jueves, 31 de mayo de 2012

Mark Zuckerberg, Facebook e impuestos


Mark Zuckerberg, Facebook e impuestos
Jorge Faljo
Mark Zuckerberg, co-diseñador, co-fundador y presidente de Facebook, se acaba de casar con Priscilla Chan, su novia de toda la vida. Su boda fue un evento social exclusivo y noticia seguida por millones de personas. Ocurrió el día posterior a la entrada de Facebook a la bolsa de valores, lo que elevó la fortuna de Mark a unos  17 mil millones de dólares.

La diferencia de un día entre la entrada a la bolsa y el matrimonio tiene la mayor importancia económica. Las leyes de California consideran como propiedad personal la fortuna con la que se llega al matrimonio y de ahí en adelante como propiedad común la que se adquiere posteriormente. Muy probablemente Mark esperó ese importante incremento de su fortuna para casarse un día después. No se sabe a ciencia cierta sí la pareja firmó un contrato prenupcial para establecer otras reglas de reparto de su fortuna en caso de divorcio.

Mark nació en 1984 y es un joven que, para estar dentro de las ligas mayores, tiene costumbres relativamente austeras. La casa que compró para su vida de casado le costó únicamente siete millones de dólares. Una bicoca dada su fortuna personal. Su auto tampoco es realmente extraordinario.

Un buen muchacho que con sus compañeros de cuarto diseñó un instrumento de comunicación pensado para los estudiantes de Harvard. Pero la idea prendió y se convirtió en una red mundial en la que ahora se interconectan 800 millones de personas y ha vuelto ultra millonarios a esos jóvenes.

¿Para qué le alcanzan 17 mil millones de dólares a Mark? Si acaso estuvieran en un fondo de inversión que diera tan solo un uno por ciento anual, tendría 170 millones de dólares al año, unos 465 mil dólares al día, sin tocar el capital. Pero el estilo de vida de Mark es más modesto que, por ejemplo, Paulina Romero Deschamps, la hija del líder de los trabajadores petroleros que viaja por el mundo con tres perritos a los que aloja en suites de gran lujo.  

Mark se redujo el sueldo de los 600 mil dólares que ganaba el año pasado a tan solo un dólar al año. Lo que imaginé, por un instante, es que era algo así como un acto de generosidad. Pero no. Los analistas financieros lo consideran un paso hacia la posibilidad de los ultra ricos del planeta: no pagar impuestos. Eso se puede hacer de diversas maneras. No soy experto en aspectos fiscales pero les transmito lo que he entendido.

Mark podría, por ejemplo, colocar su fortuna en un fondo de ahorro para su retiro al cumplir 60 años. Después de esa fecha podría extraer su fortuna sin pagar o pagando muy bajos impuestos. Por las acciones que venda de aquí a entonces pagaría un impuesto de tan solo 15 por ciento. Entretanto, podría vivir de prestado. Obviamente no se pagan impuestos cuando lo que se recibe son préstamos. Puede fácilmente endeudarse por varios millones al año y la deuda que acumularía la pagaría sin problemas al cumplir 60 años.

Eduardo Saverín, también co-fundador de Facebook renunció a su nacionalidad norteamericana y se convirtió en residente de Singapur, donde no hay impuestos a las ganancias de capital. Lo hizo antes de la entrada de Facebook en la bolsa de valores para en el futuro no pagar impuestos sobre su fortuna, calculada en unos cuatro mil millones de dólares.

Estos muchachos diseñaron su programa en Harvard, una universidad subsidiada con aportaciones fiscales; funciona gracias al internet, que crearon otros; opera en computadoras compradas por gente que si paga impuestos. Su aportación es apreciada, pero no es sino una cereza en un gran pastel creado por muchos. ¿Por qué no habrán de pagar impuestos?

Lo que quiero resaltar es que en este planeta, en los Estados Unidos y en México, los verdaderamente muy muy ricos pagan muy pocos impuestos, a veces nada. Que los ricos paguen impuestos adecuados al nivel de su fortuna sería un primer paso para la solución de los problemas del planeta.

