Jorge Faljo
Parecía que López Obrador se metió, por su propia voluntad, a la cueva de los lobos con esa entrevista a Milenio Televisión. Una entrevista que duró poco más de hora y media y en la que enfrentó las preguntas “duras” de los más destacados analistas del grupo mediático.
La entrevista convenía a ambos; del lado de Milenio conseguir una entrevista con el candidato puntero a la presidencia de la república y, sobre todo, con preguntas abiertas, contestadas sin libreto escrito, reforzaría su influencia en los medios y su presencia política. Para AMLO valía la pena el riesgo; se trataba de presentar un mensaje muy crítico de las últimas administraciones. Pero matizado por su compromiso como hombre de leyes, representante de una coalición plural, que actuaría atento a la voz de la sociedad en asuntos importantes; es decir, esencialmente democrático.
Hasta el momento las campañas políticas se han centrado en descalificaciones personales más que en confrontar posiciones de fondo. El carácter de los candidatos importa; pero no olvidemos los grandes asuntos nacionales. Lo que ofreció esta entrevista fue precisamente eso. Ojalá y el esquema se replique ya que los debates entre candidatos, por su extrema rigidez y poco tiempo para cada intervención, no pasaran de las impresiones superficiales.
La entrevista de Milenio ha sido visualizada más de 2 millones 633 mil veces. Lo que nos revela la disposición de millones de ciudadanos darse el tiempo necesario para informarse mejor.
Cierto que la entrevista permitió adentrarnos en las posiciones y la personalidad de AMLO. No obstante, aquí invito a abordar otra perspectiva. ¿A que le dieron importancia los entrevistadores?
No es un asunto menor; estos analistas son fieles representantes de un sector social de alto poder económico inquieto por su futuro. Sus preguntas no ocurren porque si, sino que responden a intereses de fondo.
Y lo que preguntaron los dos primeros interrogadores fue si AMLO revertiría la reforma energética. La respuesta fue matizada; se revisarían los 91 contratos asociados a la reforma para ver si son o no leoninos y evitar sorpresas tipo Oderbrecht. En caso de que no convengan a la nación se procedería a revertirlos dentro de los cauces legales. Además, se abriría el debate sobre la reforma energética y se procedería a consultar a la población. Para el candidato la reforma energética constituyó un engaño a la Nación; los ofrecimientos de inversión, producción y baja de precios no se han cumplido. Incluso de llegar a plantear una reforma constitucional sobre este asunto ello sería ante el Congreso, dentro de una estricta legalidad y sin importar que ese esfuerzo se lleve todo el sexenio.
Lo segundo que se preguntó es si echaría atrás la reforma educativa. Ante lo que AMLO dijo que cancelaría la reforma porque lo que hay que hacer es mejorar la educación sin afectar los derechos laborales de los maestros. Hay que buscar la reconciliación y avanzar en una reforma con los maestros y no contra ellos.
Una primera conclusión de los analistas de Milenio es que López Obrador está en contra de esas dos reformas. La respuesta es que si, así es. Pero que en todo caso procedería conforme a derecho; generando un debate amplio en los medios, en tiempos oficiales, y siempre apelando a la consulta, el referendo, el plebiscito, o lo que más convenga.
Me sorprendió que el conductor del programa dijera que las equivocaciones de los pueblos suelen ser pavorosas; y puso como ejemplo la elección de Adolfo Hitler en 1933. Al parecer por un momento perdió los estribos y nos dejó atisbar a lo más profundo de su ideología cuando también dijo que el pueblo, sus paisanos, saquean tiendas, son huachicoleros y asaltan trenes, en algunos lugares. (Ver minuto 18:20 de la entrevista).
AMLO dijo que el pueblo es sabio y que él cree en la democracia. Finalmente, López Obrador y Carlos Marín, el director de Milenio, aceptaron que este es un punto en el cual “discrepan” y siguieron adelante. ¡Ah caray! Pero este no es un punto menor sino posiblemente el de mayor importancia y significado en el conjunto de la entrevista.
Por una parte, la propuesta de avanzar hacia una democracia participativa; con medios abiertos al debate y una ciudadanía que pueda expresarse sobre los asuntos relevantes de la vida nacional. En la parte contraria, con Milenio representando a las elites, la exigencia de una legalidad puntillosa en defensa de las reformas estructurales de este régimen. Y aparentando que no hay contradicción, la convicción de que el pueblo no sabe elegir, no sabe decidir y se equivoca. Es decir que las decisiones deben estar en manos de los tecnócratas, la versión moderna de los “científicos” porfirianos.
En este tenor el siguiente punto de discusión fue la propuesta de AMLO de establecer la revocación de mandato cada dos años. Lo que significa que a los dos y cuatro años de una administración la población vote a favor o en contra de la continuidad de esa administración. Votar en contra y revocar el mandato implicaría el final de un gobierno que tendría a la opinión pública en contra.
Más adelante López enfatizó su experiencia en seguridad pública y, como parte de la tarea, brindar a todos los jóvenes la posibilidad de estudiar y encontrar empleo. En su visión el combate a la corrupción liberaría una gran cantidad de recursos que le permitirían encabezar un gobierno eficaz.
La entrevista fue, en suma, de gran interés. Pero me parece incompleta en tanto que se trató más bien de las preguntas de la elite. No hubo ahí representantes de los campesinos que preguntaran sobre la estrategia rural, la seguridad alimentaria del país y el derecho humano a la alimentación.
No hubo alguien que a nombre de la clase media planteara su preocupación por la desaparición, en comparación con el 2011, de la mitad de los empleos que pagan más de cinco salarios mínimos. No se planteó el problema de la pobreza de 53 millones de mexicanos y la enorme inequidad que tanto contribuye a la conflictividad cotidiana.
No se habló del futuro industrial del país, en particular en el marco de la renegociación del TLCAN.
En suma, buena entrevista. Ojalá y haya más encuentros de este tamaño en los que puedan plantear sus dudas otros sectores sociales y económicos.
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