viernes, 9 de noviembre de 2012

Elecciones Norteamericanas: de Fotografía


Elecciones Norteamericanas: de Fotografía

Jorge Faljo

En una de las elecciones más caras y reñidas de su historia Obama logró la reelección. Obtuvo el 50.4 por ciento de los votos contra el 48.1 por ciento del contrincante Romney.  Dado el peculiar sistema electoral norteamericano, donde todos los votos de un estado son para el ganador, su victoria en el Colegio Electoral parece alta: el presidente demócrata 332 votos y el republicano 206. Sin embargo el hecho es que en varios estados el final fue de película y el triunfo se obtuvo por márgenes muy pequeños.

Destacan como estados republicanos los del centro del país, rurales y más cercanos al fundamentalismo evangélico; como demócratas los estados más industrializados, populosos, económicamente más fuertes y de mayor diversidad étnica y cultural.

Un resultado electoral tan reñido hace destacar detalles que resultaron, a final de cuentas, decisivos y que en este caso, obligan a reconsiderar el panorama de las fuerzas políticas.

Obama no habría logrado el triunfo sin los siguientes tres puntos a su favor. El rescate de la industria del automóvil que le dio el voto de los trabajadores de la manufactura del noreste del país y lo coloca como campeón de la defensa de la industria norteamericana. Sin esos votos habría perdido Ohio y las elecciones. Romney en cambio se opuso a ese rescate y su imagen se asocia al despido de trabajadores y la exportación de empleos.

La amnistía a los estudiantes extranjeros para que pudieran permanecer en el país y continuar sus estudios favoreció sobre todo a hijos de migrantes mexicanos que llegaron desde pequeños a los Estados Unidos. Aunque Obama no cumplió su promesa de una reforma migratoria esta medida le bastó para que el 70 por ciento del voto “hispano” lo favoreciera. En varios estados destacó el activismo de esos estudiantes para convencer a otros latinos de votar en su favor. Sin ellos habría perdido Florida y tal vez otros estados. Romney cometió el error de menospreciar este sector.

El huracán Sandy le permitió a Obama mostrar dotes de estadista. Además resaltó la necesidad de una sociedad solidaria, dispuesta a la ayuda social y preocupada por el medio ambiente. Romney en cambio se había opuesto al fondo de ayudas de emergencia, había despreciado a los que se consideran con derechos a obtener ayudas inmerecidas y se asocia políticamente a grupos radicales que no creen en el cambio climático y en la necesidad de hacer algo al respecto.

Romney se asoció de manera indisoluble a un sector ultraderechista y obstinado que asustó a muchos votantes moderados o indecisos. Dos importantes candidatos republicanos se manifestaron en contra del aborto incluso en caso de violación y mostraron una gran ignorancia al decir, uno de ellos, que el embarazo no ocurría si la violación era “legitima” y la mujer no lo deseaba. El otro atribuyó el embarazo en esos casos a un deseo divino. Ambos perdieron y Romney perdió muchos votos femeninos.

La población que menos votos le dio a Obama fueron los hombres adultos blancos educados. Es decir el sector históricamente más poderoso en lo económico y político de la población. A cambio de ellos el presidente conquistó el voto latino, negro, femenino y el de los blancos menos educados. Con ellos llegó un nuevo equilibrio de fuerzas políticas que no podrá ser ignorado en adelante.

El resultado político no es contundente. Deja a los Estados Unidos en la misma trabazón política previa. Los demócratas controlan el senado y los republicanos la cámara de representantes; sin mayorías decisivas en ningún caso.

Lo más importante es que casi de inmediato la clase política norteamericana deberá enfrentar decisiones de enormes consecuencias. Estados Unidos tiene un elevado déficit fiscal que no ha podido ser controlado por las fuertes diferencias de enfoque entre demócratas y republicanos. Los primeros básicamente desean elevar los impuestos de los más ricos y preservar los derechos a la salud de la población de la tercera edad y otros gastos sociales. Los republicanos exigen la disminución del déficit sin elevar los impuestos; centrando la solución en la disminución del gasto social.

