domingo, 28 de junio de 2015

Pago, no tengo

Faljoritmo

Jorge Faljo

El próximo martes 30 de junio es la fecha límite para que Grecia le pague al Fondo Monetario Internacional un vencimiento de deuda por 1,600 millones de Euros. Sin embargo el país no cuenta con ese dinero y la única posibilidad de pagar es que sea refinanciado; es decir que le presten lo suficiente para hacer este pago y otros que se avecinan en los próximos meses.

Los acreedores y el gobierno griego se encuentran atrapados. La única manera de que los primeros cobren es prestando lo suficiente para cobrar; la única manera de que el segundo pague es endeudándose más.

Solo que los acreedores ponen condiciones que hundirían aún más la economía de Grecia: Elevar substancialmente el IVA; disminuir pagos a los pensionados; subir la edad de retiro; privatizar empresas públicas, entre ellas el principal puerto del país; y disminuir el gasto social y administrativo.

Esta es una historia que se repite desde hace cinco años y el hecho es que la estrategia no le ha permitido a Grecia reducir su deuda, pero si ha tenido costos económicos y sociales enormes. La producción se ha reducido en más de 25 por ciento; uno de cada cuatro griegos está desempleado, entre los menores de treinta años es más de la mitad; la población se ha empobrecido y miles no pueden pagar la electricidad y el agua; otros han caído en la miseria y el hambre. Abundan los suicidios.

En el 2010 Grecia cometió el error de aceptar un refinanciamiento condicionado de la deuda en lugar de declarar, bajo sus propias leyes, una cesación de pagos y exigir una quita de deuda a sus acreedores privados. En lugar de ello aceptó el refinanciamiento del Fondo Monetario, del banco central europeo y de otros países en una estrategia de salvamento de los bancos alemanes y franceses y los inversionistas privados. Grecia en cambio no recibió dinero fresco.

El pueblo griego votó hace cinco meses en contra de la austeridad y a favor de reactivar la economía y el empleo. Pero eso es lo que menos interesa a los otros países que lo que quieren es producir y exportar. Lo que les convenía era un país que se endeudara y fuera importador de sus productos.

Del 2005 al 2009 Grecia tuvo el mayor ritmo de crecimiento industrial de toda Europa; su índice de productividad era el 98 por ciento de la media europea. Tenía, por ejemplo, la más avanzada industria naviera del mundo. No era un país bananero dedicado al jolgorio. Pero sus elites decidieron endeudar al gobierno para darle al país un maquillaje de modernidad y enriquecerse ellos mismos.

Siguió una política parecida a la modernización ficticia de México, basada en el endeudamiento externo, que desembocó en la crisis de 1994. Solo que aquí la devaluación del peso redujo las importaciones e impulsó las exportaciones sobre la base de mejor uso de capacidades instaladas, sin necesidad de nuevas inversiones. Así, con grandes sacrificios, remontamos los excesos de nuestras elites.

Pero Grecia está atrapada en el euro y no puede devaluar. Además está comprometida con el libre comercio y tampoco puede controlar sus flujos de capital. Esto la coloca frente a opciones extremas: seguir con una política de cada vez más sometimiento y colonización de capitales externos al tiempo que se siguen destruyendo sus propias empresas; o cortar por lo sano y abandonar el euro con enormes costos sociales. Nadie ha abandonado el euro, así que no se sabe todo lo que puede ocurrir.

Grecia quiere el refinanciamiento que le permita seguir pagando, pero de manera tal que la prioridad sea el crecimiento económico y evitar mayor empobrecimiento.

Los acreedores están empecinados con una política que ha demostrado su fracaso económico e incluso para conseguir un cobro real, sin la ficción del refinanciamiento. Solo que al parecer su prioridad es demostrar que el gobierno griego no es viable y que no podrá triunfar una política distinta a la llamada austeridad. Temen que el pueblo español siga el ejemplo griego en septiembre próximo.

El Fondo Monetario Internacional puede conceder hasta treinta días de gracia después de la fecha de vencimiento pero su directora, Christine Lagarde, dijo que Grecia no tendría ni un día de gracia.

