Jorge Faljo
Hace un par de días el gobernador de Tabasco le dijo al presidente Peña Nieto que su estado requería un trato particular en el presupuesto público del 2017 debido a que por su vinculación con la actividad petrolera estaba siendo particularmente afectado por la caída del precio del petróleo.
A lo que el presidente respondió que ante un entorno internacional adverso el gobierno tenía que hacer un agresivo ajuste presupuestal. La ecuación es, en la perspectiva del presidente, sencilla. Cómo ocurriría con cualquier familia que tiene una caída en el ingreso no se puede seguir metiéndole a la tarjeta, dijo, cuando los ingresos se caen y le corresponde al gobierno apretarse el cinturón, y actuar con sentido de responsabilidad.
Habría que suponer que el presidente y su secretario de hacienda le están dando esta respuesta, o similar, a otros gobernadores, funcionarios públicos y representantes de los intereses afectados por el recorte presupuestal. Que no son pocos e incluso podemos decir que este ajuste nos golpeará a todos los mexicanos. Decir que el gobierno se ajusta el cinturón es una figura retórica; en los hechos nos lo ajusta a los demás.
Podríamos empezar señalando que el paquete presupuestal presentado por la SHCP recorta en 14.8 mil millones el gasto de salud y en 31.6 mil millones el de educación. De modo que lo previsible es un mayor deterioro de los servicios de salud traducibles en semanas o meses de espera para una consulta especializada, ausencia de medicinas y materiales de curación y rechazo de pacientes en emergencia. Y en cuanto a educación seguirá el deterioro de las escuelas mal fabricadas por los contratistas privados, sin agua potable, con baños que no funcionan, con goteras, mal equipadas y con maestros acosados para culparlos del abandono de la educación.
Lo mismo ocurre en rubros de inversión. Reducir en 25.5 mil millones de pesos el presupuesto agropecuario, aunque caracterizado por un desempeño ineficiente o altamente selectivo, nos va a alejar de la meta comprometida de conseguir la seguridad alimentaria en el 2018. Aunque con cinismo podríamos decir que igual el gobierno no pensaba cumplir ese compromiso oficial de generar dentro del país el 70 por ciento de nuestros alimentos básicos. Así que seguiremos importando el grueso de nuestra alimentación.
El recorte en comunicaciones y transportes, medio ambiente, energía y otros implican también deterioro de servicios, de inversiones y empleo, de niveles de vida, que le pegarán a la población y no a los que dicen apretarse el cinturón.
La racionalidad sencilla; se le tiene que quitar al gasto público para pagar los intereses de la deuda del sector público federal que de diciembre de 2012 a mediados de este año creció de 403 a 481 mil millones de dólares. Podríamos decir que tenemos que aguantar la resaca después de la fiesta. Solo que la van a sufrir sobre todo la mayoría de los que no bailaron.
Durante décadas hubo muchos que insistimos en que no podíamos dejar asuntos tan vitales como la alimentación en manos del mercado. Pero la respuesta tecnocrática era tajante: es más barato importar que producirlo internamente. Y cierto que parecía más barato sobre todo porque se pagaba con los dólares fáciles adquiridos mediante la venta país.
La táctica fue general; lo que no se vendió al extranjero lo dejamos sin apoyo, sin posibilidad de crecer, lo dejamos destruirse.
El problema no se limita a la caída del precio del petróleo. De acuerdo al documento que presenta el paquete presupuestal en el primer semestre de este año las exportaciones no petroleras se redujeron en 3.9 por ciento. Y lo que sostiene la economía es el consumo privado; y lo que sostiene al consumo privado es el aumento del crédito. Con esto bastaría para decir que la estrategia económica hace aguas.
Todo el esfuerzo globalizador a la mexicana se orientó a exportar; lo que se producía en México y aquí se consumía no importaba y por tanto no les importó deteriorar el ingreso de los mexicanos hasta arrinconarlos en la miseria. Ahora nos estamos quedando como el perro de las dos tortas; perdimos la que teníamos para comprar un escaparate de modernidad y este se derrumba debido, en parte, a la crisis internacional.
Pero el verdadero absurdo del paquete presupuestal es que no plantea salida alguna al problema de fondo; simplemente espera que la economía norteamericana se recupere y el año que entra se recupere el sector exportador. Lo que es más probable es que no ocurra esto y que en la siguiente oportunidad el banco central norteamericano si eleve la tasa de interés. Entonces aquí habría que apretarnos el cinturón por partida doble: para pagar más intereses y para comprar más caro lo importado.
Es el momento en que debemos revisar opciones de salida. Las hay, siempre las ha habido. Crecer hacia adentro, fortalecer el mercado interno debe dejar de ser mera retórica. Requiere mejorar los ingresos de la población, movilizar las capacidades de producción existentes y protegerlas; reducir importaciones es algo a lo que ya nos obliga el derrumbe del modelo. Hay que conducir esta transformación bajo la rectoría de un estado fuerte y nacionalista. En lugar de correr el riesgo de que nos revuelque feamente el cambio desordenado.
