ciudades industriales históricas, como Detroit, agonizan.

Fieles a sus dogmas los ideólogos neoliberales y las grandes empresas globalizadas se plantean un nuevo horizonte de libre comercio en la cuenca del Pacífico que incluiría, además de los países del TLC, a Australia, Brunei, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Sería otra vez un acuerdo que beneficiaría a los grandes de cada país y un paso más en la destrucción de la pequeña y mediana producción.

El TLC llegó para quedarse pero se encuentra crecientemente cuestionado. Tal vez ello abre la oportunidad para darle un nuevo sentido; plantear su reforzamiento en lo que debiera haber sido su dirección original.

Habría que replantearlo como un espacio comercial de decidida y efectiva preferencia mutua que se oriente a eliminar los déficits de los tres países con China. No estoy diciendo que no se comercie con China, solo que se exija y se instrumente desde adentro un intercambio equilibrado del TLC con esa potencia. Este primer paso se traduciría en una notable revitalización de los aparatos productivos de los tres países; de la creación de empleo manufacturero y de mejora de los niveles de vida por la única vía sustentable, el trabajo.

Para dar este primer paso el liderazgo de México y su presidente puede ser decisivo; encontraría fuertes aliados no solo dentro de nuestro país sino en los mismos Estados Unidos y Canadá. Se enmarcaría en el reforzamiento y no en el ataque al TLC e implicaría la definición de una política de comercio exterior compartida.

Un posible segundo paso podría darse en un nuevo contexto de generación de empleo en los tres países y sería el avanzar hacia un espacio de libre flujo laboral. No se trata de una pequeña y tímida petición de visas, sino de la propuesta ambiciosa de que así como se propuso integrar los mercados de bienes y servicios, el energético y el financiero, se integre ahora el laboral. Como en Europa. Esto hay que plantearlo como una clara ambición de México para el mediano plazo que fije la verdadera meta y no la negociación cuentachiles.

El TLC debe ser reforzado en la dirección correcta.

domingo, 16 de febrero de 2014

La insurrección “verde limón”

Faljoritmo

Jorge Faljo

Me llamó la atención la declaración del coordinador y vocero de las autodefensas de Michoacán, Estanislao Beltrán, en el sentido de que se decidió a formar ese grupo armado cuando un grupo criminal se apoderó de las empacadoras de limón. Estanislao es un ejidatario y el hecho de haber sido comisario ejidal señala sus capacidades de líder. Tiene tierras sembradas de limón que ya no podía cosechar y vender. Las empacadoras solo procesaban una parte de la producción con objeto de encarecer el precio en el mercado; lo cual lograron y todos los demás sufrimos las consecuencias. Es entonces cuando arrinconado se decidió, con otros, a lanzarse a la insurrección.

Uso una palabra extraña, “insurrección”, y no faltará quien me diga que no está bien empleada. Pero la uso adrede porque creo que Estanislao organizó un levantamiento armado contra el gobierno; no contra el formal, por el que votaron los ciudadanos, sino contra el de facto, el que realmente pasó a gobernar la zona y a controlar la producción regional.

Cuando se revisan los antecedentes de este levantamiento se da uno cuenta de que desde meses atrás se registraban incidentes en torno a la producción de limón. No se permitía levantar la cosecha de muchos productores, se asesinaron piscadores del fruto, se incendiaron empacadoras de limón competidoras y finalmente se concentraron los mecanismos de procesamiento y comercialización bajo el control monopólico de un grupo.

No se trata tan solo de la producción de limón sino que lo mismo se da en torno del aguacate, la papaya, toronja, lima y otras frutas, de los aserraderos y de todo tipo de producción y comercio. Lo que tenemos es claramente un conflicto por los recursos productivos y el control de la comercialización en la llamada tierra caliente de Michoacán.

