domingo, 27 de marzo de 2022

Ucrania; todos obligados a ceder

 Jorge Faljo

En la preocupante tendencia de incremento de las tensiones en la guerra que devasta a Ucrania y amenaza al mundo entero, por fin aparece una noticia positiva. Rusia ha declarado que sus objetivos iniciales han sido completados y da por terminada la primera fase de su operación militar. De ahora en adelante se enfocará en lo que llama la liberación de las repúblicas separatistas de Donetsk y Luhanks.

Ante una disyuntiva terrible; aceptar un alto número de bajas de sus soldados, o incrementar los bombardeos para “ablandar” (un feo término de guerra) la resistencia del resto del país, tomó una tercera opción, reducir la magnitud del conflicto.

Ojalá y esto aleje al mundo de una escalada en la que incluso un malentendido cultural o de interpretación podía ser una peligrosa chispa que podría encender el infierno de una guerra nuclear.

El 26 de febrero, dos días después de iniciada la invasión de Ucrania el presidente norteamericano Biden declaró que tenía dos opciones, iniciar la tercera guerra mundial contra Rusia o, segundo, asegurarse de que el invasor pagara un alto precio por sus acciones. En la perspectiva mediática de occidente se trató simplemente del uso banal del fantasma de una guerra de enorme magnitud para justificar la aplicación de sanciones. No había que darle mayor atención.

Pero esto al parecer no fue visto de la misma manera por Rusia. Para ellos era el presidente norteamericano, el jefe de estado de la mayor potencia nuclear del planeta sopesando dos posibles opciones. Minutos después, ya con fecha 27 de febrero, dadas las diferencias de horario, el presidente Putin, declaraba en estado de alerta las capacidades nucleares rusas. Los medios occidentales consideraron que la medida era un no provocado incremento de la tensión bélica. Más bien parece que se trató de un peligroso malentendido cultural.

De ahí en adelante la situación no hizo sino empeorar. El 14 de marzo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que un conflicto nuclear, anteriormente impensable, era ahora posible. El 23 de marzo en la cumbre de la OTAN el secretario general de esa alianza militar, Jens Stoltenberg, declaró que Rusia debe suspender sus tambores de guerra nuclear y entender que no debe haber guerra nuclear y que no podría ganarla.

Esa reunión cumbre, a la que asistió el presidente Biden y los líderes de cerca de 30 países tuvo como asuntos centrales advertir a Rusia en contra del uso de armas nucleares y como responder en caso de que lo hiciera y, segundo, elevar el nivel de sanciones impuestas en su contra. Parte de la agenda a discutir era si la emanación de un arma química, o la radiación de una bomba nuclear, llegara a territorio de un país de la OTAN, esto debería considerarse agresión y dar pie a una contramedida militar, además de las muchas sanciones en marcha.

El caso es que un día después de terminada esa cumbre Rusia decide enviar un mensaje de apaciguamiento. Dice el refrán que a enemigo que huye puente de plata. Esta debería ser la oportunidad para calmar los ánimos lo suficiente para abrir espacio a una real negociación entre occidente y Rusia. Se trata de llegar a un acuerdo entre la alianza militar occidental encabezada por los Estados Unidos, Rusia y por supuesto Ucrania.

Un acuerdo en el que nadie quedará contento porque no tendrá todo lo que quiere. Estados Unidos tendrá que dejar que Ucrania sea un país neutral y desmilitarizado. Este es en realidad un bajo precio a pagar, se trata simplemente de dejar de acosar al oso feroz para propiciar un cambio de régimen.

Rusia tendrá que dejar que Ucrania se convierta en una democracia tipo occidental a cambio de la seguridad de que no se convertirá en espacio de experimentación de posibles armas biológicas, como se ha descubierto recientemente, o de bases militares amenazantes. Esto es lo que algunos llaman el modelo Finlandia en el que un país comprometido con la neutralidad ha sido sumamente exitoso en construir una democracia prospera.

Ucrania tendrá que renunciar a las partes de su territorio que ya había perdido desde antes del inicio de la guerra. Recuperar Crimea y las zonas que son rebeldes desde el golpe de estado de 2014 es imposible. A cambio debe contar con un acuerdo internacional que establezca los compromisos necesarios entre la alianza occidental y Rusia.

Seamos optimistas, pensemos que el acuerdo es posible y que entonces se podrá abordar el siguiente problema de enorme gravedad.