Los invito a reproducir con entera libertad y por cualquier medio los escritos de este blog. Solo espero que, de preferencia, citen su origen.
sábado, 24 de septiembre de 2016
domingo, 18 de septiembre de 2016
Los socios incómodos
Jorge Faljo
Xi Jinping el presidente de China recién ofreció reducir la producción de acero y carbón de su país. Lo hizo al inaugurar la reunión del G20, a la que acudieron representantes de 34 países, en buena parte jefes de estado.
El ofrecimiento es que China bajará la producción de acero en 150 millones de toneladas anuales en los próximos cinco años. Además, en un periodo que va de tres a cinco años, cerrará minas de carbón con una capacidad de 500 millones de toneladas y reestructurará toda esa industria para bajar la producción en otros 500 millones de toneladas de carbón al año.
Tales metas de reducción de producción de carbón y acero forman parte, dijo Xi Jinpin, de una estrategia de ajustes de la oferta a la demanda. Lo planteó como la contribución de su país al problema mundial de sobreproducción; aparte de subrayar un historial de importantes incrementos de la demanda de su población y la de su país por artículos del exterior. De manera conveniente olvidó que su país vende mucho más de lo que importa y en ese sentido contribuye fuertemente al problema.
En ese encuentro en que todos pregonaron su lealtad al libre mercado, la oferta de China es producir menos por una decisión de política interna y no porque el mercado se lo imponga. Entonces ¿por qué lo hace?
Básicamente porque el mundo está enojado con China por sus estrategias de producción y comercio que le han permitido no solo sobresalir en la competencia comercial sino apabullar y destruir a sus competidores. Eso es justo lo que viene ocurriendo en el caso del acero donde el incremento de la exportación china ha llevado al cierre o disminución de la producción de Europa, India, Estados Unidos y México. Esos cierres y el desempleo generado crean un resentimiento que amenaza traducirse en medidas proteccionistas que afectarían a ese país y a los grandes consorcios internacionales.
Así que Xi Jinpin trata de disminuir ese resentimiento y podría decirse que es el éxito en demasía lo que lo obliga a ser prudente.
No hay secreto en la estrategia china. En lo financiero el país es un exportador de capitales. Ciertamente una paradoja, que un país pobre le preste a uno rico. Pero con eso consiguió que otros países tuvieran dinero para comprarle y encareció los dólares para su propia población. De ese modo amarró el crecimiento de su demanda interna a su propia producción al mismo tiempo que conquistaba el mundo con su producción alentada por su moneda barata.
China acepta la entrada de capitales externos productivos, que le llevan tecnología, pero restringe a los capitales especulativos. Sigue, además, una estrategia de substitución de importaciones bastante efectiva que la convierte en compradora de materias primas e insumos, pero no de manufacturas. China es un país que se sigue llamando comunista pero ha creado un capitalismo peculiar, con alta intervención del estado y bajo una orientación nacionalista.
El notable avance de este país es visto con ambivalencia por el resto del mundo. Su alto ritmo de crecimiento lo convirtió en un importante demandante de granos básicos, minerales, materias primas e insumos que contribuyeron a sostener la producción y los ingresos de muchos otros países. Sin embargo como potencia exportadora de manufacturas ha contribuido a expulsar del mercado a las industrias de otros países, incluso entre las potencias.
Habrá que ver si lo que ofrece Xi Jinpin es suficiente y oportuno.
No lo creo porque el proceso electoral norteamericano, ha permitido al electorado expresar su rabia por la estrategia neoliberal que los ha empobrecido. Lo que va a obligar al gobierno norteamericano a presionar a sus aliados para que le den preferencia en sus importaciones. Solo así podrá enfrentar el desafío chino, relanzar su industria y satisfacer las demandas de su población.
Para México será de la mayor importancia definir su papel económico en relación a los Estados Unidos, sobre todo si ese país modifica su rumbo económico. Podemos quedar como competidores de sus trabajadores, es decir rivales y equiparados con China. O, por lo contrario, podemos redefinirnos como aliados económicos que apoyen una nueva estrategia en beneficio de la producción de ambos países y de sus respectivas poblaciones.
Trump propuso, ante Peña Nieto, cinco acuerdos. El número cuatro fue mejorar el TLCAN y elevar los salarios de los trabajadores de los dos países; el cinco fue conservar la producción de manufacturas y los empleos en “nuestro hemisferio”. Con esas propuestas, el Donaldo cambió su discurso anti México, así fuera de momento, para proponernos una estrategia de cooperación que le haga frente a la competencia de China y, dijo, del resto del mundo.