domingo, 27 de mayo de 2012

Abran paso a la política


Abran paso a la política
Jorge Faljo
Durante treinta años un pequeño grupo, de hecho hacia el final del periodo una sola familia, concentraba el poder y cada vez más de la propiedad y las empresas en Túnez. Las relaciones de poder dentro de ese país, las formas de hacer política, estaban determinadas por el inmovilismo, por la preservación de lo mismo. Hasta que un día un joven, continuamente fastidiado por la policía que no le dejaba vivir de su pequeño puesto de frutas, decidió prenderse fuego. Su larga agonía fue terrible y le prendió fuego al país entero. Organizada por las redes sociales la juventud se lanzó a las calles para hacer verdadera política, de la que realmente discute sobre cambios de fondo y el destino del país. A esa movilización le bastaron pocas semanas para derribar a la antigua dictadura.
El ejemplo se extendió a Egipto y luego a Libia donde de nueva cuenta fue la juventud la que se opuso a continuar fingiendo que creía en una política de mascarada donde lo único que estaba en juego era el reparto de prebendas grupales y personales entre mafias del poder económico, político y militar. La entrada de los jóvenes obligó de nueva cuenta a repensar el país, empezando por el rechazo a las estructuras de poder existentes.
A los cambios en el norte de África se les llamó la primavera árabe y no cabe duda que inspiraron otros movimientos en Yemen y Bahréin y cambios preventivos en Marruecos y otros países. También en Europa y Estados Unidos, Israel, Chile y muchos otros lugares la sociedad, sobre todo los jóvenes educados, alza su voz en los movimientos de los indignados, los ocupas, los 99 por ciento.
Saben que la globalización ha entrado en su peligrosa etapa agónica y que su destino dentro del actual modelo económico es la exclusión. Ningún otro futuro les vaticina la avalancha autodestructiva de empresas y empleos y el gigantesco desperdicio de capacidades y recursos productivos que caracteriza al planeta entero.
Durante meses me preguntaba y preguntaba a mis amigos ¿Qué ocurre en México que no pasa nada? El dominio de la política de mascarada, del conflicto de intereses cupulares manejado dentro de estrictas normas rituales, de la democracia irrelevante, parecía completo. La esgrima partidaria acotada por los medios de comunicación y esencialmente limitada al reparto de posiciones, buenos sueldos y oportunidades de lucro.
Ahora, de repente como en tantos otros lados, un nuevo actor toca a la puerta y exige ser escuchado. Se trata de la juventud y de cajón diré “educada”, porque   en realidad no creo que haya juventud no educada. Podrá no ser universitaria o no estar en escuelas de paga, pero hoy en día es siempre educada. Sabe distinguir la superchería, el juego de simulaciones y la palabrería, donde se atrinchera el inmovilismo de fondo en una sociedad cuyo modelo económico nos asfixia.
La pregunta es ¿Qué pasó en los últimos días? Y solo cabe responder: lo mismo que en otros lados del planeta. Se dio el chispazo que encendió los ánimos e hizo reaccionar a los jóvenes. Un chispazo que en todas partes ha sido la agresión desde el poder, el desprecio a la inteligencia, el insulto. A los jóvenes no les gusta que les digan que se hizo justicia donde no la hubo, que los llamen porros, vendidos y manipulados, que no les permitan hablar y no los quieran escuchar.
¡Aguas con estos actores! Desestabilizan la política ritual porque no buscan puestos y prebendas personales sino cambiar el país; porque no se subordinan a líderes que pueden ser comprados sino que actúan juntos en plena libertad individual; porque cuentan con un instrumento valiosísimo, el de la comunicación directa entre ellos sin que pase por los filtros del poder; porque no aceptan la simulación de la política como teatro Kabuki.  
Con la juventud como nuevo actor que desestabiliza los viejos equilibrios inmovilizadores se abre camino a la política real, la que coloca en la mesa de discusión las opciones de fondo que tiene la sociedad mexicana. Su sola presencia y sus voces cuestionan la capacidad de los partidos políticos para representar a la sociedad mexicana; ponen en duda la validez de los mecanismos meramente electorales como cauce suficiente a una democracia efectiva; desmienten las imágenes ultramaquilladas y manipuladas, a favor de unos y en contra de ellos, que presentan los medios.
Luchan contra el engaño y eso empieza a cambiarlo todo; al grado de que las certezas de hace apenas unas semanas se cambian por sanas incertidumbres. Su impacto es muy superior al del mísero debate, atole con el dedo, que nos asestaron como graciosa concesión los medios.
Los actores de la política Kabuki comprendieron rápidamente que el ataque directo a la juventud no hace sino echar leña al fuego. Han creado rápidamente un guión que por un lado habla de respeto a la manifestación de ideas y abre pequeños espacios manipulados en los medios y por el otro lado busca descalificar a los jóvenes como agresores con posiciones inconsistentes.
Ahora el poder es cuestionado en todas partes y se ve obligado a auto contenerse porque ahora existe la posibilidad de que cada acto represivo sea fotografiado, filmado y colocado en las redes sociales.
No es posible saber con certeza que es lo que sigue. ¿Acaso una primavera mexicana? De momento solo puede asegurarse que los últimos días han sido de una efervescencia creciente. Los 131 alumnos de la Ibero que dieron la cara hicieron un acto de afirmación ciudadana que liberó enormes fuerzas antes subterráneas y que ahora aflora. Se identificaron con sus credenciales y dieron sus nombres; lo que en este país es una audacia revolucionaria.
Decenas de miles se suman ahora al reclamo central de liberar al país recuperando la palabra, el espacio público y democratizando a los medios. El futuro está en las manos de todos aquellos que dicen: Yo soy el 132. 