No obstante Alexis Tsipras, el primer ministro griego, convocó a un referéndum el próximo domingo cinco de julio para que el pueblo griego decida si acepta o rechaza las condiciones de los acreedores. Su argumento es que fue elegido para acabar con la política de austeridad y por tanto no puede aceptar las condiciones de los acreedores. A menos que el pueblo le dé un nuevo mandato.

Así que de momento Grecia no acepta las condiciones del refinanciamiento y no pagará el vencimiento de este próximo martes 30 de junio. Lagarde enfrenta una grave disyuntiva: puede declarar la insolvencia de Grecia y desatar una crisis financiera mundial. Será un momento histórico infame; una nación será expulsada de Europa por un asunto financiero. O puede tragarse sus palabras y esperar la decisión del pueblo griego.

Incluso si no se declara el impago pero los griegos votan contra las condiciones de los acreedores estaremos ante una confrontación histórica entre el bienestar de un pueblo y los intereses de los capitales financieros. De cualquier manera Tsipras ha hecho lo correcto al llevar la decisión al pueblo.

Grecia debe interesarnos porque estamos siguiendo su mismo camino: alto endeudamiento financiero sin crecimiento económico, con destrucción de capacidades internas, desempleo y desnacionalización del aparato productivo.

lunes, 22 de junio de 2015

El Payaso Millonario

Faljoritmo

Jorge Faljo

Donald Trump se ha incluido formalmente en la carrera para ser presidente de los Estados Unidos. Lo que significa que se ha logrado colar en la lista de los diez precandidatos republicanos que participarán en el primer debate electoral dentro del proceso de selección. No tiene más cualidades que las de ser muy rico y famoso; pero estas parecen ser suficientes, lo que es en sí mismo bastante significativo. No se puede aspirar a participar en política a ese nivel si no se cuenta con realmente mucho dinero.

De acuerdo a su personalidad y costumbres Trump se lanzó a la carrera presidencial con un discurso controvertido, que llamó la atención por su megalomanía, sus faltas a lo políticamente correcto y que en el caso de los inmigrantes fue ofensivo. Un discurso que por otra parte también tiene una buena dosis de humorismo involuntario y les da bastante leña a los comentaristas satíricos de la tele norteamericana. Algún periódico lo colocó en primera plana con nariz roja y maquillado como payaso. Tal vez esta sea su definición política.

Sobre nuestro país declaró: “México manda a su gente pero no manda lo mejor. (…) Están trayendo sus problemas para acá, drogas, crimen y a sus violadores. Aunque asumo que algunos son buena gente”.

Su declaración refleja una buena dosis de paranoia; eso de que los mexicanos son enviados da la impresión de un plan destinado a hacerles daño. Después de la ofensa general se cubrió las espaldas “asumiendo”, es decir por pura amabilidad, que algunos serían buenas gentes.

Tal declaración generó múltiples respuestas de las organizaciones chicanas, la principal de las cuales lo llamó tonto. Otros políticos inmediatamente señalaron que no comparten sus prejuicios. Desde luego nuestras autoridades se apresuraron a contradecirlo. El secretario de relaciones exteriores lo calificó de ignorante y el subsecretario Alcocer hizo un discurso con muchas cifras sobre la aportación económica de 33 millones de migrantes y sus descendientes en los Estados Unidos, las 570 mil empresas propiedad de migrantes y su aportación al producto norteamericano.

Hasta el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, declaró su solidaridad al señalar que una ofensa a los mexicanos lo es también para los venezolanos.

Así que Trump logró lo que quería; entrar a la carrera presidencial armando un gran circo, llamando la atención y siendo el pre candidato más comentado. Al menos por unos días.

“El Donaldo”, como lo bautizó una de sus ex esposas, una modelo checoeslovaca que no dominaba completamente el inglés, está enojado con México. Allá por el 2007 patrocinó la construcción y venta de un conjunto de condominios de lujo frente a una linda playa. En una presentación del proyecto, dos torres con servicios de hotelería de playa, logró vender, en unas horas, departamentos por 128 millones de dólares. La construcción estaba en la obra negra de una torre cuando llegó el vendaval de la crisis inmobiliaria norteamericana y los inversionistas y financieros abandonaron el proyecto. Así que no había dinero para regresar los 32 millones de dólares de enganches recibidos.

