lunes, 16 de junio de 2014

El "jogo bonito" de Hacienda

Faljoritmo

Jorge Faljo

Brasil, ese gigante del futbol mundial nos demostró que cualquiera puede meter un autogol, hacerlo ante millones de telespectadores e inaugurar así la principal fiesta de ese deporte. Afortunadamente lograron recuperarse y meter otros tres goles en la portería correcta. Mis compañeros economistas dirían que le atinaron a 3 de 4, es decir al 75 por ciento.

Visto en esa perspectiva tal vez no son tan graves los autogoles de Hacienda en los dos primeros años del sexenio; si logran hacer algo por la economía del país en los siguientes cuatro años, solo le habrán fallado a dos de seis, es decir al 33 por ciento del sexenio. Y no hay porque esperar que Hacienda en economía sea mejor que la selección de Brasil en futbol.

Banco Mundial recién bajó sus previsiones de crecimiento para México del 3 por ciento que estimó en abril pasado, a un 2.3 por ciento la semana pasada. Caída que atribuye en parte al bajo crecimiento de la economía norteamericana y a la reforma fiscal interna.

Desde el sector privado se busca explicar el deplorable comportamiento de la economía nacional y proponer cambios. Eso, me parece, es un avance para poder encontrar soluciones.

El reciente foro ¿Qué hacer para crecer? Organizado por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) y el periódico El Financiero, dio pie a que desde el sector privado se plantearan cuestionamientos de fondo que conviene entender y atender. Un mensaje generalizado es que la reforma energética y las anteriores no garantizan el crecimiento de México. Habrá que hacer mucho más.

Juan Ignacio Gi, presidente del CEESP señaló que la reforma fiscal fue un “cubetazo de agua fría” que colocó al país en el estancamiento y la mediocridad. En su opinión se debió optar por el crecimiento del mercado interno. Para el los funcionarios de Hacienda tienen muchos estudios pero les hace falta calle. Raúl Picard de la CONCAMIN dijo algo parecido, que al secretario de Hacienda le falta callo, porque las reformas fiscales limitan la actividad económica.

Daniel Calleja del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas dijo que el salario real ha tenido una caída dramática que ha afectado el consumo de las familias. Alejandro Valenzuela, director general de Banorte dijo que las reformas no darán frutos de la noche a la mañana, y estos dependerán de la manera de ejecutarse.

Expertos de la Asociación de Bancos de México, del Centro de Investigación y Docencia Económica y de El Colegio de México reclamaron al gobierno federal que la economía esté estancada, que el empleo se haya precarizado y que en materia de infraestructura hay lista de proyectos pero nada aterrizado. Luis Foncerrada, director del CEESP expuso que en los últimos siete años se perdieron siete millones de empleos de entre 3 y 5 salarios mínimos y a cambio se generaron algunos miles de empleos de 1 a 3 salarios mínimos.

No todos en ese foro fueron así de pesimistas. Francisco Gil y Jaime Serra, ambos ex secretarios de Hacienda y Georgina Kessel, ex secretaria de energía, hablaron de potencial para crecer, de reformas que impulsan el crecimiento, de mayor productividad y de futuros promisorios. Llama la atención el alineamiento en dos grupos, empresarios preocupados, ex funcionarios optimistas.

Ya he dicho antes que en México casi casi por definición los futuros son promisorios y los hechos del pasado y el presente desastrosos. Otra línea divisoria se da entre los que insisten en echarle la culpa al exterior, al clima o a la mala suerte y aquellos otros que ya claramente indican que la situación es responsabilidad del gobierno. Para ellos lo ocurrido ha sido un autogol.

No crea el lector que lo que he escrito significa que estoy plenamente de acuerdo con la posición empresarial. Ellos centran la salida del estancamiento en la inversión creadora de empleos como mecanismo de fortalecimiento del mercado interno; entretanto le piden al gobierno que gaste mucho más, con oportunidad, eficiencia y en favor de las empresas nacionales. Lo que no está mal pero me parece que habría otra vía de salida mucho más eficiente e inmediata.

Mi propuesta es sencilla. Tenemos un aparato productivo funcionando a media capacidad tanto en las ciudades como en el campo. La prioridad no debería ser incrementar la inversión y el crédito, sino reactivar lo que funciona a medias mediante estrategias de rentabilidad para el campo y la industria nacional; en particular los pequeños y medianos productores.

Una estrategia podría tener, para empezar, dos pilares, por un lado una decidida política industrial y de desarrollo rural orientada a consumir lo nuestro en primerísimo lugar.

Y por otra parte lanzar y liderar desde aquí una propuesta de modernización del TLC que sería bienvenida por muchos productores y trabajadores de México, Estados Unidos y Canadá. Se trata de que los tres vecinos realmente se den preferencia mutua en su comercio y procedan juntos a eliminar su desequilibrio comercial con China. Es decir que la segunda prioridad sería consumir lo de nuestros vecinos y solo en un tercer sitio el consumo del resto del planeta.

Planteado así el asunto de la inversión es secundario; lo que se requiere es reconfigurar el mercado nacional y el del TLC para darle uso pleno a los recursos y capacidades ya existentes. De este modo podríamos superar el autogol rápidamente.

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