Jorge Faljo
Algunos documentos son muy difíciles de descifrar. Digamos los manuscritos del mar muerto, que son las versiones más antiguas de la biblia escritas en versiones ancestrales de hebreo, arameo y griego. Escritos sobre pergaminos, es decir pieles de animales muy jóvenes cuidadosamente limpiadas, estiradas y secadas, se guardaron enrollados en grandes jarras, en cuevas de ambiente muy seco. Por eso se conservaron durante un par de milenios.
Una vez descubiertos, a partir de 1946, fue cuando sufrieron sus mayores daños porque fueron destrozados para venderlos en pedacería y ganarles más. Ahora son objeto de estudio de numerosos especialistas empeñados en descifrarlos y aprender sobre su contexto histórico y de creencias religiosas.
Interpretar lo escrito en otra lengua es labor de traductores que enfrentan siempre algún grado de dificultad. Lo más probable es que incluso dos buenos traductores puedan interpretar el mismo documento con algunas diferencias de matiz. Eso me pasa con un reciente rollo, en este caso no por su forma, como los del mar muerto, sino por su contenido, en el que Hacienda y Banxico interpretan el último reporte del Fondo Monetario Internacional –FMI-, sobre la situación de México.
Hay que señalar primero que no están de acuerdo en un punto controvertido; el FMI prevé que en 2018 la economía del país crecerá tan solo al 1.9 por ciento; es decir un par de décimas menos que el 2.1 por ciento calculado para este 2017. Es decir que lo hará al ritmo de tortuga, que para la mayoría de los mexicanos es más bien de cangrejo, al que nos han acostumbrado décadas de neoliberalismo. Como es seguro no al ritmo prometido al principio de esta administración.
Esta y otras diferencias se reflejan en el comunicado con el que Hacienda y Banxico dan a conocer los resultados de la evaluación que el FMI hizo de la economía mexicana mediante una interpretación francamente sesgada.
Aquí me propongo hacer una comparación y una interpretación alternativa de los puntos más relevantes.
La versión mexicana señala que el FMI “Reconoció que las reformas estructurales han contribuido al aumento de la actividad económica al impulsar la inversión, reducir los precios y generar una mayor provisión de servicios.” Un reconocimiento que, si fuera enteramente cierto, sería un importante espaldarazo a la actual administración.
Sin embargo, lo que yo encuentro en la versión en inglés, de la que hago mi propia traducción, es que “aun cuando algunas de las reformas estructurales muestran las primeras señales de éxito, todavía no han resultado en un aporte significativo al crecimiento. Además, la percepción de una alta corrupción y la débil aplicación de la ley siguen restringiendo la perspectiva de crecimiento”.
Con una inflación superior al seis por ciento anual ¿a que puede referirse la afirmación de que los precios han bajado? Se refieren a dos sectores muy específicos que “parecen” contribuir al crecimiento: telecomunicaciones y electricidad. Más allá de estos dos casos, es evidente que los precios no han bajado.
Según el lado mexicano el FMI dijo que las reformas multiplicarán el impacto positivo en el crecimiento y en la reducción de la pobreza. Tal vez, en el futuro. Porque de momento lo que el FMI dice es que la pobreza y la inequidad siguen siendo altas y que el índice de pobreza ha continuado incrementándose en los años recientes. Es decir, en esta administración.
El FMI no duda en señalar que la mortalidad infantil en México es superior al promedio de Latino América y que nos encontramos rezagados en algunos aspectos de los servicios de salud, educación y básicos en general. También dice que la tasa de homicidios es el triple de la mundial. Que solo la tercera parte de los mayores de 25 años han completado la secundaria y que cerca del 20 por ciento de los jóvenes están excluidos de la educación, la capacitación y el empleo.
Cierto que, como apunta el lado mexicano, el FMI dice que continuar con las reformas estructurales puede contribuir al crecimiento y la disminución de la pobreza. Pero, y aquí pongo un “pero” gigantesco, ¿de cuáles reformas habla? Para el FMI la prioridad está en reformas que ataquen la corrupción, que fortalezcan el cumplimiento de la ley, que reduzcan la informalidad y que incrementen la seguridad. Aquí se encuentran importantes obstáculos a la inversión y el crecimiento. Son debilidades que, para esa institución, pueden y van a impedir que las otras reformas, las que más pregona esta administración, tengan el impacto esperado en la economía.
También se expresa en la evaluación que los ingresos fiscales en México son muy bajos. Es conocido que somos un paraíso fiscal, así que el FMI propone elevar algunos impuestos, eliminar exenciones y combatir la evasión.
Aquí me viene a la mente el dato proporcionado por la Auditoría Superior de la Federación de que entre 2013 y 2016 el Sistema de Administración Tributaria logró cobrar 2.8 mil millones de pesos, el 3.8 por ciento de un total de 74.5 mil millones de pesos de créditos fiscales controvertidos que ya tenían sentencia favorable al SAT. La enorme mayoría no se pudo cobrar por dos motivos; la lentitud de los procedimientos y que las empresas reducen operaciones y bienes, incluso desaparecen, para no pagar. Y así por el estilo. Algo habría que hacer al respecto.
Una recomendación general es mejorar la efectividad de la administración pública y la eficiencia del gasto en educación y en salud, y consolidar los programas de asistencia social.
Concluyo que no es lo mismo leer la interpretación “rollo” de Hacienda y Banxico que el documento original, en inglés. Lejos de lo que el lado mexicano quiere presentar como un espaldarazo a esta administración la evaluación del FMI es despiadada en señalar la ineficacia del sector público; los, hasta el momento, bajos resultados de las reformas; el rezago de México respecto a Latino América en bienestar social.
Lo importante y positivo es la claridad de la propuesta central: que se reforme el combate a la corrupción y a la inseguridad, se fortalezca el estado de derecho y se promueva la inclusión económica y social.
Para entender esto no era necesario leer en arameo.
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