Trump fue demandado en una corte norteamericana por los compradores. Sin embargo, Trump no había invertido en el proyecto, solo había vendido su nombre. Según él lo explica vende su nombre para patrocinar desarrollos inmobiliarios en alrededor de cuatro millones de dólares por caso. A cambio se compromete a dos días de trabajo, de seis horas cada uno, para estar en persona en eventos de promoción y permite el uso de su nombre y fotos.

En el caso del condominio de Tijuana Trump se vio obligado a resarcir a los compradores de su dinero personal. Lo que no le gustó nadita.

Trump es una marca de lujo en bienes raíces y en muchos otros productos; ese ha sido el gran éxito de Donaldo. Ese nombre lleva la famosa torre Trump de Nueva York, en la que todavía posee el pent house; también se encuentra en hoteles, campos de golf, casinos, perfumes, agua embotellada, una línea aérea, muebles, chocolates y te. Su imagen de hombre maduro, güero al extremo de parecer albino, es reconocida en todos lados.

Sus proyectos no siempre tienen éxito y en varias ocasiones han ido a la quiebra. Solo que quiebran las empresas y su responsabilidad es limitada; al parecer los que pierden son los inversionistas. Trump sabe separar y proteger su fortuna personal.

Es un hombre pragmático y de negocios; su discurso como precandidato fue prácticamente una promoción de su marca. Dijo, por ejemplo, que Obama al retirarse sería bien recibido en uno de sus campos de golf y mencionó que tenía 15, entre ellos uno cercano al capitolio. Presumió que con sus alrededor de 8 mil millones de dólares no necesita donativos, él se pagará su campaña.

Su oferta de campaña es defender a los Estados Unidos de los males que le llegan de fuera y traer de regreso los empleos que le han arrebatado países como China y México. Respecto a su vecino del sur, nosotros, planea construir un gran muro “y que lo pague México”. También destruirá Isil, la nueva república islámica del medio oriente. Pondrá a buenos negociadores, como el mismo, al frente del gobierno y en todos los tratos con el exterior.

La contribución de Trump a la carrera presidencial será darle color; sino es que convertirla en circo en sus inicios y hasta que quede fuera. Actuará como provocador y eso pondrá a prueba a los demás pre candidatos, que se verán obligados a reaccionar ante sus caricaturas de realidad.

Adelanta que si no gana la presidencia de cualquier modo será el candidato de mayor éxito que haya habido; su fortuna de alrededor de 8 mil millones de dólares lo comprueba. Creo que en sus cálculos lo importante es impulsar su propia marca; una marca dirigida a las elites a las que su discurso bruto sabe acariciar.

lunes, 15 de junio de 2015

Abajo la competitividad; arriba el derecho a producir.

Faljoritmo

Jorge Faljo

En los últimos tres años se han duplicado las importaciones de arroz proveniente de Pakistán, Tailandia y Vietnam con precios por debajo de los mercados internacionales. Producir en México sale a 4.50 pesos el kilo y mucho del arroz importado entra a 7 pesos el kilo pero ya pulido, empacado y listo para ponerse en el anaquel del supermercado. Es decir que ese arroz fue trabajado en su lugar de origen y aquí no genera empleo.

La superficie cultivada de arroz en México se ha reducido en un 87 por ciento, tal vez más, desde los tiempos en que la CONASUPO en lugar de comprar en México puso su red de distribución al servicio de los importadores.

En reunión con el Subsecretario de Industria y Comercio, de la Secretaría de Economía, los industriales del ramo propusieron ya no sembrar arroz en México pues les conviene comprar más del importado.

Por su parte el Consejo Mexicano del Arroz solicitó el restablecimiento de aranceles a esas importaciones que, a fin de cuentas no benefician al consumidor con un mejor precio pero si destruyen a los productores y al empleo dentro del país. Estamos, dicen a punto de entrar en una dependencia total de importaciones de un alimento básico y operando en contra de la soberanía alimentaria.

Tal vez la Secretaría de Economía no se haya dado cuenta de que la actual administración se comprometió, en el Programa Sectorial de Desarrollo Agropecuario a producir dentro del país el 75 por ciento del abasto básico alimentario. Un compromiso que no se han tomado en serio en las secretarías de Hacienda, Agricultura y Economía.