El gobierno se vio obligado a tomar una decisión muy difícil al aliarse a las autodefensas. Durante décadas la política pública se orientó a ignorar y desintegrar las organizaciones sociales de base. Se desmanteló todo el gran aparato institucional con el que instrumentaba una alianza efectiva con los pequeños productores agropecuarios. Se destruyó, minimizó o privatizaron: CONASUPO, BORUCONSA, INMECAFE, FERTIMEX, TABAMEX, BANRURAL, los servicios de extensionismo, ANDSA y otros organismos públicos.

Con ello el estado le dio la espalda al campo y las organizaciones campesinas, rurales y sociales en general se debilitaron en extremo. Hoy en día un ejido, una organización central en la historia del país y en su conjunto poseedores de gran parte de la superficie nacional, no tiene personalidad jurídica ni para abrir una cuenta bancaria o solicitar información de programas públicos.

Dicen que en política no hay espacios vacíos; tan pronto alguien deja un lugar otro lo habrá de substituir. Lo mismo puede aplicarse a los negocios; si una empresa tropieza y deja de abastecer el mercado otra la reemplazará de inmediato.

También es aplicable a la organización económica, social y política; aquella que puede ordenar la producción, el comercio e imponer reglas de comportamiento en un territorio determinado. De hecho aquí nos acercamos a lo que es la definición de un Estado (con mayúsculas) como entidad política que domina un territorio y es capaz de imponer sus reglas en ese espacio.

Michoacán nos muestra un territorio que el Estado abandonó y este vacío fue ocupado por una organización alternativa que gobernaba de facto. Su estrategia era violenta, de beneficio para unos cuantos y en detrimento de la destrucción de la pequeña producción y el empleo. Pero logró imponerse sobre el conjunto de la población e incluso infiltrar las estructuras del gobierno legal substituyéndolo en la práctica. Es curioso pero cuando lo escribo de esta manera me doy cuenta de que es inevitable pensar en cierto paralelismo entre el comportamiento neoliberal del estado formal y el que se impuso en ese estado.

El hecho es que el levantamiento armado contra el gobierno criminal ha obligado a reaccionar, así sea de manera limitada, al gobierno legal para reestablecer su presencia en alianza con la organización de productores. Se ha entablado un dialogo entre unos y otros en el que las autodefensas reclaman gobierno real y piden, por ejemplo, más infraestructura educativa, canales de riego, empacadoras de limón, de mango, oportunidades de empleo.

Lo ocurrido en Michoacán debe ser reflexionado profundamente para definir una estrategia de recuperación del territorio, de la presencia del estado y de la organización social. No hablo de armas, crimen ni de combatir la violencia con violencia, sino de lo contrario. De presencia social organizada en torno de la producción y el empleo con una fuerte presencia y alianza con el estado protegiendo e impulsando las partes sanas de la sociedad, de la producción y del empleo en aquellos espacios que abandonó en detrimento de todos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Voto de desconfianza

Faljoritmo

Jorge Faljo

El índice de Confianza del Consumidor se ubicó en enero de 2014 un 15.5 por ciento por abajo del nivel que tenía un año antes. Es un indicador oficial, generado por el INEGI, que presenta una caída persistente desde enero del 2013, al inicio de la actual administración. Además la baja se agudiza a partir de noviembre del año pasado y llega a su peor momento en enero de este año cuando en un solo mes se reduce en un 6.2 por ciento.

Lo llaman de confianza del consumidor porque de las cinco variables que lo integran la de mayor interés práctico son los planes de compra en los hogares. Concretamente se pregunta sobre las posibilidades actuales, comparadas con las de hace un año, de hacer compras de bienes duraderos (muebles, televisores, lavadoras y electrodomésticos). En este punto la baja es del 19.0 por ciento respecto a enero del 2013. Lo cual pone los pelos de punta al comercio.

El dato se confirma en otras fuentes. Waltmart reporta una caída de 3.8 por ciento en sus ventas en tiendas comparables, a pesar de que ha crecido su tajada del mercado. Es decir que a otros comercios les va peor.

