Jorge Faljo
Las acciones de la empresa GameStop valían 4 dólares hace poco menos de un año; hace una semana subieron hasta 492 dólares en una muestra más de que el precio de una acción puede no tener relación alguna con la solidez o rentabilidad de la empresa.
GameStop es una cadena de tiendas que venden videojuegos físicos; es decir equipos y dispositivos. Su negocio está siendo rebasado por los juegos en internet y se cada vez más obsoleto. No obstante, en contra de toda lógica el precio de sus acciones subió de 4 dólares hace poco menos de un año a 20 dólares a principios de este año.
Las razones de este incremento son un poco misteriosas. Algunos dicen que pudo deberse a la nostalgia de los jóvenes adultos que ahí compraban sus videojuegos. Pero esa no es una buena razón para un inversionista “serio”. Los grandes fondos de inversión de Wall Street consideraron que las acciones de GameStop se habían sobrevaluado y apostaron fuerte a que bajarían de precio.
Se puede ganar mucho dinero apostando a la caída del precio de una acción. Para ello lo que se hace es pedir prestada la acción, pagando una cuota y con el compromiso de devolverla en la fecha contratada. La acción que se pidió prestada se vende y se espera a que baje de precio para recomprarla y reponerla a su dueño.
Si la acción se pidió prestada cuando valía 100 dólares y luego que baja de precio se la recompra a 80 dólares se obtendrían 20 dólares de ganancia, menos la cuota al que la prestó. Pero si esa acción sube de precio y se tiene que recomprar a 120 dólares el inversionista pierde 20 dólares, más la cuota.
En el caso de las acciones de GameStop los grandes inversionistas apostaron a que bajarían de precio; pidieron prestadas fuertes cantidades de acciones, las vendieron y las quedaron a deber. Esperaban una importante ganancia. Los inversionistas novatos que, tal vez por nostalgia, compraron esas acciones y las hicieron subir de precio el año pasado perderían parte de su inversión.
Para los grandes fondos era el juego de costumbre. Un juego con maña porque si ellos piden prestadas acciones esperando que bajen de precio están enviando una señal al mercado que provoca que otros inversionistas dueños de acciones las vendan. Así que su apuesta en favor de que caiga el precio, a lo que se le llama inversión “en corto”, puede provocar que eso efectivamente suceda. Así han jugado muchas veces y casi siempre ganan.
Así funciona Wall Street. Cuando un gurú reconocido, o los inversionistas tradicionales esperan que una acción suba o baje de precio el mercado reacciona de acuerdo a esa señal y ocurre lo que predijeron, o más bien provocaron, los grandes jugadores, los fondos de inversión.
Pero ahora se llevaron una sorpresa. Con las acciones de GameStop sucedió lo nunca antes visto. La nueva oleada de micro inversionistas decidió jugar en contra. Las redes de comunicación de internet les permitieron enviarse mensajes y crear un comportamiento de manada. Cientos de miles, tal vez millones de inversionistas novatos se dieron cuenta que los grandes fondos invirtieron en pedir prestadas y apostar a la caída del precio las acciones de la cadena de videojuegos y decidieron jugar en contra.
El precio de la acción de GameStop se multiplicó por veinte en este mes; subió de 20 a un máximo de 492 dólares.
El juego se politizó. La plataforma de inversión empleada por los inversionistas novatos pasó de 1.7 a 6. 1 millones de usuarios en su mayoría atraídos por la posibilidad de vengarse de los fondos de inversión. De acuerdo a sus mensajes muchos de ellos culpan a los fondos de que sus padres perdieran sus empleos, sus casas y haber pasado años de pobreza tras la crisis del 2008. Así que unos por rabia y otros por juego, decidieron comprar acciones y apostar en contra de los fondos.
Las acciones de GameStop esta semana tuvieron altibajos peores que los de una montaña rusa. Pero el caso es que los fondos tuvieron que recomprar las acciones que tenían que devolver muy por arriba de lo que obtuvieron al pedirlas prestadas y venderlas.
Un solo fondo de inversión, Melvin Capital, tuvo que solicitar financiamiento de emergencia para poder salir del corto y hacerlo le hizo perder alrededor de 3 mil quinientos millones de dólares.
Para este viernes 29 de enero las pérdidas acumuladas en la semana para los fondos de inversión se calculaban en 19 mil millones de dólares. Y cuando los fondos se ven obligados a recomprar acciones lo que hacen es provocar que suban todavía más de precio.
Se ha creado una gran burbuja, es decir un precio que la lógica indica que es insostenible, así que algunos fondos siguen comprando posiciones en corto, esperando que el precio caiga y recuperen parte de lo perdido. Solo que del otro lado millones de micro inversionistas siguen dispuestos a sostener e incrementar el precio no solo para ganar ellos sino para hacer sangrar a los grandes fondos atrapados en su propio esquema habitual; tienen que repagar con acciones caras las acciones que eran baratas cuando las pidieron prestadas.
Este pleito se ha politizado en un sentido adicional. La destacada representante demócrata Alexandria Ocasio Cortez se burló de Wall Street diciendo que le llama la atención que los grandes inversionistas que han tratado a la economía norteamericana como casino ahora se quejen de los nuevos inversionistas que también se comportan en el mercado financiero como en un casino.
Ella y otros congresistas piden investigar que la plataforma de inversión de los novatos les haya impedido comprar más acciones de GameStop durante un día. Algo que benefició a los fondos y que revela una colusión de intereses entre la plataforma y los fondos de inversión; una manipulación del mercado. La situación lleva a cuestionar la excesiva libertad y ausencia de regulación del mercado financiero. Algo que no le gusta a Wall Street.
Este juego de vencidas entre los fondos y una multitud de micro inversionistas novatos ha transformado, tal vez de manera irreversible, la operación de los grandes fondos y de la bolsa de valores.
El cambio de funcionamiento es que ahora millones de gentes pueden invertir en acciones desde sus teléfonos celulares y apostar poco dinero cada uno de ellos. Y pueden ponerse de acuerdo en sus redes sociales y jugar como equipo inspirados en su rabia, o simplemente como alegre diversión poner de rodillas a los grandes fondos.
Tal y como jugarían en una consola de videojuegos de las que vende GameStop.
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