domingo, 14 de febrero de 2016

Proteccionismo; el cambio viene del norte

Faljoritmo

Jorge Faljo

¿Qué pasaría si los Estados Unidos se vuelven proteccionistas? Hasta hace pocos días esta habría sido una pregunta absurda. Nadie habría pensado en la posibilidad de ese viraje en un país caracterizado por décadas de impulsar y presionar en favor del más absoluto libre comercio; incluyendo la reciente promoción del Acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica.

Sin embargo los resultados iniciales del proceso electoral presidencial de los Estados Unidos dan pie para una reflexión en ese sentido. En mi artículo sobre las primarias de Iowa dije que los resultados apuntaban a un tropiezo del neoliberalismo. Ahora los resultados de New Hampshire obligan, en mi opinión, a pensar sobre una posible reorientación de fondo de su economía.

El segundo lugar de Trump en Iowa no lo descalificó. Ahora en New Hampshire el multimillonario obtuvo el 35.3 por ciento de la votación republicana y su contendiente más cercano menos de la mitad, el 15.8 por ciento. De este modo Trump se afirma, sobre Cruz, como líder del ala ultraconservadora del partido republicano. Y es que a fin de cuentas a los norteamericanos les importa más la economía que el fundamentalismo cristiano. Por otra parte la corriente histórica, institucional,del partido republicano no logra definir a su propio líder y sus votos se dividen entre tres precandidatos: Kasich, Bush y Rubio.

Hay quienes sostienen que “el Donaldo” ha llegado a su techo de votos y que si la corriente conservadora se unifica en torno a un solo candidato podría ganarle la candidatura presidencial. Sin embargo Trump ha dado varias sorpresas y mientras su oposición republicana siga dividida seguirá fortaleciéndose.

Trump, en su ego manía ha dicho que será el mejor presidente del empleo que Dios haya creado. Esa es su gran promesa y eso es lo que les importa a los norteamericanos. Se opone a subir impuestos, a elevar el salario mínimo y a mejorar la seguridad social, pero ofrece empleos con una estrategia sencilla: evitar que las grandes empresas exporten los empleos de los norteamericanos hacia México o China. Lo ha dicho de manera anecdótica; si la Ford, u otra gran empresa, anuncia que pondrá una planta en México va a levantar el teléfono y le dirá a su director “si pones esa fábrica vas a tener que pagar 35 por ciento de aranceles de importación a los Estados Unidos”; en pocas horas, dice, cambiarán de planes y seguirán produciendo en su país.

No discuto si lo que dice el güero bocón es viable. Lo realmente importante es que su mensaje resuena con una población muy enojada que le da sus votos. Lo fundamental es que el consenso en torno al libre comercio, impuesto mediáticamente, se ha roto de manera definitiva. Trump sabe captar ese sentimiento y canalizarlo en contra del exterior de manera que no represente un peligro para su clase social.

En el artículo que escribí la semana pasada sobre Iowa también dije, refiriéndome al partido demócrata, que el avance de Sanders era una victoria. New Hampshire lo ha confirmado con creces. Ahí Sanders obtuvo el 60.4 por ciento de los votos demócratas y la señora Clinton tan solo el 38 por ciento. En particular destaca que el 84 por ciento de los de menos de 30 años votó por Sanders. Sus posibilidades se reflejan en un fuerte incremento de los donativos que recibe, a un promedio de 27 dólares y un máximo de 40; lo que nunca se acercará a los grandes fondos de Clinton, que con facilidad recibe donaciones de medio millón de dólares.

El hecho es que ahora Sanders tiene reales posibilidades, siempre y cuando logre captar el voto de la población de color e hispana que hasta el momento se considera amarrado a su rival.

Las posiciones de Sanders habrían sido, hasta hace poco, consideradas extremistas e inviables. Denuncia la corrupción del sistema electoral norteamericano, muy favorable para los que cuentan con el apoyo del gran capital y la creciente inequidad socioeconómica. Su propuesta central es, también, la creación de empleos bien pagados dentro de los Estados Unidos. Solo que él propone elevar el salario mínimo de manera substancial. También ofrece educación universitaria gratuita, derecho universal a la salud y a gastos médicos, e incremento de la seguridad social para todos.

Para financiar el fuerte incremento del gasto público que propone dice que hará que el 0.1 por ciento de la población, los súper ricos, regresen parte de la riqueza que les han arrebatado a las familias trabajadoras en los últimos treinta años. Elevaría el impuesto sobre la renta a más del 50 por ciento para esa pequeña minoría.

Lo principal en la perspectiva de México es que Bernie Sanders ha sido un apasionado opositor de los tratados de libre comercio. Señala que desde el año 2001 han cerrado casi 60 mil plantas manufactureras y se han perdido 4.7 millones de empleos industriales decentes en los Estados Unidos. El TLCAN, dice, provocó la pérdida de 700 mil empleos; el comercio con China de otros 2.7 millones.

Muchos dicen que los republicanos se han vuelto más derechistas y los demócratas más izquierdistas, yendo en direcciones opuestas. Sin embargo más bien habría que destacar que tanto Trump como Sanders reciben el apoyo de una clase media, incluyendo obreros industriales y empleados de servicios, que se encuentra exasperada por el deterioro de sus empleos e ingresos. Al mismo tiempo observan cómo la disminución de impuestos y los programas públicos, rescates y salvamentos, han favorecido el enriquecimiento extremo de muy pocos.

Ganen o no Trump y Sanders ya expresan con fuerza el malestar de la mayoría y una propuesta novedosa; el proteccionismo como solución de fondo al empobrecimiento de las clases medias norteamericanas. Si continúan las actuales tendencias y se profundiza el debate, tienen la real posibilidad de vencer a las estructuras históricas, neoliberales, de sus partidos y, más adelante, de conducir un viraje de la política económica norteamericana.

Así que regreso a la pregunta original. ¿Qué haremos si los Estados Unidos, nuestro principal cliente comercial (sobre todo de armadoras y maquiladoras en México), se perfila hacia una estrategia proteccionista?

Si esto ocurre, sería el tiro de gracia a nuestra estrategia exportadora, maquiladora y de atracción de inversión extranjera directa, que ya de por si se tambalea. No es cosa de ignorar esta posibilidad y más vale ir pensando en una estrategia de contingencia y cambio de rumbo. Sea que tengamos que lidiar con un agresivo e imprevisible Trump, o con un Sanders posiblemente más abierto a otro arreglo de beneficio mutuo y, esta vez, mayoritario.

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