Desde el sector empresarial distintas voces destacan la necesidad de reactivar el mercado interno. Todo un contrasentido porque mientras al comercio en su conjunto le interesa que los consumidores compren a cada empresa en particular le interesa pagar menos a sus empleados, despedir a otros y disminuir prestaciones y seguridad en el empleo. Aquí el enfrentamiento entre el interés general y el particular de los empresarios solo podría ser resuelto mediante la rectoría y liderazgo del gobierno para elevar los salarios de manera generalizada.

En mi opinión las variables más relevantes del Índice son las dos que muestran las peores caídas. Una es cómo se compara la situación económica del país hoy en día con la de hace doce meses; aquí la baja es de 20.3 por ciento. Otra es cómo se piensa que será la situación económica del país dentro de 12 meses, respecto a la situación actual; con una reducción de 19.3 por ciento.

Los resultados del Índice rebasan una mera percepción de consumidores para confrontarnos con lo que en el fondo es la tajante descalificación ciudadana del rumbo económico del país. Situación que creo que es entendida por nuestras elites que prontamente nos plantean soluciones (más de lo mismo), o nos piden paciencia (hasta que lleguen los supuestos efectos positivos de las reformas). Es decir que no saben qué hacer.

Salta al ruedo la subsecretaria de normatividad y competitividad de la Secretaría de Economía, Rocío Ruiz, para decir que el consumidor es errático, poco confiable. Lo importante, para ella, es que la inversión extranjera directa tendrá sus mejores años impulsada por las reformas estructurales. Es la misma señora que presume que la venta de la cervecería modelo y otras empresas superó la suma de 30 mil millones de dólares. Con ello alcanzó en un año el objetivo de todo un sexenio, y va por más. Pero, ¿acaso la venta del país crea empleos?

Otros se entusiasman con la actualización y ampliación del TLC por la vía del acuerdo transpacífico. Pero esos son acuerdos de elites en las que las grandes compañías de todos los países (aquí transnacionales y maquiladoras) se benefician a costa de la destrucción de las pequeñas y medianas empresas. Por ahí tampoco avanzará la creación de empleos y la recuperación de la dignidad laboral con ingresos adecuados y seguridad en el futuro.

A propósito de seguridad futura, resulta que los ahorros de los trabajadores en el Sistema de Ahorro para el Retiro tuvieron una caída “debido a la volatilidad de los mercados financieros”. Pocas cosas parecen más perversas que meter el ahorro de los trabajadores a la especulación financiera para el doble beneficio de los tiburones de las finanzas. Doble porque en lugar de que se empleen en desarrollo económico y social, y cuenten con la garantía del estado, el gobierno debe financiarse a altas tasas de interés. Pierden los trabajadores y el gobierno; ganan los intermediarios financieros.

Este pastel tiene dos cerezas. Por una parte la muy baja creación de empleo, en particular en el medio juvenil. Nuestros millones de “ninis” tienen cada vez menos posibilidades de empleo. En 2013, según el INEGI, se integraron al empleo formal 56.6 por ciento menos jóvenes que en el 2012.

La segunda cereza, tal vez ligada a la anterior, es que de acuerdo a un sondeo realizado por Banxico la inseguridad y situaciones como la de Michoacán han ascendido al primer lugar como factor limitante del desarrollo del país.

Aunque habría que preguntarse qué es primero, la gallina o el huevo. La inseguridad no se acabará sin empleo digno para todos. Y eso requiere un cambio fundamental de estrategia. Dejemos de competir con los que nos llevan enorme ventaja y de vender la casa para irla malpasando. Lo que hay que hacer es poner a producir a plena capacidad todos nuestros recursos y potencialidades; bastaría para ello darle plena prioridad a lo nuestro sobre lo extranjero.