domingo, 20 de mayo de 2012

La Trampa de la Competencia


La trampa de la competencia
Jorge Faljo

El presidente Felipe de Jesús Calderón en la reciente Cumbre empresarial de las Américas impartió lecciones del viejo discurso neoliberal ahora en retroceso. Sus palabras:
“No le demos la vuelta: la alternativa es la apertura, es la competencia, es el comercio, es la libertad, es la empresa, es la propiedad. Son enunciados que deben defenderse por quienes creemos en ello, entre ellos los empresarios y los gobiernos libres. (…) Si quieres tener un hijo que camine, no le prohíbas caminar. Si quieres tener un competidor, hazlo competir.”
Son los conceptos con los que se abrió paso la globalización en el planeta entero. La que hoy en día empobrece no solo a nuestros pueblos periféricos sino incluso a las antes privilegiadas clases medias europeas y norteamericanas. Es un asunto de supervivencia entender lo ocurrido para poder transformarlo. Intentaré  explicarlo de manera muy sintética.
Los últimos cincuenta años de la historia mundial se caracterizan por avances científicos que han generado el mayor ritmo de incremento de la productividad en la historia de la humanidad. Son impresionantes los avances en electrónica, informática, bioingeniería, digitalización de la información de texto, audio y video y  comunicación mundial instantánea. También hay nuevos materiales (fibra óptica por ejemplo) un mejor aprovechamiento energético y gran cantidad de aparatos novedosos para el hogar, la oficina y la producción industrial y agropecuaria.
El espectacular incremento en productividad podría, debería, haber generado un incremento substancial en los niveles de bienestar y tiempo libre para toda la población de los países industrializados e incluso para toda la humanidad. En lugar de ello vivimos una época de empobrecimiento generalizado
Lo que ocurrió es que los adelantos tecnológicos y en productividad se concentraron en los que podemos llamar, para abreviar, sectores globalizados. Pero sus incrementos de la producción, basados en las nuevas tecnologías, no se acompañaron de un incremento en la demanda y eso creó un grave desequilibrio: abundante oferta y escasa capacidad de demanda. Pronto la baja de poder adquisitivo de la población se convirtió en impedimento para crecer.
En esas condiciones el incremento de la nueva producción globalizada no se sumó a la apenas un poco más vieja producción convencional. Por el contrario, la fue destruyendo. Se eliminó precisamente el tipo de empresa que más empleo y más capacidad de demanda creaban. El desempleo condujo a una baja generalizada de salarios.
En México el salario mínimo alcanzó su máximo en 1980, tras décadas de crecimiento rápido y sostenido con un modelo de industrialización nacionalista. Con el modelo de apertura y competencia, desindustrializador, se ha perdido el 75 por ciento del poder adquisitivo del salario mínimo desde esa fecha.
La función histórica de las ganancias en el capitalismo pre globalizado era la inversión, una vez restado el consumo de los dueños. Con la globalización las nuevas fabulosas ganancias se destinan a una función paradójica; la de generar capacidad de demanda mediante préstamos a los gobiernos y a los consumidores. A falta de dar mejores salarios, se endeuda a los consumidores; a falta de pagar impuestos adecuados, se endeuda a los gobiernos. Prestando se consiguieron niveles de demanda más o menos adecuados a las ofertas de los sectores globalizados mientras que se destruía a las empresas convencionales.
La combinación de tecnologías maravillosas, dominio oligopólico de los mercados, influencia política, bajos salarios y bajos impuestos han creado enormes fortunas que se apoderan crecientemente de toda la propiedad periférica. En este contexto en México se ha extranjerizado la propiedad de los bancos, cadenas comerciales, ferrocarriles, cerveceras y más. Se ha destruido, por ejemplo, la vieja industria nacional textil y del vestido, del juguete, de electrodomésticos, maquinas herramienta y buena parte del pequeño comercio y de la producción campesina. Los oligopolios internos se expanden a costa de la mediana y pequeña empresa.
