martes, 1 de marzo de 2022

Ucrania fue engañada

Jorge Faljo

El presidente de Ucrania, Volodymyr Selensky, se lamenta de que han dejado sola a Ucrania frente al ataque ruso. Se refiere obviamente a Estados Unidos, la alianza militar OTAN y Europa que han dicho que no entrarán directamente al conflicto en Ucrania. El presidente norteamericano Biden habla de sanciones y envía tropas y armamento a países que sabe que no serán atacados, pero nada de pisar suelo ucraniano.

Un enfrentamiento directo con Rusia sería demasiado peligroso para Estados Unidos, Europa y el mundo entero. Tarde están entendiendo el mensaje absolutamente serio del presidente ruso, Vladimir Putin, de que no permitiría a Ucrania la entrada a la OTAN, ni misiles balísticos tan cercanos a su frontera.

Estados Unidos había promovido en 1999 el ingreso a la OTAN de la república Checa, Hungría y Polonia, países que no tienen fronteras con Rusia. En 2004 la expansión de la OTAN llegó a las fronteras de Rusia con la entrada de Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovenia y Eslovaquia. 

Desde abril de 2008, cuando la OTAN invitó a Georgia y a Ucrania a entrar a esa alianza militar, Putin dijo que esa era una amenaza a la seguridad de Rusia. A esa invitación se opusieron Alemania, España, Francia e Italia, en general los viejos miembros de la OTAN. Fueron los nuevos miembros de la OTAN los que le dieron mayoría de votos a la propuesta norteamericana. Pero en aras de la cohesión interna de la alianza militar la entrada de Georgia y Ucrania no sería inmediata.

Cuatro meses más tarde, en agosto de 2008, llego la respuesta rusa: apoyar la independencia de las repúblicas de Abhasia y Ossetia del Sur y desmembrar a Georgia. Lo hizo en contra de las leyes internacionales y reconfigurando las fronteras de Europa. Siguió el mismo esquema de la “guerra humanitaria” de Estados Unidos y la OTAN contra Serbia en 1999 también denunciada por ir contra las leyes internacionales. El resultado fue la creación de la república de Kosovo que reconfiguró las fronteras de Europa.

¿Es que solo los bribones, como Putin, deben acatar las leyes internacionales? Si es así, entonces estuvo bien la invasión a Irak con el pretexto de las armas de destrucción masiva que argumentaba Estados Unidos y que nunca encontró. También estarían bien los bombardeos a Siria. O la invasión a Panamá en 1989 con el expreso propósito de cambiar su gobierno y encarcelar a su presidente. Al parecer los buenos si tienen el derecho de atacar o acosar a los malos, digan lo que digan las leyes internacionales.

En 1961 fracasó la invasión a Cuba patrocinada por los Estados Unidos. En 1962 el mundo estuvo aterradoramente cercano a una guerra nuclear debido a que Rusia se había metido en el área de influencia norteamericana instalando misiles nucleares en Cuba. Afortunadamente se llegó a un acuerdo: Rusia retiraría los misiles y Estados Unidos dejaría de atacar a Cuba y desmantelaría sus propios misiles instalados secretamente en Turquía.

La intervenciones norteamericanas en Serbia, Siria y Afganistán, el área de influencia rusa, son datos menores frente a la expansión de la OTAN hasta la frontera rusa después de las promesas del presidente norteamericano Bush padre, el canciller alemán Helmut Kohl, la primer ministro inglesa Thatcher, el presidente Mitterrand de Francia, y otros, de que no se afectarían los intereses de seguridad de la URSS cuando esta aceptó la reunificación de Alemania. El secretario de estado norteamericano James Baker pronunció la famosa frase de que la OTAN no se expandiría una sola pulgada hacia el este.

Lo peor de la Guerra Fría terminó con la firma del Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos de 1972 que aseguraba que ambas partes se mantendrían vulnerables al prohibir el desarrollo de misiles anti misiles y otras limitaciones. Es un terrible absurdo pero la paz mundial se basa en el terror de que dos potencias nucleares en conflicto puedan destruirse mutuamente.

Solo que, en 2002, el presidente Bush hijo rompió el tratado antimisiles de 1972 diciendo que le impedía desarrollar métodos para proteger a la población ante futuros ataque de Estados enemigos o terroristas. La debilidad económica y territorial en que había quedado Rusia tras la disolución de la URSS abrió la oportunidad para que Estados Unidos se reafirmara como potencia hegemónica en un mundo unipolar y avanzara a romper el equilibrio basado en la mutua vulnerabilidad.

