viernes, 11 de enero de 2013

Bolsa exitosa; país en agonía.


Bolsa exitosa; país en agonía.

Jorge Faljo

La bolsa de valores de México fue la más rentable del mundo en el 2012 y principia el 2013 batiendo records de ganancias. No es algo novedoso; Fox y Calderón presumían de lo exitosa que ha sido la bolsa mexicana en el panorama mundial y sería injusto negarles el mérito. Las superganancias de los activos financieros en nuestro país son resultado directo de una política económica orientada por los intereses financieros nacionales y mundiales. 

El Índice de Precios y Cotizaciones –IPC-, acumuló el año pasado una ganancia de conjunto (algunas acciones subieron más que otras) de casi 18 por ciento en pesos y de 27 por ciento en dólares. Esta última cifra es la que importa para los grandes inversionistas. La diferencia entre ambos indicadores señala que a la elevación del precio de las acciones en pesos se sumó el incremento del valor del peso. Así que la ganancia fue doble.

Comparemos con otros países. En Brasil en el 2012 las acciones se elevaron 7.4 en su propia moneda, pero perdieron 2.5 por ciento en dólares. En China, con una moneda muy estable, el incremento de la bolsa fue de 2 por ciento. Es evidente que en esos dos ejemplos el equilibrio entre ganancia productiva, crecimiento y empleo por un lado y ganancia financiera especulativa por el otro, es muy diferente al nuestro.

México con mucho menor ritmo de crecimiento real, productivo, que China y Brasil, destaca por su alto nivel de ganancia especulativa en el plano internacional. También en el interno, ¿Qué empresas pueden presumir de ganancias de 27 por ciento? Muy pocas; la mayoría tiene dificultades para sobrevivir y más bien estamos habituados a una continua oleada de destrucción; quiebras, cierres y subutilización de capacidades instaladas.

El año pasado entraron al país 33.7 mil millones de dólares de capitales financieros, volátiles. De los que entran y salen con un simple “click” de computadora y sin dejar huella productiva. Su negocio es comprar pesos y valores financieros y su volumen es tal que ellos mismos provocan la elevación de esos precios. No es la parte saludable de la economía, la producción, la ganancia productiva y el empleo los que controlan estas variables; lo hace la inversión improductiva. Son capitales que permanecen en el país mientras consiguen este efecto de incremento de precios financieros pero están listos para salir cuando consideran terminada la buena racha. En ese momento se revierte el efecto previo: bajan los precios de las acciones y el valor del peso.

Con frecuencia se nos dice que aunque es cierto que la producción y el empleo marchan mal hay por lo menos un punto brillante en el panorama desolador: la estabilidad macroeconómica sustentada en la atracción de capitales externos (incluye venta de empresas y capitales golondrinos). La afirmación es engañosa. Es como si un doctor nos dijera Usted se encuentra 99 por ciento mal pero por suerte tiene el uno por ciento bien.

No podemos separar la economía en una gran porción que funciona mal y un pedacito muy exitoso, como si fueran dos aspectos separados. El modelo es integral y coherente. Lamentablemente coherente; está diseñado para favorecer la ganancia financiera a pesar de que ello obstruye la inversión y la ganancia productiva.

Si Ud. tuviera 50 millones de pesos ¿iniciaría una empresa productiva? Piense en las complicaciones burocráticas, administrar empleados, producción y comercialización en un país con un mercado que no crece, con canales de comercialización monopólicos,  inundado de dólares baratos y donde las autoridades favorecen las importaciones sobre la producción nacional. Todo para obtener una ganancia miserable o terminar perdiendo.

Lo lógico en esta perspectiva individual es invertir en activos financieros, inmuebles, oro o cualquier otro rubro especulativo debido a que producir y crear empleo no es redituable. Y, además, las ganancias de la bolsa no pagan impuestos.

Rediseñar el modelo para generar empleo, producción y crecimiento requiere alinear los intereses individuales de los grandes capitales con los intereses del país; los de la mayoría que desea un trabajo honesto y que se sumaría a un proyecto de capitalismo nacionalista.