La globalización se impuso prestando con triple beneficio: primero, para vender lo que produce; segundo, cobrando intereses; tercero, sus préstamos convertidos en indispensables en la lógica de la globalización, han sido un factor de poder que le permite extorsionar incesantes concesiones políticas y económicas adicionales.
Sin embargo en su momento de triunfo explota el problema que ha creado. Produce muchas mercancías y riqueza; pero no genera demanda, de hecho la destruye. Al prestar parte de sus inmensas ganancias los inversionistas solo colocaron un parche en la herida; lograron que los consumidores siguieran comprando y los gobiernos funcionando, pero a medias y no por mucho tiempo. Pero la deuda es una mala solución, insostenible y limitada. Y si la deuda ya no es solución, se convierte en problema.  Primero generó demanda que permitía crecer; ahora para pagar sus excesos todos se ajustan el cinturón y la recesión, las quiebras y el desempleo se expanden en Europa y el mundo.
La verdadera solución de fondo es simple: que la humanidad cuente con ingresos suficientes para poder comprar todo lo mucho que pueden producir los sectores globalizados y también los no globalizados. Más aterrizado: los sectores globalizados deben producir suficiente demanda para vender lo que producen sin destruir a los demás. Y eso solo lo pueden hacer por dos vías: pagar buenos salarios y, sobre todo, pagar buenos impuestos que los gobiernos usen en favor de los excluidos.
Hace años se anunció lo que ahora ocurre. Estaba de moda declarar “los no competitivos no sobrevivirán”. Urge ahora entender que los competitivos son cada vez menos y que la amenaza es real. Competir es jugar a las sillas locas; todos los días cierran empresas que dejan de ser competitivas en Italia, España, Grecia, Estados Unidos y aquí también. Aparte del ritmo de destrucción normal de vez en cuando llega un tsunami de gran destrucción. Y parece que se avecina el siguiente.
¿Pondrías a tu hijo a competir, en patines, con otros que llevan motocicletas, autos de carreras y camiones doble remoque? Claro que no. Cada quien debe competir en su propia pista; en su propio mercado.
El primer debate presidencial abrió con el tema de la competencia en los medios de comunicación. Tres candidatos respondieron con planteamientos inspirados en la perspectiva neoliberal: Josefina: “La competencia es esencial para la prosperidad en cualquier economía.” Quadri: “Gracias a la competencia hay nuevas empresas, hay eficiencia, hay crecimiento económico, tenemos mejores servicios y mejores productos.” Peña: “Competencia significa darle a los mexicanos la oportunidad de tener acceso a productos y servicios que compitan en calidad y en precio.” Más de lo mismo.  
Solo uno, Amlo, escapó de la trampa al decir: “Vamos a democratizar a los medios de comunicación”. Esto es distinto, es la posibilidad de que la gente de a pie, la no competitiva, tenga derecho a una parte del pastel.
Millones de jóvenes españoles, griegos, portugueses, norteamericanos, con licenciaturas, maestrías y doctorados no son competitivos. Nuestros hijos no serán competitivos y podrán ser destruidos por la competencia, por trabajos sin dignidad y sueldos de hambre; o por el desempleo y la violencia.
A menos que cambiemos de juego. Hay que recuperar el sentido de realidad para decidirnos a producir con todas nuestras capacidades y recursos. Sin desperdicios. Empecemos por equilibrar el comercio exterior. No es admisible que le compremos 46 mil millones de dólares de mercancías a China y ellos nos compren solo 5 mil millones. No me importa si son más competitivos. Yo no quiero que mis hijos compitan.
Hay que substituir importaciones, reindustrializarnos, proteger el empleo interno e instrumentar una política fiscal que trate con amabilidad los ingresos del trabajo, el derecho al consumo y la inversión productiva; pero que, por otro lado equilibre la oferta y la generación de demanda de los sectores globalizados y que grave fuertemente las ganancias de la especulación y la usura.