A falta de acuerdos dentro de dos meses entrarán en vigor medidas automáticas de disminución del déficit que implican una elevación generalizada de impuestos por alrededor de 500 mil millones de dólares. Formalmente se trata de la expiración de docenas de exenciones fiscales, buena parte de ellas favorables a los más ricos del país. También entran en operación recortes automáticos de gastos militares y de otras agencias del gobierno.

Todo el planeta y los Estados Unidos temen que las medidas automáticas, que disminuirían de manera importante el gasto de los consumidores y el del gobierno, arrojarían al país a una recesión (lo que afectaría de fuerte manera  las exportaciones y el empleo en México).

Tanto demócratas como republicanos han pintado su raya. Aunque Obama ganó la presidencia, los republicanos sostienen que tienen un mandato renovado de los votantes para no permitir la elevación de impuestos, ni siquiera los de los más ricos. Los demócratas afirman tener el compromiso de defender el derecho a la salud de la población de la tercera edad y otros gastos sociales.

No obstante, la mayor parte de los analistas políticos consideran que los demócratas llevan la de ganar porque les sería más fácil sobrellevar el costo político de no llegar a un acuerdo. Al entrar en vigor el alza general de impuestos el presidente podría enviar una propuesta al congreso para reducir los impuestos de la clase media, sin incluir a los más ricos, y eso colocaría en un problema a los republicanos. Si se atreven a oponerse por qué no se favorece a los más ricos podrían sufrir serías consecuencias políticas.

El hecho es que el partido republicano ha quedado endeble y enfrenta decisiones internas difíciles. Uno de sus sectores sigue sin estar dispuesto a la negociación; otro de ellos considera que perdieron por haberse hecho demasiado a la derecha y por falta de flexibilidad negociadora. Esto crea fuerzas internas tendientes a incrementar la distancia entre su “tea party” (partido anti impuestos) y los republicanos moderados.

Más allá del conflicto económico central otros resultados electorales, derivados de varios referendos y de las preferencias por ciertos candidatos, dan señales de la creciente liberalización de la población en aspectos de fuerte significación cultural. El voto femenino se mostró negativo a la propuesta de volver a criminalizar el aborto y en tres estados por vez primera se legalizó el matrimonio homosexual por voto popular.

Sin embargo uno de los cambios más significativos, destinado a hacer historia y que empieza a causar impacto mundial, aún pasa inadvertido para muchos. Se trata de que por primera vez en dos estados norteamericanos se legalizó plenamente el uso recreativo, es decir por diversión, de la mariguana. Ya se había aprobado su uso médico en varios estados, pero siempre bajo pretextos de salud, con receta y controlado. Ahora los ciudadanos de Colorado y de Washington decidieron por mayoría que su uso es plenamente legal.

Este es un paso mayor en la clara tendencia de la población norteamericana a aceptar su uso, sin más restricciones que las del alcohol. Diversos analistas consideran que los dos estados se están apuntando como proveedores internos de los consumidores norteamericanos, con importantes ganancias económicas, en empleo e impuestos. Lo cierto es que de momento esta decisión entra en conflicto con las leyes federales y todavía no es claro cómo se van a conciliar las dos posiciones en lo inmediato. Se conciliarán en los próximos años cuando, según se prevé los ciudadanos de otros estados vayan imponiendo su legalización.

En suma, los Estados Unidos por una parte parecen atascados en torno a la discusión sobre el rumbo de salida a la crisis económica y social que todavía arrastran. No obstante se puede tener cierto optimismo de que llegarán a resolver el empate optando por la defensa de su aparato productivo y empleo, la equidad económica y la solidaridad social.

Por otra parte las elecciones revelan una sociedad cambiante, más diversificada y tolerante, en la que grupos marginados, como los latinos, incrementan su poder político y la población se aleja de los dogmas puritanos. Parecen decir que este no tiene que ser un valle de lágrimas. Bien por ellos!

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