Además de que la visita fue una pifia ha sido un error no agarrar de la lengua a Trump y aterrizar esas dos propuestas. En lugar de ello se las ignoró hasta hace poco, cuando la secretaria de relaciones exteriores, Claudia Ruiz Massieu, se encargó de responder que no nos conviene renegociar el TLCAN, y que será mejor avanzar al Acuerdo Transpacífico. Un acuerdo que Trump rechaza tajantemente.
No es entendible que si se invita a Trump porque se teme que gane la presidencia norteamericana no se escuchen sus propuestas y se las deseche sin más. Habría sido mejor esperar a que perdiera.
Xi Jinping el presidente de China recién ofreció reducir la producción de acero y carbón de su país. Lo hizo al inaugurar la reunión del G20, a la que acudieron representantes de 34 países, en buena parte jefes de estado.
El ofrecimiento es que China bajará la producción de acero en 150 millones de toneladas anuales en los próximos cinco años. Además, en un periodo que va de tres a cinco años, cerrará minas de carbón con una capacidad de 500 millones de toneladas y reestructurará toda esa industria para bajar la producción en otros 500 millones de toneladas de carbón al año.
Tales metas de reducción de producción de carbón y acero forman parte, dijo Xi Jinpin, de una estrategia de ajustes de la oferta a la demanda. Lo planteó como la contribución de su país al problema mundial de sobreproducción; aparte de subrayar un historial de importantes incrementos de la demanda de su población y la de su país por artículos del exterior. De manera conveniente olvidó que su país vende mucho más de lo que importa y en ese sentido contribuye fuertemente al problema.
En ese encuentro en que todos pregonaron su lealtad al libre mercado, la oferta de China es producir menos por una decisión de política interna y no porque el mercado se lo imponga. Entonces ¿por qué lo hace?
Básicamente porque el mundo está enojado con China por sus estrategias de producción y comercio que le han permitido no solo sobresalir en la competencia comercial sino apabullar y destruir a sus competidores. Eso es justo lo que viene ocurriendo en el caso del acero donde el incremento de la exportación china ha llevado al cierre o disminución de la producción de Europa, India, Estados Unidos y México. Esos cierres y el desempleo generado crean un resentimiento que amenaza traducirse en medidas proteccionistas que afectarían a ese país y a los grandes consorcios internacionales.
Así que Xi Jinpin trata de disminuir ese resentimiento y podría decirse que es el éxito en demasía lo que lo obliga a ser prudente.
No hay secreto en la estrategia china. En lo financiero el país es un exportador de capitales. Ciertamente una paradoja, que un país pobre le preste a uno rico. Pero con eso consiguió que otros países tuvieran dinero para comprarle y encareció los dólares para su propia población. De ese modo amarró el crecimiento de su demanda interna a su propia producción al mismo tiempo que conquistaba el mundo con su producción alentada por su moneda barata.
China acepta la entrada de capitales externos productivos, que le llevan tecnología, pero restringe a los capitales especulativos. Sigue, además, una estrategia de substitución de importaciones bastante efectiva que la convierte en compradora de materias primas e insumos, pero no de manufacturas. China es un país que se sigue llamando comunista pero ha creado un capitalismo peculiar, con alta intervención del estado y bajo una orientación nacionalista.
El notable avance de este país es visto con ambivalencia por el resto del mundo. Su alto ritmo de crecimiento lo convirtió en un importante demandante de granos básicos, minerales, materias primas e insumos que contribuyeron a sostener la producción y los ingresos de muchos otros países. Sin embargo como potencia exportadora de manufacturas ha contribuido a expulsar del mercado a las industrias de otros países, incluso entre las potencias.
Habrá que ver si lo que ofrece Xi Jinpin es suficiente y oportuno.
No lo creo porque el proceso electoral norteamericano, ha permitido al electorado expresar su rabia por la estrategia neoliberal que los ha empobrecido. Lo que va a obligar al gobierno norteamericano a presionar a sus aliados para que le den preferencia en sus importaciones. Solo así podrá enfrentar el desafío chino, relanzar su industria y satisfacer las demandas de su población.
Para México será de la mayor importancia definir su papel económico en relación a los Estados Unidos, sobre todo si ese país modifica su rumbo económico. Podemos quedar como competidores de sus trabajadores, es decir rivales y equiparados con China. O, por lo contrario, podemos redefinirnos como aliados económicos que apoyen una nueva estrategia en beneficio de la producción de ambos países y de sus respectivas poblaciones.
Trump propuso, ante Peña Nieto, cinco acuerdos. El número cuatro fue mejorar el TLCAN y elevar los salarios de los trabajadores de los dos países; el cinco fue conservar la producción de manufacturas y los empleos en “nuestro hemisferio”. Con esas propuestas, el Donaldo cambió su discurso anti México, así fuera de momento, para proponernos una estrategia de cooperación que le haga frente a la competencia de China y, dijo, del resto del mundo.