martes, 15 de mayo de 2012

Lo esencial del debate


Lo esencial del debate
Jorge Faljo
Primero critiqué el mal formato del debate. Ese artículo lo encuentran en internet si teclean Jorge Faljo en el buscador. Aquí expongo lo que considero esencial de lo dicho por los candidatos y los comparo. Empiezo por presentarlos con sus propias palabras y más adelante coloco mi interpretación.
Josefina
Tenemos estabilidad económica con la que ha llegado el momento de volver a crecer. En este México de oportunidades todos podemos ser exitosos. Este 1º de julio con tu voto decidirás si quieres que continúe la paz, el cumplimiento de la ley y por supuesto la estabilidad; esta paz que solamente se logra reconociendo y enfrentando al crimen organizado.
Propuestas: Abrir los mercados a la competencia. Reforma Laboral. Fortalecer el contenido nacional en las exportaciones. Duplicar las compras del gobierno a la pequeña y a la mediana empresa. Abrir Pemex a la inversión privada. Mayor competencia en los mercados para fortalecer a los consumidores.
Peña
En los últimos 10 años México y su economía ha tenido el peor desempeño de los últimos 80 años, no hay suficientes empleos y los que hay no pagan bien. Hay 12 millones más de pobres y la mitad de ellos no tienen para comer. La ola de violencia amenaza tu vida y tu libertad.
Propuestas: Un nuevo modelo de libre mercado pero con sentido social, que logre crecimiento económico y empleos. Reajustar la estrategia para darle seguridad a los mexicanos; un sistema de seguridad social universal con acceso a la salud, con pensión para el retiro con seguro de desempleo; preparatoria para todos los jóvenes y universidad para un millón y medio más. Abrir Pemex a la inversión privada.
Amlo. No funciona la política neoliberal. Sin crecimiento no puede haber empleo, bienestar y paz. Desde el gobierno de Salinas se entregaron los bienes de la nación a un grupito con la gran mentira de que las privatizaciones nos iban a traer progreso y bienestar. Se acumuló riqueza en pocas manos a costa del sufrimiento de la mayoría.
Propuestas: Vámonos por un camino del todo nuevo. Desprivatizar al gobierno para que en lugar de rescatar banqueros y grandes empresarios o gastar en despilfarros y altos sueldo ese dinero vaya a inversión pública, impulse actividades productivas, genere empleos y bienestar. Hay muchos recursos naturales, un pueblo trabajador y recursos públicos que, con un manejo honesto, nos permitirían crecer. Se utilizará el sector energético como palanca del desarrollo y, sin corrupción, bajaremos los precios de los combustibles y electricidad. Cada dos años habrá una consulta pública para que los ciudadanos decidan si quieren que siga o no como presidente.
Quadri.
Los políticos de siempre han dejado al país sumido en la mediocridad, en el estancamiento y en la violencia.
Propuestas: Lo que debe de hacer el país es asumir una economía de mercado, tener más empresas, más empresarios. Requerimos una profunda reforma laboral, fiscal, educativa y acabar con los monopolios (privatizar) en petróleo y en electricidad. Atraer inversión privada para reducir el desempleo y para el desarrollo de México.
Interpretación
Diagnóstico. Peña y Amlo son críticos: No hay crecimiento y empleo. Amlo lo identifica como un problema de la política neoliberal iniciada hace tres décadas y de la apropiación de las empresas y recursos públicos por un pequeño grupo oligarca. Peña sostiene que el problema inició con los gobiernos panistas, sin entrar a mayor detalle.  Quadri culpa a los políticos. Josefina vive en un mundo feliz y habla de la estabilidad y la paz en que vivimos. Me parece que está diciendo que la situación podría ser peor y hay que conformarnos con lo que tenemos.
Propuestas. Peña, Josefina y Quadri se alinean con el mercado y la continuidad de las actuales políticas. Amlo plantea un nuevo camino de lucha contra los privilegios desde un nuevo manejo del sector público.