En otro punto de la economía resulta que la actividad industrial de México mostró un desempeño modesto: solo se dio un crecimiento anual del 1.1% de abril a abril. Cierto que en algunos puntos mostró un crecimiento que casi sería aceptable. Pero eso solo indica que en muchos otros tuvo un comportamiento incluso negativo.

Sabemos que este gobierno se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado tiene un discurso neoliberal en el que predica las ventajas de la competencia, aunque resultemos fregados. Por otro lado cuando las cosas se ponen calientes por la protesta empresarial emprende débiles medidas de control de las importaciones subvaluadas, por ejemplo en calzado, vestido y acero. Apenas suficientes para darle un respiro a la producción que sobrevive, pero muy lejos de revertir las tendencias y reactivar la producción al punto del uso eficiente, pleno, de las capacidades instaladas.

Producir más, generar empleo y bienestar, no pasa por la atracción de inversiones externas que cuando son productivas lo que hacen es contribuir a la destrucción de las empresas medianas y pequeñas. Con lo cual su generación de empleo es en realidad negativa.

La respuesta se encuentra en otro lado; en reactivar las capacidades con las que ya contamos y que se encuentran paralizadas. Podríamos producir en México el 75 por ciento de la alimentación nacional, no solo de arroz. Lo ofrecido por el gobierno es perfectamente posible. También podríamos levantar la manufactura nacional de manera espectacular y sin nuevas inversiones. Hay fuertes capacidades instaladas para producir más telas y vestidos, calzado, muebles y todo lo que pudiera considerarse parte de una canasta que más que simplemente básica pudiera elevar el nivel de bienestar de la población.

El problema es que nuestras elites se encuentran mentalmente atadas a una ideología de la competitividad que no ofrece más salida que atraer a las grandes transnacionales y que íntimamente desprecia al grueso de los empresarios y productores, urbanos y rurales, del país.

De los lugares más inesperados saltan las críticas a la ideología de la competitividad. Uno de ellos es el Papa Francisco que en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” dice: “Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. (…) Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.”

Cierto y más que cierto. Urge repensar la ideología de la competitividad simple y sencillamente la economía mundial, gracias a los enormes avances tecnológicos, se orienta a que solo unos pocos puedan producir mucho. Entretanto nos acercamos a que la mayoría no sea competitiva con esos pocos y no pueda producir, trabajar, ni vivir con dignidad.

Tenemos que cambiar el rollo infame y autodestructivo de la competitividad por el del DERECHO A PRODUCIR de las mayorías.

Esto es perfectamente viable con los debidos arreglos de mercado e institucionales. El problema para que puedan producir los productores de arroz, y los de todo tipo de alimentos, más las manufacturas, desde textiles y de calzado hasta de electrodomésticos y acero, no es técnico. Es ideológico, es en cierto modo religioso y dogmático. Me refiero a la secta económica que aprendieron nuestros muchachos que fueron a estudiar en el extranjero y que regresaron a imponernos en México sin ninguna capacidad crítica.

Fuera la ideología dogmática de la competitividad; pensemos en el derecho a producir.

lunes, 8 de junio de 2015

Acero y leche

Faljoritmo

Jorge Faljo

Usualmente cuando algo baja de precio es una buena noticia y da gusto. Pero también hay caídas de precios que pueden ser malas señales y pueden traer consecuencias muy negativas. La caída brutal, a la mitad, del precio del petróleo no nos conviene, es evidente, porque somos productores. Sus consecuencias apenas empiezan a golpearnos. Pero hay otros casos, no tan evidentes, de bajas de precios que pueden resultarnos muy destructivas.

Por ejemplo el acero. En el último año el precio internacional de la tonelada de acero bajo de 1,260 a 934 dólares la tonelada. Las causas son similares a las de la caída del precio del petróleo. Creció de manera importante la producción en muchos países y ahora, por el estancamiento económico mundial no hay suficiente demanda de acero. Así que sobran capacidades de producción por un monto de unas 700 millones de toneladas anuales.

