Jorge Faljo
El secretario de estado norteamericano Antony Blinken repitió el 24 de
junio que Rusia había perdido la guerra porque no logró sus objetivos
principales: conquistar toda Ucrania y capturar su capital Kiev. El problema
con este tipo de razonamiento es que pretende saber lo que Putin, el presidente
de Rusia intentaba lograr, pero no consiguió.
Objetivos que son distintos a los declarados por Putin, que Ucrania
fuera un país neutral desmilitarizado, sin bases militares extranjeras que
amenazaran a Rusia. Para la elite política norteamericana esta petición era
inaceptable; Ucrania era libre de entrar a la alianza militar dirigida por los
Estados Unidos.
Esta discrepancia entre el derecho de Ucrania a entrar a la OTAN y las
preocupaciones de seguridad de Rusia dieron pie a una guerra que está
transformando el mundo y no para bien.
La guerra no empezó el 24 de febrero con la invasión rusa sino muchos
años antes con la expansión de la OTAN y la ubicación de bases de misiles en
Polonia y Rumania. El violento golpe de estado de 2014 que tiró al gobierno ucraniano
pro ruso generó una larga guerra civil que lleva ocho años y ahora se convirtió
en guerra internacional.
Dentro de Ucrania el golpe de estado fue resistido sobre todo por la
minoría rusa, casi el 30 por ciento de la población, que fue brutamente reprimida.
Dos provincias, Donets y Luhansk que integran la región minera llamada Donbas,
se opusieron con éxito al golpe de estado y desde entonces fueron llamadas separatistas.
Una tercera, la península de Crimea se separó de Ucrania y se reintegró a
Rusia.
Tras ocho años de apoyo militar de la OTAN a principios de 2022 el
gobierno de Ucrania declaró que recuperaría la integridad de su territorio, es
decir todo el Donbas e incluso Crimea, arreció el bombardeo de la región y
concentró fuerzas militarse en su frontera.
La negativa norteamericana para que Ucrania fuera un país militarmente
neutral y la intensificación del conflicto para reconquistar el Donbas llevaron
a Rusia a invadir Ucrania. Rusia invadió por el norte amenazando la capital y
obligó al retiro de tropas ucranianas del este y sur para, en un segundo
movimiento, concentrar sus ataques en esas zonas.
Rusia está ganando terreno y que consolida sus posiciones no solo en una
perspectiva militar. Reconstruye, por ejemplo, el puerto de Mariupol,
rehabilita la infraestructura de la región, reparte rublos a la población y les
otorga pasaporte ruso. Rusifica el terreno conquistado y ha ampliado sus
objetivos para “liberar” las regiones de habla rusa, el Donbas y el sur de
Ucrania, es decir su salida al mar.
No es creíble que Ucrania pueda reconquistar el terreno perdido a pesar
del apoyo militar que recibe. Tampoco es viable que Rusia pueda y quiera
conquistar toda Ucrania. Las pérdidas de ambos lados son muy grandes y el
estancamiento es inevitable. Solo que no se sabe si este estancamiento es
conducente a negociar la paz o dará pie a años de conflicto sin que nadie gane
mucho más de lo que ahora tiene. Rusia advierte al gobierno de Ucrania que
entre más se tarde en aceptar negociar la paz más difícil serán las
condiciones.
Rusia ganó la guerra territorial. ¿Significa eso que la perdieron los Estados
Unidos?
No. Tal vez quede una Ucrania semidestruida, empobrecida, endeudada, con
millones de refugiados adentro y en otros países. Sin embargo Estados Unidos ha
logrado sus principales objetivos.
Antes de esta guerra Rusia y Europa marchaban aceleradamente a una
integración progresiva. Rusia es rica en recursos naturales tales como
petróleo, gas, minerales, y materias primas de todo tipo. Los gasoductos eran
el principal puente de esta unión y le proporcionaban a Europa energía barata
para su industria y el bienestar de su población. A cambio Rusia se convertía
en su cliente principal de equipos tecnológicamente avanzados, maquinaria
industrial, inversiones y bienes de consumo.
Un maridaje ideal que los Estados Unidos saboteaban continuamente y
ahora han logrado destruir.
En las nuevas condiciones Europa, y en particular Alemania, se convierten
en cliente del gas y energéticos norteamericanos más caros y pierden competitividad
industrial. Toda Europa queda subordinada a la política militar y económica norteamericana
y se obliga a eliminar todas las importaciones rusas, en unos casos de
inmediato y en otros, el del gas por ejemplo, de manera progresiva.
La guerra justifica un presupuesto militar norteamericano nunca antes
visto, superior al gasto militar sumado de los siguientes nueve países con
mayor gasto en armamentos. Los grandes corporativos militares norteamericanos tienen
ganancias extraordinarias que fortalecen el desarrollo de nuevos armamentos y
Estados Unidos se reafirma como la mayor potencia militar del mundo.
Al mismo tiempo logra el objetivo de debilitar a Rusia. Una nueva
cortina de hierro aísla a Rusia de Europa e inutiliza las enormes inversiones
en infraestructura para proveerla de materias primas y energía. Ahora tendrá que
reorientar el sentido de sus exportaciones y pierde el aprovisionamiento de
insumos tecnológicos europeos.
La estrategia norteamericana propicia el acercamiento entre China,
tecnológica e industrialmente avanzada y Rusia como proveedora de materias primas.
Algo que tampoco gusta a los Estados Unidos que ya está creando una nueva
amenaza fantasma, una supuesta posible invasión china a Taiwán, internacionalmente
reconocida como una provincia de China. De este modo se justifica el incremento
de su gasto militar ante su propio pueblo.
Los países que más sufrirán este reacomodo global son los del medio
oriente y África que se encuentran muy endeudados y ahora se empobrecerán más, muchos
de ellos al grado de la hambruna. Estos países serán un territorio comercial y
político disputado entre China y occidente.
El país asiático estaba incrementando su presencia mediante importantes financiamientos
a obras de infraestructura, que ella misma construía. Ahora algunos de estos países
no podrán pagarle y se convierten en clientes empobrecidos, debilitando la
expansión china.
Por otra parte, los Estados Unidos y Europa anuncian planes de ayuda
económica (prestamos) a países en grave empobrecimiento, a cambio de las
usuales demandas de alineamiento político y comercial.
La guerra ha disparado un cambio geopolítico global creando polos crecientemente
distanciados. De un lado occidente es decir Estados Unidos y Europa y sus
esferas de influencia; del otro China y Rusia posiblemente acompañados de otros
países del grupo BRICS, como India y Sudáfrica.
Se trata de una ruptura planetaria cuando los mayores retos de la
humanidad, detener el cambio climático y disminuir la pobreza extrema,
requieren de unidad y esfuerzos concertados. En lugar de ello marchamos en
reversa.
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