Según Peña la respuesta está en el libre mercado con sentido social. ¿Cómo es que Peña conjuga estos opuestos? Ofrece las perlas de la virgen: Seguridad social universal con acceso a la salud, pensión para el retiro y seguro de desempleo para todos; preparatoria para todos los jóvenes y que un millón y medio más entren a la universidad; triplicar la inversión en ciencia y tecnología.
Fabuloso su planteamiento de un estado del bienestar. Pero ¿con que dinero? En el discurso de Peña solo encuentro dos fuentes posibles. La primera es su propuesta de reforma fiscal con impuestos progresivos. A falta de detalles cabría suponer que hará pagar a los más afortunados. Peña nos tiene que aclarar si es un socialista enmascarado, o juega con aquello de que el prometer no empobrece…
Josefina confía en la mayor liberación del mercado y la competencia. Esto se aplicaría, por ejemplo, al mercado laboral flexibilizando contrataciones y despidos. Dijo, literalmente: “Vamos a eliminar las cuotas obrero-patronales para que de esta forma no solamente demos este seguro de desempleo temporal y esta cuenta bancaria, sino podamos tener una generación de empleos con responsabilidad fiscal y reducir significativamente la economía informal”. ¿Usted entiende? Yo tampoco. Más bien parece que propone llevar todo el actual empleo formal a condiciones de inseguridad y falta de derechos similares a la informalidad y desaparecer al IMSS. Supongo que la responsabilidad fiscal será en adelante solo de los trabajadores.
Quadri es un neoliberal puro y no a medias tintas. Plantea la privatización de petróleo y energía eléctrica y la eliminación de subsidios. Es decir que estos precios se rijan por los internacionales y los fijados por las empresas productoras. Su respuesta es más mercado y más empresarios (menos políticos). Su apariencia, buena palabra y dinamismo no deben hacernos perder el sentido esencial de su discurso: una propuesta neoliberal total bastante similar a la que Calderón quiso y no pudo instrumentar. Su neoliberalismo ya fue abandonado en el resto del planeta donde el fracaso es más que evidente y donde el péndulo empieza a regresar a la mayor regulación y acotamiento de los excesos del mercado salvaje.
Amlo se contrapone a los otros. Critica el neoliberalismo y lo asocia a la toma del poder factual y la riqueza del país por un pequeño grupo. Atribuye a este hecho central el empobrecimiento de las mayorías. También se contrapone al considerar a Pemex y a la electricidad como palancas de desarrollo en manos del gobierno. Plantea eliminar subsidios a privilegiados, acabar con la corrupción y bajar los precios.
En mi opinión el neoliberalismo de Quadri se encuentra muy rezagado; es el discurso que permitió implantarlo en México hace tres décadas y que ya se abandonó en casi todo el planeta.
Josefina me parece etérea. Parece vivir en un mundo rosa, el del piensa bien y estarás bien. Un pensamiento positivo que puede ser bueno para motivar y muy malo para entender la realidad y cambiarla.
El diagnóstico y las propuestas de Peña son muy atractivas, tanto que llegan a lo poco creíble. Ofrece crecimiento, empleo, competitividad, modernidad, seguro social universal, mayor gasto educativo. Pero no aclara la manera de hacerlo y, sobre todo, de financiarlo. Plantea que las reformas estructurales habrán de generar inversión y empleo. Es el mismo pensamiento con el cual Calderón prometió ser el presidente del empleo y no cumplió.
Amlo de manera pragmática parte de lo contrario, hace un recuento de lo que considera disponible. Nos habla de un país con recursos naturales, población trabajadora y amplios recursos públicos. Para él lo que hace falta es el buen uso de lo que ya tenemos. En su visión un gobierno honesto y que no despilfarre, contaría con recursos suficientes para sacar al país del marasmo. Al menos nos dice cómo piensa financiar lo que ofrece. Eso lo hace ver más realista.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Debates, México y Francia



