martes, 20 de noviembre de 2012

El Gran Empresariado Abandona el Barco


El Gran Empresariado Abandona el Barco

Jorge Faljo

Otro sexenio de empobrecimiento y horror llega a su fin sin que, lamentablemente, existan señales de corrección del rumbo.

Si bien en  otras circunstancias, en este caso de gran privilegio, pareciera que el empresariado productivo de México ha decidido seguir la pista de los millones de mexicanos a los que el modelo económico obligó a emigrar.

A escasos días del fin de esta administración se ha anunciado la venta de la empresa Comex, mexicana, a la norteamericana Sherwin Williams. La primera es una empresa muy conocida por sus tres mil 300 puntos de venta en todo el territorio nacional. Es la empresa líder en fabricación y venta, en su propia red de distribución, de pinturas, texturas, impermeabilizantes, recubrimientos industriales, tratamientos para madera y todo tipo de accesorios. Posición que se originó en sus capacidades de innovación tecnológica industrial.

Faltan algunos trámites administrativos ante las autoridades mexicanas, pero se da por hecho su adquisición por la empresa norteamericana en 2,340 millones de dólares (md) más solventar sus deudas. Otras transacciones similares fueron la venta de la cervecera modelo (fabricante de las marcas Corona, Negra Modelo, Victoria y Pacífico), la participación de la Comercial Mexicana en Costco por 980 millones y la de la lechera Santa Clara por 200 millones, también dólares en ambos casos.

Sumadas a otras transacciones menos sobresalientes las ventas de empresas mexicanas al extranjero ascendieron a 30 mil md. Un cierre con broche de oro para dos sexenios caracterizados por la promoción de estas ventas desde la secretaría de economía. En doce años la inversión extranjera directa –IED-, fue de 267 mil md; esta venta de patrimonio explica que el país cuente con reservas internacionales de 162 mil md.

En 2010 y 2011 la inversión extranjera directa en México sumó 39.6 mil md dentro de un total de 91.3 mil md en los que la diferencia fueron capitales financieros volátiles. De estos algo más de la mitad, 49.3 mil md ingresaron a las reservas internacionales como garantía de que cuando estos capitales deseen repatriarse el Banco de México contará con dólares para vendérselos al mejor precio posible. 

Para el capital extranjero el momento es muy propicio. Los Estados Unidos y Europa están generando grandes volúmenes de liquidez (antes se le llamaba imprimir dinero) con el objetivo de bajar las tasas de interés y reactivar el consumo y la inversión. En algunos países, como Alemania, Francia y China, los inversionistas pagan porque se les cuide el dinero. Operan a tasas de interés negativas porque los capitales están desesperados buscando inversiones seguras y evadiendo el riesgo. Así que fondos y grandes empresas de reconocida solvencia tienen una buena oportunidad de endeudarse a tasas muy baratas, cercanas a cero, y lanzarse a la conquista del tercer mundo sea con inversión financiera o compra de patrimonio productivo.

Aquí el gran empresariado productivo mexicano ha decidido aprovechar la circunstancia y emigrar de la esfera productiva hacia la especulación financiera. Internamente la situación es particularmente favorable; nos encontramos en pleno auge de dos burbujas que parecen haber llegado a su máximo de expansión: una ha inflado la bolsa de valores e incide en un alto valor de todas las grandes empresas (incluyendo la Comex, aunque no cotice); la segunda ha fortalecido al peso mucho más allá de la productividad y competitividad del país, gracias a la venta patrimonial. Es decir que no puede haber mejor momento para vender.

Soy un convencido de la sagacidad del gran capital mexicano, que en el pasado encabezó las estampídas financiera y que ahora, al convertirse de productivo a financiero, se coloca a solo un par de teclazos de computadora para emigrar al exterior. 

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