Nuestras elites deben entender que el mensaje de desconfianza ciudadana va muy en serio y que son ellos los que tienen que cambiar.

martes, 4 de febrero de 2014

Recuperación y salarios en los Estados Unidos y México

Faljoritmo 02/02/14

Jorge Faljo

La economía norteamericana se encuentra en una notable recuperación. En el cuarto cuatrimestre del 2013 creció al 3.2 por ciento anualizado. Es decir que inicia el 2014 con un paso firme.

Esta recuperación de su dinamismo se explica sobre todo por la política monetaria flexible de la Reserva Federal, su banco central, que creó muy fuertes cantidades de dinero que utilizó para comprar deuda pública que se encontraba en manos de particulares. De este modo generó una abundancia de recursos financieros que abarató las tasas de interés a niveles cercanos a cero y en la práctica negativos; es decir, por debajo de la inflación. Esa política facilitó el pago de deudas por parte de la población y también evitó el ahorcamiento de las finanzas públicas.

La abundancia de dinero benefició sobre todo a los grandes capitales; se elevó el precio del oro y de las acciones en la bolsa de valores. Pero es innegable que la baja de las tasas de interés también benefició a los consumidores, sobre todo a los endeudados, y que parte de este dinero se filtró hacia el consumo. Otra parte salió de los Estados Unidos hacia los países emergentes donde sirvieron para comprar acciones y empresas, y prestarle a los gobiernos y al sector privado. Esto hizo que hubiera abundancia de dólares en los países periféricos –como México- y que hicieran mayores compras de productos norteamericanos.

Estados Unidos recupera el dinamismo de su economía; pero no marcha parejo. No es una recuperación creadora de empleos y el presidente Obama advierte la creciente disparidad de ingresos dentro de su país. De hecho en los últimos treinta años los salarios han perdido capacidad de compra; lo las familias han compensado mediante la entrada de las mujeres y adolescentes al mercado laboral. A pesar de trabajar más muchas familias se han empobrecido y otros muchos no encuentran empleo.

De hecho la crisis ha sido el pretexto para reducir salarios, disminuir la calidad laboral y lanzar una oleada legislativa que en los espacios estatales y municipales ha reducido los derechos de los trabajadores, limitado su capacidad para organizarse e incluso ha llegado a prohibir la negociación colectiva de condiciones laborales y salarios.

La caída de salarios ha llegado al punto de que el salario mínimo se ubica por abajo del nivel de pobreza y buena parte de los trabajadores con un empleo formal reciben ayuda pública nutricional y de otros tipos. Cuarenta siete millones de norteamericanos en 18 millones de hogares, reciben subsidio a su alimentación. Puede verse como un subsidio a los empleadores dado que el gobierno tiene que cubrir el déficit salarial para que las familias puedan comer, transportarse, atender una enfermedad. Frente a ello numerosas ciudades y algunos estados están creando sus propios “salarios de vida” obligatorios.

Estados Unidos se encuentra enfrascado en una ruda disputa ideológica que frena casi toda posibilidad de beneficiar a la mayoría. Ahora el presidente Obama ha declarado que si no puede llegar a acuerdos con el congreso va a actuar mediante acciones y órdenes ejecutivas.

Ha ordenado que los contratistas del gobierno federal, básicamente proveedores de servicios de limpieza, alimentación, seguridad, jardinería y otros, paguen un mínimo de 10.10 dólares la hora a sus trabajadores. Es un incremento importante dado que el actual salario mínimo es de 7.25 dólares la hora. Sin embargo de los dos millones de empleados de empresas contratistas beneficia solo a unos 200 mil que ganan menos que esa cantidad. Por otra parte la medida se aplica solo a nuevos contratistas y cuando se modifiquen contratos vigentes. No es claro si se podrá aplicar a situaciones ya previstas de renovación automática de contratos.

Al mismo tiempo ha enviado una propuesta de ley al congreso para elevar el salario mínimo nacional a esos mismos 10.10 dólares la hora en un plazo de tres años y para indexarlo a la inflación.