Un  Buen Debate 
De hecho un estupendo debate donde los candidatos abordaron con decisión los asuntos de fondo, en particular la producción y el empleo, los impuestos y el gasto público, entre otros. La moderación fue muy buena, fue planteando los temas relevantes y, cada candidato habló un total de 72 minutos en los que pudo explicar a fondo su propuesta. No hubo momentos aburridos y la transmisión tuvo un altísimo rating; la siguieron cerca del 50 por ciento de los futuros votantes unos 22 millones de personas. Al momento del debate las calles se mostraban vacías mientras que los cafés y bares estaban repletos de ciudadanos que festejaban abiertamente y en grupos lo que parecían los buenos momentos de su candidato y las fallas del contrario. Toda una fiesta cívica… en Francia.
Nicolás Sarkozy el actual presidente en busca de la reelección y su rival, François Hollande, el candidato del partido socialista, se tiraron a fondo, bien pertrechados de información y decididos. La mayoría de los comentaristas señalan que el que mejor se vio fue Hollande. En primer lugar porque desmintió el mito de tener una personalidad endeble, poco adecuada para la confrontación. Sarkozy en cambio se encontraba en el dilema de no acentuar su imagen prepotente y su necesidad de actuar con fuerza. Así que el tono fue de alta confrontación, a ratos agresivo, como cuando se desmentían mutuamente, pero ninguno de los dos perdió la compostura y el control de su voz.
Hollande contó con la ventaja de referirse a hechos y resultados concretos de los 10 últimos años de Sarkozy en el poder, primero como ministro de economía, industria y finanzas y desde el 2007 como presidente. Sarkozy, en contrapartida, intentó asociar a Hollande con las políticas fallidas de los últimos presidentes socialistas de España y Grecia. Pero su argumentación tuvo tres fallas. Una es que estos presidentes siguieron, al final de sus mandatos, la política neoliberal impuesta por la banca. La segunda es que las cuentas que dejó el derechista Berlusconi, en Italia, fueron igualmente malas. La tercera es que no hablaba de su contrincante, sino de supuestos amigos de Hollande.
Un tema central de la confrontación fue el gasto público. Para Sarkozy la prioridad es mejorar el balance fiscal gastando menos y elevando los impuestos a los consumidores, el IVA. Comparte la prioridad de la política de austeridad pregonada por Alemania para toda Europa. Hollande, por lo contrario, señala que al llegar a la presidencia promoverá el crecimiento y no duda en proponer la contratación de empleados públicos; maestros de escuela, por ejemplo. Punto en el que lo confrontó Sarkozy al señalar que este era un ejemplo de gasto irresponsable.
En las últimas semanas Hollande logró deslindar con claridad los dos campos políticos al proponer incrementos al impuesto sobre la renta y al impuesto solidario sobre las grandes fortunas. Es decir que en lugar de ponerles impuestos a todos, se los carga a los más ricos.
Propone, por ejemplo, un impuesto sobre la renta que llegaría al 75 por ciento para los ingresos que superen el millón de euros al año (unos 17 millones de pesos). Eso significa que el que gana 1.1 millones de euros pagará el 75 por ciento sobre los 100 mil euros que exceden el millón. También propone elevar el impuesto a las grandes fortunas. Por ejemplo, se pagaría un 1.8 por ciento anual sobre las posesiones personales que superen los 16.8 millones de euros (285 millones de pesos).
De manera anecdótica habría que señalar que el candidato del partido comunista fue mucho más radical. Propuso un impuesto sobre la renta del 100 por ciento a los ingresos superiores a los 360 mil euros al año. Es decir que, traducido a nuestra moneda, nadie podría ganar más de 510 mil pesos al mes en una Francia comunista. No ganó, pero obtuvo el 11 por ciento de los votos de la primera ronda de votación. Eso es mucho si recordamos que en Francia se vota en dos rondas; en la primera contendieron 10 candidatos, varios de ellos puramente simbólicos. Debido a que ninguno obtuvo más del 50 por ciento de los votos para ganar por mayoría absoluta, se hace una segunda ronda de votación este 6 de mayo entre los dos candidatos punteros. Es un sistema con grandes ventajas para la vida democrática de ese país, pero este es un tema para otra ocasión.
El caso es que Sarkozy acusó a Hollande de estar en contra de los ricos y no precisamente a favor de los pobres. El segundo le reviró que durante su presidencia han aumentado los pobres y que los ricos se han vuelto mucho más ricos. Lo que nos lleva a un tema fundamental, el del empleo. El actual presidente prometió que reduciría el desempleo a un 5 por ciento y el hecho es que se ha elevado a casi el 10 por ciento. Un asunto vital en toda Europa.  
En España uno de cada cuatro trabajadores está desempleado y el desempleo entre los jóvenes es del 50 por ciento. Los jóvenes de Europa, con excelentes niveles de educación solo encuentran empleos que no les dan lo suficiente para vivir de manera independiente, casarse y formar una familia. Hablamos de jóvenes, menores de 29 años y en muchos casos con licenciatura, maestría o doctorado.
La situación es crítica en toda la periferia europea. Recordemos que España, Portugal, Grecia, Holanda, Italia, Irlanda y Eslovenia se encuentran en recesión, con Inglaterra y Bélgica al borde de la misma. Esto significa cierres de fábricas, nuevos desempleados y que todos se aprieten el cinturón. Como todos consumen menos, esto lleva a cerrar más fábricas. Al cobrar menos impuestos (25 por ciento menos este año en España) los gobiernos siguen en dificultades para pagar a sus acreedores.
La situación asusta a los franceses. Según las encuestas el favorito es Hollande, el candidato socialista que ofrece menos austeridad y más empleo. Para lograrlo este candidato habla de modificaciones poco ortodoxas que afectan al sistema financiero internacional. Señaló en el debate que no le parece razonable que el banco central europeo preste dinero a la banca privada al uno por ciento de interés para que esta les preste a los gobiernos al 6 por ciento. El propone que el banco central le preste directamente a los gobiernos al 1 por ciento. Tampoco parece temerle a una inflación moderada. Ambas propuestas son, en la visión neoliberal, preocupantes herejías.
Para cuando usted lea este artículo ya se sabrá quien ganó la presidencia de Francia este seis de mayo. Si ganó Hollande, el actual favorito, su triunfo puede ser el primer paso para abandonar en toda Europa la autodestructiva política de austeridad. Tendrá mucho que renegociar con Alemania y no será fácil. Pero su triunfo sería el de la política y la democracia como factores de decisión. Ojalá y pueda escapar a la ya habitual imposición de políticas públicas por parte de los poderes financieros. 