En el contexto de la cumbre de la OTAN el presidente francés Emmanuel Macron, advirtió sobre una crisis alimentaria sin precedentes y destacó la dificultad para abastecer de trigo y cereales como Egipto y varios otros del norte de África y el cercano y medio oriente. Centro su discurso más en insistir en que la culpa es de Rusia que en plantear una verdadera solución.

El presidente francés pidió que Rusia permita sembrar los millones de hectáreas que Ucrania dedica a la producción de cereales en el próximo ciclo otoño – invierno, de otra manera la situación que ya es mala debido a las alzas de precios empeoraría aún más en un plazo de 12 a 18 meses. Planteo también elevar en lo posible la producción europea para paliar, mitigar, sus palabras, la crisis que ya está en marcha.

No basta lo planteado por el presidente francés y la petición de las agencias internacionales de que los países no hagan acopio de emergencia de cereales, aceites comestibles y otros alimentos impidiendo su libre exportación. Ante la amenaza de crisis esto se convertirá en un “sálvese quien pueda”.

La verdadera solución es un acuerdo de paz que incluya la restitución del mecanismo de pagos internacionales, que no castigue el comercio con Rusia, que incida en bajar los precios de los energéticos y, en consecuencia, de los fertilizantes. De otro modo la alianza occidental derramará lágrimas de cocodrilo y le echará la culpa a Rusia mientras el mundo es azotado por la hambruna.

Mientras tanto en México debemos seguir la máxima de esperar lo mejor y prepararnos para lo peor. Hay que ser optimistas, pero urge replantear la estrategia de producción rural en dialogo con los productores, desde los más modernos del norte hasta los campesinos del sur para diseñar estrategias de promoción apropiadas a cada tipo de productor y a sus condiciones socioeconómicas.

Una de las dificultades principales es que eso del dialogo no se nos da; ni al interior con las organizaciones de productores, ni al exterior en donde tenemos el mal tino diplomático de no quedar bien ni con nuestro principal proveedor de alimentos, los Estados Unidos, ni con el de fertilizantes, que es Rusia.

No somos colonia, pero importamos más de la mitad de lo que comemos. Esa es la dependencia que urge disminuir; ya el tiempo nos esta pisando los talones.

domingo, 20 de marzo de 2022

Daños colaterales en puerta

 Jorge Faljo

 En el vocabulario de la guerra los daños colaterales se refieren a aquellos que sin ser combatientes mueren o sufren lesiones debido a operaciones militares. Es una expresión tecnocrática que reduce el sufrimiento humano a un hecho incidental, secundario a la operación militar que lo provocó.

Los daños colaterales son prácticamente inevitables en cualquier guerra: gente atrapada entre bandos en pugna, misiles o bombas que no dan en el blanco militar sino en una estructura civil. Incluyen los casos en los que el operador militar a distancia equivocadamente interpreta que los reunidos para celebrar una boda son parte del enemigo, o que los garrafones que sé que están cargando en un vehículo son peligrosas bombas. De situaciones así estuvieron plagadas las guerras en Irak y Afganistán.

Muchos de los daños colaterales a larga distancia tienden a pasar inadvertidos; la cobertura que dan los medios depende de los intereses afectados y es muy desigual.

Un ejemplo. Estados Unidos promueve el incremento de la oferta mundial de petróleo para combatir el alza de precios. El príncipe Salman le pide ser reconocido como el dirigente de Arabia Saudita y quiere decidido apoyo militar en su guerra contra Yemen.

De acuerdo a las Naciones Unidas en Yemen desde 2015 a fines de 2021 han muerto más de 377 mil personas de las que el 60 por ciento fue por causas indirectas, la principal fue el hambre debido al cerco militar saudita, al bombardeo de sus puertos y de su infraestructura. En septiembre de 2021 la Organización Mundial de la Alimentación señalaba que 16 de los 30 millones de yemenitas sufren de inanición. Esto incluye a 2.3 millones de niños menores de 5 años con malnutrición aguda y de los que 400 mil podrían morir sin un tratamiento inmediato.

Biden, al llegar a la presidencia de los Estados Unidos prometió eliminar el apoyo a Arabia Saudita en cuanto a armamento ofensivo destinado a esa guerra y ha buscado distanciarse de Salman. Ahora la prioridad ha cambiado; lo importante es reducir el costo de la gasolina y eso podría traducirse en muchas más muertes de adultos y niños yemenitas ante las que las agencias informativas occidentales, son fundamentalmente indiferentes.