Un asunto de fondo es si los salarios deben ser dejados en manos del libre mercado laboral o si la negociación debe ser de tipo político.

Recordemos que los grandes avances en tecnología y productividad están haciendo que se despida a mucha gente y se creen pocos empleos. Sobran trabajadores e incluso empresas con enormes ganancias han decidido pagar a sus trabajadores menos de lo necesario para que sus familias sobrevivan. Así es el mercado.

El presidente Obama reactiva la posición de que debe imperar una decisión política que atienda al interés social. La manera de instrumentarla es muy gradual y básicamente recurre al ejemplo y a crear conciencia social. Pero enfrenta enormes intereses que han implantado fuertemente la ideología darwiniana (la supervivencia del más apto) en la población norteamericana.

Visto desde la óptica mexicana nos encontramos ante una severa disyuntiva. La recuperación de la economía norteamericana se traduce ya en una disminución de la inyección de dinero y en una menor abundancia de liquidez. Eso puede elevar las tasas de interés en los Estados Unidos y disminuir la salida de capitales hacia nuestro país. Aquí ya se nos anuncia volatilidad; una posible apreciación del dólar que al elevar los precios de las importaciones generaría inflación.

Las maneras tradicionales de enfrentar un contexto de este tipo son dos. Elevar la tasa de interés interna para retener capitales especulativos; lo cual le pega a los inversionistas productivos y a los consumidores. Y castigar a los salarios para que sea una vez más la población la que pague la bonanza de los muy ricos.

En el lado positivo la recuperación norteamericana abre la expectativa de que las grandes transnacionales ubicadas en México incrementen sus exportaciones. Lo que no elevará el empleo. Por el lado negativo elevar intereses y castigar salarios disminuiría la demanda, generaría quiebras y pérdidas de empleo. Lo que necesitamos es una política contra cíclica que fortalezca la demanda interna.

Deberíamos seguir el ejemplo de Obama y asumir la real recuperación de los salarios en México como una prioridad social y política. Para evadir el embrollo de que suba todo lo indexado al salario mínimo habría que crear una alternativa: un salario de “vida digna”, obligatorio, que en la práctica eleve el salario mínimo un 12 por ciento real al año, cuando menos. Si lo elevamos a ese ritmo en algo más de una década los trabajadores recuperarían el nivel de ingreso que tenían hace 35 años (así de bajo hemos caído).

Un plan de este tipo es políticamente viable para un gobierno que parece poderlo todo.

Davos. Riesgos globales del 2014


Faljoritmo 26/01/14

Jorge Faljo

De nueva cuenta se han reunido en Davos las elites del planeta con motivo del Foro Económico Mundial. El lugar es un pueblito suizo donde se puede ofrecer buena seguridad para un par de miles de figuras prominentes de la política, la economía y los negocios.

Aunque los costos de asistir son muy altos el foro es una oportunidad para establecer contactos, ponerse de acuerdo, planear negocios. Así que cada asistente programa su propio maratón de encuentros y diálogos.

A los participantes se les propone previamente un documento de reflexión que se constituye en guía del encuentro. El escrito se llama Riesgos Globales 2014 y este año se preparó a partir de una encuesta a 700 figuras destacadas que señalaron los riesgos que más les preocupan. Para considerarse un riesgo global un evento tendría que impactar a varios países y sectores productivos durante varios años, tendría un efecto sistémico o de contagio y sería difícil recuperarse de su impacto.

Los riesgos abordados son de todo tipo: economía, ecología, sociedad y demografía, política, salud y alimentación, y tecnología. Se definió un total de 31 riesgos que cubren aspectos diversos. Por ejemplo problemas relacionados con el cambio climático y el agua, el desarrollo de enfermedades contagiosas resistentes a los antibióticos, o la creciente inseguridad y desconfianza del internet.