Además de que la visita fue una pifia ha sido un error no agarrar de la lengua a Trump y aterrizar esas dos propuestas. En lugar de ello se las ignoró hasta hace poco, cuando la secretaria de relaciones exteriores, Claudia Ruiz Massieu, se encargó de responder que no nos conviene renegociar el TLCAN, y que será mejor avanzar al Acuerdo Transpacífico. Un acuerdo que Trump rechaza tajantemente.
No es entendible que si se invita a Trump porque se teme que gane la presidencia norteamericana no se escuchen sus propuestas y se las deseche sin más. Habría sido mejor esperar a que perdiera.
sábado, 10 de septiembre de 2016
Los agujeros negros de la economía
Jorge Faljo
La Unión Europea recién le ha ordenado a Irlanda que cobre 14.48 miles de millones de dólares en impuestos atrasados a la empresa Apple, fabricante del Iphone y de otros productos electrónicos. Para la Comisión Europea, el gobierno supranacional de 28 países de Europa, Irlanda concedió a Apple ventajas fiscales excesivas, individualizadas e ilegales. Este trato privilegiado permitió que la empresa pagara en impuestos tan solo el uno por ciento de sus ganancias en el año 2003 y la sorprendente cantidad de 0.005 por ciento en 2014.
En opinión del Canciller de Austria, Christian Kern, la decisión es la correcta porque, según dijo, cualquier puesto callejero de salchichas en Viena paga más impuestos que una corporación multinacional, y eso incluye a Starbucks, Amazon y similares. Añadió que los países europeos con muy bajos impuestos corporativos, como Irlanda, Luxemburgo, Holanda y Malta, minan la estructura de la Unión Europea y carecen de solidaridad hacia el resto del continente. En estos países colocan las grandes transnacionales sus oficinas ejecutivas, de ventas o distribución para concentrar sus ganancias de toda Europa y casi no pagar impuestos.
Por su parte el ministro de finanzas de Francia, Michel Sapin, considera que es normal hacer que Apple pague impuestos normales. El jefe de finanzas de la Eurozona, Jeroen Diksselbloem, dijo que Apple no entiende la obligación moral de una gran empresa de pagar impuestos ni la indignación pública ante los manejos de las grandes empresas para evitar el pago de impuestos.
El caso es que la respuesta de Apple ha sido de indignación y declara que irá a los tribunales a defenderse. Lo extraordinario es que el gobierno de Irlanda, que por cierto se encuentra altamente endeudado, y para el que recibir un regalito de 14.48 mil millones de dólares le caería de perlas, también se prepara para defenderse de esa decisión. Alega que esa medida impacta negativamente su estrategia económica para la atracción de capitales externos que generen empleos.
La situación se complica porque la decisión abre la puerta a que otros países reclamen una parte de ese pastel. Austria y España ya estudian como calcular la parte que les corresponde por las ventas de Apple en sus países.
Para la Unión Europea Irlanda hace una competencia desleal que presiona a otros países para ofrecer cada vez mayores privilegios para que las grandes empresas se asienten en su territorio. Apple amenaza reducir en varios miles sus puestos de trabajo en Irlanda, si le cobra impuesto. Sin embargo los tendría que recrear en otros países europeos. Su estrategia es ver quien le ofrece más. Por otro lado no tendría problema para pagar porque cuenta con 231 mil millones de dólares a la mano.
Se trata de un problema generalizado de importancia mundial. Los países compiten por otorgar privilegios a las grandes empresas; no solo les crean legislaciones y tarifas impositivas a modo, sino que incluso les otorgan un trato individualizado. Lo que va en contra de la pregonada libre competencia.
En México es conocido el caso del contrato gandalla entre el anterior gobierno de Nuevo León y la empresa Kia. Pero no es un hecho aislado; los gobiernos de nuestros estados compiten entre sí para generar parques industriales, otorgar subvenciones fiscales, abaratar el precio de los servicios públicos y controlar la mano de obra y los salarios en alianza con sindicatos blancos. Las llamadas Zonas Económicas Especiales están diseñadas para eso; espacios de privilegio fiscal, de infraestructura y servicios para empresas selectas.
De Irlanda a Nuevo León se dice que el interés es generar empleos, pero se trata de un espejismo. Habría mucho mayores beneficios para la población si con mayores impuestos recibiera buenos servicios públicos y si se protegiera el empleo existente. Porque en un contexto de mercado estancado, donde no crecen los salarios, el incremento de la producción transnacional lo que hace es destruir a las empresas menos fuertes.
Aparte de crear escaparates de aparente modernidad existen beneficios ocultos para los políticos que serán subcontratistas de esas transnacionales, reciben beneficios indebidos o, con paciencia, serán recompensados más adelante cuando brinquen al sector privado hacia puestos generosos.