Lo que esto nos enseña sobre el futuro es que los daños colaterales en los países y pueblos más vulnerables no tendrán la misma cobertura mediática que si tiene el lamentable sufrimiento de los ucranianos; una intensa cobertura que ayuda a justificar las sanciones contra Rusia y, en consecuencia, los daños colaterales que se avecinan.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterrez dijo que la detención de la producción y exportación agrícola en Ucrania y Rusia golpeará más fuerte a los más pobres y creará descontento e inestabilidad política en todo el mundo. La espada de Damocles se cierne sobre la economía global en particular los países en desarrollo; las cadenas de producción se dislocan y podría haber un colapso del sistema alimentario mundial. No duda Guterrez en emplear términos muy fuertes; habla de hacer todo lo posible por evitar el huracán de hambruna que amenaza al mundo.

Muchos países, el llamado tercer mundo, está apenas recuperándose del empobrecimiento de la población, de la debilidad de las arcas públicas y del dislocamiento de la producción que les dejo la pandemia. Ahora viene un nuevo golpe.

Se disparan los precios de los alimentos, el combustible y el transporte. Al mismo tiempo, para combatir la inflación los países industrializados elevan las tasas de interés y sube el costo del financiamiento en todo el mundo. Para muchos esto presionará a la devaluación de sus monedas reduciendo aún más su capacidad de compra.

Rusia y Ucrania aportan más de la mitad del aceite de girasol y cerca del 30 por ciento del trigo exportado. Son además exportadores de otros granos, fertilizantes y otras materias primas.

La agricultura moderna depende en gran medida del uso de fertilizantes sintéticos derivados de la petroquímica. Estos productos están diseñados para la absorción directa por las plantas y no para elevar la calidad y fertilidad del suelo que básicamente es un simple soporte físico. Al elevar los precios de los energéticos, gas en particular, sube el precio de los fertilizantes y se van a emplear en menos cantidad. Esto significa que la próxima cosecha se verá reducida en todo el mundo.

 Los precios de los granos, fertilizantes y materias primas están sujetos a los vaivenes especulativos, se compran paquetes de granos para entrega futura con la intención no de consumirlos sino de revenderlos más caros más adelante.

Otro factor de dislocamiento de los mercados es que diversos países están imponiendo restricciones a sus exportaciones por temor a la escases o a la inflación interna.

El aceite de palma es el más empleado a nivel mundial; es un ingrediente de la margarina, el chocolate, la fabricación de pan y hasta de detergentes. Su precio se ha elevado en más de 50 por ciento influido por la escases previsible de aceite de girasol que ya no exportará Ucrania. Indonesia, uno de los principales productores ha prohibido su exportación alegando que debe asegurar que los precios del aceite de cocinar permanezcan al alcance de su población. India le ha pedido a Indonesia que flexibilice su exportación.

Se teme en muchos países que colocada su producción o reserva en un contexto de libre mercado esos productos sean exportados en favor de los que pueden pagar más. Las medidas de restricción de las importaciones que se están expandiendo van a agravar la situación al grito de sálvese quien pueda.

¿Qué quiso decir Guterrez al hablar de un posible colapso del sistema alimentario global?

Tras décadas de globalización acelerada numerosos países son dependientes de la importación de granos y alimentos en general. México es un claro ejemplo; importamos más de la mitad de los alimentos que consumimos.

Ahora por todos lados cambia la prioridad y el nuevo orden del día es avanzar hacia la mayor autosuficiencia posible en cuanto al abasto de productos esenciales, sea energéticos, alimentos o materias primas.

Si no se llega pronto a un arreglo de paz en Ucrania, y al levantamiento de las sanciones, la marcha hacia un nuevo orden económico mundial basado en autosuficiencias estratégicas será irreversible. Y nos veremos en una transición difícil y dolorosa en el corto plazo.

domingo, 6 de marzo de 2022

Segalmex; más que el escándalo, la sombra de la tragedia.

 Jorge Faljo 

El escándalo de Seguridad Alimentaria Mexicana -Segalmex-, es mayúsculo. Desde julio de 2021 la Unidad de Inteligencia Financiera investiga anomalías al interior de Segalmex y sus filiales, Diconsa y Liconsa. En enero de este año la Secretaría de la Función Pública -SFP-, presentó denuncias ante la Fiscalía General de la República -FGR- que, a la fecha tiene abiertas unas 20 carpetas de investigación en contra de la triada de instituciones alimentarias. Las denuncias de productores y supuestos beneficiarios abundan desde 2019.