Cómo se decide quienes seguirán produciendo y cuales países cierran sus siderúrgicas depende tanto del mercado como de las políticas económicas e industriales de cada país.

Seguirán produciendo aquellos que sean más competitivos, sea por su posicionamiento tecnológico de punta, por la competitividad de su moneda o por sus decisiones de política industrial. Dicho de manera más sencilla aunque en el mercado mundial predomina el mercado, cada país puede enfrentar o moderar sus tendencias con una política industrial apropiada.

China es un ejemplo de país con una política industrial decidida. Fomenta al máximo el uso de sus capacidades productivas. No es realmente una potencia tecnológica de punta y no cuenta, como antes, con una mano de obra muy barata. Pero tiene una política económica centrada en mantener a toda costa una moneda muy barata y en la expansión de su mercado interno. Eso le permitió convertirse en una potencia del acero y en gran exportadora.

En contrapunto Altos Hornos de México, Arcelor-Mittal y Ternium que producen acero en México anuncian la suspensión de inversiones, reducción de producción, cierres parciales y despidos de personal. Se perderán miles de empleos y se entra en un callejón sin más salida que la continuación de un proceso de desindustrialización al que no se le ve el final.

México importó 215 mil toneladas de acero chino en el primer trimestre de 2015 mientras que hace un año, en el mismo periodo, le compró 94 mil toneladas. La capacidad de producción interna permitiría simplemente no comprarle, pero estamos en una economía abierta a las importaciones y mientras que China tiene una moneda barata que le permite producir y subir salarios, nosotros hacemos malabares para tener un peso caro, aunque así tengamos que destruir la producción y oprimir los salarios.

Mientras tanto, en lo que podría parecer un salto mortal hacia otro asunto, resulta que los productores lecheros del país están tirando la leche al drenaje. Y es que el precio de la leche también ha caído prácticamente a la mitad en el mercado internacional. De nueva cuenta resulta que hay mucha capacidad de producción mientras que la demanda está estancada o incluso se reduce por el empobrecimiento de la población.

Hoy en día producir un litro de leche en México cuesta seis pesos o poco menos; traer leche en polvo y rehidratarla se ha abaratado al punto de que esa leche sale a unos 3.50 pesos el litro. Esto hace que las importaciones estén creciendo de manera importante mientras que miles de productores se encuentran al borde de la quiebra.

Hay que aclarar que la reducción del precio de la leche no llega al consumidor; eleva, eso si las ganancias de los importadores y las empresas que usan leche importada. Lo mismo podría decirse de la reducción de los precios del petróleo y del acero. Así que el efecto neto para el país es el enriquecimiento de pocos, la pérdida de empleo de muchos y que el país retroceda cada vez más en sus capacidades de producción. Se reafirma nuestra vocación importadora.

Debemos entender que estamos al principio de lo que puede ser una avalancha de importaciones destructivas. La economía mundial se encuentra estancada, pero eso no limita el avance tecnológico y el incremento de la producción de las grandes empresas globalizadas. Dado que la demanda mundial no crece la mayor producción de unos cuantos necesariamente se habrá de traducir en la destrucción de la producción de los pequeños y medianos productores.

Acero y leche son solo el principio, o más bien la continuación acelerada de algo que ya conocemos: la desindustrialización del país y su regreso a condición de país bananero.

Nos hace falta una política económica, industrial y de comercio orientada por el interés nacional, el de sus trabajadores y consumidores.

viernes, 5 de junio de 2015

Por una democracia relevante

Faljoritmo

Jorge Faljo

Me gustaría ir a votar la reforma energética. Estuvimos a punto de poder hacerlo; la clase política lo ofreció, se reformaron leyes para que esta votación fuera acompañada de preguntas clave sobre asuntos del mayor interés nacional. Pero recurriendo a minucias abogadiles la Suprema Corte de Justicia de la Nación le sacó la castaña del fuego a quienes no querían que pudiéramos expresar nuestra opinión.

Me gustaría votar la reforma fiscal. Es decir una de verdad que nos llevara a que nuestros ricos y las grandes empresas pagaran el nivel de impuestos que se paga en promedio en los países de la OCDE. Ya no digo el nivel de impuestos de Suecia o Dinamarca, sino simplemente el de Argentina, Brasil o el promedio de América Latina. Porque para los ricachones México es un paraíso fiscal.