Señalar los riesgos planetarios y sus interconexiones, la probabilidad de que ocurran y sus posibles impactos es algo valioso. Para empezar presiona a políticos y líderes acostumbrados a “dorar la píldora” y fingir que todo marcha bien y que no habrá problemas. Darse cuenta del riesgo es mejor que construir fantasías de futuros promisorios que, cuando fallan, nos toman desprevenidos y sin saber qué hacer.

Davos es, en esta perspectiva, un foro que llama a hacer lo necesario para cambiar el rumbo o, por lo menos, prepararnos para el mal probable. Lo que no quiere decir que todos vayan con la misma actitud; hay quienes van a decir que todo marcha bien en casa y atraer capitales.

Los principales riesgos identificados por los líderes planetarios fueron económicos y se encuentran claramente relacionados entre sí. Como riesgo número uno se identificó la posibilidad de otras crisis fiscales en economías importantes; el número dos fue el desempleo y el subempleo; el cuarto fue la severa disparidad del ingreso y el décimo una profunda inestabilidad política y social. Dentro de este último un factor central es la no integración de la juventud a la economía, incluso aquella muy capacitada a un alto costo. Todos estos riesgos, recordemos la definición, con posibilidades de contagio internacional, impactos prolongados y difícil recuperación.

El documento define así un conjunto de inquietudes que, en mi opinión, muestran la desconfianza creciente en la actual estrategia económica mundial y en sus capacidades para resolver los problemas que ha contribuido a crear.

La posibilidad de crisis fiscales en economías clave se refiere al alto nivel de endeudamiento público. El gobierno norteamericano adeuda más del 100 por ciento del producto interno bruto del país; es decir más de lo que producen todas las empresas y trabajadores del país en un año. El gobierno japonés adeuda el 230 por ciento de su PIB. Lo cual crea el riesgo de que los inversionistas que les han prestado a estos y otros gobiernos eleven los intereses para el refinanciamiento recurrente de esas deudas y eso mismo dificulte la posibilidad de pagar.

Si una de estas economías no pagara sus deudas, lo que estuvo cercano a ocurrir en los Estados Unidos, los acreedores (bancos y fondos de inversión) entrarían también en insolvencia para pagar a sus inversionistas y ahorradores (como ocurrió en Chipre, Grecia, Islandia y otros). Este problema financiero impactaría, como ya lo ha hecho, a la economía real.

La situación no es sencilla porque el segundo riesgo señalado es el desempleo y enfrentarlo requiere un aparato productivo fuerte y dinámico. Y para ello es necesario un estado que convierte los préstamos de ricos en demanda de bienes y servicios. Cuando el gobierno, para controlar su endeudamiento, se aprieta el cinturón, incrementa impuestos a los consumidores o reduce sus servicios, disminuye su demanda y la población. Entonces las empresas quiebran u operan por debajo de sus capacidades instaladas, se genera desempleo y se presiona a la baja los salarios. Hay, lo hemos visto, empobrecimiento generalizado.

El tercer riesgo económico es la severa disparidad del ingreso y creo que aquí se encuentra el factor que explica a los dos anteriores. Las grandes empresas y capitales no generan la demanda necesaria para vender lo que producen; crean poco empleo y pagan poco. Eso permite que acumulen riquezas gigantescas en pocas manos al mismo tiempo que deterioran la economía.

Porque los muy ricos no son buenos consumidores, ya tienen demasiados bienes y usan su dinero sobre todo para prestar. Es el gobierno el que convierte su riqueza improductiva en el consumo que impulsa la producción y el empleo.

El documento señala, sin desearlo, la creciente debilidad de toda la estrategia económica mundial. Y la única solución viable es incrementar el papel del estado y su gasto. Pero lo debe hacer sin endeudarse y sin dañar el consumo mayoritario. Lo cual sólo es posible gravando la riqueza usurera y convertirla directamente en demanda mayoritaria. Esto solucionaría los riesgos mencionados más el de inestabilidad social.