La Auditoría Superior de la Federación le echa números al asunto y señala irregularidades por más de 8 mil 600 millones de pesos en la revisión de la cuenta pública de 2020.

No obstante, aunque toda la atención se centra en la corrupción esta no es el problema mayor; se queda chiquita ante la magnitud del daño que el mal manejo de Segalmex le infligió a la nación, a su población y al desempeño de la administración pública.

Segalmex debe promover la seguridad alimentaria del país, la buena nutrición de la población, fomentar la producción, en particular la campesina, y fomentar la producción mediante, sobre todo, un acopio y distribución eficiente de alimentos básicos. Es el instrumento para hacer efectivo el derecho humano, establecido en la Constitución a una alimentación nutritiva y de calidad. También es el mecanismo para cumplir con el objetivo de “Autosuficiencia alimentaria y rescate del campo” al que la actual administración federal se comprometió en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.

Nada de lo anterior avanzó durante la existencia de Segalmex. Éramos, y seguimos siendo una población mal alimentada donde lo mismo hay niños que no tienen el desarrollo físico y mental adecuado como la población con mayor sobrepeso del mundo. Lo que se asocia a fuertes incidencias de diabetes, enfermedades cardiovasculares, entre otras que les restan a los mexicanos un promedio de más de cuatro años de vida.

Estábamos mal… y llegó la pandemia. Y Segalmex, en medio del deterioro nutricional de la población en los últimos dos años no ha contribuido al incremento de la producción ni a la mejoría, o por lo menos a mitigar el empeoramiento nutricional.

En 2021 México fue el principal importador de maíz del mundo al mismo tiempo que la superficie sembrada de todo tipo de cultivos sigue decreciendo.

Los problemas de Segalmex no son solo corrupción sino una estrategia operativa equivocada. 

En noviembre de 2019 la Coordinadora Nacional de Consejos Comunitarios de Abasto, la organización que en la práctica opera las 30 mil tiendas de Diconsa (que son propiedad comunitaria) dirigió una carta a los diputados de todos los partidos manifestando su preocupación por el alarmante y crítico desabasto de las tiendas rurales.

La Coordinadora señaló que productos como carnes en conserva, frutas deshidratadas, concentrados de sabores y medicamentos no se vendían. Pedían incorporar a la canasta básica manteca vegetal, harina de trigo, cereales, café soluble, alimentos para aves y cerdos, machetes, clavos, limas, alambre de púas, entre otros. Pidió además ofrecer canastas de consumo regionalizadas.

El esquema de adquisiciones y distribución determinado de manera participativa había sido substituido por otro decidido por la burocracia central que llevó a un fuerte inventario invendible que paralizó el capital de trabajo de la institución.

En 2019 Segalmex vendió como chatarra el parque vehicular que manejaban choferes de las comunidades para la distribución de mercancías y contrató, por alrededor de 4 mil 500 millones de pesos el alquiler y distribución de mercancías durante cuatro años con empresas privadas. Habría sido mucho más barato reparar y comprarle llantas a los vehículos existentes.

Segalmex siguió una estrategia de alquiler, contratar en comodato y/o construir centros de acopio de granos en vez de aprovechar la infraestructura existente en el Programa de Abasto, miles de tiendas y almacenes.

El promedio de compras de granos a precios de garantía linda los 70 mil pesos; es decir que compra a grandes productores o intermediarios y no a pequeños productores campesinos. Tampoco adquiere variedades locales.

Segalmex se negó a instrumentar una estrategia de integración creciente de productos locales y regionales a la canasta de consumo.

Esta estrategia operativa anti campesina, incluso sin corrupción habría sido extremadamente irresponsable. Implicó que en plena pandemia Segalmex no tuvo recursos para cumplir con sus objetivos institucionales. Esta es la verdadera tragedia.

Ahora las sanciones aplicadas a Rusia y el conflicto en Ucrania amenazan dificultar la salida y venta de casi el 30 por ciento de las exportaciones de trigo cuyos futuros se han elevado ya en 40 por ciento en este año.

El riesgo es enorme para nuestro país que importa cerca del 57 por ciento de los alimentos que consume.

Urge rescatar a Segalmex, recapitalizarla y ponerla en manos de un consejo de administración con alta representación de sus consumidores y productores campesinos. Urge vocación de servicio, compromiso con el medio rural, honestidad supervisada desde abajo y, sobre todo, democracia participativa.