Habría que empezar por poner impuestos a las transacciones financieras, a las ganancias de la bolsa y reubicar la rentabilidad en la producción interna. Tener empresas fuertes que paguen salarios dignos y crecientes; fortalecer el mercado interno y vincularlo al consumo de lo hecho en México.

Los esfuerzos de salida de las crisis de los Estados Unidos y Europa se centran en generar liquidez. En palabras simples: están imprimiendo muchos billetes e inyectándolos en sus sistemas financieros y en los del planeta entero. Con eso facilitan su crédito interno a muy bajas tasas de interés, cercanas a cero. La finalidad explicita es favorecer el consumo y la inversión. Pero el planeta está globalizado y, sin decirlo explícitamente, también alientan que ese dinero “fácil” emigre hacia las periferia donde financia tanto la compra de empresas (y el año pasado siguieron comprando empresas mexicanas) como la inversión meramente financiera.

Pedir prestado a casi cero y venir a México a obtener ganancias del 27 por ciento es un doble gran negocio. Por un lado el meramente financiero. Por otro lado con esos dólares este país se convierte en un alegre importador, aunque destruya la producción interna. Lo que hace muy competitivas las exportaciones de China, Estados Unidos y Europa.

Los grandes empresarios productivos del país están aprovechando la bonanza financiera para vender sus empresas y reconvertirse en inversionistas financieros. Pasar de la ajetreada y mal remunerada producción a ser capitalistas de poltrona que disfrutan las grandes ganancias fáciles es ciertamente muy atractivo. El modelo no solo es nacional sino mundial. Aunque hay que señalar que algunos países, como Argentina, Brasil y China resisten con éxito ese modelo apoyando a su empresariado productivo por sobre los inversionistas financieros.

Las grandes ganancias de la bolsa mexicana de valores son una pésima noticia. Revelan la fuerza del poder financiero o la franca incomprensión de nuestros dirigentes todavía atados mentalmente al dogmatismo neoliberal, para imponernos una estrategia de desnacionalización y de altas ganancias especulativas que son el otro lado de la moneda de la destrucción de la producción y el empleo, de la precariedad laboral, y la desintegración social.

Resulta, quien lo diría, que se ha vuelto revolucionario proponer el regreso al viejo modelo de capitalismo productivo ahora rebasado por el financierismo depredador. Modelo asociado durante décadas a una estabilidad política muy criticada y criticable pero a estas alturas ciertamente añorada por muchos. Tal vez por buena parte del 19 por ciento de los ciudadanos que votaron por la actual administración federal.

Pensar que es posible un buen gobierno sin modificar la estrategia económica es una ilusión absurda. Espero que más pronto que demasiado tarde la nueva administración federal se dé cuenta que, a pesar de sus buenas intenciones (me refiero al Pacto por México) su destino es repetir la triste historia de la docena trágica panista, a menos que modifique la estrategia macroeconómica.  Con una conducción adecuada superaríamos ese trauma para pasar a un crecimiento dinámico; de otro modo seguiremos en esta lenta agonía nacional que ya se hace insufrible para las mayorías. Un cambio decisivo nos garantizaría mayor estabilidad futura que esta continuidad temerosa. 

4 comentarios:

  1. Felicidades, ésta fue una brillante clase de economía financiera; buen artículo, bien enfocado, bien expresado y bien argumentado.

    Debemos dejar de correr tras los espejismos. ¿Se acuerdan en 1987, todos querían vender su casa para meter su dinero al banco al 150% de interés? Conseguías un depa al precio de un vocho.

    ResponderEliminar
  2. (sigue) ¿como les fue a los que vendieron su casa?

    Veo cierta analogía con la situación que nos describe Jorge, sólo que esta vez toda una nación es la que se arriesga en maniobras especulativas.

    La mejor inversión de una nación: su juventud. Educación y salud. Saludos de Christian.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Jorge por tu valiosa aportación.

    Oscar Canul

    ResponderEliminar