El gran problema de la economía mundial es la debilidad de la demanda (porque producción sobra) y es generado sobre todo por las grandes transnacionales. Estas operan como agujeros negros del ingreso: pagan pocos o nulos impuestos; crean pocos puestos de trabajo a los que pagan salarios “de mercado” que son una porción ínfima de su alta productividad. Sus ganancias en cambio son altísimas, benefician a muy pocos. Al generar mucha producción pero poca demanda “resecan” el mercado y provocan la destrucción no solo de sus rivales, sino de amplios sectores del aparato productivo.
Las transnacionales presumen su competitividad y éxito mercantil, pero operan de manera antisocial. Son los grandes motores de la inequidad, el desempleo y la escasez de demanda que agobian a la economía mundial.
Un agujero negro es, en astronomía, una estrella de enorme densidad y gran atracción gravitacional que se va comiendo a las otras estrellas y planetas de su entorno, creciendo constantemente. Su fuerza de gravedad es tanta que ni siquiera la luz puede escapar. Para allá nos llevan.
La Unión Europea recién le ha ordenado a Irlanda que cobre 14.48 miles de millones de dólares en impuestos atrasados a la empresa Apple, fabricante del Iphone y de otros productos electrónicos. Para la Comisión Europea, el gobierno supranacional de 28 países de Europa, Irlanda concedió a Apple ventajas fiscales excesivas, individualizadas e ilegales. Este trato privilegiado permitió que la empresa pagara en impuestos tan solo el uno por ciento de sus ganancias en el año 2003 y la sorprendente cantidad de 0.005 por ciento en 2014.
En opinión del Canciller de Austria, Christian Kern, la decisión es la correcta porque, según dijo, cualquier puesto callejero de salchichas en Viena paga más impuestos que una corporación multinacional, y eso incluye a Starbucks, Amazon y similares. Añadió que los países europeos con muy bajos impuestos corporativos, como Irlanda, Luxemburgo, Holanda y Malta, minan la estructura de la Unión Europea y carecen de solidaridad hacia el resto del continente. En estos países colocan las grandes transnacionales sus oficinas ejecutivas, de ventas o distribución para concentrar sus ganancias de toda Europa y casi no pagar impuestos.
Por su parte el ministro de finanzas de Francia, Michel Sapin, considera que es normal hacer que Apple pague impuestos normales. El jefe de finanzas de la Eurozona, Jeroen Diksselbloem, dijo que Apple no entiende la obligación moral de una gran empresa de pagar impuestos ni la indignación pública ante los manejos de las grandes empresas para evitar el pago de impuestos.
El caso es que la respuesta de Apple ha sido de indignación y declara que irá a los tribunales a defenderse. Lo extraordinario es que el gobierno de Irlanda, que por cierto se encuentra altamente endeudado, y para el que recibir un regalito de 14.48 mil millones de dólares le caería de perlas, también se prepara para defenderse de esa decisión. Alega que esa medida impacta negativamente su estrategia económica para la atracción de capitales externos que generen empleos.
La situación se complica porque la decisión abre la puerta a que otros países reclamen una parte de ese pastel. Austria y España ya estudian como calcular la parte que les corresponde por las ventas de Apple en sus países.
Para la Unión Europea Irlanda hace una competencia desleal que presiona a otros países para ofrecer cada vez mayores privilegios para que las grandes empresas se asienten en su territorio. Apple amenaza reducir en varios miles sus puestos de trabajo en Irlanda, si le cobra impuesto. Sin embargo los tendría que recrear en otros países europeos. Su estrategia es ver quien le ofrece más. Por otro lado no tendría problema para pagar porque cuenta con 231 mil millones de dólares a la mano.
Se trata de un problema generalizado de importancia mundial. Los países compiten por otorgar privilegios a las grandes empresas; no solo les crean legislaciones y tarifas impositivas a modo, sino que incluso les otorgan un trato individualizado. Lo que va en contra de la pregonada libre competencia.
En México es conocido el caso del contrato gandalla entre el anterior gobierno de Nuevo León y la empresa Kia. Pero no es un hecho aislado; los gobiernos de nuestros estados compiten entre sí para generar parques industriales, otorgar subvenciones fiscales, abaratar el precio de los servicios públicos y controlar la mano de obra y los salarios en alianza con sindicatos blancos. Las llamadas Zonas Económicas Especiales están diseñadas para eso; espacios de privilegio fiscal, de infraestructura y servicios para empresas selectas.
De Irlanda a Nuevo León se dice que el interés es generar empleos, pero se trata de un espejismo. Habría mucho mayores beneficios para la población si con mayores impuestos recibiera buenos servicios públicos y si se protegiera el empleo existente. Porque en un contexto de mercado estancado, donde no crecen los salarios, el incremento de la producción transnacional lo que hace es destruir a las empresas menos fuertes.