O seguiremos en el retroceso del objetivo de autosuficiencia y rescate del campo. Al tiempo que el mercado global se convierte en una grave amenaza por irresponsabilidad interna.

martes, 1 de marzo de 2022

Ucrania fue engañada

Jorge Faljo

El presidente de Ucrania, Volodymyr Selensky, se lamenta de que han dejado sola a Ucrania frente al ataque ruso. Se refiere obviamente a Estados Unidos, la alianza militar OTAN y Europa que han dicho que no entrarán directamente al conflicto en Ucrania. El presidente norteamericano Biden habla de sanciones y envía tropas y armamento a países que sabe que no serán atacados, pero nada de pisar suelo ucraniano.

Un enfrentamiento directo con Rusia sería demasiado peligroso para Estados Unidos, Europa y el mundo entero. Tarde están entendiendo el mensaje absolutamente serio del presidente ruso, Vladimir Putin, de que no permitiría a Ucrania la entrada a la OTAN, ni misiles balísticos tan cercanos a su frontera.

Estados Unidos había promovido en 1999 el ingreso a la OTAN de la república Checa, Hungría y Polonia, países que no tienen fronteras con Rusia. En 2004 la expansión de la OTAN llegó a las fronteras de Rusia con la entrada de Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovenia y Eslovaquia. 

Desde abril de 2008, cuando la OTAN invitó a Georgia y a Ucrania a entrar a esa alianza militar, Putin dijo que esa era una amenaza a la seguridad de Rusia. A esa invitación se opusieron Alemania, España, Francia e Italia, en general los viejos miembros de la OTAN. Fueron los nuevos miembros de la OTAN los que le dieron mayoría de votos a la propuesta norteamericana. Pero en aras de la cohesión interna de la alianza militar la entrada de Georgia y Ucrania no sería inmediata.

Cuatro meses más tarde, en agosto de 2008, llego la respuesta rusa: apoyar la independencia de las repúblicas de Abhasia y Ossetia del Sur y desmembrar a Georgia. Lo hizo en contra de las leyes internacionales y reconfigurando las fronteras de Europa. Siguió el mismo esquema de la “guerra humanitaria” de Estados Unidos y la OTAN contra Serbia en 1999 también denunciada por ir contra las leyes internacionales. El resultado fue la creación de la república de Kosovo que reconfiguró las fronteras de Europa.

¿Es que solo los bribones, como Putin, deben acatar las leyes internacionales? Si es así, entonces estuvo bien la invasión a Irak con el pretexto de las armas de destrucción masiva que argumentaba Estados Unidos y que nunca encontró. También estarían bien los bombardeos a Siria. O la invasión a Panamá en 1989 con el expreso propósito de cambiar su gobierno y encarcelar a su presidente. Al parecer los buenos si tienen el derecho de atacar o acosar a los malos, digan lo que digan las leyes internacionales.

En 1961 fracasó la invasión a Cuba patrocinada por los Estados Unidos. En 1962 el mundo estuvo aterradoramente cercano a una guerra nuclear debido a que Rusia se había metido en el área de influencia norteamericana instalando misiles nucleares en Cuba. Afortunadamente se llegó a un acuerdo: Rusia retiraría los misiles y Estados Unidos dejaría de atacar a Cuba y desmantelaría sus propios misiles instalados secretamente en Turquía.

La intervenciones norteamericanas en Serbia, Siria y Afganistán, el área de influencia rusa, son datos menores frente a la expansión de la OTAN hasta la frontera rusa después de las promesas del presidente norteamericano Bush padre, el canciller alemán Helmut Kohl, la primer ministro inglesa Thatcher, el presidente Mitterrand de Francia, y otros, de que no se afectarían los intereses de seguridad de la URSS cuando esta aceptó la reunificación de Alemania. El secretario de estado norteamericano James Baker pronunció la famosa frase de que la OTAN no se expandiría una sola pulgada hacia el este.

Lo peor de la Guerra Fría terminó con la firma del Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos de 1972 que aseguraba que ambas partes se mantendrían vulnerables al prohibir el desarrollo de misiles anti misiles y otras limitaciones. Es un terrible absurdo pero la paz mundial se basa en el terror de que dos potencias nucleares en conflicto puedan destruirse mutuamente.

Solo que, en 2002, el presidente Bush hijo rompió el tratado antimisiles de 1972 diciendo que le impedía desarrollar métodos para proteger a la población ante futuros ataque de Estados enemigos o terroristas. La debilidad económica y territorial en que había quedado Rusia tras la disolución de la URSS abrió la oportunidad para que Estados Unidos se reafirmara como potencia hegemónica en un mundo unipolar y avanzara a romper el equilibrio basado en la mutua vulnerabilidad.

