La Walmarización de
México
Jorge Faljo
El pago de sobornos por
parte de Wal-Mart, para facilitar su enorme y acelerada expansión, es un escándalo
con el tamaño de gran tornado del lado gringo y de apenas una regular
lluviecita en el nuestro. Son muchas las ramificaciones de este asunto allá y
acá. Revela, entre otras cosas, la magnitud de los privilegios que reciben las empresas
preferidas de este régimen y amenaza convertirse en un factor de gran
desprestigio para México.
Resulta que un importante
periódico norteamericano publicó un reporte de investigación de acuerdo al cual
Wal-Mart pagó, entre 2003 y 2006, unos 24 millones de dólares a funcionarios
mexicanos con el objeto de obtener o acelerar la obtención de permisos de
apertura de nuevas tiendas. Esto implicó cambios zonificación y requisitos
ambientales en algunos casos y/o por lo menos una agilidad en el cumplimiento
de trámites que le dio una notable ventaja sobre otras cadenas comerciales y el
comercio tradicional. Sin esos pagos no habría podido tener la acelerada
expansión tiendas, bodegas, restaurantes y otros puntos de negocio que hoy en
día le permiten dominar el mercado de ventas al menudeo en nuestro país.
La caída de la
cotización de las acciones de Wal-Mart nos da una primera idea de la dimensión
del asunto. Estas redujeron su precio en un 5 por ciento en los Estados Unidos
y 12 por ciento en su filial mexicana. Traducido a dinero se trata de un
tropezón de pérdida de valor de más de 10 mil millones de dólares ocurrido el
lunes pasado; el primer día de sesión de la bolsa de valores después de la
revelación.
Es claro que los
accionistas no reaccionan de ese modo por consideraciones éticas, sino por
temores muy prácticos sobre lo que puede ocurrir más adelante, dados sus delitos
ya fuera de duda. Se pagaron sobornos a funcionarios mexicanos, se cucharearon
declaraciones presupuestales y fiscales, los directivos de la empresa en los
Estados Unidos lo supieron y ocultaron. Cada una de estas acciones empeora la
anterior. La verdaderamente imperdonable es la última, el ocultamiento.
La cosa pinta mal
para Wal-Mart. Es una empresa muy controvertida con numerosas denuncias de todo
tipo en Estados Unidos: explotación laboral, discriminación de género, efectos
sociales negativos por la destrucción del pequeño comercio en su entorno y
otras. Pero todas ellas caen en lo que podría llamarse el comportamiento de una
“empresa cabrona” pero eficiente. Ahora corre el riesgo de caer en la categoría
de empresa delincuente, lo que modifica radicalmente
su imagen ante el público norteamericano.
La multa que podría
imponer la justicia norteamericana llegaría, en caso extremo, al doble de las
ganancias indebidas; las que permitieron los sobornos. Calculando las ganancias
de centenares de locales de venta durante un par de años los medios
norteamericanos hablan de una multa que llegaría a los 13.1 mil millones de
dólares.
Ahí no para la
investigación y algunos piensan que, ya enfocada Wal-Mart en la mira de la
justicia norteamericana, podrían llegar a encontrarse algunos trapitos sucios
adicionales.
El crecimiento de
Wal-Mart ha sido aún más explosivo del 2006 para acá. De los 783 puntos de
venta mencionados pasó a 2,138 hoy en día. Tan solo en el 2011 Wal-Mart tuvo
una inauguración al día: 42 bodegas Aurrerá, 60 Mi Bodega Aurrerá, 208 Bodegas
Aurrerá Express, 21 Wal-Mart, 16 Sams Club, 13 Superamas, cuatro uburbios y un
restaurante Vips. Un total de 365 en un año, y sí, todas son propiedades de
Wal-Mart.
Con aquel antecedente
¿creerán los investigadores norteamericanos que este crecimiento del 2006 a la
fecha se sustenta tan solo en que es eficiente y le cae bien a nuestras
autoridades? También surgen voces que piden investigar el comportamiento
corporativo de la empresa en Centroamérica, en China y en otros países
tercermundistas. Así que los accionistas
corrieron el lunes pasado no solo por el problema descubierto, sino por el
temor a que se descubran otros.