Aparte de crear escaparates de aparente modernidad existen beneficios ocultos para los políticos que serán subcontratistas de esas transnacionales, reciben beneficios indebidos o, con paciencia, serán recompensados más adelante cuando brinquen al sector privado hacia puestos generosos.
El gran problema de la economía mundial es la debilidad de la demanda (porque producción sobra) y es generado sobre todo por las grandes transnacionales. Estas operan como agujeros negros del ingreso: pagan pocos o nulos impuestos; crean pocos puestos de trabajo a los que pagan salarios “de mercado” que son una porción ínfima de su alta productividad. Sus ganancias en cambio son altísimas, benefician a muy pocos. Al generar mucha producción pero poca demanda “resecan” el mercado y provocan la destrucción no solo de sus rivales, sino de amplios sectores del aparato productivo.
Las transnacionales presumen su competitividad y éxito mercantil, pero operan de manera antisocial. Son los grandes motores de la inequidad, el desempleo y la escasez de demanda que agobian a la economía mundial.
Un agujero negro es, en astronomía, una estrella de enorme densidad y gran atracción gravitacional que se va comiendo a las otras estrellas y planetas de su entorno, creciendo constantemente. Su fuerza de gravedad es tanta que ni siquiera la luz puede escapar. Para allá nos llevan.
sábado, 3 de septiembre de 2016
Trump: la irracionalidad razonable
Jorge Faljo
Me sumo a la mayoría que opina que la visita de Trump no fue buena para México y si para ese gran farsante. El problema no se encuentra en los discursos explícitos de ambas partes, más bien moderados, sino en haberle construido un escenario de gran ceremonia a alguien que ni por sus posturas previas, ni por su status actual, debió haberlo tenido. Pero lo tuvo y lo aprovechó plenamente para demostrar su dominio del escenario.
Aclaro que no critico el haberlo invitado, sino el formato servil del dialogo. Esto es importante porque a final de cuentas las impresiones visuales y su mensaje implícito cuentan tanto o más, en política, que la substancia del intercambio. Por lo menos es lo que ocurre en estos momentos.
No son malos los argumentos del Presidente Peña Nieto para justificar la invitación a Trump. El dialogo es necesario. Pero de ninguna manera debió darle el carácter de una visita de estado. Debió recibirlo en mangas de camisa, en guayabera en el hangar de algún aeropuerto del norte del país, digamos Chihuahua, Hermosillo o Tijuana. Al salir del encuentro “privado”, habría bastado un simple apretón de manos para declarar, ante un muy selecto equipo de periodistas que el dialogo continuaría. Y retirarse. Si Trump quería hacer declaraciones tendría que haberlas hecho solo, sin la apariencia de respaldo del presidente a su lado.
Encontrarlo a medio camino y contrastar un atuendo casero con el trajezaso del güero le habría dado al encuentro un carácter informal sin agresividad. Lo correcto para tratar a alguien que se piensa que todavía tiene alguna posibilidad, aunque en continua disminución, de llegar a ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Pero lo que se hizo fue darle una estupenda oportunidad de comportarse como estadista a alguien de quien se sabe que es el gran maestro del escenario y de las impresiones visuales y discursivas impactantes.
Dicho lo anterior insisto en que hay que tomar en serio a Trump. No es un oportunista cualquiera, es alguien que sabe leer el estado de ánimo y los intereses de sus interlocutores para manipularlos a su antojo. Este carácter camaleónico es al mismo tiempo una cualidad política. Él ha sabido leer a sus compatriotas; sus propuestas reflejan adecuadamente la rabia acumulada y las exigencias de cambio de buena parte del electorado de su país.
La respuesta meramente patriotera, de rechazo al que nos ha ofendido, nos impide ver, o tal vez hasta intenta ocultar, lo que vino a proponer. El secretario Osorio Chong, sintonizado con la indignación, ha declarado que se le invitó para hacerle ver la irracionalidad de sus posturas y propuestas.
¿Cuáles propuestas? Trump hizo cinco propuestas ante las que México debería ir preparando respuestas, o contrapropuestas apropiadas. Una respuesta superficial no basta, hay que definir lo que se le va a proponer al próximo presidente norteamericano, quienquiera que sea.
Veamos las propuestas del Donaldo.
La primera es acabar con la emigración ilegal. Es una emigración que ha ocasionado enormes sufrimientos a las familias, a los hijos e hijas abandonados, a los muertos en el camino. Hay que reflexionar y responder que no nos interesa seguir expulsando mexicanos. Pero la solución no es levantar muros, sino instrumentar una estrategia de desarrollo que sea realmente incluyente, que permita permanecer, vivir y prosperar en el suelo donde se ha nacido. Hay que atender el tema ocupacional e incorporar a los marginados a la producción. Esa es la verdadera solución.