Un mal debate
Esperaba mucho más del debate y lo que hubo fue un formato absurdo, pero acordado por todos, que le imprimió incoherencia y superficialidad. Las preguntas mediocres impidieron abordar los temas de gran relevancia. Los tiempos fueron el escudo que nos impidió ver quiénes pueden, o no, hilar más de tres ideas de manera ordenada.
Dos ejemplos del absurdo entre temas y preguntas. El primer gran tema fue Economía y Empleo. Un asunto fundamental que podría haberse planteado de manera abierta y sin complicaciones. Algo así como “Sr. Candidato, háblenos de economía y empleo”.
En lugar de ello se sacó de la urna el subtema “competencia” y la pregunta específica fue: “¿Qué acciones y políticas impulsaría para evitar las prácticas monopólicas, especialmente en los servicios de telefonía, banda ancha y medios masivos de comunicación?”
De este modo lo que era un tema fundamental para todos se transformó en la demanda de una toma de posición ante los barones del poder mediático, Salinas Pliego, Azcárraga y Slim. Así que la pregunta estaba predestinada a ser evadida yéndose a generalidades y justificándose en el escaso tiempo disponible.
Lo mismo se repitió al abordar el tema la Seguridad Pública y la Justicia. Nada es hoy en día más importante para los mexicanos. Pero la pregunta que la suerte dispuso fue: “¿Impulsaría el establecimiento de un sistema de penas substitutas para que alguno de los delitos no se sancionen con prisión?” ¡Hágame  el favron cabor!
Además de que las preguntas operaron en contra del abordaje del tema, estaban mal diseñadas. Inducían una visión estrecha de las respuestas. Repensemos la primera pregunta enfocada en evitar prácticas monopólicas, es decir el reparto del pastel entre los grandes barones. Porqué no pensar a fondo, digamos en ¿cómo pueden los medios masivos contribuir a la democracia, a la difusión del conocimiento? ¿Cómo abrirlos a la participación de universidades, organizaciones sociales, pensadores críticos y expresiones de cultura?
En lugar de destapar la imaginación las preguntas encerraban las respuestas. Un simple “Sr. Candidato, háblenos de seguridad y justicia” habría abierto la posibilidad de que se expresaran las verdaderas prioridades de cada candidato y no las que imponían las preguntas y el azar. ¿Acaso las penas sustitutas son la prioridad de algún candidato?
Una mecánica perversa que parecía diseñada para evitar los grandes temas como crecimiento económico, reactivación del campo, política industrial, crimen organizado, justicia accesible, empleos suficientes y dignos. Creo que no hay más de ocho o diez grandes temas para un debate. Sortear 71 preguntas fue un absurdo.
Los candidatos enfrentaron una especie de examen de admisión. No del estilo de desarrollar un tema a fondo. Sino de preguntas en desorden. El formato fracasó. ¿O recuerda usted alguna diferencia entre los candidatos al hablar de cómo evitar prácticas monopólicas? ¿o sobre penas substitutas? Yo no.
Lo poco bueno del debate ocurrió cuando los candidatos hablaron sobre lo que no se les preguntó; cuando rompieron el formato. Ejemplo. Todos hablaron de la privatización de Pemex, uno propuso privatizar abiertamente, dos en forma disimulada y el cuarto se opuso a la privatización. Este era un tema indispensable que no salió en las preguntas; qué bueno que lo abordaron.
El debate se organizó bajo la práctica habitual de evadir responsabilidades. No otra cosa es eso de dejar a la suerte los subtemas y las preguntas. Este mal diseño acordado aseguraba la superficialidad e irrelevancia de las intervenciones. Lo que había que exhibir era figura, peinados, tono de voz, compostura.
Al tono del evento contribuyó una escena que en su momento creí irrelevante. Pero ayer en la noche mi sobrino, al que no le interesó el debate, comentó que lo iba a buscar en youtube porque todos sus amigos y compañeros de trabajo hablaban de la muchachona. No de los candidatos, no de sus propuestas, ni siquiera de sus acusaciones mutuas.
Me parece que en este debate todos perdimos. Pero también hay que considerar que unos perdieron más que otros.
El gran ganador del debate fue el candidato que no puede ganar, Quadri. De ser un desconocido al que los otros tres ignoraban se ha colado al plano de los otros. No se abrió paso por sus propuestas, algunas buenas otras terribles, sino por la apariencia, la locución, el abordaje reflexivo. Jugó bien y le asegura al PANAL una presencia en el congreso.
Los otros tres pueden considerarse perdedores, dependiendo de cuantos votos les quita Quadri a cada uno. Lo que en el fondo no altera la situación actual. El debate se diseño como compromiso ritual para maquillar a esta democracia irrelevante. Se diseño para no alterar la situación y no la altera. Del debate no salen propuestas para el rediseño de país.
Aprovecho para desahogarme criticando a los tres que tienen posibilidades. A López Obrador le diría que perdió una gran oportunidad. Le tocó hablar del modelo económico y lo que dijo fue que no funcionaba y eso era culpa de los de arriba y ahí se perdió. Ya entendimos compañero, ahora avanza. Su visión parece limitarse a cambiar el gobierno pero no hay propuestas para el cambio del país. Si hubiera propuesto reactivación del campo, política industrial y defensa de la pequeña y mediana empresa, todas acordadas con los actores relevantes, habría metido gol.
Josefina terminó el debate con un mensaje que nos acalambró al grupito que lo estábamos viendo juntos. Dijo: “Este primero de julio con tu voto decidirás si quieres que continúe la paz, el cumplimiento de la ley y por supuesto la estabilidad”. ¿En qué país vive? No logra desprenderse del Calderonismo extraterrestre que le impide ascender.   
Peña Nieto estuvo, en cuanto a forma y figura, mucho mejor que en Guadalajara. Pero su discurso sigue siendo hueco; propone  “reformas estructurales que nos permitan poner a México en condiciones de mayor competitividad, de mayor modernidad y en un marco legal que realmente permita generar mayor inversión productiva, generar empleos y gastar mejor”. O sea, nada. Pero dicho de una manera que se oye bien.
Ojalá y lo ocurrido sirva para que los candidatos pasen a una siguiente etapa, la de explicarnos la instrumentación de sus propuestas. Necesitamos varios debates más, enfocados cada uno en solo un par de temas y en los que los candidatos se vean obligados a hablar más tiempo. Propongo intervenciones de diez minutos; creo que así los conoceríamos realmente en sus capacidades y propuestas.
Este fue un debate en el que todos perdimos y del que deberíamos aprender para mejorar.