En 2020 la OTAN instaló bases de misiles antibalísticos en Polonia y Rumania. Putin declaró que eso podía hacer inefectivo su armamento nuclear y crear una ruptura del equilibrio que disminuía el riesgo de guerra. Además, de que una base de misiles defensivos es fácil transformarla para emplear misiles ofensivos.

El antecedente inmediato de lo que ahora ocurre es el golpe de estado de 2014 al gobierno ucraniano electo de manera democrática y transparente, según los observadores internacionales. El gobierno norteamericano tuvo una participación decidida en la promoción del golpe. John McCain, el republicano de mayor rango en el Comité de las fuerzas armadas del Senado norteamericano se unió a las manifestaciones en Kiev; la subsecretaria norteamericana Victoria Nuland repartía galletas a los manifestantes y acordaba con los opositores la composición del nuevo gobierno al que de inmediato le acordó prestamos por mil millones de dólares.

Rusia reaccionó al golpe invadiendo Crimea. Una región que Rusia le regaló a Ucrania para conmemorar la unidad de los dos pueblos en 1954. Además, apoyó a las regiones que se rebelaron al golpe de estado, los llamados separatistas.

Ucrania es un país binacional; según el censo de 2001 el 29 por ciento de la población habla ruso y se localiza sobre todo en las provincias del este y sur donde son más del 80 por ciento de la población. En las provincias del norte y oeste no llegan al 5 por ciento las personas que hablan ruso. A partir de 2014 el gobierno surgido del golpe inició una estrategia de “ucranización” del país que prohibió la educación media y superior en ruso, la conducción de asuntos públicos e incluso los letreros públicos que no fueran en ucraniano. Y en los últimos años, gracias al armamento norteamericano arreció la presión militar sobre los enclaves ruso-parlantes. Estados Unidos había pasado a considerar en la práctica a Ucrania no como país neutral, sino aliado al que daba cada vez más apoyo militar.

Hasta que Rusia volvió a reaccionar acumulando tropas en la frontera con Ucrania y pidiendo negociar la neutralidad de ese país. Demandó el compromiso firme de que Ucrania no sería jamás parte de la OTAN. Estados Unidos y Europa se negaron a negociar ese punto fundamental.

Puede entenderse que los buenos se nieguen a negociar con el maloso. Pero que además crean que este no va a reaccionar es un error estratégico garrafal. Engañaron a Rusia con la promesa de la no expansión de la NATO, se engañaron a si mismos creyendo que Rusia podría ser contenida una y otra vez con la amenaza de sanciones económicas y, lo peor, engañaron a Ucrania al convencerla de picarle los ojos al oso ruso dándole a entender que tendría todo su apoyo.

Así es la guerra fría. El conflicto entre las potencias se dirime en suelo ajeno en el que los pueblos son meros peones que sufrirán la devastación, muertes, miseria, y el convertirse en refugiados. 

Ahora Zelensky, ya postrado y pidiendo a la población que fabrique bombas molotov, le pide a Rusia negociar todo, incluyendo la neutralidad del país. Un poco tarde.

La situación amenaza convertirse en un problema económico mayor. Elevación de precios, dislocación del comercio y desabastos que sufriremos en mayor o menor medida todos; incluso los europeos y norteamericanos. Sube el precio de los energéticos y los ricos pueden sin problemas apretarse un poquito el cinturón. Pero sube el precio del trigo y eso en el pasado ha provocado revueltas en el medio oriente. El costo puede ser muy alto.

Pero aclaremos; no es la guerra la que causa inflación y desabastos. Son las sanciones con las que los buenos piensan castigar al maloso.  

Recuento final. Estados Unidos gana la sumisión de Europa, pero pierde a Ucrania y provoca algo que le costará muy caro en el futuro. Ha empujado a Rusia a los brazos amorosos de China. Y si bien Rusia es en realidad una economía pequeña, con un ingreso per cápita inferior al de Rumania o Panamá, su acercamiento a China, con los inmensos recursos naturales de su territorio, crea una alianza económico militar muy poderosa. El verdadero competidor mundial del mundo occidental.

Hay otra posibilidad. Estados Unidos abandona el rencor y acepta que Ucrania será un país neutral en el que se compromete a no intervenir; Ucrania se transforma en una confederación democrática de comunidades que respetan los derechos de las minorías a su idioma y cultura. Y todos respiramos mejor gracias a un buen acuerdo.