Me gustaría votar la autosuficiencia alimentaria del país y la creación de una reserva estratégica de alimentos con miles de pequeñas bodegas y puntos de compra de la pequeña y mediana producción agrícola. Este gobierno se comprometió formalmente, en el Programa Sectorial Agropecuario, a que a fin de sexenio tendríamos seguridad alimentaria; es decir que el 75 por ciento de los alimentos básicos se producirían internamente. Lo hizo siguiendo el mínimo recomendado por la Organización Mundial para la Alimentación. Pero no lo cumple; no avanzamos hacia la meta.

Por eso me gustaría votar la revocación de mandato. Es decir que a los dos años, o a la mitad del periodo de ejercicio de un diputado, senador, gobernador o Presidente de la República, pudiéramos votar si sigue o no adelante.

Me gustaría votar por la democracia sindical. Es deprimente que los jornaleros de San Quintín tengan primero que deshacerse de los contratos de protección y los sindicatos blancos para que se les reconozca su propia organización y puedan negociar con patrones y gobierno.

Son muchas las cosas por las que me gustaría votar; algunas de ellas en las urnas y mediante referéndum. No todas es posible votarlas directamente, para eso elige uno representantes. Pero los candidatos que quieren representarme no me dicen que opinan de estos asuntos y tampoco de otros de importancia: comercio exterior equilibrado; política industrial nacional; recuperación salarial; una cadena de televisión pública orientada a la educación y el análisis; combate a la corrupción y la impunidad; despenalización de drogas con altos impuestos a su consumo; un mejor sistema de salud.

Imaginemos que este próximo domingo, además de trata de adivinar si un candidato es honesto por su foto, se pudieran votar tres o cuatro cosas realmente importantes y atractivas: digamos, como mero ejemplo, reforma energética, autosuficiencia alimentaria y revocación de mandato. Mi opinión es que eso habría obligado a los candidatos a entrarle en serio a explicar sus posiciones y los conoceríamos mucho mejor. Por sus actitudes y coherencia en esos puntos tendríamos elementos más serios para definir nuestras preferencias como votantes.

También iríamos a las urnas con entusiasmo sabiendo que nuestro voto se traduciría en una decisión importante. Podríamos votar a favor o en contra; podríamos ganar o perder. Lo esencial es que los mexicanos compartiríamos el sentimiento de participar en un ejercicio democrático relevante. Y, lo que es fundamental; una democracia relevante es el sustento esencial de un gobierno legítimo.

Me asusta ver que marchamos en rumbo contrario; amplios sectores de la población consideran que nuestra democracia, en particular la votación del próximo domingo es irrelevante y solo sirve para darle un delgado barniz de legitimidad a un navío sin rumbo.

Algunos pocos han decidido ventilar desagravios descarrilando la elección en varias regiones. Es otra abolladura en la carrocería de un gobierno que pretende ser reconocido y legitimado internacionalmente. Esos tumbos electorales deberán ser enfrentados a fondo, más allá del hecho delictivo, como expresiones políticas ante las que se requiere fortalecer nuestra democracia. Estoy convencido que las posiciones extremas no podrían florecer en una sociedad que viera estas elecciones como una oportunidad para tomar decisiones relevantes. Poner a votación reformas rurales, sindicales y energéticas nos haría acudir en masa a las urnas y tendríamos una verdadera fiesta de entusiasmo popular.

Eso nos prometió la clase política para estas elecciones; y no cumplió. Son elecciones baldadas, de escaso poder democrático y donde el ciudadano tiene que jugar a ¡encuentre la diferencia!

No obstante no se vale la apatía; hay que aprovechar lo poco que tenemos para enviar el mensaje más contundente posible: queremos un cambio de fondo. Yo iré a votar, es decir a marcar las papeletas, para dejar en claro que ninguno me convence.

lunes, 1 de junio de 2015

Hostia... ¡que si se puede!

