domingo, 22 de noviembre de 2015

Más allá de los bombazos

Faljoritmo

Jorge Faljo

Millones nos horrorizamos ante los atentados terroristas en París. Tal vez lo más impactante es que fueran ataques brutales contra gente que no se lo esperaba en lo más mínimo; en su mayoría jóvenes viendo un partido de futbol o una obra de teatro, cenando o bailando, disfrutando la tarde y su hermosa ciudad. El ataque sembró la duda y la inseguridad para millones que ahora no podrán disfrutar sus ratos de esparcimiento, con sus amigos y seres queridos, en lugares y actividades que se creían seguros. Tal vez eso era parte de la intención.

La primera reacción del gobierno francés es comprensible; indignación y mayor uso de la fuerza; bombardeos a las áreas controladas por el Estado Islámico –EI-, y decisión de destruirlo totalmente. Sin embargo una visión en blanco y negro no permite comprender los orígenes de los ataques y corregir su fuente de origen.

Para empezar hay que tener en cuenta que los autores de los atentados eran europeos nacidos y educados en escuelas de Francia y Bélgica. No son excepción; miles de jóvenes, llamémosles “occidentales” han viajado a Siria e Irak para incorporarse a la insurgencia islámica. Destacan por su ferocidad; o por lo menos son los que aparecen en videos que presumen la ferocidad de asesinatos atroces.

Son muchos los jóvenes occidentales, hombres y mujeres, reclutados en las redes sociales que han decidido incorporarse a esa lucha y, en muchos casos morir relativamente pronto, en pocas semanas. Su elección es pelear por el EI porque no se sienten identificados con su país de nacimiento; provienen de la población que vive en los barrios marginales, condenados al desempleo y sin futuro en una Europa estancada, con millones sin trabajo y cada vez más inequitativa.

El EI no existiría si no fuera por la intervención occidental en medio oriente. La destrucción del régimen de Sadam Hussein, acusado falsamente de tener armas de destrucción masiva, fue una reacción inconsecuente al ataque a las torres gemelas de Nueva York. Esos ataques fueron realizados por árabes sauditas; pero no se buscó al que la debía sino a quien podría pagarla. Un dictador que no aceptaba someterse y cuyo país tiene grandes reservas de petróleo.

La destrucción de Irak sumió al país en una sangrienta guerra civil, con cientos de miles de muertos, muchos de ellos por ataques terroristas. Estos fueron otros inocentes muertos, muchos más que los europeos pero que al parecer valen o interesan menos. Esa guerra y la destrucción de medios de vida han creado millones de miserables que no encuentran como y donde rehacer sus vidas.

No fue un hecho aislado; la caída de la Unión Soviética configuró un mundo unipolar; es decir con un solo poder predominante que decidió recrear países y gobiernos según su propia imagen. Apoyó a los movimientos guerrilleros de Afganistán, que luego se convirtieron en talibanes, y también a los insurgentes en Libia para destruir a un impresentable Gadafi.

Cierto que ha derribado dictadores feroces, asesinos, torturadores. Pero hasta el momento lo que ha hecho es destruir y no reconstruir. Sería un esfuerzo mucho mayor y no quiere o no puede hacerlo. El resultado es la creación de un caos inmenso, brutal y sangriento en países que ya no logran dejar atrás la guerra civil y rearmar su economía y su sociedad. Pero en un mundo globalizado estas situaciones terribles se derraman en forma de millones de refugiados.

La actitud occidental es contradictoria. Busca derribar a los dictadores enemigos pero no a los igualmente terribles que son amigos. Es el caso de Arabia Saudita, que es de hecho la cuna del extremismo islámico y desde donde sus predicadores, con grandes recursos, enseñan las bases teológicas de esa supuesta guerra santa.

Al igual que en otros lados los Estados Unidos decidió derribar a otro terrible dictador; Bashar al Assad en Siria. Para ello proporcionó armas y dinero para construir una insurgencia a la que llama moderada. Pero resulta que esta practicamente no existe y esas armas y dinero fueron a dar a las manos de los que ahora hace como que combate. Porque la prioridad de Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía y Europa no era clara; más que destruir al EI, se dejaba que este debilitara al gobierno sirio.

El EI se nutre del caos en Irak y de la semi destrucción de Siria generadas por las fuerzas occidentales; Francia incluida.

La situación ha cambiado debido a tres factores; la decisión rusa de apoyar al gobierno sirio, la oleada de refugiados que llega a Europa y ahora, los ataques terroristas en París. Son estos últimos los que provocan la reacción de Francia para acrecentar sus bombardeos al EI en una virtual alianza con Rusia, si es que no, indirectamente, con el gobierno Sirio.

Destruir al EI no parece fuera del alcance de los gobiernos occidentales. Ya han destruido otros gobiernos y esto les acarreó los problemas que ahora les llegaron a su propia casa: refugiados y terrorismo. Que no son lo mismo, pero ambos surgen de la misma matriz de violencia y destrucción.

Ahora Europa deberá repensar si una vez destruido el EI sigue adelante en el plan de derrocar a Bashar al Assad. Podrían hacerlo; pero el caos incrementado se traducirá en una mayor oleada de refugiados. Ya este año les llegaron 800 mil y calculan algo más en 2016 y 2017. Un total de tres millones en tres años, por lo menos. Estos desposeídos, inocentes que huyen de la violencia, son una amenaza mayor que los terroristas debido a que Europa no puede decidir cómo tratarlos, como repartirlos entre los distintos países y cómo habrá de integrarlos posteriormente a su sociedad y economía. En una Europa económicamente estancada y con enorme desempleo entrarán a competir con los trabajadores locales y eso provocará un gran rechazo a su presencia.

Europa tiene por delante dos tareas gigantescas; mucho más difíciles y costosas que la mera venganza bélica. Deberá repensar el trato que da a los países de su alrededor, África y el medio oriente para apoyar su viabilidad económica y política hoy en día fuertemente erosionada por la estrategia neoliberal. Pagarles para retener a los refugiados no funciona; es más de lo mismo. Ese dinero los convierte en clientes de Europa, alivia sus carencias con importaciones; pero no fortalece su producción y empleos internos.

Además deberá repensar su estrategia interna; cómo evitar que sus propios marginados se conviertan en sus enemigos mortales.

2 comentarios:

  1. Sr. Faljo excelente artículo el que escribió
    Una situación muy seria la que vive Europa. En mi opinión muy personal creo que la Unión Europea no fue lo esperado para formar un bloque económico, unos países producen y otros consumen. El único país a quien le ha ido de maravilla es a Alemania, cosa curiosa sin ejercito y sin disparar una sola bala. A Hitler seguramente le asombraría esto. Y ahora a la Unión Europea esta pagando platos rotos por las cuestiones entre americanos y rusos, con la desbanda de los Sirios, es injusto lo que ha este pueblo le han provocado, por supuesto que no son gente mala.
    Por otra parte, las redes sociales han jugado un papel trascendente de impacto para los jovenes que se idealizan con la diversidad de informaciones que tan fácilmente no se controla. Como puede verse este medio fantástico de usarse, es contraproducente su uso por malas personas, creo yo que dentro de poco habrá de poner controles, para evitar fanatismo cibernauta. Saludos

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