Cruzada contra el hambre
Jorge Faljo
El
Presidente Peña Nieto fue a Chiapas a dar el banderazo de salida del Sistema
Nacional contra el Hambre (Sinhambre). Lo hizo acompañado de la plana mayor de
la política: casi todos los gobernadores y varios secretarios de estado. El
programa ha originado críticas tanto por su contenido, estrategia de
instrumentación como por el hecho de “ocupar” el espacio zapatista para darle
mayor impacto.
Las
dudas surgen sobre si es o no “clientelista”; es decir compra-votos. Apela a
múltiples estructuras burocráticas que en el pasado reciente han sido poco
capaces de actuar de manera coordinada y menos de tener en cuenta los intereses
de la población. No cuenta con presupuesto propio adicional. Se le da el
banderazo de salida en el corazón de la región que se insubordinó contra el
modelo neoliberal y con un conflicto “parchado” pero no resuelto.
Lo
fundamental de la controversia revela una gran carga de desconfianza que parece
incrementarse cuando el gobierno anuncia la intención de beneficiar a los más
pobres. Hay razones históricas para esta desconfianza e irla superando
requerirá dar resultados lo más pronto posible. Esto será lo que permitirá
obtener lo que se propone, una amplia coincidencia de grupos y fuerzas
sociales.
El
Pacto México dio un paso importante al establecer a nivel de compromiso que “La erradicación de la pobreza extrema debe
garantizar un mínimo fundamental: la alimentación. Por eso, la más alta
prioridad la tendrá el garantizar que ningún mexicano padezca hambre.”
La
Cruzada contra el hambre no es un programa integrado y adolece de los defectos
de una administración no diseñada para el dialogo, la participación y el
trabajo con la población más vulnerable; una herencia de la docena trágica.
Lo
que si hace y es un buen paso es focalizar la atención de los diversos
programas públicos y niveles de gobierno en la población objetivo, los 7.4
millones de mexicanos en situación de pobreza extrema y carencia alimentaria
severa.
Se
empieza a trabajar con lo que se tiene, con lo que se ha heredado y en ausencia
de recursos adicionales lo fundamental es empezar por redirigir los existentes
y abrir espacios de coordinación interinstitucional y de concertación con la
población. Gobernar no es tan solo lanzar instrucciones vía oficio; es proponer
y promover objetivos y convocar a cumplirlos, cada quien desde su trinchera o
escritorio.
Es
decir que creo que esto es lo que lo hace una “cruzada” y que el mensaje es
doble: por un lado a la población y por el otro a la administración pública,
federal, estatal y municipal. Con ello se señala el rumbo y se incentiva el
movimiento de una burocracia entrampada durante largos años en la
simulación y el desprecio a la
población. Salir de esa artritis no será instantáneo pero espero que al
interior del sector público no se le desatienda como mensaje demagógico sino
que, por el contrario, se le tome en serio como deber a cumplir.
Sinhambre
se caracteriza por: Una orientación focalizada en los cuatrocientos municipios
de mayor pobreza y carencia alimentaria. Corresponsabilidad de todas las
dependencias. Más allá de SEDESOL se compromete a los sectores salud,
educación, vivienda, economía y servicios básicos. Se plantea la inclusión
productiva y el incremento de los ingresos de los beneficiarios por la vía del
fortalecimiento de sus actividades económicas. Busca desatar la energía
comunitaria y social involucrando a los propios beneficiarios en las soluciones
que se requieren.
Me
parece que se trata de la dirección correcta. No obstante creo que convendría
fortalecer la última vertiente, la de involucrar a la población mediante formas
novedosas que verdaderamente acerquen la toma de decisiones a las comunidades y
población objetivo.
Para
ello hay que fortalecer la propuesta con el cumplimiento de otro compromiso del
Pacto por México: “el reconocimiento efectivo de las comunidades y pueblos
indígenas como entidades de derecho e interés público, que les permitirá
manejar recursos públicos, realizar la planeación comunitaria de sus proyectos
de desarrollo, así como asociarse libremente con otras comunidades o municipios
para promover proyectos comunes que impulsen su desarrollo.”
No se trata de crear múltiples grupitos de "beneficiarios" a modo de cada programa; sino de avanzar hacia la representación unitaria del conjunto de cada comunidad, región y pueblo indígena. Se requiere la visión integral desde la base.
Con
ello se fortalecerá Sinhambre, se desatarán múltiples energías sociales y se
avanzará por el camino de la credibilidad.