jueves, 26 de diciembre de 2013

El triunfo de Bachelet

Faljoritmo

Jorge Faljo

Michelle Bachelet, la candidata socialista, ganó las elecciones presidenciales de la República de Chile de manera contundente. Bajo el sistema chileno si ningún candidato obtiene más del cincuenta por ciento de los votos se organiza una segunda votación en la que solo participan los dos candidatos punteros. Fue en la segunda vuelta que Bachelet obtuvo el 62.2 por ciento de los votos frente al 37.8 por ciento que consiguió la candidata oficialista, Evelyn Matthei.

Es la segunda ocasión que Bachelet será presidenta de Chile. Terminó su mandato anterior con un nivel de aprobación superior al 84 por ciento. Solo que las leyes de su país no permiten la reelección inmediata, pero si después de uno o más periodos intermedios. Ahora, además de ser la candidata socialista lo era de una amplia coalición de izquierda que incluía al partido comunista.

En esta ocasión Bachelet se confrontó con otra mujer que fue su amiga de la niñez pero a las que la historia las colocó bandos opuestos. Las dos son hijas de militares de alto rango. Solo que el padre de Bachelet fue el militar encargado de la logística de la distribución de alimentos básicos durante la administración del presidente socialista Salvador Allende y el padre de Matthei, supuestamente amigo del primero, participó en el golpe de estado encabezado por Pinochet.

El padre de Bachelet fue torturado hasta la muerte por sus compañeros militares. También fueron torturadas Bachelet y su madre aunque cuando ella habla del asunto dice que su tortura fue leve comparada con el trato mucho más brutal que ella vio aplicado a otros prisioneros. Finalmente y gracias a las simpatías, o sentimientos de culpa, de algunos conocidos de su padre, se les permitió, a ella y a su madre, emigrar a Australia.

Bachelet se formó como médica cirujana pediatra y a su regreso a Chile trabajó en una ONG especializada en el tratamiento de hijos de detenidos víctimas de la dictadura y tuvo un comportamiento políticamente activo. Madre de tres hijos, el primero lo tuvo estando soltera. Fue nombrada ministra de salud pública y destacó por su capacidad para mejorar el funcionamiento de los hospitales. Algunas de sus decisiones fueron muy controvertidas para la conservadora sociedad chilena, pero por otra parte la hicieron destacar.

Un ejemplo de ello fue ordenar que se distribuyera la “píldora del día siguiente” a las mujeres violadas. También ha manifestado estar en contra de la criminalización del aborto y a favor del reconocimiento legal a las parejas del mismo sexo. Asuntos que sin embargo evitó resaltar en su campaña. En materia religiosa se declara agnóstica; lo que equivale a decir que no es creyente pero sin llegar a declararse atea.

Posteriormente, después de estudios en estrategia militar, fue nombrada ministra de defensa. Algo ciertamente inusitado y al mismo tiempo un mensaje contundente sobre cómo es posible revertir incluso los peores momentos de la historia de un país. De nueva cuenta destacó por sus esfuerzos en favor de la reconciliación entre la casta militar y sus víctimas.
La nueva mandataria marca el retorno de la centroizquierda al poder. Sus propuestas principales son la mejora del sistema de salud público, educación gratuita hasta el nivel universitario, combatir la desigualdad y promover una nueva constitución para reemplazar la de la dictadura. El mejoramiento de los servicios públicos lo hará elevando los impuestos a las empresas y la clase pudiente.

Esta descripción de sus propuestas se queda muy corta. Llama la atención, sobre todo en la perspectiva mexicana, lo amplio, detallado y bien estructurado del programa con el que ganó las elecciones. Era el programa de una candidata pero sería comparable en estructura y detalle, con el Plan Nacional de Desarrollo que en nuestro caso se elabora meses después de iniciado un periodo presidencial. Los chilenos pueden votar conociendo a detalle el diagnóstico, propósitos y plan de acción de su candidato.
Tras las elecciones la contrincante Matthei acudió muy civilizadamente a saludar a la ganadora. Una muestra del error de la derecha al elegirla como candidata fue que en esta como en otras apariciones públicas a ella y sus acompañantes algunos les gritaban “asesinos”. Simplemente sus nexos familiares y de amistad con los golpistas no la ayudaron. Ella se presentaba como la candidata católica, defensora de la vida y los valores; es decir en favor de mantener la criminalización de las mujeres que abortan.

Bachelet no destaca en el debate público, titubea, acepta que no sabe muchas cosas y no es “resolutiva”. Pero estas características no operan en su contra, posiblemente porque sus seguidores aprecian su naturalidad, su respeto a las personas, y saben que tiene otras cualidades: es una mujer de equipo y de dialogo, sabe escuchar y cuando no sabe se pone a estudiar. Es dentro de su grupo de trabajo donde se encuentra el conocimiento experto necesario para llevar adelante las acciones detalladas del gran diseño de la transformación que propone.

De la nueva presidente se espera que ahora si pueda realizar las transformaciones que prometió desde su periodo anterior pero no pudo llevar a la práctica. Cuenta a su favor con un congreso en el que se encuentran, por ejemplo, los líderes de los movimientos estudiantiles recientes.

Pero la situación no será fácil. El ritmo de crecimiento se ha reducido del seis por ciento anual a la mitad. La economía mundial no le resulta favorable y el precio del cobre, un producto fundamental, se ha desplomado. Chile es un país muy desigual: el 10 por ciento más pobre tiene un ingreso 78 veces menor que el 10 por ciento más rico.

De momento lo que resulta alentador es la decisión mayoritaria de eliminar los resabios de la dictadura y con serenidad y fortalecimiento democrático reemprender la ruta del desarrollo con justicia social.

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