lunes, 6 de julio de 2015

Otra nación en quiebra

Faljoritmo

Jorge Faljo

Adivina qué jefe de gobierno dijo:

En el pasado el Gobierno podía barrer los problemas debajo de la alfombra, dejando para después su solución y tomando más dinero prestado. Ahora, es momento de enfrentar nuestros problemas y atenderlos de una vez y por todas. La deuda heredada es tan grande que no nos permite acceso a los mercados financieros y nuestra economía no genera suficientes ingresos para repagar las obligaciones asumidas.

Aún si aumentáramos contribuciones y recortáramos más los gastos, la magnitud del problema es tal, por el peso de la deuda que arrastramos, que nada resolveríamos.

Todas las medidas que tomamos en estos últimos dos años demuestran nuestra voluntad de pagar. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestro poder, pero el próximo paso tiene que ser lograr términos más favorables para el pago de nuestra deuda. Compartiendo el sacrificio con los acreedores, podremos salir adelante.

Lo anterior es lo que ha declarado el Gobernador de Puerto Rico Alejandro García Padilla; renegociar una quita de deuda, bajar los intereses y/o posponer el pago, es la propuesta.

Se trata de un territorio norteamericano con una situación peculiar y a veces contradictoria. No es un estado de esa unión pero sus habitantes son reconocidos como ciudadanos norteamericanos para efectos del servicio militar; sin embargo no pueden votar en las elecciones para presidente de los Estados Unidos.

Como territorio, colonia, o lo que sea, de los Estados unidos tiene algunas ventajas. Por ejemplo sus acreedores norteamericanos no pagan impuestos sobre los intereses que reciben. De ese modo se hicieron atractivos los bonos de deuda de la isla y se pudo endeudar sin problemas. Buena parte de su población recibe apoyos sociales y cerca del 36 por ciento recibe asistencia nutricional; al encontrar empleo se pierden estos apoyos, lo que desalienta el empleo.

Su mayor desventaja es que se prohíbe que los barcos extranjeros puedan transportar mercancías entre dos puertos norteamericanos. Por eso a los grandes transportes no les conviene hacer escala en una isla de solo 3.6 millones de habitantes si eso les impide seguir a los Estados Unidos; y al regreso tienen prohibido hacerlo. Lo cual encarece su comercio.

La isla ha tenido facilidades para endeudarse y consumir, pero no para producir.

Puerto Rico lleva años en retroceso económico. Su producción total es 12 por ciento menor que la de hace 10 años; sus cosechas agrícolas son hoy en día apenas el 20 por ciento de las de los años sesenta. El nivel de subutilización de recursos productivos y mano de obra es altísimo. Obviamente esto ha reducido también la captación de impuestos mientras que le ha sido fácil endeudarse. Pero todo dura hasta que se acaba; ya no puede refinanciar su deuda y tendrá que modificar su economía.

La situación de Puerto Rico se parece a las de Grecia, y a la de México. Solo que los dos primeros ya llegaron al límite de endeudamiento. Aquí las elites aún se entercan en que vendiendo las grandes empresas y el subsuelo y endeudándonos, podrán seguir haciendo su agosto. Entretanto a la mayoría solo le queda el empleo mal pagado, la informalidad, el desempleo, la emigración o el crimen. Luego, en medio de la crisis, deberán pagar la deuda.

Pero volvamos a Puerto Rico. Su balanza comercial tuvo un superávit de casi 20 mil millones de dólares en 2014, lo que es bastante bueno. Sin embargo ese mismo año pagó 36 mil millones de dólares en rendimientos de capital. Es decir que debido a su endeudamiento y a la desnacionalización de la producción lo que gana exportando de más no le alcanza para pagar los intereses y las repatriaciones de ganancias.

El gobernador dijo que sin un crecimiento agresivo de la producción nunca saldrán del círculo vicioso de contracción, emigración, austeridad e impuestos. Sí, pero ¿cómo?

Su potencial de reactivación agrícola y manufacturero es muy grande. Como país independiente podría devaluar y elevar salarios a manera de reconectar el consumo y la producción internos; su banco central podría financiar al gobierno mediante emisión de moneda; podría imponer aranceles a las importaciones; podría comerciar en barcos de cualquier país. Sin embargo Puerto Rico no tiene estas opciones.

Más tarde o más temprano tendrá que reconocer que sus opciones son extremas. O se anexa totalmente a los Estados Unidos para tratar de conseguir mayores subvenciones para atenuar el empobrecimiento. O se independiza y mediante el control de su moneda y comercio externo protege y reactiva su producción y mercado internos. Una plataforma de alta autosuficiencia, moneda barata y mejoramiento salarial serían la mejor manera de elevar substancialmente la competitividad de su producción sin exigir inversión externa.

Ninguna de las dos opciones es fácil o aceptable para una fuerte mayoría de sus ciudadanos. Lo más probable, y lamentable, es que Puerto Rico seguirá en el mismo camino del deterioro continuado. Su situación no es peculiar; entre Grecia, Puerto Rico y muchos otros países que aceptan la destrucción de su aparato productivo, como México, la diferencia no es de fondo sino de cercanía a la bancarrota.

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