Lo segundo que afirma Trump es que cada país tiene derecho a contar con fronteras seguras y que una barrera física puede ser benéfica para ambos si es que elimina el movimiento ilegal de personas, drogas y armas. Podemos estar en desacuerdo, pero no podremos impedirlo; solo los mismos norteamericanos podrían hacerlo. No obstante, podemos responderle que asuma y cumpla el compromiso de su parte de impedir el tráfico de armas del norte al sur.
Su tercera propuesta es desmantelar los carteles de la droga y, Trump repite, evitar el movimiento ilegal de drogas, armas y dinero ilícito. Aquí reconoce que esto va más allá de levantar un muro y que requiere mayor cooperación. Nosotros debemos aceptar que la estrategia mexicana deja mucho que desear. Hay que pensarle mucho más al cómo, sin bajar la guardia en cuanto a dignidad y soberanía. Existe un antecedente histórico digno de tomase en cuenta. La era de la prohibición del alcohol propició una gran criminalidad que solo pudo abatirse cuando se permitió su consumo regulado.
La cuarta propuesta fue fortalecer al TLCAN para conservar la industria dentro de nuestro hemisferio y enfrentar la competencia de China. Hacerlo, dijo, implica elevar los salarios de los trabajadores de México y los Estados Unidos. No solo se revertiría el deterioro salarial de los últimos años (él mencionó 18), sino que está implícito que mejorar el ingreso sería el soporte de la reindustrialización de ambos países.
Debo confesar que la idea de fortalecer el TLCAN como un compromiso entre tres países, y en contra del Tratado Trans Pacífico, me parece viable y favorable para ambos países. Implica que México deje de ser cliente preferente de China para serlo de las manufacturas norteamericanas y, en reciprocidad, los Estados Unidos favorezcan a México en lugar del sureste asiático.
Su quinta propuesta es consecuencia de la anterior: conservar la manufactura y la riqueza en el hemisferio norteamericano e impedir que los puestos de trabajo salgan de México, los Estados Unidos y Centroamérica. En este caso tomarle la palabra nos llevaría a proponerles a los norteamericanos una estrategia de desarrollo compartido. Algo que bien llevado haría inútil la construcción de un muro.
Estas propuestas merecen análisis y respuestas serias. Muchos ni se han enterado del fondo de su discurso; otros pueden creerlo mera palabrería. A los más su estilo ofensivo les hace reaccionar con justificada indignación.
Sin embargo sospecho que existe otro grupo que alienta un patriotismo estéril para no ver, porque no les conviene, sus propuestas anti neoliberales. Trump nos pide cambiar el modelo de desarrollo de manera concertada. Es difícil saber si es mera ocurrencia del momento o posición que habrá de sostener en el futuro.
Lo que no se vale del lado mexicano es un patrioterismo hipócrita precisamente de aquellos que han vendido el patrimonio nacional, que han hipotecado nuestra soberanía y a los que les interesan más sus negocios personales que el futuro de la nación. Bien miradas y adecuadamente diseñadas e instrumentadas, las propuestas de Trump son mucho más convenientes para la mayoría de los mexicanos y para el país, incluyendo soberanía y dignidad, que la continuación del modelo que nos han impuesto nuestras voraces elites.
Me sumo a la mayoría que opina que la visita de Trump no fue buena para México y si para ese gran farsante. El problema no se encuentra en los discursos explícitos de ambas partes, más bien moderados, sino en haberle construido un escenario de gran ceremonia a alguien que ni por sus posturas previas, ni por su status actual, debió haberlo tenido. Pero lo tuvo y lo aprovechó plenamente para demostrar su dominio del escenario.
Aclaro que no critico el haberlo invitado, sino el formato servil del dialogo. Esto es importante porque a final de cuentas las impresiones visuales y su mensaje implícito cuentan tanto o más, en política, que la substancia del intercambio. Por lo menos es lo que ocurre en estos momentos.
No son malos los argumentos del Presidente Peña Nieto para justificar la invitación a Trump. El dialogo es necesario. Pero de ninguna manera debió darle el carácter de una visita de estado. Debió recibirlo en mangas de camisa, en guayabera en el hangar de algún aeropuerto del norte del país, digamos Chihuahua, Hermosillo o Tijuana. Al salir del encuentro “privado”, habría bastado un simple apretón de manos para declarar, ante un muy selecto equipo de periodistas que el dialogo continuaría. Y retirarse. Si Trump quería hacer declaraciones tendría que haberlas hecho solo, sin la apariencia de respaldo del presidente a su lado.
Encontrarlo a medio camino y contrastar un atuendo casero con el trajezaso del güero le habría dado al encuentro un carácter informal sin agresividad. Lo correcto para tratar a alguien que se piensa que todavía tiene alguna posibilidad, aunque en continua disminución, de llegar a ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Pero lo que se hizo fue darle una estupenda oportunidad de comportarse como estadista a alguien de quien se sabe que es el gran maestro del escenario y de las impresiones visuales y discursivas impactantes.
