domingo, 20 de diciembre de 2015

El alza de la tasa de interés

Faljoritmo

Jorge Faljo

Finalmente, después de anunciarlo largamente y posponerlo repetidamente, el Sistema de la Reserva Federal norteamericana (la “Fed”, como se le conoce usualmente) elevó su tasa de interés de referencia del 0.25 al 0.5 por ciento. Es el primer paso de lo que anunció como el inicio del regreso a la normalidad después de siete años de una tasa cercana a cero. Para ello, ha dicho, se instrumentará un incremento gradual y cuidadoso de la tasa de interés básica que pagan los bancos de mayor tamaño y solidez crediticia.

Mover este referente impacta a las tasas de todo tipo de préstamos, desde los de los particulares de tipo hipotecario y en tarjetas de crédito, hasta los que paga el gobierno. Puede también provocar movimientos de capitales, incluso internacionales y con ello incidir en la paridad cambiaria del dólar y del resto de las monedas.

La Fed redujo substancialmente esta tasa desde niveles del cinco por ciento en 2007 a los muy bajos que perduran hasta la fecha. La medida respondió a una severa crisis de la economía real (producción y empleo) y financiera que estalló en el 2008 debido a que un gran número de deudores hipotecarios no podían pagar los préstamos recibidos; sus casas se revendieron a precios castigados lo que bajó los precios de las propiedades en el mercado y muchos más se encontraron con que debían mucho más de lo que valía la casa que estaban pagando. Bajar las tasas de interés fue una manera de ayudar a la población a seguir consumiendo y/o a reducir sus deudas.

Para lograr bajar las tasas de interés la Fed generó fuertes cantidades de dólares, hasta 85 mil millones de dólares al mes, con los cuales compró deuda tóxica, de difícil cobro, en poder de los fondos de inversión. Esto fue un enorme apoyo a los inversionistas financieros que elevaron fuertemente sus ganancias a pesar del mal funcionamiento de la economía real. Buena parte de la abundancia de capitales, disponibles a muy bajo interés, se “derramó” hacia otros países donde compraron grandes empresas o invirtieron en prestarle a gobiernos y empresas privadas. De este modo la abundancia de dólares llegó a otros países que elevaron sus importaciones.

La estrategia fue efectiva en la contención de la crisis financiera y de la economía real norteamericana e incluso en otros países la entrada de dólares, y de importaciones, generó una apariencia de abundancia para las clases altas y medias. Aunque el incremento de las importaciones así abaratadas siguieron destruyendo empresas de los países periféricos (México, América Latina, países en desarrollo).

Sin embargo de manera creciente los grandes inversionistas financieros, representados por los bancos, reclaman un mayor pago de intereses. La Fed pospuso esta decisión debido a que la recuperación económica norteamericana no era suficientemente fuerte y en particular el nivel de desempleo seguía siendo alto.

Hay que subrayar que el banco central norteamericano tiene como mandatos institucionales conseguir el mayor nivel de empleo y de crecimiento económico posibles; objetivos que no tiene el banco central en México, orientado tan solo a preservar el valor del capital financiero.

En las últimas semanas algunas buenas noticias sobre el crecimiento de la economía norteamericana, incluyendo sobre todo alguna baja en el desempleo (a niveles cercanos al cinco por ciento), decidió a la Fed a elevar la tasa de interés. Solo que lo debe hacer con gran cautela para evitar una reversión negativa del comportamiento económico. Algunas cosas la ayudan, por ejemplo la baja importante del precio de las gasolinas y otros energéticos en los Estados Unidos han apoyado el desendeudamiento de los hogares y compensan, para la mayoría, una modesta elevación de los intereses que deben pagar. Lo que permite indirectamente subir las ganancias del capital financiero.

Por otro lado la Fed también cuida el impacto internacional. No le conviene el regreso en tropel de los capitales que salieron al exterior porque eso fortalecería al dólar, es decir que devaluaría a otras monedas y haría que sus exportaciones fueran menos competitivas. Mucho menos le conviene una crisis de pagos externa, de gobiernos o sectores privados (empresas muy endeudadas), que también reduzca sus exportaciones y su nivel de empleo. Así que esta elevación es como meter el pie en la alberca para ver qué tan fría está el agua.

Sin embargo esa cautela empequeñece frente a la que deben tener economías como la mexicana cuya “solidez financiera” está más que en duda. De hecho desde hace un par de años el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, venían advirtiendo sobre lo inevitable de una reversión abrupta de flujos de capital cuyo efecto sería la devaluación del peso.

Cierto que el peso se ha devaluado en el último año; pero ahora que llegó el momento crítico del incremento de la tasa de interés la reversión y la devaluación anunciadas y temidas no ocurrieron. No me excluyo de la predicción fallida; también las esperaba y ahora mi pregunta es ¿Por qué no hubo mayores compras de dólares y devaluación? La primera respuesta es que no lo sé; solo puedo aventurar unas hipótesis iniciales y tal vez después se aclare mejor el asunto.

Puede pensarse que el mercado ya había “descontado” el alza. Es decir que las advertencias de Carstens y Videgaray tuvieron el efecto de que los inversionistas más nerviosos compraran dólares a lo largo del año. Podría ser que la elevación “espejo” de la tasa de interés de referencia en México, de 3.0 a 3.25 por ciento fuera suficiente para contrarrestar la tentación de la mayor tasa norteamericana. Tal vez la licitación exitosa de 25 campos petroleros a empresas privadas justo el día anterior al anuncio de la Fed implica entradas de dólares inmediatas que contrarrestan otras salidas.

Queda otra explicación, que la elevación fue muy pequeña y no debía tener impacto mayor. Eso mismo implica que la devaluación a lo largo del año ocurrió más bien por problemas de fondo de la economía mexicana. Lo cual no es lo mejor porque esos problemas seguirán existiendo.

Carstens acaba de recordarnos que el alza de la Fed no es un movimiento único sino que se anticipan tres o cuatro aumentos el año que entra que “acumulados si afectarían y traerían más consecuencias tanto a Estados Unidos como a México.” Es decir que a pesar de la baja reacción del momento esta puede darse más adelante. También lo creo, sea por el alza de tasas o por la fragilidad financiera asociada a la baja de los precios del petróleo, que puede acentuarse ahora que el congreso norteamericano decide autorizar la exportación de petróleo crudo.

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