Con esto, se ha
abierto la temporada de caza de trapitos sucios del gobierno mexicano en sus
distintos niveles. En los medios norteamericanos se discute abiertamente si es
posible hacer negocios en México sin pagar sobornos. Aparecen los reportajes
sobre los sobornos que tienen que pagar los tianguistas, comerciantes
ambulantes y negocios de todo tipo. Diversos analistas le piden abiertamente a
los directivos de Wal-Mart que, si es el caso, declare que esa era la única
manera posible de operar en México. Esa sería su mejor defensa.
Wal-Mart
no ha declarado tal cosa. Sería traicionar a sus amigos. Apenas una semana
antes el presidente de Wal-Mart y su plana mayor para México tuvo una reunión
con el presidente Calderón, también con su plana mayor, entre ellos el
secretario de Economía, Ferrari. En el encuentro Calderón expresó su
reconocimiento a Wal-Mart por su confianza en México. (Aquí amigos lectores los
insto a derramar una lagrimita emocionada por esta tan desinteresada confianza
que nos tiene Wal-Mart). Habría que suponer que, aparte de permisos,
concesiones y apoyos (el gobierno mexicano le paga por capacitar a sus
proveedores), los aproximadamente 2,000 contratos de proveeduría entre la
empresa y el gobierno son una muestra de cariño mutuo.
Si
algo está sorprendiendo a los norteamericanos, y nos desprestigia, es
precisamente la poca importancia que se le da a este caso en México. Para
nuestros primos del norte eso no demuestra sino el grado de negligencia o
incluso corrupción de nuestro gobierno en sus distintos niveles. No solo es la
empresa sino nuestro país y todos nosotros los que estamos siendo juzgados.
De
nuestro lado la reacción inicial de Hacienda y la PGR fue muy tibia: la falta
de datos y de jurisdicción parecían justificar la inacción. En una estrategia
de poltrona parecían dispuestos a esperar sentaditos a que les
llegaran denuncias con datos y la tarea ya hecha. La Secretaría de Economía
dijo que no era su asunto y la Comisión Bancaria y de Valores declaró que
Wal-Mart ha cumplido con las leyes del mercado (parece que son las que
verdaderamente importan) y señaló que “es una gran compañía”.
Pero
el presidente Calderón estuvo en Houston la semana pasada y no pudo evadir el
tema. Así que declaró ““no se vale hacer
negocios a base de mordidas, me siento muy indignado”. Así que con
retraso y a regañadientes la PGR ya anunció que no esperaría a que alguien
denunciara los hechos y pediría información a los gringos.
Se
marca una notable diferencia de estrategia de uno y otro lado. La justicia
norteamericana apunta al cerebro (a los directivos) y al corazón (el dinero) de
la empresa misma, con un golpe que puede ser muy fuerte en donde duele y por
eso huyen los inversionistas. Aquí las primeras reacciones parecen encaminadas
a encontrar a los que recibieron los sobornos sin tocar a la empresa.
Wal-Mart tiene en
México una enorme huella destructiva del pequeño comercio, de la producción
local y del empleo. Esta debería ser la oportunidad para investigar a fondo la
manera en que se apodera del comercio interno y su impacto destructivo en
empresas y empleos mexicanos a cambio de ser la principal introductora de
importaciones, sobre todo chinas. No es un asunto solo de la PGR. Hacienda
debería reaccionar con indignación y tanto la Secretaría de Economía como la
Comisión bancaria y de valores deberían revisar la alineación de sus intereses
para colocarlos al servicio del pueblo de México.
Por un delito hecho
en México es posible que el gobierno norteamericano llegue a embolsarse miles
de millones de dólares. Aquí se anuncia que nada cambiará y seguirá su
expansión. Debiéramos pensarlo; una acción espejo de México podría ser la base
inicial para financiar un sistema comercial alterno comprometido con la
producción y el empleo de millones de mexicanos. Por ahí avanzaría un combate efectivo
a la pobreza.