Dicho lo anterior insisto en que hay que tomar en serio a Trump. No es un oportunista cualquiera, es alguien que sabe leer el estado de ánimo y los intereses de sus interlocutores para manipularlos a su antojo. Este carácter camaleónico es al mismo tiempo una cualidad política. Él ha sabido leer a sus compatriotas; sus propuestas reflejan adecuadamente la rabia acumulada y las exigencias de cambio de buena parte del electorado de su país.
La respuesta meramente patriotera, de rechazo al que nos ha ofendido, nos impide ver, o tal vez hasta intenta ocultar, lo que vino a proponer. El secretario Osorio Chong, sintonizado con la indignación, ha declarado que se le invitó para hacerle ver la irracionalidad de sus posturas y propuestas.
¿Cuáles propuestas? Trump hizo cinco propuestas ante las que México debería ir preparando respuestas, o contrapropuestas apropiadas. Una respuesta superficial no basta, hay que definir lo que se le va a proponer al próximo presidente norteamericano, quienquiera que sea.
Veamos las propuestas del Donaldo.
La primera es acabar con la emigración ilegal. Es una emigración que ha ocasionado enormes sufrimientos a las familias, a los hijos e hijas abandonados, a los muertos en el camino. Hay que reflexionar y responder que no nos interesa seguir expulsando mexicanos. Pero la solución no es levantar muros, sino instrumentar una estrategia de desarrollo que sea realmente incluyente, que permita permanecer, vivir y prosperar en el suelo donde se ha nacido. Hay que atender el tema ocupacional e incorporar a los marginados a la producción. Esa es la verdadera solución.
Lo segundo que afirma Trump es que cada país tiene derecho a contar con fronteras seguras y que una barrera física puede ser benéfica para ambos si es que elimina el movimiento ilegal de personas, drogas y armas. Podemos estar en desacuerdo, pero no podremos impedirlo; solo los mismos norteamericanos podrían hacerlo. No obstante, podemos responderle que asuma y cumpla el compromiso de su parte de impedir el tráfico de armas del norte al sur.
Su tercera propuesta es desmantelar los carteles de la droga y, Trump repite, evitar el movimiento ilegal de drogas, armas y dinero ilícito. Aquí reconoce que esto va más allá de levantar un muro y que requiere mayor cooperación. Nosotros debemos aceptar que la estrategia mexicana deja mucho que desear. Hay que pensarle mucho más al cómo, sin bajar la guardia en cuanto a dignidad y soberanía. Existe un antecedente histórico digno de tomase en cuenta. La era de la prohibición del alcohol propició una gran criminalidad que solo pudo abatirse cuando se permitió su consumo regulado.
La cuarta propuesta fue fortalecer al TLCAN para conservar la industria dentro de nuestro hemisferio y enfrentar la competencia de China. Hacerlo, dijo, implica elevar los salarios de los trabajadores de México y los Estados Unidos. No solo se revertiría el deterioro salarial de los últimos años (él mencionó 18), sino que está implícito que mejorar el ingreso sería el soporte de la reindustrialización de ambos países.
Debo confesar que la idea de fortalecer el TLCAN como un compromiso entre tres países, y en contra del Tratado Trans Pacífico, me parece viable y favorable para ambos países. Implica que México deje de ser cliente preferente de China para serlo de las manufacturas norteamericanas y, en reciprocidad, los Estados Unidos favorezcan a México en lugar del sureste asiático.
Su quinta propuesta es consecuencia de la anterior: conservar la manufactura y la riqueza en el hemisferio norteamericano e impedir que los puestos de trabajo salgan de México, los Estados Unidos y Centroamérica. En este caso tomarle la palabra nos llevaría a proponerles a los norteamericanos una estrategia de desarrollo compartido. Algo que bien llevado haría inútil la construcción de un muro.
Estas propuestas merecen análisis y respuestas serias. Muchos ni se han enterado del fondo de su discurso; otros pueden creerlo mera palabrería. A los más su estilo ofensivo les hace reaccionar con justificada indignación.
Sin embargo sospecho que existe otro grupo que alienta un patriotismo estéril para no ver, porque no les conviene, sus propuestas anti neoliberales. Trump nos pide cambiar el modelo de desarrollo de manera concertada. Es difícil saber si es mera ocurrencia del momento o posición que habrá de sostener en el futuro.
Lo que no se vale del lado mexicano es un patrioterismo hipócrita precisamente de aquellos que han vendido el patrimonio nacional, que han hipotecado nuestra soberanía y a los que les interesan más sus negocios personales que el futuro de la nación. Bien miradas y adecuadamente diseñadas e instrumentadas, las propuestas de Trump son mucho más convenientes para la mayoría de los mexicanos y para el país, incluyendo soberanía y dignidad, que la continuación del modelo que nos han impuesto nuestras voraces elites.
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