Faljoritmo

Jorge Faljo

España fue sacudida por los resultados de sus elecciones municipales y regionales locales del pasado domingo 24 de mayo. El Partido Popular –PP-, que gobierna al país, siguió siendo el más votado. Obtuvo el 27 por ciento de los representantes en los consejos municipales y de las comunidades autonómicas. Sin embargo esta cifra es 10 por ciento menor a sus resultados del 2011. El Partido Socialista Obrero Español –PSOE-, anteriormente en el poder, consiguió el 25 por ciento de representantes pero también con pérdida; tres por ciento menos votos que hace cuatro años.

Lo notable fue el gran avance de los partidos que están en contra de las políticas de austeridad que han sumido al país en el desempleo y la pobreza. El cambio en los porcentajes de votación altera fuertemente la configuración política de los gobiernos municipales y regionales de toda España.

En España primero se eligen concejales para los gobiernos municipales y regionales y luego estos votan por un alcalde o gobernador. Al perder el PP la mayoría absoluta se abre la puerta a las alianzas entre los otros partidos para elegir a gobernantes de oposición.

Lo que más le duele al gobierno es que las dos principales ciudades de España, Barcelona y Madrid, serán gobernadas por candidatas de izquierda. Ada Colau fue la candidata más votada en Barcelona pero tendrá que hacer acuerdos con otros partidos locales para llegar a la alcaldía. Su historial es de activista en el movimiento de los indignados y en la lucha por el derecho a la vivienda.

En Madrid, la capital, sorprendió Manuela Carmena, candidata de izquierda de 71 años de edad al ganar 20 concejales. Esperanza Aguirre la candidata del gobierno consiguió uno más pero sus escándalos de corrupción le impiden hacer alianzas. En cambio Carmena tendrá mayoría haciendo alianza con el PSOE.

El PP perdió muchos votos y gobernaturas; el PSOE, aunque redujo su votación saldrá ganando en gobiernos efectivos. Lo que ocurre es que en seis importantes comunidades (Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Extremadura) y en numerosos municipios, la alianza con el partido Podemos le dará el triunfo efectivo. La pérdida neta es para el Partido Popular.

Estas elecciones cambian el mapa político español. Debido a la importante autonomía de las regiones de España los partidos de izquierda podrán administrar el gasto en educación y salud y ejercer nuevas estrategias de política social. Tienen la oportunidad de demostrar su capacidad administrativa y consolidar su acercamiento a la población.

El partido Podemos se configuró apenas en el 2014. Es una coalición de indignados por el empobrecimiento, el desempleo, la corrupción, el neoliberalismo y sus políticas de austeridad. Su triunfo es impresionante sobre todo por dos razones. Una es el apoyo que ha logrado en muy poco tiempo; la segunda es que lo hizo prácticamente sin recursos; con más imaginación que dinero, con poca presencia en los medios y con campañas mediáticas en contra. Tuvo la habilidad para aprovechar las redes sociales y para encausar el entusiasmo y la alegría de sus integrantes.

En buena medida el voto de los españoles es contra la corrupción y la impunidad. Pero va más allá; con Podemos vuelve a tomar relevancia la democracia como forma de convivencia social, en lugar de la inhumanidad y empobrecimiento impuestos por un gobierno que solo atiende al interés financiero de los poderosos.

El movimiento de los indignados logró convertirse en partido y este triunfo le abre la posibilidad de llegar a la presidencia del gobierno español. Eso sería en las próximas elecciones generales de fin de noviembre de 2015.

De no conseguirlo sería por lo menos ser decisivo para que el PP pierda el poder y regrese a gobernar un PSOE que tendría necesidad del apoyo de Podemos y al que tendría que hacerle concesiones. Cualquiera de los dos resultados cambiaría la esencia del gobierno español y fortalecería el combate a la austeridad entendida como desempleo y no producción.

Si algo debemos aprender nosotros es que es posible construir a partir de casi nada y enfrentar a los responsables del desastre en que vivimos.

Así que el próximo domingo acuda sin falta a las urnas, tome las papeletas y vote por los candidatos cuyo discurso inteligente le convenza. Si, como es probable piensa que este fue un sarcasmo, entonces vote por el menos peor. O, si cree que todos son de la misma calaña, váyase a fondo e invalide las papeletas. Todas estas son formas de mandar un mensaje. Lo que no se vale es no moverse.