lunes, 23 de abril de 2012

Argentina, la expropiación petrolera


Argentina, la expropiación petrolera
Jorge Faljo

Cristina Fernández, la presidente de la Republica Argentina, acaba de enviar al Congreso de su país una propuesta de decreto de expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF, la principal empresa petrolera del país, hasta ahora en manos de la transnacional española Repsol. Se espera que este decreto sea aprobado incluso con el voto favorable de los principales partidos de oposición.
Ha sido una medida esperada desde hace semanas y que cuenta con un amplio apoyo popular interno. Por lo contrario, ha sido muy controvertida en el medio internacional. El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, interpretó la medida como un acto hostil ante el que tomará medidas “claras y contundentes”. En general la clase política española consideró que era una medida arbitraria y dañina. Un ministro español dijo que Argentina se había disparado en el pie. Se arrepintió rápidamente cuando le recordaron que el que se acababa de disparar en el pie era un sobrino, de 13 años de edad, del rey de España.
Nuestro presidente, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, no se quedó atrás en la defensa de la transnacional Repsol, que tantos privilegios ha recibido por parte de su gobierno. En un lenguaje nada diplomático señaló que la expropiación era “muy poco responsable y muy poco racional”. Se sumó al coro de los que le predicen muy malas consecuencias para ese país del sur y confió en que Cristina Fernández rectifique esa “lamentable medida”. 
Los españoles encontraron muy fría la reacción norteamericana que, en boca de Hilary Clinton, se limitó a decir que  "un mercado abierto de energía y productos es el mejor modelo de competencia" y que "las decisiones deben tener su justificación, se debe convivir dentro de esos patrones".
Así que el punto es si la medida tomada por la República Argentina es o no racional, es decir, si está justificada y cuáles serán sus posibles consecuencias.
Argentina es el país con el mayor ritmo de crecimiento económico de América Latina; superior al 8 por ciento anual en los últimos dos años. Ha tomado decididamente el rumbo de la reindustrialización del país como base del crecimiento del empleo, los salarios y el mercado interno. Sus necesidades energéticas crecen a más de un 5 por ciento anual.
Pero el desempeño de la producción interna de petróleo y gas,  así como de la refinación, quedaba muy atrás. La producción de petróleo cayó en un 43 por ciento de 1998 a 2011; la de gas bajó en un 37 por ciento de 2004 a 2011 y la refinación de crudo cayó un 19 por ciento del 2007 al 2011. Entretanto las ganancias de Repsol se incrementaban continuamente.
El problema es que la brecha entre las necesidades energéticas de su modelo industrializador de rápido crecimiento y la producción de crudo se ampliaba fuertemente. En el 2011 Argentina se vio obligada a importar más de 9 mil millones de dólares de hidrocarburos. Eso en un país con gran potencial productivo.
Los reclamos del gobierno argentino a Repsol se acrecentaron a lo largo de los últimos años. La empresa enviaba a su matriz en España arriba del 80 por ciento de sus ganancias en detrimento de la inversión necesaria en exploración y apertura de nuevos pozos. Hay que recordar que Repsol y otro importante grupo accionista pudieron comprar la empresa endeudándose fuertemente; hablamos de miles de millones de dólares. Préstamos que deben ser refinanciados regularmente en un contexto crecientemente difícil sobre todo por la crisis española y europea que todos los días sube de tono. Así que el interés de los inversionistas era la mayor obtención de ganancias inmediatas para liberarse de sus deudas y para… invertir en Libia.
La situación se complicó de una manera afortunada cuando hace apenas unos meses Repsol anunció el mayor descubrimiento petrolero de su historia, el mega yacimiento de Vaca Muerta. Un yacimiento que por sí solo tiene el potencial de eliminar el déficit petrolero argentino. Solo que tiene un problemita: aprovecharlo implica perforar por lo menos 2,000 pozos de petróleo y otros 1,000 de gas. Eso cuando Repsol en los últimos años tenía capacidad para perforar 8 nuevos pozos al año.
En el sistema jurídico argentino son los gobiernos provinciales los que otorgan concesiones de exploración y explotación territorial. Fueron estos los que iniciaron una ofensiva por la vía de exigirle a Repsol el cumplimiento de las clausulas de inversión en nuevos pozos y, ante la incapacidad de la empresa, a retirarle las concesiones. Otra fuente de incumplimiento importante ha sido la de limpiar los residuos y contaminaciones accidentales de una industria caracterizada por su alto riesgo ambiental. Esta ofensiva redujo las ya escasas posibilidades de Repsol de incrementar fuertemente su deuda acumulada y enfrentar sus compromisos de inversión y ambientales.
Ahora se sabe que Repsol, incapacitada para realizar las inversiones exigidas por el gobierno, estaba negociando secretamente su venta a Sinopec, una empresa petrolera china. No logró concretarla pero ahora pretende emplear esas pláticas como una base para reclamar un alto precio por sus acciones expropiadas.
Desde la perspectiva de la presidente Fernández la situación anterior llevaba a que Argentina se hubiese convertido en un país inviable por políticas empresariales y no por falta de recursos. Recordemos que desde su crisis del 2002, cuando renegoció su endeudamiento con una quita de 70 por ciento del capital, es un país que no tiene acceso a los mercados financieros internacionales. Así que los dólares que tiene provienen de sus exportaciones y los tiene que manejar con cuidado. El gasto en importar petróleo limitaba severamente la posibilidad de otras importaciones para su crecimiento industrial y se convertía en un serio obstáculo a la continuación de su modelo productivo con inclusión social.
Cierto que ahora Argentina va a enfrentar demandas internacionales y posibles represalias comerciales por parte de Europa, más las que ha promovido Estados Unidos y a las que se suma México.
Pero Argentina ya ha soportado ese tipo de presiones en el pasado y marcha viento en popa. Tiene una gran ventaja real y otras dos a medias. La primera es su autosuficiencia alimentaria, por ahí no la van a ahorcar. Lo segundo es que instrumenta una política de mercado interno e industrialización sin financiamiento especulativo, lo que la hace cada vez inmune a las presiones externas. Lo tercero es que ahora está en camino de la soberanía y la autosuficiencia energética. Hay mucho que aprenderle.
¡Viva Argentina!

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