domingo, 30 de junio de 2013

La buena mala noticia para un país adicto... a los dólares

La buena mala noticia para un país adicto... a los dólares
Faljoritmo
Jorge Faljo

El reciente informe de un bajo crecimiento en la economía norteamericana provocó la mayor ganancia diaria de la bolsa de valores de México. Para explicarlo hace falta ver lo que ocurre allá y como nos afecta. Este es el gran tema que habrá de determinar el futuro próximo de este país.

Las cifras del crecimiento norteamericano fueron desalentadoras; de tan solo 1.8 por ciento cuando la previsión oficial era de un 2.4 por ciento. Claro que por lo general lo que se predice es parte de la estrategia de optimismo inmovilizador –no hay que hacer nada que ya vendrán tiempos mejores-, y luego la realidad es frustrante. Solo que ahora el margen de error fue bastante mayor al de costumbre.

Pero lo cierto es que ni siquiera el cálculo de crecimiento optimista habría sido suficiente para sacarlos de apuros. Tienen 12 millones de desempleados; 4.4 millones en desempleo de más de seis meses de duración. Lo que significa que pierden habilidades y los patrones ya no los quieren, prefieren desempleados recientes.

A este desempleo se suma la proliferación de trabajos de bajo nivel, la caída salarial de la mayoría y los trabajos de tiempo parcial. Eso explica que hoy en día 23 millones de hogares califiquen para recibir asistencia nutricional. Un total de 48 millones de norteamericanos, el 15 por ciento de la población, recibe esa ayuda que asciende a un promedio de 133 dólares mensuales por persona y que por cierto va mucho en contra de su tradicional orgullo.

La capacidad de producción norteamericana le permitiría a su población consumir mucho más y vivir mucho mejor; pero el hecho es que a una parte de la población no le alcanza para comer bien, a otros para vivir como estaban acostumbrados y la mayoría tiene miedo al futuro. Así que no existe la suficiente demanda en los bolsillos y la suficiente confianza para comprar todo lo que pueden producir.

Una importante política de alivio de la crisis en Estados Unidos es la simple y llana creación d dinero. Cada mes su banco central –la Fed, en el lenguaje especializado-, inyecta 85 mil millones de dólares nuevos a su economía y los usa para comprar deuda del gobierno que está en manos privadas. De esta manera libera al gobierno de su deuda y coloca gran cantidad de dinero fresco en manos de los inversionistas financieros. Esta abundancia de dinero ha reducido las tasas de interés a prácticamente cero o incluso negativas (por debajo de la inflación).

Cuando los capitalistas financieros venden sus bonos de deuda y recuperan lo que habían prestado buscan otros espacios de inversión y ganancia y muchos de ellos deciden sacar este dinero de su país para llevarlo a otras partes. Lo hacen en busca de una mayor rentabilidad a la que les ofrece Estados Unidos.Una de sus opciones es México.

La Fed ha creado e inyectado a su economía dólares por el equivalente a unas veinte veces las reservas internacionales de México. Parte de ellos ha venido a crearnos aquí una falsa abundancia temporal de dólares baratos, con importaciones baratas bastante destructoras de las empresas y el empleo nacionales.
Pero lo relevante del momento es que la Fed ha anunciado que suspenderá la creación de dólares a la que México ya es adicto, cuando su economía empiece a recuperarse. La situación es tal que en los últimos días el temor a las buenas noticias en Estados Unidos y a la suspensión de la entrada su moneda encareció el dólar por arriba de los trece pesos.

Ahora la noticia de un bajo crecimiento norteamericano significa que la Fed seguirá creando dólares y estos seguirán viniendo a México. Los que ganan de este lado son el capital financiero que sigue bien cotizado en la bolsa, los empresarios que se apuntan a vender sus empresas a buen precio, los importadores de importaciones baratonas.

Los que pierden son los productivos, empresarios y trabajadores. La competitividad nacional sigue obstaculizada por lo caro de nuestra moneda; así que conviene más importar que producir. Cae la producción, las exportaciones y la productividad debido a que las empresas trabajan por debajo de su capacidad.

Ya nos avisó el secretario del trabajo que la promesa de Peña Nieto de crear un millón de empleos al año era solo si se crecía al seis por ciento. Calcula que solo se crearán 600 mil empleos este año; es su cálculo optimista inmovilizador. No hay que hacer nada; algunos cuantos tendrán la suerte de tener un empleo mal pagado, inseguro, incluso indigno.

Tenemos un modelo adicto a los dólares, extremadamente dependiente y muy frágil ante las decisiones externas. Nos ponemos de pechito para luego echarles la culpa a otros. Para conservar este paraíso fiscal para los extremadamente ricos necesitamos nuestra inyección cotidiana de dólares. La tenemos si allá sobran y acá podemos seguir vendiendo al país, sus empresas que aún caminan aunque sea renqueando, sus playas, su subsuelo, todo pues.

Las adicciones son terribles y la detoxificación será muy muy dura; nos pondrá al borde de la desintegración. Para ese momento que habrá de ocurrir en este sexenio necesitaremos un buen plan de salida de la crisis, buenos liderazgos y una sociedad viva y consciente de como retomar su rumbo histórico. Aquel que decía que los mexicanos tenemos derecho a decidir sobre nosotros mismos.

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