Faljoritmo
Jorge Faljo
Hace pocos días el Fondo Monetario Internacional arrojó un balde de agua helada a la actuación del Banco de México. Dijo que el ritmo actual de intervención en el mercado de cambios, es decir la venta de reservas internacionales, no es sostenible en el mediano plazo y que en el futuro los beneficios de la intervención deben sopesarse contra el costo de agotar aún más las reservas.
En los últimos doce meses Banco de México ha vendido 24 mil millones de dólares de las reservas internacionales para obtener, según el FMI, un fortalecimiento moderado del peso frente al dólar y probablemente haya contribuido a la estabilidad del mercado de divisas.
Al parecer Banxico estaba decidido a sostener o incluso fortalecer al peso con vista a las elecciones del año que entra. Sería repetir lo que hizo en 1994 cuando se gastó las reservas en posponer la devaluación hasta después de la salida de Salinas de la presidencia. El país quedó devaluado y sin reservas, prácticamente de rodillas. Ahora podría ser peor, podría gastarse las reservas y usar la línea de crédito flexible para dejar al país devaluado, sin reservas y súper endeudado.
Ante la advertencia del FMI internacional Carstens defendió su actuación, lo que era de cajón, pero también admitió que era un buen momento “para reflexionar hacia adelante” y concluyó que “no podemos tener una política sustentada únicamente en las reservas internacionales porque obviamente ahí se nos acaban.” ¡Obviamente mi buen! Ese es precisamente el punto.
Banxico entendió el mensaje y un par de días después anunció que suspendía las subastas de dólares sin piso mínimo; en ellas vendía a lo que ofrecieran los cuates, perdón, compradores. Ahora subastará 200 millones de dólares al día a un precio uno por ciento superior al promedio de cotizaciones del día anterior y otros 200 millones al 1.5 por ciento superior. La diferencia es que no venderá reservas cuando el peso se fortalezca o permanezca estable. La venta seguirá pero su objetivo es suavizar la caída del peso y no intentar revaluarlo.
¿Y al FMI que le importa? Pues le importa porque Banxico le pide renovar la línea de crédito flexible; lo que es de vital importancia. Anunciar que se suspende el blindaje financiero podría hacer que entraran en pánico los inversionistas y se dirigieran en tropel a la puerta de salida.
Una vez que Banxico cambió su política para reducir la venta de divisas el FMI aceptó renovar la línea de crédito flexible, y así todos contentos. Conviene entender que el Fondo renueva el blindaje porque sabe que es un asunto mediático de la mayor importancia para mantener la calma. Sin embargo es el principal interesado en que México no utilice ese crédito jamás. Sabe que ese sería el peor indicador de la política cambiaria y de la situación económica del país. En esas condiciones sería muy difícil pagarle.
Por otro lado el FMI internacional hace malabarismos para prestar a las economías avanzadas. No quiere gastar su baja disponibilidad crediticia en estos rumbos. Así que su mensaje fue del tipo “más vale prevenir…”
Tenemos un fuerte problema coyuntural. La entrada de dólares se desploma y la salida se incrementa. Del lado de las entradas tenemos la caída del precio del petróleo, la debilidad de las exportaciones y una fuerte baja en la entrada de capital financiero. Para calmar las cosas señalan que se siguen vendiendo empresas y atrayendo capital productivo. Eso ya no basta.
Por cierto que el gober de Nuevo León acaba de decir que no tiene recursos para cumplir el compromiso que le heredó el gober anterior (aparte del desfalco) con Kia Motors. Con esta empresa coreana se firmó un contrato por el que se le regalan más de 1, 200 millones de pesos en infraestructura (casi mil hectáreas de terreno, dos carreteras, planta de energía eléctrica, espuela de ferrocarril, centro de capacitación). ¡Vamos, hasta la fiesta de inauguración! dice el bronco.
Esta es la super estrategia para atraer inversión productiva (cuando no se venden empresas), a cambio de unos cuantos empleos de medio pelo y, tal vez, un buen moche. Modernización con maquillaje fino, a costa del erario.
Por otra parte están saliendo más dólares que nunca por el pago de intereses y por las ganancias de las empresas que han entrado en los últimos años. No vienen de gratis y ya es más caro el caldo de los dólares que salen que el de las albóndigas que entran.
Para colmo los inversionistas están en alerta para sacar sus capitales cuando suban las tasas de interés en los Estados Unidos, o bajen mucho las reservas y se ponga en riesgo su toma de ganancias.
El problema no es solo de coyuntura. Llevamos más de tres décadas con una estrategia que debilita continuamente la producción interna; esos pequeños y medianos empresarios a los que los finoles ven como nacos, en el campo y la ciudad. A nuestros modernizadores les vale el desempleo, el empobrecimiento y la necesidad de emigrar.
En la desesperación por traer dólares han puesto a la venta las propiedades estratégicas y ahora nos recetan una nueva oleada de asociaciones público – privadas. La técnica preparatoria es esquilmar y llevar a la bancarrota a las empresas y servicios públicos para después declarar que solo pueden ser salvadas mediante la asociación con el capital privado.
Videgaray acaba de declarar que México no ha logrado pasar de un modelo de manufactura maquiladora a uno de creación de valor industrial. Este debiera ser el epitafio político, y como funcionario público, de un cuate que siente que este país no lo merece. Y pensándolo bien, es cierto.
Estimado Sr. Jorge Falco, gracias por su buen artículo
ResponderEliminarNo me cabe decir que el costo de las elecciones han sido desorbitantes por buscar nuestra "democracia", a costa de la compra del voto y de las "triquiñelas" de los políticos. A donde más va a parar el dinero del erario público, el Presidente Peña tiene que cambiar la política económica, el rumbo como bien dice, nos acercamos a aquella devaluación tan pavorosa que vivimos de 1995, con aquel memorable error de diciembre. Yo creo que no merecemos llegar a ese extremo. Ya "perdonamos" lo de la Casa Blanca (junto con la de Videogaray y la de Osorio Chong), no es justo volver a las de Cain. Este país y los mexicanos hemos aguantado (como los meros machos) todas las desaveniencias de nuestros ilustres políticos y económistas,, pero la paciencia también se agota. Saludos cordiales