lunes, 15 de octubre de 2012

La economía mundial


La economía mundial
Jorge Faljo

La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha publicado “Situación y Perspectivas de la Economía Mundial, 2012.”  Es un documento cuyo carácter oficial le impone un tono mesurado y un contenido sustentado en la mayor objetividad. No obstante no oculta la preocupación por la situación planetaria y su evolución previsible.

En México nos encontramos en la transición entre una administración pública federal y la siguiente. Es un momento particularmente propicio para toma de decisiones audaces y de ser posible, concertadas. El gobernante que se va, y el que llega, han hecho saber que desean una transición “tersa”. Pero interpreto que eso es deseable tan solo en el ámbito de la apariencia política y no en cuanto a la definición de políticas públicas. En ese contexto más amplio creo que la nación espera cambios de rumbo, incluso virajes bruscos, que nos ubiquen en otra perspectiva de crecimiento económico, de generación de empleos, de equidad y justicia social, de seguridad pública y, en general de bienestar.

México se encuentra muy abierto a la economía mundial y eso lo hace vulnerable a los cambios del entorno; lo que obliga precisamente a estar muy atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Así que a continuación expongo la visión de las Naciones Unidas sobre la economía mundial en su propio lenguaje que es muy directo, sin rodeos ni maquillajes.
La economía mundial se encuentra al borde de otra crisis importante. El crecimiento de la producción se ha desacelerado considerablemente durante el año 2011 y para los años 2012 y 2013 se prevé que el crecimiento será anémico.
Las medidas de austeridad fiscal que se han adoptado (en Europa) tenderán a debilitar aún más el crecimiento y las perspectivas de empleo, haciendo el ajuste fiscal y la reparación de los balances del sector financiero aún más difícil. La economía de Estados Unidos también padece de tasas de desempleo altas y persistentes, del tambaleo de la confianza de los consumidores y de las expectativas empresariales, así como de la continua fragilidad del sector financiero.
La Unión Europea (UE) y Estados Unidos de América equivalen a las dos economías más grandes del mundo, y están intrínsecamente entrelazadas. Sus problemas se pueden transmitir fácilmente de una a otra y dar lugar a otra recesión mundial.
Por tanto, en un escenario pesimista el crecimiento del PBM (Producto Bruto Mundial) se desaceleraría a 0,5 por ciento en 2012, lo que implica una caída de la renta media global per cápita. Resultados más benignos centrados en el empleo y el crecimiento sostenible requerirían acciones más contundentes y concertadas a nivel internacional de las que se contemplan actualmente.
Las economías desarrolladas se encuentran al borde de una espiral descendente impulsada por cuatro factores de debilidad que se refuerzan mutuamente: crisis de deuda pública, sectores bancarios frágiles, débil demanda agregada (asociada con altas tasas de desempleo) y parálisis política causada por entramados políticos y deficiencias institucionales.
Estas debilidades son ya un hecho, pero un mayor deterioro en una de ellas podría desencadenar un círculo vicioso que conduzca a una grave turbulencia financiera y una recesión económica. Esto también podría afectar seriamente a los mercados emergentes y otros países en desarrollo a través de canales comerciales y financieros.
Es entonces probable que las economías en desarrollo y las economías en transición sufran un choque significativo. El impacto variará dependiendo de sus vínculos económicos y financieros con las principales economías desarrolladas, que difieren de país en país.
La apreciación cambiaria representa un desafío para muchos países en desarrollo y algunos países europeos, reduciendo la competitividad de sus sectores exportadores. Monedas más fuertes pueden contribuir, por el lado de las importaciones, a reducir la inflación, pero esta ventaja bien podría ser más que neutralizada por el aumento de costos sociales ocasionados por tasas de desempleo más altas.
Mientras tanto, en muchos países en desarrollo la preocupación política de corto plazo será la de evitar que las alzas de precios y volatilidad de los alimentos y otros productos básicos, así como la inestabilidad del tipo de cambio, lleguen a socavar el crecimiento y pongan a dichas economías a merced de nuevos ciclos de auge y caída. Para mitigar el impacto de escaladas y volatilidad de precios y de flujos de capital, dichos países tendrán que asegurarse que sus políticas macroeconómicas sean anticíclicas e inscritas en un marco transparente de gestión de fondos de estabilización fiscal y de mayor regulación financiera, orientadas a la prudencia macroeconómica.
Resalto lo que me parece central: es previsible un muy bajo crecimiento económico mundial que implique reducción de los ingresos de la mayoría de la población. Podría generarse una espiral negativa de decrecimiento económico, del empleo, del ingreso y de fragilidad financiera que conduzca a graves turbulencias. Estas podrían afectar seriamente a los países en desarrollo dependiendo de sus vínculos económicos con las economías desarrolladas. Se requiere prevenir la volatilidad de alimentos y productos básicos, políticas macroeconómicas anticiclicas y mayor regulación financiera.

El mensaje y el tono empleados son preocupantes, incluso brutales y las referencias a economías en desarrollo parecen hechas a la medida de México. La nueva administración debe actuar con extrema prudencia preventiva de los riesgos señalados. Debe ser prioritaria la autosuficiencia alimentaria y el fortalecimiento del mercado interno. Esto último significa en particular establecer políticas de incremento de las capacidades de demanda de la población asociadas a políticas de fortalecimiento de la producción interna. 

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