En 2020 la OTAN instaló bases de misiles antibalísticos en Polonia y Rumania. Putin declaró que eso podía hacer inefectivo su armamento nuclear y crear una ruptura del equilibrio que disminuía el riesgo de guerra. Además, de que una base de misiles defensivos es fácil transformarla para emplear misiles ofensivos.

El antecedente inmediato de lo que ahora ocurre es el golpe de estado de 2014 al gobierno ucraniano electo de manera democrática y transparente, según los observadores internacionales. El gobierno norteamericano tuvo una participación decidida en la promoción del golpe. John McCain, el republicano de mayor rango en el Comité de las fuerzas armadas del Senado norteamericano se unió a las manifestaciones en Kiev; la subsecretaria norteamericana Victoria Nuland repartía galletas a los manifestantes y acordaba con los opositores la composición del nuevo gobierno al que de inmediato le acordó prestamos por mil millones de dólares.

Rusia reaccionó al golpe invadiendo Crimea. Una región que Rusia le regaló a Ucrania para conmemorar la unidad de los dos pueblos en 1954. Además, apoyó a las regiones que se rebelaron al golpe de estado, los llamados separatistas.

Ucrania es un país binacional; según el censo de 2001 el 29 por ciento de la población habla ruso y se localiza sobre todo en las provincias del este y sur donde son más del 80 por ciento de la población. En las provincias del norte y oeste no llegan al 5 por ciento las personas que hablan ruso. A partir de 2014 el gobierno surgido del golpe inició una estrategia de “ucranización” del país que prohibió la educación media y superior en ruso, la conducción de asuntos públicos e incluso los letreros públicos que no fueran en ucraniano. Y en los últimos años, gracias al armamento norteamericano arreció la presión militar sobre los enclaves ruso-parlantes. Estados Unidos había pasado a considerar en la práctica a Ucrania no como país neutral, sino aliado al que daba cada vez más apoyo militar.

Hasta que Rusia volvió a reaccionar acumulando tropas en la frontera con Ucrania y pidiendo negociar la neutralidad de ese país. Demandó el compromiso firme de que Ucrania no sería jamás parte de la OTAN. Estados Unidos y Europa se negaron a negociar ese punto fundamental.

Puede entenderse que los buenos se nieguen a negociar con el maloso. Pero que además crean que este no va a reaccionar es un error estratégico garrafal. Engañaron a Rusia con la promesa de la no expansión de la NATO, se engañaron a si mismos creyendo que Rusia podría ser contenida una y otra vez con la amenaza de sanciones económicas y, lo peor, engañaron a Ucrania al convencerla de picarle los ojos al oso ruso dándole a entender que tendría todo su apoyo.

Así es la guerra fría. El conflicto entre las potencias se dirime en suelo ajeno en el que los pueblos son meros peones que sufrirán la devastación, muertes, miseria, y el convertirse en refugiados. 

Ahora Zelensky, ya postrado y pidiendo a la población que fabrique bombas molotov, le pide a Rusia negociar todo, incluyendo la neutralidad del país. Un poco tarde.

La situación amenaza convertirse en un problema económico mayor. Elevación de precios, dislocación del comercio y desabastos que sufriremos en mayor o menor medida todos; incluso los europeos y norteamericanos. Sube el precio de los energéticos y los ricos pueden sin problemas apretarse un poquito el cinturón. Pero sube el precio del trigo y eso en el pasado ha provocado revueltas en el medio oriente. El costo puede ser muy alto.

Pero aclaremos; no es la guerra la que causa inflación y desabastos. Son las sanciones con las que los buenos piensan castigar al maloso.  

Recuento final. Estados Unidos gana la sumisión de Europa, pero pierde a Ucrania y provoca algo que le costará muy caro en el futuro. Ha empujado a Rusia a los brazos amorosos de China. Y si bien Rusia es en realidad una economía pequeña, con un ingreso per cápita inferior al de Rumania o Panamá, su acercamiento a China, con los inmensos recursos naturales de su territorio, crea una alianza económico militar muy poderosa. El verdadero competidor mundial del mundo occidental.

Hay otra posibilidad. Estados Unidos abandona el rencor y acepta que Ucrania será un país neutral en el que se compromete a no intervenir; Ucrania se transforma en una confederación democrática de comunidades que respetan los derechos de las minorías a su idioma y cultura. Y todos respiramos mejor gracias a un buen acuerdo.

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